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La odiosa clase que, justamente estaba teniendo Jennie en esos momentos, al fin había culminado luego de que el timbre de la campana resonara por todos lados.

—Por fin —soltó un suspiro con sumo alivio, moría por correr hacia su omega y esconder su rostro en la curvatura de aquel cuello lechoso en donde el dulce aroma era mucho más fuerte.

Como pudo, guardó todas sus cosas en la mochila y salió apresuradamente del salón, claro que hubiera seguido avanzando de no ser porque Sahee -una omega que ni conocía de no ser porque el profesor pasaba asistencia- se interpuso y bloqueó su camino.

—¡Unnie~! —y su aguda voz fue el detonante para que su malhumor volviera. Era irritante.

—Ah. ¿Ocurre algo? —inquirió sin verdadero interés, tratando de no ser tan maleducada—. Disculpa, pero es que no tengo todo el tiempo del mundo.

—Yo no tengo ningún problema, Jennie-Unnie —le sonrió con coquetería, la alfa sabía detectar esa clase de gestos—. Pero ya que compartimos clases y han dejado muchas hojas de práctica, me preguntaba si podíamos resolverlos las dos juntas.

—¿No puedes con algo tan simple como eso?

Su tosca respuesta removió a la omega con incomodidad, pero toda crítica valía por tener la compañía de la pelinaranja solo para ella.

—Pues quizás sí, me gustaría que tú me enseñes como se hacen ciertas cosas —y justo cuando la rubia iba a acabar con la odiosa distancia, Jennie la esquivó con rapidez.

Grande fue su sorpresa cuando dio media vuelta y notó que la alfa se estaba acercando a Manoban.

—Bebé —fue el susurro que ella pudo escuchar y un gruñido salió de su pequeña boca.

¿Simplemente la evitó por una omega como esa?

—Uh, hola, Nini. ¿Todo bien? —cuestionó con serenidad siendo abrazada rápidamente por la cintura.

—Te extrañé mucho —habló bajito, dejando un casto beso en el cuello adverso, haciéndole sonreír.

—Espera, ¿quién eres tú? —volvió a acercarse Sahee, queriendo menospreciar a Manoban delante de la guapa alfa.

Lisa sintió el fastidio en la voz de la omega, tensándose tan pronto como ella interrumpió el momento. Iba a presentarse, pero la mayor se adelantó.

—Ella es Lalisa Manoban —respondió, mirándola directamente mientras se colocaba detrás de la peliengra y volvía a abrazarla—, mi pareja destinada y la bonita omega a quien estoy cortejando —culminó con tranquilidad, posando su marcada mandíbula en el hombro de la más alta y dejándole un cariñoso beso en la mejilla—. ¿Por qué la pregunta?

Sahee resopló casi con rabia, soltando feromonas agrias que demostraban lo enojada que estaba. Con hipocresía, sonrió entredientes y negó sutilmente.

—Oh, entonces te agradeceríamos mucho que te fueras. Me gustaría besar a mi alfa en este mismo instante, pero sin algún tipo de público —agregó Lisa al sentir la total confianza de responderle.

La rubia la fulminó con la mirada y giró hacia la dirección contraria sintiéndose humillada.

—Estúpida —fue lo único que murmuró.

—Jennie, no debiste decirle todo eso —dijo ni bien estuvieron solas.

—¿Por qué no? Es la verdad, alguien tenía que decírselo y no hay nadie mejor que yo misma.

—Sí, pero tal vez ella no se va a quedar callada. Empezará a rumorear.

—¿Tienes algún problema con que lo difunda? —se separó de la menor para ponerse frente a ella.

—Uh, no, pero... ¿y tú? —sus ojitos reflejaron la incertidumbre cuando conectó su mirada con la de la alfa—. ¿Qué piensas sobre ello?

Jennie sonrió de inmediato y acunó el níveo rostro de Lisa entre sus manos.

—Que estaría totalmente feliz al ver que todos se enteraran de una buena vez que tú ya tienes una alfa y eres mi preciosa omega, solo mía —susurró muy cerca de los rosados belfos, viendo como la extranjera sonreía totalmente conforme con la respuesta—. Y bueno, ¿qué esperas para besarme? Delante de esa chica dijiste cosas que me emocionaron mucho.

Lisa soltó un par de suaves risitas, tomando entre sus manos la camisa de la surcoreana para acercarla aún más an ella.

—Puede que deba hacerlo frente a ella para que sepa que tú eres completamente mía también —susurró con las mejillas totalmente ruborizadas, dejando un besito muy efímero en los gruesos labios de Kim.

—Esa idea me encanta, no tienes idea de cuánto —le siguió el juego, sonriendo traviesamente mientras le sostenía posesivamente la cintura y acababa con la lejanía, besándola con profundidad, pero a la vez suavemente, transmitiéndole lo muy enamorada que está de ella, por ella y solo para ella—. Mía, mía, mía —fue lo que susurró luego de separar sus bocas lentamente.

Repitiendo aquella palabra a la vez que su nariz se paseaba melosamente por todo el rostro y cuello de la omega, dejándole impregnado su aroma, ambas con los ojos cerrados debido a lo bien que aquello se sentía, importándole muy poco lo que pasaba alrededor y compartiendo el amor que había solo entre ellas.

Creo que haré maratón...

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