☑ Capítulo 3

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Capítulo 3

En cuanto Mew salió de su consulta, Gulf tomó varios documentos de su escritorio y cogió su maletín para después dirigirse al fuerte McPherson en la ciudad de East Point. Aquella era la ciudad donde vivía Mew. El fuerte, eran las instalaciones militares a las cuales su paciente seguía reportándose. Y ahí, se encontraba el general Jackson Miller, el jefe de Mew, con el cual tendría una larga y muy acalorada conversación si no le daba una razón de suficiente peso para justificar el envío de un hombre de oficina al campo de batalla.

El Emory Brain Health para el cual Gulf trabajada, tenía un convenio con las fuerzas armadas de los Estados Unidos de América, por lo que no le fue difícil entrar y solicitar "una audiencia con el general Miller", que dicho sea de paso era su tío, hermano de su difunta madre.

- Soy el doctor Gulf Kanawut – se presentó con la secretaria militar de su tío – hace media hora llamé para avisar que venía para acá y el general Miller aceptó recibirme – explicó.

- El general lo está esperando, puede pasar – la mujer uniformada indicó la puerta con su mano y Gulf se encaminó a ella para entrar y cerrar tras de sí.

- ¿Qué te trae por aquí "mofletitos"? – preguntó el general con una sonrisa al ver a su sobrino. Sonrisa que se borró de su rostro cuando la expresión del recién llegado denotaba molestia – de acuerdo, ese apodo era de tu niñez, ya no más "mofletitos" para ti –

- ¿Me puedes explicar porque demonios envías a un oficial militar de inteligencia al campo de batalla cuando no tiene ni la más mínima experiencia en combate? – Gulf soltó la pregunta y al igual lo hizo con su maletín sobre la silla que estaba frente al escritorio de su tío - ¿Qué clase de estrategia militar es esa tío? – cuestionó con más enojo - ¿Cuántos además del teniente Mew Suppasit has enviado bajo esas condiciones? –

- También me da gusto verte Gulf – dijo el general Miller mientras cruzaba sus manos en su espalda – como general del ejército de los Estados Unidos no tengo porque darte explicaciones de nuestras encomiendas, pero como hermano mayor de tu madre, que se quedó a cargo de tu cuidado, supongo que tengo mucho que explicar –

- Por eso y porque no pienso irme de aquí hasta que me digas qué fue lo que pasaba por tu cabeza al hacer algo así – reclamó Gulf – ¡Mew no tenía experiencia en combate y lo enviaste a un país lleno de gente que odia a los estadounidenses y que al ver a uno lo único que harán es matarlo! –

Gulf se sentía frustrado. No odiaba a los militares porque él había nacido en el seno de una familia enteramente militar, pero en ocasiones no entendía las drásticas decisiones que tomaban. Su padre había sido un condecorado general que había muerto en la Guerra del Golfo en mil novecientos noventa, cuando él apenas tenía tres años.

Su madre, un ama de casa en espera del regreso de su marido no lo soportó la noticia y terminó suicidándose un año después.

Por aquel, entonces, Gulf no era muy consciente de lo que había pasado con sus padres, por lo que su tío Jackson Miller había solicitado su custodia y se había hecho cargo de él. Fue cuando tuvo la edad suficiente para entender lo que había ocurrido con sus progenitores que decidió estudiar psicología o psiquiatría para ayudar a las personas que sufrieran de depresión en honor a su difunta madre.

- Siéntate y tranquilízate – le ordenó su tío y Gulf tomó asiento tratando de calmarse - ¿Cómo está Mew? – cuestionó una vez que ambos estuvieron sentados.

- Mal ¿Cómo quieres que esté después de sufrir aquella experiencia en la guerra? – el menor cruzó sus brazos y empezó a actuar a la defensiva – no es justo lo que le hicieron tío, ciertamente el ejército no tiene corazón –

- Nunca habías pensado de esa manera del ejército Gulf – alegó su tío omitiendo una sonrisa - ¿Qué pasa para que actúes así por el caso de Mew? –

Gulf no estaba a favor de la guerra, pero sabía que políticamente los líderes de los países tenían que tomar decisiones y actuar en consecuencia. Lo sentía por los soldados y civiles que morían por conflictos de orden político, pero sabía que nada de lo que dijera iba a cambiar las cosas. No era el único en el mundo que pensaba que la guerra era una "solución" por demás absurda y sin embargo, seguían existiendo.

Pero nunca se había expresado mal de los militares. Había muchos de ellos que de verdad estaban orgullosos de servir a su nación y estaban dispuestos a todo con tal de defender a su país. Su tío era un caso vivo de ello. Pero el tema de Mew lo hacía hervir la sangre porque... era muy probable... que... el militar le gustara más allá de lo físico. Sí, no tenía sentido alguno porque apenas lo conocía, pero algo lo hacía sentir conectado a él.

- Puede que esté interesado en Mew Suppasit – aceptó Gulf.

- ¿Cómo tu paciente? – preguntó el general Miller sabiendo de antemano que no era así.

- No solo como mi paciente – respondió el menor de mala gana al observar el rostro algo burlón de su tío – pero ese no es el punto, dime por favor por qué enviaste a Mew al campo de batalla – el general suspiró derrotado.

- Ciertamente no quería hacerlo Gulf, pero aunque soy un general yo también recibo órdenes, fue una orden directa del presidente enviarlo a él y otros hombres de la inteligencia al campo de batalla – respondió su tío.

- ¿Por qué, con qué fin? – volvió a cuestionar el doctor.

- En el particular caso de Mew Suppasit, fue porque él es un excelente estratega. Además de conseguir la información y procesarla, tiene – hizo una pausa incómoda – o tenía una mente prodigiosa para idear planes de ataque y contrataque, todas sus planteamientos fueron tomados en cuenta y se llevaron a la acción, te enorgullecerá saber que en ninguna ocasión en la que "seguimos" sus órdenes, fuimos derrotados –

- No es lo mismo ser bueno desde la oficina que ser bueno en batalla – dijo Gulf con seriedad – él nunca había tenido ni siquiera una práctica de enfrentamiento, no era elegible para presenciar los horrores para los que otros han sido preparados – se quejó apretando el puño.

- En ese momento estábamos perdiendo muchos hombres, no teníamos suficiente personal en batalla para hacerle frente al enemigo – informó el general – se tomó la decisión de enviar reservas pero éstas también eran escasas –

- Y entonces mandaron a su personal menos calificado a morir en nombre los Estados Unidos con tal no de verse derrotados por falta de hombres – exclamó Gulf apretando los dientes – es tan absurdo como la misma guerra, prefieren que su gente muera que ver afectado su honor –

- Mew tuvo la fortuna de volver de Afganistán, concéntrate en eso y ayúdale a salir de la oscuridad en la que ha caído – le dijo su tío mientras apretaba su hombro.

- Por supuesto que lo ayudaré y si para cuando él se encuentre bien, toma la decisión de retirarse del ejército, tendrás que respetarlo, y si en cambio decide volver, tienes que prometerme que ni aunque el presidente en turno te diga que lo envíes a batalla lo harás – advirtió el menor.

- Gulf... -

- ¡No lo harás! – exclamó enojado – no importa quién lo pida, no Mew no volverá al campo de batalla –

- De acuerdo, te doy mi palabra –

*

Justo en el momento en que su microondas había pitado informándole que había terminado su trabajo, su teléfono móvil sonó. "Mew", decía la pantalla. Sacó el plato con dos trozos de pizza al mismo tiempo que contestaba la llamada.

- ¿Diga? – bromeó Gulf pues ya sabía de quién se trataba.

- Soy yo... - Mew titubeó al otro lado de la línea.

- Lo sé, empezaba a preguntarme a qué hora iba a llamarme teniente ¿Suele dormir tarde? – preguntó Gulf.

- Sí – respondió Mew sin mucho ánimo.

- ¿Qué tanto? –

- No lo sé, es cuando mi mente colapsa por completo y caigo inconsciente cuando consigo dormir, si a eso lo puedo llamar dormir realmente – respondió Mew y nuevamente el corazón de Gulf se estrujó. ¡Dios! en verdad ese hombre estaba sufriendo mucho y él lo único que quería era sanar su corazón.

- Dígame teniente, ¿Ya ha cenado? – Gulf quiso cambiar el tema para aligerar el ambiente.

- Sí, debido a mi entrenamiento militar suelo seguir una rutina, he vuelto a llamar mientras usted lo está haciendo ¿Cierto? – el mayor se sintió un poco avergonzado por ello.

- De hecho sí y se lo agradezco mucho –

- ¿Agradecerme? –

- Su compañía, es agradable que alguien me acompañe a cenar – explicó Gulf – así que mientras lo hago, ¿Le parece si hablamos de las diferentes técnicas que existen para que usted pueda conciliar el sueño? –

- Si en realidad no le molesta hablar conmigo mientras come, yo estoy dispuesto a escucharlo – dijo Mew temeroso.

- No me haga repetir que sus llamadas no son molestia teniente, además fui yo él que le dijo que me llamara – Gulf soltó una risa para que Mew supiera que todo estaba bien – bien, primero que nada hay que planear su vida para un buen sueño –

- ¿Planear mi vida? – preguntó Mew confundido y se recostó en su cama tapando los ojos con uno de sus brazos.

- Las cosas que hace durante el día pueden afectar la calidad del sueño teniente – aclaró el médico antes de continuar – limite las actividades por la noche, antes de irse a la cama procure darse un baño caliente o leer –

- ¿Puedo ir tomando nota? – de pronto Mew se incorporó en la cama y sacó un par de hojas y un bolígrafo del cajón de su mesita de noche.

- Por supuesto – indicó Gulf más animado – segundo punto, hacer ejercicio. El ejercicio también ayuda a conciliar el sueño, solo hay que asegurarse de planear bien el entrenamiento –

- Ejercicio – Gulf escuchó la voz de Mew y supuso que estaba escribiendo.

- Limitar las siestas, eso le ayudará a dormir mejor por la noche. También reduzca el consumo de cafeína si es que lo hace, quizás por la mañana pueda revitalizarlo, pero por la noche sin duda hará que se vaya tenso a la cama –

- No bebo café – informó el teniente.

- Perfecto, es de los míos – Gulf tampoco bebía café, nunca le había gustado – el alcohol también puede ser perjudicial para conciliar un buen sueño, lo mismo el tabaco y la nicotina ya que afectan las etapas del sueño –

- No fumo y bebo ocasionalmente – dijo Mew.

- Ocasionalmente está bien, pero hay que evitarlo por un tiempo, al menos hasta que su situación mejore – indicó el doctor.

- De acuerdo – no es como que Mew saliera muy seguido, así que evitar el alcohol era cosa sencilla - ¿Hay algo más en la lista? –

- De hecho sí, pero no creo que aplique para usted, ya me ha dejado claro que suele comer de forma saludable, así que no me preocupo por su alimentación, por lo que omitiré ese punto en la lista – Gulf le dio un mordisco a su segundo pedazo de pizza y esperó a que Mew dijera algo.

- Evitar comidas pesadas antes de domir ¿No? –

- Es correcto teniente, por eso le digo que en ese aspecto no tendré que preocuparme por usted –

Mew se congeló en su lugar cuando escuchó que el hombre al otro lado de la línea se preocupaba por él. Saberlo lo hacía sentir extraño. No en el mal sentido, pero si como si fuese en realidad alguien... especial.

- Eso solo es la primera parte – Mew escuchó el ligero cambio en la voz de Gulf y supuso que se estaba moviendo de lugar – la segunda parte consiste en hacer su habitación cómoda ¿Se siente cómodo y relajado en su alcoba teniente? –

- No últimamente – se sinceró el mayor.

- Bien, tome nota, lo primero es conseguir un colchón cómodo, si él suyo ya no está funcionando cámbielo. Dos, manténgase fresco. Es decir, a una temperatura agradable para usted. Tres, controle la luz. Si no le teme a la oscuridad, procure que su habitación tenga la menor cantidad de luz cuando vaya a dormir, ¿Estoy yendo muy rápido? – Gulf se detuvo después de haber alimentado a Hazard.

- Estoy bien, lo tengo –

- Perfecto, también asegúrese de controlar los sonidos, que su habitación sea lo más silenciosa posible. Punto cinco, esconda el reloj teniente, ver las horas pasar puede ser estresante y eso es lo que precisamente queremos evitar. Y por último guarde todos los aparatos electrónicos. Le aseguro que le irá mejor si deja pendientes como correos o mensajes para después –

- ¿Hay algo más por hacer? – cuestionó Mew después de que terminó de apuntar.

- Dígame teniente ¿Prefiere leer o escuchar música? – cuestionó Gulf en parte por curiosidad, y porque era el plan a seguir.

- La música me gusta más que la lectura – respondió Mew volviendo a recostarse en la cama.

- Siendo así, tendrá que descargar un par de listas de reproducción para que cuando vaya a dormir desconecte su teléfono móvil de la señal de Wifi y que permita escuchar la música sin interrupciones de alguna notificación – dijo Gulf que ahora apagaba las luces del primer piso para después subir las escaleras y dirigirse a su habitación - tampoco le recomiendo que use auriculares, podría resultar contraproducente que se exalte por algún ruido externo que sobrepase el sonido de los mismos, además la música que deberá escuchar debe ser relajante, hay muchas listas de producción disponibles para conciliar el sueño en diferentes plataformas –

- ¿Y si esto no funciona? – cuestionó Mew con duda.

- Le recuerdo que su trastorno no se cura de la noche a la mañana, y necesito que ponga mucho de su parte teniente, escuche música esta noche, si se presenta un episodio de estrés procure concentrarse en la música, si no puede conseguirlo – hizo una pausa antes de dejarse caer en la cama – vuelva a llamarme, estaré disponible para usted –

- No quiero que se convierta en lo que yo soy – alegó Mew.

- Lo superaremos juntos, le aseguro que el dolor que siente no es para siempre –

- Lo intentaré –

- Bien, me alegra escuchar eso – dijo Gulf con sinceridad – ahora cortaré la llamada porque necesito darme una ducha, le sugiero que haga lo mismo e intente mantenerse relajado, y no lo olvide, llámeme si lo necesita –

- Gracias doctor Kanawut, que tenga buena noche – dijo Mew en agradecimiento.

- Buenas noches para usted también teniente Suppasit –

*

No iba a tener resultados en un abrir y cerrar de ojos. Bien se lo había dicho Gulf en más de una ocasión. Ni los medicamentos, ni las técnicas que le habían dado eran una especie de varita mágica que borraba los dolorosos recuerdos que atormentaban su mente. Sin embargo, tenía que reconocer que la música había funcionado bien durante un par de horas, quizás no había dormido, pero se había sentido relativamente tranquilo.

No obstante, de alguna manera, el recuerdo del misil que había matado a varios de sus compañeros y que había destruido por completo la base a la que fue asignado en Afganistán golpeaba con fuerza y no lo dejaba en paz. Ni siquiera la tranquila música pudo mantener en calma su mente y entonces se levantó de golpe de la cama e intento esconderse bajo la cama.

Su corpulento cuerpo no le permitió entrar en un espacio tan reducido. Tomó su teléfono y apagó la música porque por encima de ella podía escuchar el característico sonido de un misil siendo lanzado desde un avión a la distancia. Con la habitación en silencio, llevó sus manos a su cabeza y la apretó con fuerza como si de esa forma pudiera hacer salir todo lo malo que estaba ahí dentro.

Nuevamente las palabras de Gulf de que aquello no iba a ser ni fácil ni rápido de superar volvieron a su mente. Gulf. Lentamente se arrastró por el suelo y tomó el teléfono en sus manos nuevamente. No necesitaba conectarse a Wifi para hacer una llamada, pero al ver la hora, desistió de hacerlo. Apenas y pasaban de las tres de la mañana, seguramente el médico estaba profundamente dormido y no era justo para él perturbar su descanso.

Las lágrimas lo traicionaron y volvieron a bañar sus mejillas como muchas otras noches. Gulf dijo que el dolor y la desesperación algún día pasarían. Esperaba que tuviera razón. Lloró durante varios minutos observando solo el nombre del contacto que de alguna manera le traía paz y entonces, sin saber exactamente en qué momento cayó rendido en un profundo sueño.

*

Todo era oscuridad. Profunda, vacía, infinita y dolorosa. Nada más a su alrededor se podía apreciar más que el negruzco color de la agonía. Mew se veía caminando en un espacio negro y silencioso. Estaba solo, y una angustia golpeaba fuertemente su corazón. Tenía la sensación de que tarde o temprano algo malo iba a pasar. Y era la misma percepción de incertidumbre que sintió minutos antes de que el misil alcanzara su objetivo.

Entonces de pronto, la vibración de su teléfono móvil lo hizo abrir los ojos. Los rayos del sol lastimaron su visión y tardó un par de segundos en reaccionar. Volvió a ver la pantalla de su celular solo para darse cuenta de que no había contestado la llamada. Una de las tantas que había perdido en el trascurso de la mañana.

- ¡Mierda! – maldijo en voz alta, y es que pasaban de las once y todas las llamadas eran de Gulf.

Sin embargo, cuando estaba a punto de regresar la llamada. El timbre de su casa y varios golpes en la puerta lo distrajeron de hacerlo.

- ¡Teniente Suppasit! – escuchó la voz un de hombre llamarlo mientras bajaba las escaleras - ¡Teniente Suppasit! – volvió a gritar su nombre y entonces se apresuró a abrir.

- Oficiales – pronunció Mew al ver a los policías detrás de su puerta - ¿Está todo en orden? – preguntó confundido por verlos ahí.

- Es lo que nosotros queremos saber teniente – dijo un oficial con el debido respeto hacia un militar – el doctor Kanawut se ha comunicado a la comandancia para reportarlo como persona desaparecida –

- ¿Qué? –

- El doctor Kanawut nos ha dicho que tenía una cita médica con él y no se presentó, ha estado tratando de comunicarse con usted y no responde las llamadas – explicó el policía - usted sabe que atendemos reportes de desaparición de adultos después de setenta y dos horas, pero decidimos echar un vistazo debido a su condición de veterano de guerra ¿Está todo en orden? –

- Sí, sí todo está bien, yo... llevó un tiempo sin poder conciliar el sueño y caí en uno profundo esta madrugada, me he quedado dormido, es todo – Mew se sentía avergonzado de haber ocasionado tal movilización – lamento las inconveniencias que he causado, me siento muy apenado por haberles quitado su tiempo –

- No se preocupe teniente, lo mejor será que se comunique con el doctor Kanawut y le haga saber que se encuentra bien – aconsejó el agente del orden.

- Eso haré, gracias por venir –

- Solo hacemos nuestro trabajo, que tenga buen día – los policías se alejaron de su puerta y se encaminaron a su patrulla.

¡Dios! necesitaba llamar a Gulf y decirle que nada malo había pasado y que agradecía su preocupación. Mira que llamar a la policía para que asegurarse de que nada malo le había pasado, era un gran detalle para él.

- ¿Teniente? ¿Está usted bien? – fue lo primero que Mew escuchó cuando marcó el número de su médico y éste contestó de inmediato. Se notaba la angustia en su voz.

- La policía acaba de irse de mi casa – respondió el militar algo avergonzado.

- Los envíe porque estaba preocupado por usted, no me llamó anoche y esta mañana no llegó al consultorio, lo llamé varias veces y no respondía – le dijo Gulf ya más tranquilo al escuchar su voz.

- Nosotros sí hablamos por la noche ¿Lo olvidó? –

- No lo hice, pero no hablo de eso, le dije que si no podía dormir debía llamarme, en realidad estuve esperando su llamada – confesó el médico.

Mew guardó silencio por varios segundos procesando la información. Gulf esperaba por él y él imaginando que dormía.

- No quise molestar doctor, tuve problemas para dormir temprano pero al final pude hacerlo, incluso me quedé dormido y por eso no acudí a consulta, me disculpo por eso – comunicó Mew.

- Me siento aliviado al saber que eso fue lo que ocurrió – dijo Gulf con seriedad.

- ¿Se había imaginado otra cosa? – preguntó Mew.

- No exactamente algo en específico, pero sí estaba preocupado de que algo malo le hubiese pasado -

- ¿Puede responderme algo con absoluta sinceridad doctor Kanawut? – el tono en el que Mew había hecho esa preguntar asustó a Gulf.

- No tendría porque mentirle teniente – respondió preocupado - ¿Qué sucede? –

- ¿Cree que soy un peligro para mí mismo? – soltó Mew el cuestionamiento y un silencio ensordecedor se instaló entre ellos.

 Si Mew atentase contra su vida, no sería la primera vez que un veterano de guerra lo intentase. Y desafortunadamente varios habían conseguido su cometido. El hecho de que en la academia militar hubiesen recibido un entrenamiento estrictamente disciplinario, no implicaba que sus emociones como seres humanos hubiesen desaparecido, por lo que vivir una experiencia tan traumática como la guerra, no exentaba a los militares de sufrir diversas y severas secuelas después de su experiencia en el campo de batalla.

La angustia y desesperación que puede sentir una persona, sin importar su posición social, etnia religiosa, preferencia sexual, edad o profesión no se debe tomar a la ligera. Estar en esa situación puede afectar la forma en la que la persona razona, siente o actúa y puede hacer mucho más difícil enfrentarse a cualquier situación de la vida por muy cotidiana que fuese.

Las circunstancias por las que había pasado a Mew eran un gran foco rojo de alerta ante la posibilidad de un posible suicidio. Pero decirle eso a un paciente, siempre resultaba contraproducente. No podías decirle a alguien que tenías miedo de que en cualquier momento se quitase la vida sin admitir implícitamente que no confiabas ni en esa persona ni en su fortaleza emocional.

- Creo que conscientemente usted no atentaría contra su propia vida teniente – le dijo Gulf después de pensarlo un poco – bajo los efectos de un ataque de ansiedad o estrés, tampoco, pero mientras se está experimentando alguno de esos trastornos pueden ocurrir accidentes que conlleven a un fatal desenlace –

- Usted confía demasiado en mí – fue lo que dijo Mew después de escuchar su respuesta.

- Lo hago, de eso no tenga duda –

*

 Una semana pasó después de que la policía fuera al domicilio de Mew para verificar si estaba bien. Gulf omitió decirle al teniente que justo cuando le llamó iba manejando a toda velocidad rumbo a su casa porque la preocupación lo estaba matando, pero cuando escuchó que estaba bien no quiso abrumarlo con tanto por lo que decidió no decirle nada.

Ese día, Mew no fue al Emory Brain Health debido a la hora, ya que Gulf debía ir a una reunión a las dos de la tarde y no tendría el tiempo suficiente para atender a Mew. Sin embargo, ambos hablaron por la noche. El militar lo llamó para preguntarle si debía seguir con la rutina de la música y Gulf entre risas le dijo que solo había sido un día como para llamarlo rutina y que sí, la música debía seguir.

Y desde ahí, sin que ninguna de las dos partes lo planeara o se lo propusiera, hablar durante varios minutos por las noches se convirtió en una agradable costumbre. Era fácil para ambos hablar de cosas que no tuvieran que ver ni con el trabajo de Gulf ni con la condición de paciente en la que se encontraba Mew. Mew siempre era el que llamaba. Gulf respondía con una sonrisa en su rostro que podía apreciarse a través de la felicidad que se colaba por su voz.

Por las mañanas, ambos trabajaban en la psicoterapia que había propuesto Gulf como primer plan de acción. No había sido fácil al principio, pues Mew no sabía cómo empezar o qué decir. Con paciencia, el doctor le explicó que iniciara contándole aspectos de su vida que consideraba que él como su orientador, debía conocer. "Hábleme de lo que le hace enojar, lo que le hace sentir triste, dígame que le causa miedo o inseguridad", le había dicho Gulf.

Y entonces Mew inició su terapia hablando de cuándo había decidido unirse al ejército, porque había elegido el área de inteligencia y cómo había llegado al grado de teniente coronel. Durante las conversaciones, Gulf podía escuchar relativamente tranquilo a Mew e inmediatamente supo que aquella parte de su vida no le ocasionaba ningún tipo de ansiedad.

Fue al término de la semana, cuando Mew llegó al tiempo en el que lo habían enviado a Afganistán que su estabilidad emocional se vio comprometida. Era evidente la zozobra que lo aquejaba conforme se acercaba a esa parte de su vida.

- Cuando recibí la carta con el comunicado de que debía prepararme para ir a Afganistán caí de rodillas en el suelo de mi casa – Gulf pudo notar que Mew estaba temblando, así que decidió darle un respiro.

- Cuando sienta la necesidad de parar, hágalo – indicó Gulf colocando una mano sobre el hombro de Mew.

- No quiero hablar en estos momentos – dijo el militar y cerró los ojos tratando de borrar ese día de su cabeza.

CONTINUARÁ...

Espero que la historia les esté gustando. La he escrito con mucho cariño para todos ustedes.

Nos vemos en el siguiente capítulo.  

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