Capítulo 23

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Una foto de Jess en multimedia <3

Capítulo dedicado a adricrp, gracias por leerme :)

Capítulo 23

Jessica

—Te toca fregar los platos, Jess —anunció mi madre desde la cocina.

Gruñí desde el sofá. Acababa de terminar de cenar y lo último que me apetecía era ponerme a limpiar la cocina. Miré a mi hermana pequeña, sentada en el sillón frente a mí mirando su móvil.

—Lair... —llamé con voz ñoña—, ¿me lavas los platos? Yo recojo el desayuno mañana.

Lair suspiró y se dejó caer al suelo desde el sillón, quedando completamente tendida sobre la alfombra.

—Ni de coña.

—Venga, porfa... te doy diez libras.

Lair me miró, con sus enormes ojos azules y el ceño fruncido.

—¡Pero si aún me debes las veinte libras que te presté la semana pasada!

Yo hice un puchero con los labios.

—Y te los voy a pagar, tranquila. Venga, Lair, friega los platos por mí y te llevo a donde quieras este fin de semana. A ti y a tus amigas, ¿vale?

Mi hermana se levantó del suelo, refunfuñando, y se dirigió a la cocina. Yo me dediqué a relajarme durante los siguientes dos minutos, bostezando como un oso y estirando mis músculos. Y de pronto lo escuché.

Sonó repentinamente y yo me sorprendí, levantándome de golpe y corriendo hacia la cocina.

—¿Qué pasa, Lair? —pregunté, sorprendida.

Mi hermana acababa de romper uno de los platos favoritos de mi madre, hecho mil pedacitos en el suelo de la cocina. Pero ella no parecía ni darse cuenta, ya que sus ojos estaban clavados en la pantalla de su móvil. ¿Por qué eran las nuevas generaciones tan adictas a la tecnología?

—Lair, ¡has roto el plato de la tía Susanne! Mamá nos va a matar, bueno, me va a matar a mí porque se supone que yo era quien iba a freg...

—Jessica, cállate, ¡cállate!

—¿Qué pasa? —pregunté.

Y, en el bolsillo trasero de mis pantalones vaqueros, mi móvil vibró. Lo saqué, extrañada.

—¿Me has mandado algo? —le pregunté a mi hermana.

—No he sido yo —respondió ella—, pero a estas alturas seguro que ya se ha enterado todo el instituto. No me lo puedo creer.

No pregunté más, sino que encendí la pantalla del móvil y me encontré con un par de grupos del instituto: el de mi clase de química y el de alumnos de último curso. Alguien había enviado una cadena en ambos e, inmediatamente, las conversaciones se llenaron de mensajes y emoticonos que mandaban mis compañeros.

La cadena de mensaje no era muy larga, tan solo había dos fotografías y una oración debajo. Me llevé una mano a la frente en cuanto la vi, no podía ser.

Las fotografías habían sido tomadas en la fiesta de Malcolm, ambas. En la primera se veía a Anne y a Malcolm entrando juntos a la habitación de este último. Una foto que no tenía por qué significa nada, ¿no? En la segunda imagen, aún peor: Anne y Ryan cogidos de la mano —espera, ¿cuándo había pasado eso?— y dirigiéndose también a la habitación de Malcolm en el segundo piso de la casa. El mensaje era claro y conciso: «Parece que Anne Luntz se marcó una doble victoria en la misma noche».

—Esto es horrible —comenté—, y es mentira. ¡No pasó nada entre ellos! Entre ninguno.

—Lo sé —me respondió mi hermana sin dejar de mirar las fotografías una y otra vez.

—¿Cómo que lo sabes? —pregunté, enarcando una ceja.

Ella me miró.

—Me lo dijo Alia, la hermana de Anne. Me dijo que no había sucedido nada esa noche. Jess, la historia de Anne es como una telenovela.

Me mordí el labio, confusa y furiosa.

—¿Quién ha podido crear esta cadena de mensajes?

Mi hermana se encogió de hombros y yo suspiré, molesta y tratando de recordar quién estaba en la casa de Malcolm esa noche, sin mucho éxito.

—Tuvo que ser alguien que estuviera en la fiesta. No había visto estas fotos hasta ahora, alguien debió de espiar a Anne, preparado para hacer esto.

Me sorprendió que mi hermana chasqueara la lengua.

—Pues ánimo con eso, Jess. TODO el instituto está espiando a Anne desde hace un mes.

Tenía razón y eso era lo que nos daba menos posibilidades de encontrar al culpable. Ryan me había dicho que había alguien queriendo dañar a Anne y hasta ese momento, esa teoría no parecía tener mucho sentido para mí, pero quizás estaba en lo cierto.

—Tengo que llamarla.

Volví al salón de mi habitación y marqué el número de Anne un par de veces mientras me mordía las uñas nerviosamente. Nada, no contestaba. Colgué después de ocho tonos de llamada y suspiré. No se me ocurría qué hacer, excepto...

Con determinación llamé de nuevo y esta vez la otra persona sí contestó, exactamente al tercer tono. Supe que estaba en la calle porque se escuchaba ruido de coches de fondo. Casi pude sentir el frío en su piel cuando me saludó.

—Ryan... ¿has visto los mensajes que alguien ha mandado a todo el instituto?


Llevo una semana queriendo subir capítulo, pero me temo que siempre llego a casa super tarde y  me marcho muy pronto, así que no me ha dado tiempo!
Espero que os haya gustado <3

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