2. Cumpleaños

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AYLEN—

—Eu Aylu, que onda?

Mierda mierda mierda.

Me hice la que iba metida en la música aunque ni haya puesto nada. Cuando sentí que estaba lejos y que no me miraba, le puse play a "Lo jodiste - Babi".

Llegué a mi casa y subí a mi pieza, saludando en la entrada a mi hermana.

—¿Porque todo tiene que ser así? Una mierda todo, una mierda Ámbar, Mauro y todos —susurré.

Me puse a ver whatsapp esperando que diga "Chats 1" pero lo único que se veía era el chat con mi hermana, con mi tía que me había dicho feliz cumpleaños, con mi prima y con Joaquín, y abajo de todo, 16 de abril, "Mauro💚"

Holaa
Vamos a la cárcel juntos?
✓✓

Y hoy era 28 de abril...

Era mi cumpleaños, y solo Joaquín se había acordado, después de que con Mauro habíamos preparado todo para una joda o juntarnos. Pero había quedado en la nada todo.

Dolía, no de los demás, de Mauro. Era mi mejor amigo, estaba enamorada de él desde los 13, aguantando todas sus historias amorosas, llegando a mi casa y queriendo llorar, porque era obvio; nunca me iba a querer como yo lo quería.

Respiré hondo y abrí el paquete que estaba en mi cama. "Boulevard", sonreí, después de todo, ella si me conocía bien.

Le mandé un mensaje agradeciéndole a mi madrina por el regalo y me senté en la ventana, se empezaron a escuchar tiros y miré alarmada la calle.

El mundo se me vino abajo. Mi hermana por alguna razón estaba afuera, y lo único que vi antes de salir corriendo por las escaleras fue a ella en el piso con sangre en el abdomen.

Marqué el número con mis dedos temblorosos y sin poder dejar de decir "no". Me atendió una mujer, o un hombre, no sé, estaba sumamente metida en la mujer que tenía en mis brazos, los tiros seguían pero más lejos, creo, capaz estaban al lado mío pero igualmente no iba a escuchar nada, mis pensamientos y el miedo me carcomían.

Llegó la ambulancia, y rápido nos llevaron al hospital, no pensaba dejarla sola, no podía, después de lo que había pasado, igualmente, no podía dejarla sola.

Cuando llegamos la llevaron a una sala de no sé que, para hacer que la sangre pare y extraer la bala, sinceramente no prestaba atención, estaba sumida en mis pensamientos y en todo lo que pasó y cómo. Lo único que me hizo bajar los pies a la tierra fue que la enfermera me dijo que no podía entrar.

No podía hacer otra cosa que esperar, y rezar aunque no crea en dios.

Intenté llamar a Joaquín, pero me di cuenta antes de hacerlo que el no estaba en el país, se había ido a España con su viejo. Otra opción no quedaba.

Tenía que llamar a Mauro...

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