1. Mates

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AYLEN—

—Eu Lau, vamos a tomar mates hoy? A la plaza —pregunté.

—Uh no puedo Aylu, voy con Ámbar al centro

—Ok, no pasa nada —dije con mi sonrisa forzada, cosa muy habitual en mi estos últimos días.

Me alejé del morocho y me senté en el banco, abrí mi barrita de arroz y empecé a comer, puteando a mi vieja por ponerme a dieta.

En eso, se me acerca Mailen.

—Hola

—Hola —respondí.

—¿Sabés dónde está Ámbar? La estoy buscando hace dos horas —dijo buscando con la mirada.

Y otra vez, ese nombre venía a mi, cuando me quería alejar de el habitual Ámbar esto, Ámbar lo otro.

—No, no la vi —me levanté para irme y lo vi a él.

Pero el tema era, estaba con Ámbar. Putee por lo bajo y subí las escaleras para encerrarme en el salón como los últimos 2 meses.
2 meses en donde nadie se había ni enterado por lo que estaba pasando.
Pero eso significaba una sola cosa, no era importante.

Apareció Joaquín en el salón y se acercó a mi

—¿Que te pasa?

Era la única persona que no había caído en el encanto Ámbar, y todavía se seguía preocupando por mi.

—Mi vieja está internada, perdió mucha sangre después de la cagada a palos del pelotudo de Federico, casi la mata Joa

Él me abrazó y me sentí por un momento mejor. Hasta que levanté la vista y me separé secando las pocas lágrimas que se habían escapado.

Joaquín miró para atrás y se fue a su banco, no sin antes mirarme como preguntándome si iba a soportarlo. Asentí y me di vuelta.

—Bueno, seguimos con el tema entonces —habló la profesora.

Después de hora y media intentando prestar atención y reteniendo lágrimas, sonó el timbre y Guadalupe se acercó a mi.

—Che Aylu, yo me vuelvo con Ámbar a casa, no te jode? —negué con otra sonrisa forzada.

—No, anda tranqui

—Ok, nos vemos

—Chau —susurré.

Salí del salón y bajé las escaleras interminables. Giré y vi a Joaquín mirando un punto fijo mientras bajaba.

—Es tarado o se hace ese pelotudo?

—Dejalo Joaco, no importa

—Obvio que importa, decime que al menos te dijo feliz cumpleaños

No respondí y miré a Mauro y Ámbar, al parecer no había tardado tanto en caer en el encanto Ámbar.

—Hablamos a la noche? Tengo el viaje hoy —dijo tratando de cambiar de tema, pero eso se mantenía en mi mente.

—Ok

—Chau —saludó.

—Chau

No me había dado cuenta y habíamos llegado a la salida, respiré hondo y empecé a caminar. Iba desenredando mis auriculares cuando escucho la voz de Ámbar.

—Ya te dije, estan todos re pendientes de mi, ah, voy a acompañar a Mauro a una compe

Me acomodé los auriculares y pasé de largo. Intentando que no me vea.

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