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Tzuyu caminó hacia los jardines del palacio, allí estaba Sana sentada mirando el jardín.

—Sana...

— ¿Pasa algo, princesa?

La omega quería dejar de escuchar que la alfa le dijera princesa, sabía que eso es lo que era, pero de todas formas no quería escucharlo más, porque si seguía escuchándola decirle así, se seguiría sintiendo triste, quería que Sana le nombrara como antes, por su nombre como ella lo hacía ahora.

— ¿Qué es lo que te gusta? —la alfa miró hacia la princesa, podía ver un tenue sonrojo en las mejillas de la omega.

— ¿A qué se refiere, princesa?

—Podrías solo decirme, Tzuyu.

—Lo siento, pero no puedo hacer algo como eso, princesa— mencionó Sana, se incorporó, Tzuyu miró a Sana a los ojos—, debo tratarla con respeto y honorífico, si me disculpa, tengo que seguir con mi vigilancia y ver que todo esté en orden.

Sana pasó a su lado, pero la voz de Tzuyu la detuvo de su andar.

—Es por el rechazo ¿no es así? — Sana prestaba atención a las palabras que le estaba diciendo la omega—. Tenía diez años, Sana. Era una inmadura que no podía aceptar las cosas, ahora...

—No eras una inmadura ni lo eres, sigues siendo tú — Tzuyu apretó los labios—, no piense de usted de esa forma, aún sigo siendo una alfa indigna de usted, y así será por el resto de la vida, como dije; espero encuentre a una alfa que realmente cubra con todas sus expectativas.

—Eres mi predestinada.

—El destino no impide que usted busque a alguien más — Sana quería morderse la lengua por tales palabras saliendo de sus labios, no sabía de donde había sacado tanto valor para decirlas.

—No quiero a otra alfa.

—Princesa, si solo lo dice por el hecho de que me he convertido en una alfa más fuerte...

—No confundas la cosas — Tzuyu miró hacia Sana quien le daba la espalda—, quiero que lo intentes.

— ¿Intentar qué?

—Cortejarme, de nuevo.

El silencio se hizo presente en aquel lugar, la suave brisa lograba mover los cabellos de ambas, Sana no sabía que sentir al respecto, estaba emocionada, volver a intentarlo, pero ¿y sí era solo un juego? ¿Y sí terminaba siendo lastimada de nuevo? No soportaría algo como eso, no quería volver a sentir aquellas punzadas, no podía permitir que algo como eso sucediera de nuevo.

— Mi deber es protegerla, princesa—respondió Sana—, lamento no poder cumplir ese capricho suyo.

—No es un capricho.

—Disculpe, pero tengo que retirarme.

Tzuyu observó como Sana caminaba hacia adentro del palacio, dejándola sola de nuevo, ¿así qué... esto es lo que sentía ella cada que la despreciaba? Pero suponía que el dolor que Sana sintió seguramente era más, pues Tzuyu se comportaba como toda una infantil e insolente niña que no le gusto ver un presente de cumpleaños.

Soltó un suspiro, no había descubierto nada, pero está vez haría algo por su cuenta, tal vez algo que pueda ser del gusto de Sana.

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