~Capítulo 37~

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Bastet Targaryen vino al mundo en medio de la tragedia. La mayor parte de su infancia la vivió como una fugitiva, huyendo junto con sus hermanos. Parecía que el tiempo pasado con Nana Cotha en Vaes Dothrak había sido beneficioso para ella. Luego conoció a Drogo, a Asha, a Sansa... todo iba bien. Había esquivado todos los males, ¿verdad? Eso parecía. Pero la sangre es fuerte.

Bastet veía marcharse a una gran parte del khalasar de Drogo desde las murallas. Su esposo encabezaba la marcha junto con Richard. Cuando algo pende de un hilo frágil, este acaba por romperse si no encuentra apoyo. «¡Yo soy de la sangre del dragón!», aquello se escuchó en toda la ciudad. «¡Desciendo de Valyria, estoy un escalón más arriba!». Bastet rememoraba toda la discusión sin apenas inmutarse. «Pues entonces vete», le dijo. «¿Ves a aquellas gentes? Para ellos soy como la enviada de su Diosa»

-¿No crees que todo ha tomado un mal camino? -La voz de Asha la sacó de sus ensoñaciones.

-El Conquistador no preguntó amablemente si todos podían ser sus fieles seguidores. Su poder quedó demostrado en el Campo de Fuego. 

-Sé que existe el mal en el mundo. Tardo o temprano todos nos hemos de enfrentar a él-contestó Asha-. Pero si no recuerdo mal, Visenya logró el control del Valle sin derramar sangre.

-Porque tenía a su merced al rey. Fue su madre la que intervino. Es lo mismo que yo tengo ahora. Si los afentikós aman a sus hijos, cumplirán mis deseos. Antes no lo comprendía para ahora veo la verdad. Fuego y sangre, todo se reduce a eso.

-¿Y cuántos niños hacen falta, Bastet?

-Los suficientes -respondió Bastet-. Cada mes, justo el día en el que la luna brille en su plenitud, un joven encontrará su destino. Ya has visto la reacción que suscitó. El pueblo de Érinos me ama, morirían por mí.

-¿Estabas dispuesta a pagar tal precio? -Asha señaló a los dothrakis que se marchaban-. Drogo te abandona junto con su khalasar.

-El gran Khal Drogo no es buen ejemplo de caridad -le espetó Bastet-. ¿Sabes? Cuando vivía con Nana Cotha, noticias de todo tipo llegaban a Vaes Dothrak. Antes de conocerlo, él perpetró muchas más barbaries de las que se me puedan atribuir. ¡¿Con qué derecho me dice que este no es el camino?!

{ ﹀﹀﹀﹀﹀﹀(🥀)﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀ }

-Ha sido una gran celebración. El pueblo se alegra de veras -comentó Aerys con la inocencia de la infancia.

No se había escatimado en gastos para anunciar el estado de la reina. Daenerys le había permitido a Aerys asistir y que se acostumbrara a tratar con las arpías de Meereen.

-Por supuesto que sí, hijo -le dijo Hizdarh a Aerys. «No es nada tuyo, como tampoco lo será el siguiente», pensó Daenerys. Ella se limitó a sonreír-. Ambos hermanos seréis alabados allá donde vayáis.

-Se arrodillarán ante nosotros cuando nos vean en nuestros dragones- afirmó Aerys-. Y cuando recuperemos lo que es nuestro, mi hermano será mi Mano.

-¿Has pensado en la posibilidad de que sea una niña? -preguntó animado Hizdahr dándole una palmada en el hombro.

-Tendré que buscarle otra ocupación -respondió Aerys tras meditarlo un momento-. Puede ser mi representante cuando no me encuentre aquí, en Meereen.

Hizdahr soltó una risa ante la idea de Aerys

-Aerys, déjanos solos -pidió Daenerys-. Tenemos cosas que tratar.

Aerys obedeció a su madre y salió de la habitación. Daenerys suspiró, estaba segura de que Aerys se iría a junto los dragones a pesar de sus advertencias. Las puertas se cerraron y los reyes se quedaron solos.

-¡Qué chiquillo más adorable! Esperemos que su hermano sea así. - Hizdahr se levantó y se sentó al lado de Daenerys. El ghiscari comenzó a besar a la reina y ella le respondió.

Daenerys descubrió que era muy fácil mentir. Tenía pensado volver a apartar a Hizdahr de su lado conforme le comunicará la noticia, pero entendía que seguirle el juego era mucho más beneficioso. Hizdahr acariciaba el cabello plateado de Dany entre beso y beso. Dany sabía que estaba ganando cada vez más al ghiscari, a pesar de su error inicial de apartarlo.

-Hay una cosa que me preocupaba, mi reina -dijo él con voz entrecortada mientras apartaba un poco la cara.

-¿Qué puede preocupar al rey de Meereen? -Dany siguió besándolo para intentar callarlo.

-¿Cuál será el papel de mi hijo? ¿Quedará relegado al estar Aerys?

Hizdahr apartó su cara de la de Daenerys. Ella tomó la cara de su esposo entre sus manos.

-No tiene nombre y estás preocupado por su porvenir. -- Volvió a besarlo para hacerlo callar-. Solo los dioses saben qué le ocurrirá. No te preocupes por una criatura que ni siquiera tiene un día del nombre.

-Hablando de eso... -Hizdahr se volvió a apartar-. Por las venas del nuevo príncipe correrá sangre ghiscari. Debe llevar un nombre adecuado.

-La sangre Valyria es más importante -respondió Dany-, y, por lo tanto, su nombre será valyrio. 

Hizdahr no respondió. Daenerys temió que hubiera echado a perder todos sus esfuerzos de meses anteriores. Hizdahr se limitó a acariciar el abultado vientre de Daenerys.

-Puede que encontremos un nombre que refleje su ascendencia -dijo ella-. Un nombre que refleje la combinación de su sangre.-Daenerys levantó la cara de Hizdahr y lo besó nuevamente.

Las puertas se abrieron y alguien entró en la habitación sin pedir permiso.

-¡¿Acaso no sabes llamar?! -inquirió Hizdahr.

-Han llegado noticias noticias que seguro que les interesa escuchar a los reyes-respondió Daario. "¡Daario!", pensó sobresaltada Daenerys. El capitán Naharis miraba a Hizdahr con ojos serios.

-¿Y bien?

-Parece ser que el khalasar abandona de Bastet. En estos momentos marchan hacia la costa.

«Buenas noticias al fin».

-Puedes retirarte. - Hizdahr le hizo un gesto con la mano-. ¿Aparte de no saber llamar no sabes obedecer? ¡Márchate!

Daario realizó una reverencia y se marcó, no sin antes mirar fugazmente a Daenerys.

-Tendremos que buscar a alguien de sangre ghiscari. Se me ocurren algunos nombres que...

Daenerys volvió a callarlo.

{ ﹀﹀﹀﹀﹀﹀(🥀)﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀ }

-Mira al nuevo guardia, ese parece de fácil manejo. - Señaló al hombre al que se refería.

-No te ilusiones, seguro que ya está más que advertido-corroboró una de sus acompañantes.

El día era bastante más caluroso de lo normal. Gracias a los dioses, la temperatura en el interior de las minas era más soportable.

-No te quita el ojo de encima, Sansa - rió su amiga volviendo a señalar al nuevo guardia.

Sansa miró por primera vez al guardia del que hablaban sus compañeras. Sin duda debía de ser un novato, pues miraba a su alrededor con curiosidad y apretaba demasiado fuerte su lanza. Los otros carceleros estaban tan aburridos de aquella visión que apenas prestaban atención, pero aquel movía sus ojos de un lado a otro. Sansa se percató que de vez en cuando miraba hacia ella y apartaba la vista rápidamente.

-Deja de hacer aspavientos hacia su dirección. No vaya a pensar que le prestamos más atención de la deberida.- En realidad a Sansa le divertía que aquel novato sintiese vergüenza de mirarla.

Al principio, ella misma era la que bajaba la mirada cuando notaba que la estaban observando. Según le habían dicho, era raro ver a alguien con un pelo como el suyo allí. A eso debía sumarle los ojos azules. Su aspecto era el foco de atención, nadie podía evitar fijarse. El sonido del cuerno anunciaba la llegada de la hora de la comida. Sansa, Láquesis y Medea se dirigieron hacia la cola. El nuevo era el encargado de servir su ración del día.
Sansa le guiñó un ojo y le sonrió. Su cara se coloreó de rojo y casi tira el puchero con el que servía.

-¡Lo que una tiene que ver, Sansa! -Reía Láquesis mientras se sentaban las tres juntas-. Una se fija en el nuevo y vas tú y me lo robas.

-¡Oh, por favor, Láquesis! -contestó Medea fingiendo enfado-. No es culpa de Sansa que tenga esa melena de fuego y tú no. Además, tú ya tienes a tu guardia de siempre.

Sansa se rió ante las ocurrencias de sus amigas. Recordaba cuando llegó allí hacía ya casi un año. El primer día, los guardias se mofaban de ella. Uno pensó que sería divertido castigarla por no ser tan diligente como los demás. La habían llevado a una prisión especial: Narkes. 

Narkes estaba compuesta de varias minas y algún que otro barracón para los reclusos. Ella nunca había tenido que dañar sus manos en ningún tipo de trabajo, por lo que sus movimientos eran patosos y lentos. El guardia en cuestión, se divirtió castigándola con un látigo, como ejemplo de lo que pasaba a los malos trabajadores. La misma noche, tuvo que tumbarse boca abajo para evitar sentir dolor. Fue en ese momento cuando conoció a Láquesis, aunque ella por aquel entonces no tenía nombre. Ella se pasó toda la noche a su lado, poniendo paños húmedos en sus heridas. Desde aquel entonces, las dos estuvieron juntas. En agradecimiento, Sansa le regaló un nombre. Luego llegó Medea. Al parecer, Medea había provocado el enfado de su amo y acabó allí de castigo.

-Digamos que me resistí a sus deseos y lo marqué como advertencia-dijo dando por finalizado el tema.

Sansa y Láquesis la aceptaron en su grupo y le dieron su nombre correspondiente.

-¡Eh, tú! ¡Te reclama el capitán!- El nuevo se acercó decidido a Sansa.

-En fin, chicas...Parece que tengo otra fiesta a la que acudir-dijo con desgana. Aquello era bastante habitual-. Y por cierto, me llamo Sansa Stark. Te vendrá bien recordarlo la próxima vez.

Sin novedades, la condujeron a una casa donde la adecuaron. Después, fue llevada al lugar en el que tendría lugar la nueva fiesta. Sansa era el centro del espectáculo, un trofeo muy bello. Su papel era servir de entretenimiento para que los demás se burlaran de ella y de Bastet.

-¡Y aquí está la más preciada joya de la Reina de las cadenas!- se reían de ella.

En la primera ocasión que vivió aquello, lloró. Luego descubrió que la miraban con ojos hambrientos. Y eso era algo que le gustaba: dejaban bailar a la loba con los corderos.

{ ﹀﹀﹀﹀﹀﹀(🥀)﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀ }

Aerys oía los gritos de dolor de su madre. Incluso Viserion parecía notar su temor, por lo que el dragón emitía sonidos lastimeros. "Somos de la sangre del dragón, a nosotros no nos pasa nada". Se tapó sus oídos mientras recitaba internamente la lista de reyes Targaryen. "Aegon I el Conquistador, Aenys I, Maegor I el Cruel...". Siempre acababa con su nombre. Aerys Targaryen, el tercero de su nombre. Luego volvía a empezar desde el Conquistador. Tímidamente, destapó una oreja. Silencio. Destapó la otra. Nada. Los gritos de su madre habían cesado. ¡¿Y si su madre había muerto?! ¿Y su hermano? ¿Estaba solo?

-Príncipe Aerys... -El capitán Naharis llegó.

Aerys fue conducido a los aposentos de su madre. Si lo llevaban allí significaba que su madre estaba bien, ¿verdad? Al abrir la puerta, el peso que no sabía que tenía se fue del pecho de Aerys. Su madre estaba viva, con un bebé en brazos.

Lo que Aerys no sabía era que su madre había rezado a todos los dioses posibles que su nuevo hijo no heredase los rasgos de su verdadero padre. Cuando tuvo a su hija en brazos y vio sus rasgos valyrio se quedó tranquila.

-Aerys acércate a conocer a tu hermana-le dijo Dany.

Aerys obedeció,un tanto desilusionado pero alegre de que todo hubiera salido bien.

-¿Cómo se llama? -preguntó mirando a su nueva hermana.

-Zhaerys Targaryen.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro