CAPÍTULO DOCE

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Treinta de diciembre. Eran las ocho de la mañana, y Jungkook estaba en la entrada de su edificio con ropa abrigada por el insoportable frío que hacía en aquel momento. Frotaba sus manos en busca de calor, y tiritaba levemente en su sitio, mirando la calle con interés.

Ese día Taehyung solo habla ido a su trabajo desde las seis, y por ser su cumpleaños, —y que el joven era bastante querido en el lugar— lo habían dejado salir temprano. Obviamente Jungkook fue notificado de esto, así que le dijo que viniese directamente del trabajo hasta su pequeño hogar.

—¡Que frío! —se quejó por el viento helado que de manera repentina sopló—. ¿Jodido Taehyung, dónde estás? ¡Voy a morir de hipotermia!

Las semanas anteriores habían sido calmadas, y Jungkook estaba en su cien porciento. Había salido un par de veces con sus amigos de la universidad, y había charlado con sus padres por video llamada, algo tristes por no haber pasado nochebuena y posiblemente año nuevo con ellos. Sin embargo, la compañía de Taehyung fue perfecta, y no le afectó tanto el estar separado de sus padres.

Incluso Tzuyu no había hecho nada que pudiese molestarlo. Parecía dispuesta a ignorarlo, y Jungkook no estaba en contra de eso. Mientras tuviese a Taehyung a su lado, lo demás dejaba de importar.

El auto de Taehyung se hizo presente en su campo visual, y Jungkook sonrió en grande, dando pequeños saltitos emocionados. Esperó a que Taehyung bajara del coche, y corrió hacía él para saltar a sus brazos y rodearlo con sus piernas, siendo sostenido de inmediato por el mayor.

—¡Feliz cumpleaños, Taehyungie! —exclamó alegre, dejando una cantidad desmedida de besos por todo el rostro de Taehyung—. Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, cumpleaños, TaeTae, cumpleaños feliz~ ¡Ehh! —canturreó vivaz.

Taehyung rió, y miró con adoración el rostro emocionado de Jungkook por él. Sus ojitos brillaban, y sus mejillas estaban un poco sonrojadas, además de aquella preciosa sonrisa de conejito que parecía no querer desaparecer. La vista era de admirar, y el sentimiento que le provocaba era muy puro y hermoso. Ese niño iba a matarlo un día de estos, lo sabía.

—Gracias, mi amor —sonrió y dejó un sonoro beso en la mejilla del menor—. Con verte ya mi cumpleaños se vuelve el mejor de todos.

Jungkook se sonrojó, y tomó posesión de los labios de Taehyung para regalarle un beso profundo y que demostraba todo su amor. Su corazón latía emocionado por el solo hecho de tener a Taehyung con él, y quería que su día fuese el mejor de todos.

Cuando se separaron, Taehyung bajó a Jungkook, pero este se abrazó al mayor, no teniendo ganas de separarse ni por un segundo.

—Dime, ¿Ya recibiste muchos regalos?

Taehyung peinó los cabellitos azabaches de Jungkook y ladeó su cabeza. —Un poco. Mis compañeros de trabajo me regalaron algunos dulces y flores, y Tzuyu me preparó un enorme desayuno para empezar el día.

La expresión de Jungkook decayó al escuchar esa información. —Yo también te había preparado tu desayuno...

Su corazón dio un vuelco ante la tristeza que de pronto decoró el rostro de Jungkook, y Taehyung se sintió terrible por eso.

—Bueno, aún tengo un poco de hambre, y de solo pensar que cocinaste algo para mí ya mi estómago se muere por probarlo.

Los ojitos de Jungkook brillaron nuevamente, y asintió contento. Taehyung se sintió aliviado de saber que su pequeño estaba bien.

—Vamos a mi departamento, así comerás y te daré mis regalos —dijo con una enorme sonrisa en el rostro, y tiró de la mano a Taehyung para comenzar a caminar.

—¿Regalos? ¿Tú no eres el regalo?

Jungkook rió. —No, es algo mucho mejor.

—Imposible —replicó Taehyung dejándose guiar—. Nada es mejor que Jeon Jungkook. Si te hubieses puesto un lazo de regalo en la cabeza, créeme que serías el mejor obsequio del mundo.

—¡Taehyung! —reclamó Jungkook con las mejillas encendidas.

El mayor simplemente disfrutó de la vista, y no dijo más nada, sabiendo que Jungkook estaba lo suficientemente avergonzado. Una vez llegaron al piso correspondiente, se adentraron en el departamento.

—Tienes que cerrar los ojos —indicó Jungkook, y Taehyung hizo caso—. No hagas trampa.

Tarareó una respuesta negativa. —No veo nada, amor.

Jungkook lo amenazó con un "más te vale", y lo guió con cuidado hasta la cocina, en donde se encontraba el desayuno ya preparado. Luego de muchos tutoriales por Youtube, y consejos que había pedido a su madre, había podido realizar una comida decente sin quemar media Corea por su deficiencia en la cocina.

—Abre los ojos... ¡Ahora!

Taehyung miró la mesa, y su corazón se sintió cálido al ver los alimentos acomodados con una bonita decoración. Había un plato con una torre de hot-cakes con miel, azúcar nevada y frutos rojos. Un vaso con lo que parecía ser jugo de naranja, y unas galletas con forma de oso. Habían unas cuantas flores pequeñas esparcidas sobre la mesa, y en la silla de al frente, colocado de una manera en que se podía visualizar perfectamente, se encontraba un retrato de los más precioso de Jungkook y él.

Mierda.

—¿Vas a- ¡Oh, amor, no llores! —Jungkook fue abrazado por Taehyung, quien tenía sus ojos llenos de lágrimas por tan bonito detalle. Jungkook apretó sus labios, y se dedicó solo a pasear su mano por la espalda del contrario—. ¿Lloras porque está feo o porque te gustó? —bromeó un poco.

Taehyung se separó y lo miró, secando las pocas lágrimas que había soltado. —Lloro porque es lo más precioso que me han regalado, y soy el hombre más feliz del mundo por tenerte conmigo.

—Soy yo quien debería decirte cosas lindas por ser tu día, no al revés —el chico abultó sus labios inconforme.

—Tu sola presencia en lo más lindo que mis ojos puedan ver —Taehyung besó sus labios dulcemente—, y claro, este desayuno y ese cuadro. ¿Cuando lo mandaste a hacer? Está hermoso y me encanta.

Jungkook soltó una baja risita, sintiéndose complacido de que a Taehyung le gustaran dos de sus regalos. Lo tomó de sus hombros, y lo acercó hasta la mesa para luego indicarle que se sentara. —Es un secreto, así que solo come y disfruta de mi intento no fallido de cocinar.

Taehyung decidió no insistir, ya luego conseguiría la información. Tenía un par de fotos de Jungkook que quería mandar a retratar en un gran recuadro. Tomó el tenedor y picó un pedazo de hot-cake, y se lo llevó a la boca, con la mirada de Jungkook puesta en él y en su expresión. Le causó gracia y ternura, sabía que su pequeño no era bueno cocinando, y se notaba que se había esforzado.

Estaba dulce, por los acompañantes, pero eso le importaba poco, ¡Jungkook había hecho eso por él!

—Esto está exquisito, amor —halagó, y Jungkook sonrió en grande, dando pequeños aplausos con sus manos—. ¿Ves que sí puedes cocinar? ¡Tienes talento!

—¿En serio te gustó? —Taehyung asintió—. Woah, estaba tan asustado de que no te gustara.

—No hay nada de ti que no me guste, cariño.

Jungkook dejó un beso en la mejilla de Taehyung, y este siguió con su desayuno. —¡Iré a traer tu otro regalo! —avisó caminando hasta su habitación.

—¿¡Hay más regalos!? —escuchó el grito de Taehyung, y rió. Tomó la bolsita de su mesita de noche y volvió rápido a la cocina, encontrando que Taehyung estaba devorando las galletas—. ¿No hay más?

—Puedo hacerte más después —concedió, y estiró su mano—. Tu otro regalo.

Taehyung tomó la bolsita, y miró su contenido, abriendo los ojos y volviendo su vista a Jungkook con sorpresa. —¿Esto es...? —sacó la pulsera y la detalló, encontrándola sumamente preciosa, pero no pudo evitar alzar una ceja—. No era necesario comprar tanto, amor. Con el desayuno, el recuadro y tú ya yo estaba complacido. Además, esto luce costoso.

—No lo fue —mierda que sí es costoso pero no tienes que saberlo—. ¿No te gusta?

—¿Que no me gusta? Está hermosa, Jungkook —se colocó la prenda, y Jungkook pudo afirmar que sí lucía increíble en la muñeca de Taehyung—. Siento que es demasiado, ¿Estás seguro que no gastaste demasiado?

—Hey, es un regalo, no te puedo decir eso. Solo disfruta ser consentido por mi, ¿Puedes ignorar lo demás?

Taehyung suspiró, y atrajo a Jungkook en un abrazo. —Lo siento, estaba siendo imprudente. Amo esta pulsera, y desde luego que se volverá en mi prenda favorita.

—Es bueno saber eso —Jungkook besó su cabeza—. Aún falta el último regalo.

—¿Qué es? —preguntó sorprendido, y Jungkook subió y bajó sus cejas juguetonamente—. Oh, amor, soy tan afortunado.

Un grito salió de los labios de Jungkook cuando fue alzado por Taehyung, y rió por su actuar. Su novio era el mejor de todos, no tenía duda de ello.

Jungkook movía sus dedos sin patrón fijo sobre el pecho desnudo de Taehyung, mientras que este acariciaba su cintura con suavidad. El ambiente era tranquilo, y los dos estaban a punto de dormirse del solo gusto que les provocaba el estar juntos.

—Mis padres te mandaron saludos, y felicitaciones —habló Jungkook, aferrándose más a Taehyung—. ¿Ya hablaste con tus padres?

—Uh, dile que gracias a mis suegros. Pronto iremos a visitarlos, cuando tengas vacaciones, ¿Te parece? —Jungkook tarareó una respuesta afirmativa—, y hablé con mis padres temprano. Están en el viaje que les regalé, y te mandan saludos. Quieren verte en cuanto lleguen.

La relación de Jungkook con sus suegros no había ido bien al inicio. Taehyung era un hombre que había salido con solo mujeres, y llegar un día y presentar a Jungkook fue algo impactante, además de que el jovencito era muy menor, y sus suegros pensaron que solo estaba con Taehyung por el dinero. Sin embargo, con el pasar del tiempo las cosas se fueron calmando y los Kim aceptaron por completo a Jungkook al conocerlo mejor y reconocer que era un muy buen chico, y que Taehyung lucía feliz a su lado.

Taehyung con sus suegros era otra historia. Todo fluyó desde el primer momento, y no tuvieron problema en aceptar a Taehyung.

El sonido del celular de Taehyung los alertó, y el dueño estiró su mano hasta la mesa de noche para tomarlo, viendo que tenía un mensaje.

—Es Tzuyu —dijo, y Jungkook estuvo tentado a bufar—. Me dijo que necesitaba que fuese a la casa.

Jungkook subió encima de Taehyung, y besó sus labios. —¿En tan urgente? Me gustaría estar juntos otro poco.

—Es obvio que te llevaré conmigo, Kookie. Es mi cumpleaños, y lo que quiero es pasar mi día contigo —sonrió, y se sentó para poder besar los labios de Jungkook. Sintió al menor removerse en su lugar y gruñó—. Si haces eso no saldremos de aquí.

—Solo otro poco, amor... —abultó sus labios, y Taehyung negó divertido. Jungkook era un descarado y le encantaba.

¿Pero quién era él para negarse?

Eran las doce del mediodía cuando Taehyung y Jungkook iban de camino al departamento del mayor. Habían hecho una parada antes en un restaurante donde almorzaron y compartieron otro poco a solas.

—¿Y Tzuyu no te dijo para qué necesitabas ir?

Taehyung negó. —Solo me dijo que era urgente. Aunque estamos llegando un poco tarde.

—No me arrepiento de nada —rió, y Taehyung estiró su mano para pellizcar su pierna—. ¿Sabe que voy contigo?

—¿Por qué tendría que decirle?

Jungkook reprimió una sonrisa y se dedicó a mirar por la ventana. Era cierto, ¿Por qué debía avisarle de eso? Él era el novio, así que su presencia nunca debía ser notificada o excusada.

Llegaron al departamento de Taehyung, y se adentraron al estacionamiento del sótano. Bajaron del auto, y tomaron sus manos antes de subir al ascensor hasta el piso correspondiente. Una vez el ascensor se detuvo, caminaron hasta la puerta del hogar de Taehyung.

Habían decidido dejar el recuadro en la casa de Jungkook por el momento, y ya luego con calma lo traerían, pero la pulsera aún decoraba la muñeca de Taehyung, y mientras este colocaba la contraseña Jungkook la pudo visualizar, sintiéndose muy feliz.

Sí, había valido toda la pena comprarla.

Ambos entraron al departamento, descalzándose en la entrada, e ingresando a la sala, abriendo la boca con sorpresa por lo que veían. El departamento estaba decorado con enormes globos dorados, además de serpentinas del mismo color, pero sin parecer exagerado, todo era elegante. Había una mesa con dulces y bocadillos, además de un precioso pastel. Los muebles habían sido movidos, dando espacio en la sala, y se reproducía una canción que estaba seguro y era del gusto de Taehyung.

—¡Kim Taehyung! —el grito de Tzuyu llamó la atención de ambos, girándose a verla caminar en su dirección.

Jungkook no pudo evitar sorprenderse cuando la miró vestir un bonito vestido color salmón, unos zapatos altos, y su pelo suelto y liso, además de un suave maquillaje. Lucía hermosa, Tzuyu siempre lucía hermosa.

—¿Qué es esto? —preguntó Taehyung asombrado.

—Una fiesta sorpresa, tonto. ¿Por qué tardaste tanto? ¡Los invitados están a punto de llegar! —regañó sin mucho afán. Desvió su mirada a Jungkook y sonrió sin mostrar los dientes—. Hola, Jungkook.

El chico susurró un bajo "hola", y miró con detalle el lugar. Tzuyu se había esmerado demasiado y se notaba.

—¿I-invitados? —balbuceó Taehyung, y miró a Tzuyu con incredulidad—. ¿De verdad hiciste esto por mi? Pensé que el desayuno era tu regalo.

Tzuyu rió. —¿Cómo crees? Te mereces eso y más, además... —tomó un portatraje que estaba a un costado—, este es mi tercer y último regalo. Felicidades~

Taehyung abrió los ojos, y tomó el portatraje, abriéndolo y jadeando por lo que veía. Sonrió sin poder evitarlo, y sacó de inmediato las prendas, además del par de zapatos que se hallaban en el fondo.

—¿Es lo que creo que es? —Tzuyu asintió—. Oh, por Dios. ¡Sabes lo mucho que me encanta la marca Gucci!

—Lo mejor para el mejor —se encogió de brazos, feliz de ver a Taehyung disfrutar de su regalo.

Jungkook miraba la escena, y sintió un malestar en su pecho. Había prometido que no volvería a sentirse inferior a Tzuyu, puesto que Taehyung le había demostrado con palabras y acciones que él siempre sería su prioridad. Pero fue inevitable no sentirse mal, viendo todo lo que había hecho la chica por él.

Sus regalos parecían ser costosos, y eran del total gusto de Taehyung. En cambio él solo pudo permitirse un desayuno, un cuadro de ambos y un brazalete que aún le faltaba una buena parte por pagar. Nuevamente se cuestionaba a sí mismo, y se odió por no poder darle más a Taehyung, más de lo que merecía.

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