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—Ya~ Jennie boba —comentó la pelinegra con cierta diversión—. Aquí me quedo yo, y tú ya deberías de ir a tu salón antes de que sea demasiado tarde —intentó regañarla.

La alfa sonrió tal cual enamorada, sosteniendo la cintura de la menor con ambas manos. Lisa se apenó rápidamente, pero a la pelinaranja no le importaba estar así de cerca con su omega y mucho menos si se trataba de pura gente curiosa y carente de vida propia.

—Yo podría quedarme así todo el tiempo —murmuró suave, solo para que llegase a los oídos de Lisa. Llevó su nariz a la curvatura del cuello adverso e inhaló con sutilidad el dulce aroma—, en mi lugar favorito —dejó un casto beso. La omega se estremeció ante el contacto de aquellos esponjosos labios en su piel.

—Je-Jennie —suspiró, colocando ambas manos en los firmes hombros de la alfa, con la intención de alejarla levemente.

—¿Qué ocurre? —cuestionó con cierto ápice de preocupación, pero a la vez entendió el gesto por lo cual se separó mínimamente, haciendo que ambas narices se rozaran.

—Aún no estoy acostumbrada a esto —comentó, apenas y haciendo contacto visual con Jennie—. ¿Podrías no ser tan expresiva? Tan solo un poquito.

La pelinaranja sonrió sintiéndose más calmada. Su mente había maquinado demasiadas cosas y la mayoría de ellas no eran favorables.

—Es que es inevitable siendo que mi omega es demasiado bonita —respondió, su sonrisa se curvó aún más al ver la conmoción en Lisa. Podía darle todos los halagos del mundo a cada momento del día y la extranjera siempre terminaría con un tierno rubor en las mejillas—. Además, si lo dices por los tontos que nos están mirando con cara de envidia, pues solo ignóralos.

—No es tan fácil —replicó haciendo puchero. Jennie no pudo evitarlo y la besó fugazmente. Lo suficiente como para después sentir un suave golpe por parte de la menor.

—Bien, trataré de medirme —habló en cierto tono dudoso. No es como si ella misma estuviera totalmente segura de que no volvería a hacerlo.

—Gracias —susurró, mostrando esa sonrisa en donde lucía sus adorables y pequeños colmillos.

—Mhm... —su rostro mostró un gesto pensativo—. ¿Debería de tener un premio por eso?

Lisa tan tímida como se sentía en ese instante, mordió su labio inferior, asintiendo un par de veces ante la pregunta. Tomó las mejillas de la alfa y le dio un suave beso, un toque realmente corto pero profundo a la vez, el encaje de ambos labios, a pesar de ser básicamente del mismo tamaño, era simple y llanamente perfecto.

La omega separó su rostro casi al instante y Jennie apreció aún más el sonrojo que ahora era efusivo.

—Bueno, ahora sí puedo ir an mis aburridas clases —chasqueó la lengua, no queriendo separarse de Lisa—. Pero prometo llegar rápido para el receso, creo que ya es momento de concurrir a la cafetería. ¿Qué dices tú?

—Eso suena muy bien —tanto su loba como su corazón saltaban de manera acelerada.

La alfa cada vez mostraba lo mucho que quería estar a su lado, sin pena o miedo a esconder lo que poco a poco estaban construyendo. Jennie le daba esa seguridad que se estaba esforzando en obtener y que muy pronto formaría parte de ella misma.

—Ahora sí tengo ganas de ir y acabar con esas horribles horas lo más pronto posible.

Lisa soltó una risita.

—Boba.

—¿Tu boba? —preguntó siguiendo el juego, metiendo sus manos en los bolsillos de su chaqueta.

—Mi boba —afirmó, separándose de la pared en la cual había estado recostada.

Jennie le sonrió, acercándose lo suficiente como para propinarle un beso en la frente, en la nariz y en los labios, tan brillantes y rosados.

"Y tan míos", pensó con orgullo.

La campana sonó avisando las primeras horas de clases. Quien más se asustó fue Lisa, apurando a la mayor para que se fuera y no llegara demasiado tarde a su aula. Sonrió ampliamente al ver como Jennie caminaba de espaldas y con la mirada puesta en ella.

—¡Ten cuidado! —fue lo que exclamó al ver que la muchacha se tropezó con sus propios pies y casi cae estrepitosamente en medio del pasillo.

—Estoy bien, estoy bien.

—Estás loca —comentó con cierta diversión, negando con la cabeza cuando al fin Kim dio media vuelta y emprendió su veloz carrera.

Lisa ingresó a su salón con calma, puesto que el profesor aún no llegaba. Los murmullos podían escucharse por todos lados, la omega creía que eran demasiado tontos al querer pasar desapercibidos con tremendos cuchicheos.

Resopló débilmente y decidió ignorarlos, tomando asiento y abriendo el libro que el profesor Choi había pedido que trajeran para esa clase.

—¿Así que de verdad estás en planes con Kim? —la voz ajena interrumpió su intento de lectura.

Alzó la mirada, encontrándose con un típico grupo, esta vez eran dos omegas y una alfa.

—¿Eres tonta o qué? —habló otro de ellos—. ¿Qué no has visto cómo han estado de melosas fuera del salón?

Lisa sintió que sus mejillas volvían a arder.

La alfa soltó un gruñido en disgusto.

—Pero estoy totalmente segura que esa estúpida no le ha pedido ser su novia —se cruzó de brazos, mostrándose desafiante ante su propio amigo—. Aún tengo una oportunidad.

La última frase hizo eco en la cabeza de Lisa, quien abrió sus ojos desmesuradamente ante la confusión y la sorpresa. ¿A qué se refería?

—A Kim no le importará que seas menor y te sacará los ojos si te atreves acercarte a Lisa.

—Más allá de eso, soy una alfa también, Kai. Si ella me gusta, tengo todo el derecho de buscar una maldita oportunidad.

Había otro omega, uno que se mantuvo callado y observaba fijamente a Lisa. No sabía si sonreír ante el tierno rostro confuso de esta o reírse de los idiotas de sus amigos que hablaban como si una de las causantes de la discusión no estuviera justamente sentada frente a ellos.

—¿Quieren callarse? —cuestionó en voz alta y con molestia, poniéndose en medio de ambos cuerpos—. Disculpa por el mal momento, Lisa-ah —se refirió an ella con amabilidad, empujando a los otros dos para que se mantuvieran lejos.

Lisa se aseguró de que la distancia fuera aceptable para mirar al otro omega y preguntarle.

—Espera un momento, ¿ellos de qué hablaban?

El omega de cabellos lacios le sonrió.

—Son un par de idiotas. A esa alfa le gustas desde hace un par de meses, pero nunca se atrevió a hablarte.

—¿Qué? —realmente a Lisa no le parecía algo creíble.

—Así es, la muy tonta no se animaba y pues ahora que te ve con esa alfa, está hecha una pulgosa insoportable —bromeó, haciendo que Lisa sonriera levemente—. Y el otro, Kai, es mi mejor amigo también, pero no voy a mentirte cuando te digo que es de esos que van en busca de atención —rodó los ojos—. Está muy encaprichado con Kim. Y créeme, haría de todo para hacerte la vida imposible. Lo bueno es que al parecer ustedes, Jennie y tú —aclaró—, están muy enamoradas y hacen una linda pareja —concluyó y juntó ambas manos mientras chillaba con emoción.

—Uh, bueno —interrumpió con cierta vergüenza—, en realidad no somos pareja.

Y ante lo dicho, el otro omega desfiguró su sonrisa.

—¿Qué rayos? ¡¿Cómo que no lo son?! —la miró dubitativamente—. ¿Hablas en serio? Oh por Dios. ¿Qué diablos están esperando? ¡Yo pensé que hasta pensaban en casarse! —reclamó dramáticamente. Soltó un hondo suspiro y puso ambas manos en la carpeta de Lisa, acercándose e ignorando los ojos impuestos sobre ellos—. Sería bueno que vayan hablando de eso, digo, ya sé que una etiqueta puede ser lo de menos, pero no hay nada mejor como afirmar y refregar en las caras de todos el que ya tienes alfa oficialmente.

La pelinegra intentó procesar las palabras y a decir verdad, eso sonaba muy bien.

—Piénsalo, Lisa-ah. Yo creo que ambas son muy afortunadas por tenerse la una a la otra y lucen de maravilla como pareja —le guiñó un ojo—. Es bueno que vayas asegurándote —le sonrió amigablemente y se alejó para ir a calmar al dúo que seguía debatiendo.

Lisa se mantuvo pensando y tal vez, una idea había cruzado por su confusa mente.

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