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Capítulo 4

Pasaron diez minutos antes de que Mew volviera a abrir los ojos y se levantara del diván a toda prisa. Gulf lo observó sin decir una sola palabra, tratando de no perturbar más su estado de ansiedad. Lo llamó suavemente varias veces pero éste parecía no reaccionar.

- No se supone que yo recibiera esa carta – dijo Mew con voz molesta después de varios minutos – no soy un soldado de artillería, ni uno de pago de peligro inminente, tampoco soy uno de pago por combate o pago de fuego hostil – aquellos términos es como solían llamar a los soldados que estaban al frente del combate.

- ¿Cómo se sintió al recibir esa carta teniente? – cuestionó el doctor y Mew giró su vista a él como no creyendo lo que había preguntado.

- ¿Cómo me iba a sentir? – le preguntó Mew – es evidente que mi mundo se cayó a pedazos ¡Yo no quería ir a la guerra! – gritó a todo pulmón.

- ¿Podría ser más específico y decirme que sentimiento experimentó en ese momento? – insistió Gulf. Era importante que Mew aprendiera a identificar los sentimientos que tal o cual situación lo hacían sentir, solo de esa forma podría actuar en consecuencia para modificar su pensamiento y poder librar los episodios de ansiedad y estrés con éxito.

El militar permaneció de pie sin hacer un solo movimiento. Su vista estaba enfocada Gulf pero era obvio que en realidad no lo observaba a él. ¿Qué sentimiento experimentó cuando recibió la carta? Por algún motivo todas las respuestas a ese cuestionamiento se borraron de su cabeza. ¿Qué iba a responder cuando ningún pensamiento se hilaba en su mente? ¿Por qué le era tan difícil decir cómo se sintió en aquel momento si cada vez que lo recordaba quería desaparecer?

- Recibir una noticia así puede desencadenar un espiral de emociones y sentimientos que solemos llamar "sentimientos encontrados", pero siempre hay una emoción o sentimiento que predomina sobre los otros – habló Gulf con voz calmada - ¿Puede decirme qué fue exactamente lo que sintió cuando recibió la carta y leyó que debía ir a Afganistán a la guerra? – volvió a preguntar sin apartar la mirada de Mew.

- Traición – respondió el militar sin ningún atisbo de emoción. Eso mismo se había imaginado Gulf – sentí que todo mi trabajo de inteligencia era un chiste para ellos y su conducta de deslealtad y falta de compromiso hacia mi persona lo consideré una burla a mi labor como teniente coronel, me habían traicionado y ahora se desharían de mí –

- Por lo general un traidor se toma su tiempo para ir construyendo internamente ideas o pensamientos que justifiquen la injusticia que va a cometer – dijo Gulf - ¿Aun así considera que sus superiores lo traicionaron? – si le preguntaban a él su respuesta sería un inminente sí, pero quería escuchar lo que Mew tenía que decir.

- Sí – dijo el hombre que permanecía inmóvil en su lugar – yo no estaba preparado para combatir al frente de batalla y sin embargo eso no les importó –

- ¿En algún momento les expresó su sentir? – de alguna manera Gulf intuía al respuesta.

- Nunca. A pesar de todo soy un soldado que debe seguir órdenes – respondió Mew. Eso era exactamente lo que el médico sabía que escucharía.

- ¿Y a alguien que no fuese personal del ejército? – cuestionó Gulf.

En ese momento, Mew agitó su cabeza y sus ojos se posaron en los ojos de su psiquiatra. ¿Qué si antes había hablado de sus sentimientos con alguien más? ¡Ja! Esa pregunta le parecía un chiste. Por supuesto que no, ni siquiera con su familia y mucho menos con los hombres con los que había formado una relación de pareja. No, nunca le había dicho a nadie que se sentía traicionado por sus superiores y que no quería ir a la guerra. No sería más que un hazme reír.

- Usted es la primer y única persona que lo sabe – dijo volviendo lentamente al diván – lamento haberle gritado doctor Kanawut, es solo que algunas veces me cuesta mucho controlarme, la ira recorre mi cuerpo y exploto sin medir las consecuencias –

- No tiene porque disculparse teniente, la ira acumulada puede ser una causa subyacente de ansiedad y depresión, la ira que no se expresa apropiadamente puede alterar las relaciones interpersonales afectando el pensamiento y los patrones de comportamiento, además de provocar una gran variedad de problemas físicos – explicó Gulf – pero hay muchas y variadas formas de sacar esa ira acumulada, ¿Por qué no realiza alguna actividad al aire libre o se inscribe a algún gimnasio? –

- Definitivamente tendría que ser algo al aire libre y donde no haya mucho ruido – indicó Mew sin descartar la idea de Gulf.

- La WWP cuenta con un grupo de equitación que pudiera ser muy favorable para usted – alentó el médico.

- No sé montar – replicó el mayor.

- Dígame algo teniente – Gulf lo miró suspicacia - ¿Usted nació teniendo todas esas asombrosas habilidades de inteligencia militar que domina como todo un profesional? –

Bien. Mew entendió el punto. Y aunque no era del todo una mala idea, sentía que no estaba preparado para convivir con más personas. No quería someterse al escrutinio ni a la indagación sobre su vida.

- Estoy seguro que montar a caballo será pan comido para usted, pero antes de irnos a las actividades físicas me gustaría continuar con nuestra conversación – dijo Gulf notando que Mew ya estaba más calmado – por hoy, dejaremos de lado la historia de cómo es que fue a la guerra, quisiera centrarme en su limitada capacidad de expresar sus sentimientos –

- Eso es debido al entrenamiento militar – se excusó Mew – es algo que se aprende y que se adquiere dentro de la academia –

- No lo creo teniente, según me ha contado, en su relaciones familiares tampoco ha habido esa comunicación afectiva – replicó Gulf.

- No somos la familia más unida pero somos funcionales – se quejó el mayor poniéndose a la defensiva.

- Quiero que entienda que en ningún momento he querido decir que su núcleo familiar sea malo o infructuoso, sin embargo, tal vez en su caso fue un poco equívoco y reticente. Todos los seres humanos necesitamos expresar cómo nos sentimos al igual que necesitamos ser escuchados – aclaró – haremos un ejercicio para que aprenda a identificar sus emociones de manera correcta y para que pueda expresarlas sin problema alguno –

- ¿Qué clase de ejercicio? – cuestionó Mew.

- Hoy por la noche, cuando me llame, me dirá cómo es que se ha sentido todo este tiempo desde que regreso de Afganistán – expuso el psiquiatra – tiene el resto del día para analizarlo, no piense en la experiencia que vivió en aquel momento, concéntrese en los días desde su regreso hasta el día de hoy, si algo va mal por favor llámeme, no le digo esto solo por compromiso, de verdad quiero que se sienta libre de hacerlo cuando usted lo necesite ¿De acuerdo? –

- Así lo haré, no quiero que la policía vuelva a ir a mi casa, puedo hacerme una mala reputación por ello – intentó bromear pero su seriedad hizo dudar a Gulf.

- Soy culpable de preocuparme por usted pero no me arrepiento de nada – Gulf se puso de pie cuando vio que Mew también lo hacía – hemos terminado la sesión pero estaré esperando su llamada a la hora que sea –

- Gracias por todo doctor Kanawut, hablamos por la noche – dijo y después de estrechar su mano salió del consultorio con una nueva misión.

*

Después de mucho pensarlo, solo pudo encontrar una palabra para describir cómo se sentía desde que había vuelto a los Estados Unidos: Solo. Sí, en todo el país había más de trescientos treinta y dos millones de habitantes, pero antes de que el doctor Gulf Kanawut llegase a su vida, él se sentía solo. Vacío. Como un desierto completamente despoblado.

Ahora, una semana después de la llegada de su médico psiquiatra a su vida, se sentía, confundido. Como un perrito abandonado al que le costaba mucho confiar en las personas. Y no es que le costara confiar en Gulf, en realidad era un hombre increíblemente afable pero con su actitud un tanto taciturna y el desorden mental por el que pasaba, imaginaba que su relación con el médico no iba a durar tanto.

- Buenas noches teniente, tan puntual como siempre – respondió Gulf al segundo timbre aquella noche.

- Tenía curiosidad de saber cuál fue su menú de hoy – no es que Mew fuera un hombre dado a bromear, más bien toda la tarde había pensado en lo que iba a decirle a su doctor para no aburrirlo con sus problemas mentales.

- Hoy me he dado el lujo de pedir una Big Mac con dos dotaciones de papas a la francesa – respondió Gulf – y claro, no puede faltar una gaseosa de cola tamaño jumbo para acompañar –

- Nada mal – soltó Mew después de hacer muecas ante la pesada cena.

- No quiera quedar bien conmigo, sé que usted no es de este tipo de comida y en realidad se lo admiro, si yo supiera cocinar decentemente, seguramente haría platillos igual de saludable que los suyos, pero como la cocina y yo somos enemigos mortales tengo que conformarme con la tradicional comida rápida estadounidense, muy patriota ¿No cree? –

- Creo que tenemos una definición diferente de patriotismo doctor Kanawut – respondió Mew.

- Antes de pasar con nuestro ejercicio dígame qué fue lo que cenó, por favor vanagloriase con sus habilidades culinarias – incitó el médico.

- Solo he hecho un sándwich de jamón de pavo con verduras, lamento decepcionarlo –

- Estoy seguro que incluso ese sándwich es mucho más nutritivo que mi hamburguesa de los hermanos McDonald – Gulf se metió una papa a la boca y mientras masticaba siguió hablando con Mew - ¿Pensó en lo que le dije esta mañana? –

- Sí, y mi respuesta es: SOLO, me siento solo – contestó Mew rápidamente.

- Muchas personas asocian la soledad con la tristeza y la melancolía, ¿Es usted una de esas personas teniente? –

- Sí, ¿Acaso no es así la soledad? – cuestionó Mew ante la pregunta de Gulf.

- Arthur Schopenhauer dijo que solo se puede ser uno mismo mientras se está solo, quien por tanto, quien no ama la soledad tampoco ama la libertad; pues únicamente si se está solo se es libre – citó Gulf – lo que quiero decir es que también existe la soledad positiva -

- ¿Soledad positiva? –

- Es cuando no hay carencia ni ausencia de algo, cuando está solo pero se siente completo, cuando tiene la oportunidad de reencontrarse consigo mismo, la soledad positiva es aquella que le permite descubrir quién es, es una soledad voluntaria, una voluntad que se elige – explicó Gulf – la soledad, el silencio y la privacidad pueden verse como requisitos necesarios para numerosos beneficios, como recuperar energía, conectarse con sus emociones, volverse más productivo, desarrollar independencia y disfrutar de las relaciones sociales – Gulf hizo una pausa para asegurarse de que Mew seguía en la línea – aislarse ocasionalmente puede ser saludable, convivir consigo mismo le puede dar la increíble oportunidad de conocerse, le da rienda suelta a la creatividad, potencia sus fortalezas y trabaja con sus debilidades, el autoconocimiento le da seguridad, fuerza y por lo tanto su autoestima sube, tener esos momentos consigo mismo hace que sus relaciones se vuelvan sanas, fuertes y duraderas –

- ¿Está diciendo que es bueno que esté solo? – preguntó Mew confundido.

- No, solo quiero que entienda que la soledad no necesariamente es mala, solo hay que darle el enfoque correcto – contestó el psiquiatra – usted ha decidido aislarse por mucho tiempo teniente, esta solo por mero gusto personal, tiene familia y amigos con los cuales puede pasar ratos agradables, pero no ha querido acercarse a ellos, así que creo que en realidad el sentimiento que ha prevalecido todo este tiempo desde que regresó a la guerra es tristeza ¿No es así? –

- No tengo amigos en realidad, solo compañeros de trabajo y vecinos – replicó el teniente.

- Bien, pero familia si tiene, y por lo que me ha dicho no ha querido acercarse a ellos ¿Puede decirme por qué? –

- No quiero preocuparlos – respondió Mew inmediatamente.

- Le recuerdo que puede confiar con mí, así que vuelvo a preguntarle ¿Por qué no ha querido acercarse a su familia y hablar con ellos respecto a cómo se siente? –

Mew no sabía si Gulf era muy bueno en su trabajo o él era demasiado trasparente. O tal vez su psiquiatra leía la mente y no se había enterado, porque él había dado una respuesta en automático y sin embargo el hombre al otro lado de línea le dijo que no creía en esa contestación. Gulf sabía, de alguna extraña manera, que sus palabras no eran verdad. Y entonces, no tenía más remedio que decirle lo que realmente pasaba por su cabeza cuando le hizo aquella pregunta.

- Me sentiría extraño el ir con ellos y platicar de emociones y sentimientos, no es algo que anteriormente hayamos hecho, y siento que ellos no sabrían como reaccionar tampoco, los presionaría a que dijesen palabras de apoyo solo porque la situación así lo amerita – dijo Mew en voz baja.

- ¿Cree que sus palabras de aliento no serían sinceras? – cuestionó Gulf y cuando terminó de formular su pregunta escuchó como Mew respiraba profundamente y luego soltaba el aire retenido.

- Creo que ellos dirán cosas como "todo saldrá bien" o "ánimo" y luego todo seguiría igual que antes –

- No sabía que usted fuese vidente – inquirió Gulf.

- Viví con ellos muchos años de mi vida como para aprender a conocerlos – contraatacó Mew.

- Las personas pueden actuar diferente bajo circunstancias complicadas, y su experiencia en la guerra lo es – aseguró Gulf – pero no voy a obligarlo a que vaya con su familia a contar toda su historia en Afganistán, usted irá cuando se sienta preparado –

- Está muy seguro que lo haré – dijo Mew con seriedad.

- Todo a su tiempo teniente, ahora respóndame ¿No hay una sola persona que considere su amigo? – fue la siguiente pregunta de Gulf y Mew quiso contestar que lo más cercano a un amigo era él. Pero tenía miedo de que éste dijera que no eran amigos, solo doctor y paciente. Sus compañeros de la milicia, no entraban en la categoría de amistad porque eran transitorios en su vida y porque no podía hablar con ellos de cómo era él realmente.

- No – dijo Mew sin agregar nada más.

- ¿Y alguna vez ha considera tener una o varias mascotas? –

- ¿Mas... mascotas? –

- Un perro o quizás un gato, tal vez un hámster o peces, no lo sé un animal del cual cuidar – aclaró Gulf. Parecía que Mew no conocía el significado de mascotas.

- Realmente nunca he pensado en eso – aceptó Mew.

- Las mascotas pueden disminuir el estrés y la sensación de soledad, mejorar la salud del corazón e incluso ayudar con las habilidades emocionales y sociales de una persona – informó el médico – esta noche, mientras escuché música relajante, piense en qué animal le gustaría tener como mascota, independientemente de que acepte hacerse cargo de una o no, solo piense en qué mascota le gustaría tener, cómo lo conseguiría, cómo lo llamaría, dónde dormiría, solo relájese y piense en eso, mañana en la consulta me dirá cómo le fue – soltó una risita – pero si algo sale mal, no importa la hora, tomé el teléfono y marque mi número –

- Supongo que este es mi siguiente ejercicio –

- Definitivamente lo es – aseguró Gulf para después sorber de la pajilla de su gaseosa – nos vemos mañana teniente, no llegue tarde –

- Ahí estaré –

Ambos colgaron el teléfono. Y mientras Mew se quedó mirando la pantalla varios segundos después, Gulf sonrió y le dirigió una mirada cómplice a su gato.

*

Mew llegó puntual al consultorio a pesar de que nuevamente no había tenido la mejor noche de su vida. Por más que intentó enfocarse en qué animal le gustaría tener como su mascota, los desgarradores recuerdos del maldito misil llegaban a su cabeza haciéndolo retroceder dos pasos cuando apenas había dado uno.

Por la noche, siguió todos y cada uno de los consejos de Gulf. Armó el escenario perfecto para irse a la cama: ducha caliente, te de valeriana, iluminación, música y un lugar cómodo en donde echar su adolorido y magullado cuerpo.

Cuando todo estuvo en orden, recordó que en su infancia no había tenido mascotas en realidad. Ruffo era un perro labrador con el que solía jugar de niño pero era mascota de su vecino Timmy. No recordaba que sus padres se negasen tener animales en casa, y no recordaba si realmente él o sus hermanos habían deseado tener alguno.

Ahora, en el hipotético caso que le presentaba el doctor Kanawut, imaginó que tendría un elefante. Claro, eso era legalmente imposible en los Estados Unidos, así como también era nada práctico para su casa, pero a él le parecían animales muy nobles, inteligentes y bonitos y si pudiera, tendría uno. Su alimentación quizás podría ser excesiva, pero ningún alimento fuera de lo común. Le daría el nombre de Olimpo y cuidaría de él desde su etapa de bebé elefante hasta su adultez.

Pero cuando el sonido característico de los elefantes retumbó en su cabeza, esa bella imagen que había recreado en su cabeza de él mismo paseando por los pastizales con un paquidermo a su lado, se borró inmediatamente y fue reemplazada por el de un misil balístico hipersónico. Entonces su tranquila y relajada noche, se fue a la mierda.

Tuvo que salir de la cama porque no se sentía seguro si permanecía en un solo lugar. Giró desesperadamente por toda su habitación sin saber exactamente qué hacer. Cayó de rodillas y apretó su cabeza mientras gritaba "No" varias veces. El sonido del misil era cada vez más estruendoso y cuando por fin explotó en su cabeza, Mew se puso de pie y observó la ventana. Su primer pensamiento fue correr hacia ella y tirarse desde ahí, pero entonces el sonido de una notificación en su celular lo sacó inmediatamente del trance.

Había olvidado desconectar su teléfono del WiFi y la notificación de Google Fit le mostraba las estadísticas de los pasos que había dado durante el día. Mew tomó su teléfono e ignoró la aplicación de salud para ir a la lista de contactos y buscar a Gulf. No lo llamaría, pues había descubierto que podía caer en un profundo sueño con tan solo observar su nombre durante largos periodos de tiempo.

Y a pesar de haber tenido problemas para conciliar el sueño, Mew había logrado llegar a tiempo a su sesión matutina con Gulf Kanawut.

- Adelante – escuchó la voz de su médico al otro lado de la puerta y con su permiso giró la perilla para entrar.

Grande fue su sorpresa al descubrir que Gulf no estaba solo. Un scottish fold de estructura ósea mediana, gran musculatura, pies redondos, cola gruesa, cabeza redondeada y pequeñas orejas plegadas lo observaba tranquilamente sentado en el diván. Sí, aquella hermosa y pacífica criatura era un gato.

- Buenos días teniente – saludó un alegre psiquiatra.

- Bue... buenos días – respondió Mew sin poder apartar la mirada del felino.

- En esta sesión tenemos un invitado especial, permítame presentarle a Hazard Kanawut –

- Su gato – afirmó Mew.

- Así es, suelo decirle "mi amor pequeño" – confirmó Gulf con una sonrisa colgando de su labios.

- ¿Puedo? – Mew señaló a Hazard con la intención de acercarse a él para acariciarlo.

- Adelante, Hazard es un gato muy social – aseguró el doctor.

- Todo lo contrario a mí – soltó Mew mientras se hincaba a la altura del animal para acariciar su cabeza y sus peculiares orejas.

- ¿Qué puedo decir? Los opuestos se atraen, usted se ha sentido atraído por Hazard – bromeó el médico.

- Incluso antes de saber que él es muy sociable – Mew le lanzó una fugaz mirada a Gulf y siguió jugueteando con el animal.

Gulf dejó que Mew jugase varios minutos con su mascota. El psiquiatra no perdía de vista cómo su paciente interactuaba con el minino y pudo notar que Mew era del tipo de hombres que respetaban la vida de los animales. Quizás era un poco torpe con las caricias que quería hacerle al gato, insistiendo en tocar sus orejas cuando claramente Hazard no quería, pero en general ambos se habían llevado bien.

- Lo siento, nunca había tenido la oportunidad de tocar un gato – indicó Mew tomando a Hazard en sus brazos para sentarlo en su regazo mientras él tomaba asiento en el diván.

- ¿En treinta y ocho años de vida nunca ha estado cerca de un gato? –cuestionó Gulf sorprendido.

- No se había presentado la oportunidad – respondió Mew que no dejaba sus manos fuera del pelaje de la mascota de Gulf.

- Si usted se recuesta en el diván, Hazard se acostara a su lado o sobre usted ¿Empezamos con la sesión de hoy? – Mew asintió con la cabeza - ¿Hizo su tarea? –

- Pensé en un elefante – respondió Mew sin rodeos – sé que no puedo tener un elefante de mascota pero siempre me han gustado los elefantes –

- Muy interesante teniente – Gulf recargó su cuerpo en el sofá mientras observaba como su mascota descansaba sobre el pecho de Mew y éste lo acariciaba con ternura.

- ¿Ah sí? ¿Por qué? – preguntó Mew dirigiendo su mirada a su médico.

- Creo que va muy acorde con su personalidad, los elefantes tienen un gran sentido del respeto y la humildad combinado fuerza y poder – explicó Gulf – a pesar de lo que pueda pensar en estos momentos usted tiene una personalidad muy fuerte pero absolutamente bondadosa, es capaz de abordar los problemas de forma valiente y resolutiva, no cualquiera acepta necesita ayuda profesional para enfrentar alguna situación que lo atormenta y aunque crea que estamos en la misma posición que al principio, déjeme decirle que veo muchos avances en su caso –

Mew sonrió de lado. Gulf tenía razón en decir que no creía que las cosas habían cambiado mucho, pero no iba a negar que había descubierto la manera de frenar un poco los sentimientos de angustia que lo asaltaban en sus crisis nocturnas, solo le daba un poco de vergüenza decirle a Gulf que con el simple hecho de ver su nombre en la lista de sus contactos se sentía mejor.

- Los elefantes, siempre han tenido una simbología muy especial, representan la responsabilidad, la paciencia, el honor, la estabilidad y además en la tradición hindú son el símbolo para empezar una nueva etapa, justo como usted lo está haciendo teniente, así que ha sido una buena elección - elogió Gulf.

- No sabía nada de eso cuando pensé en tener un elefante, lo hice solo porque me gustan – aseguró Mew que se entretenía con el pelaje de Hazard.

- Lo sé – respondió Gulf regalándole una sonrisa – dígame teniente Suppasit, ¿Tiene planes para este fin de semana? –

- No, no realmente – respondió el militar un poco sorprendido por la pregunta.

- Estaba pensando en dejar que Hazard pase el fin de semana con usted – anunció el médico – por supuesto si usted está dispuesto a recibirlo en casa –

- ¿Habla en serio con que puedo llevarme a su gato a mi casa? – preguntó Mew levantándose lentamente mientras sostenía a Hazard entre sus brazos como si fuera un bebé.

- Él de la idea fui yo, así que claro que estoy hablando en serio – respondió Gulf – he traído todo lo necesario para que usted no se preocupe de nada, comida, arenero, juguetes –

- ¿Su mascota ya ha ido a la casa de sus otros pacientes? – de pronto Mew quiso saber si aquello era por él o el médico solía hacer esos ejercicios. Tal vez estaba imaginado cosas que no eran, como que su psiquiatra le tenía mucha confianza como dejarle su mascota todo el fin de semana.

- Hazard nunca había participado en un ejercicio terapéutico, en realidad él no es un animal de apoyo emocional – contestó Gulf – por lo general, los animales que ayudan a las personas brindando apoyo terapéutico están certificadas y el psiquiatra debe expedir una prescripción para ello –

- ¿Entonces...? –

- Digamos que le prestaré a mi gato el fin de semana teniente – indicó Gulf – no crea que busco una niñera para Hazard o que quiero escaparme este fin de semana de él, de hecho estaré en casa y al pendiente de mi teléfono para cualquier cosa que surja con ustedes –

- ¿Hazard estará bien con eso? – cuestionó Mew un poco preocupado por la reacción que pudiera tener el felino.

- Ya pasó "la peor parte" – dijo Gulf poniéndose de pie para acercarse a los dos y acariciar a su mascota – desde el principio Hazard se mostró muy receptivo con su presencia y se ha dejado acariciar incluso en las orejas en donde normalmente no le gusta –

- Lo siento, no sabía – se disculpó Mew y de pronto fue consciente de la cercanía de su psiquiatra. Lo inquietó pero de forma positiva. Lo hacía feliz en lugar de sentir temor.

- No es nada, si mi gato no estuviera contento con usted no se dormiría en sus brazos como si fuera un bebé, así que él estará bien con ir con usted ¿Lo acepta en casa este fin de semana? –

- Sí claro – respondió el militar rápidamente.

- Bien, como le dije traje todo lo necesario para que pase el fin de semana fuera de casa, pero cualquier cosa que pase con usted o con Hazard me llama de inmediato – le dijo Gulf yendo hacia una bolsa de viaje donde tenía todo lo de su mascota.

- ¿Tendré que bañarlo? – cuestionó Mew con una extraña y nueva felicidad.

- Por lo general se deja hacerlo sin problema, pero lo bañé ayer por la noche y no lo hago todos los días, no es un gato de exterior por lo que su veterinario me ha recomendado que sea una vez por mes, yo lo hago dos veces, así que no se preocupe por eso – explicó el menor - ¿Listo para ir a la casa del teniente Suppasit? – le preguntó amorosamente a su mascota.

- Lo cuidaré bien – dijo Mew mientras jugaba con el felino simulando que éste bailaba.

- Lo sé, ya veo que se lo están pasando en grande – Gulf se quedó de pie con los brazos cruzados – solo no te olvides de mí, ¡Eh! Hazard – Mew sonrió ante las ocurrencias de su psiquiatra – una cosa más teniente, por favor, nada de entrenamiento militar gatuno ¿Entendido? –

CONTINUARÁ...

Hazard está advertido, nada de entrenamiento militar. 

Nos leemos en el siguiente capítulo. 

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