Capítulo 37.

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Capítulo 37

El lunes me desperté con un mensaje de Richard anunciándome que volvería a Edimburgo en tres días. Por fin la Navidad llegaba y tendría un descanso del instituto. Pero, a decir verdad, cada vez soportaba mejor todas las cosas que sufría en el instituto. Había dejado de mirar para otro lado cuando escuchaba alguna mofa sobre mí y, de tanto lanzar miradas asesinas, la gente comenzaba a burlarse de mí cada vez menos. Desde mi punto de vista, me estaba convirtiendo de nuevo en una chica invisible. Excepto por el ligero detalle de que mi vida amorosa estuviera expuesta a cualquiera que quisiera verla, desde luego.

Ese mismo día comí con Charles durante la hora del almuerzo y él me presentó a algunos de sus amigos. Me sentí bien cuando me saludaron con normalidad, sin que nadie me observara como a un bicho raro.

Estaba recogiendo mi bandeja del almuerzo cuando Ryan apareció, vestido con vaqueros y una camiseta de Juego de Tronos. Traté de no enamorarme un poquito más de él al verlo, pero —spoiler—: no lo conseguí.

—¿Podemos hablar, Anne? —Me preguntó, Ryan, para mi sorpresa, acercándose a mí.

Miré a Charles, como buscando que me salvara de esa situación y me pidiera que me fuera con él a otra parte para poder alejarme de Fiennes de un modo decoroso. Él, por su parte, se despidió con un escueto «hablamos luego», antes de dirigirse a la puerta del comedor junto a sus amigos. Yo tomé aire, volviendo a mirar a Ryan.

—Claro —terminé diciendo—, pero tenemos clase en menos de cinco minutos.

Su cara me reveló que no se sentía muy bien. Vi ojeras bajo sus preciosos ojos y, de nuevo, marcas de chupetones en su cuello. Él notó ni mirada y trató de cubrirse el cuello con incomodidad, yo aparté la vista, como si no me hubiera fijado. Seguramente estaba viviendo un tórrido romance prohibido con alguien que no era yo.

—¿Podemos vernos el miércoles? Comienzan las vacaciones de Navidad y... no sé, me preguntaba si tenías algo que hacer.

No tenía nada que hacer, pero tampoco me apetecía quedar con él y sufrir más de la cuenta. Me imaginé que quizás esa cara de malestar le venía a causa de problemas con su novia, o lo que fuera. ¿Y si quería contarme sus problemas amorosos? No, definitivamente no podía prestarme a eso. ¿Os imagináis una escena en la que yo tuviera que sentarme en una cafetería a escucharlo llorar por otra persona?

—No me parece... la mejor idea, Ryan. Yo no creo estar preparada ahora mismo para ser tu amiga.

Sus ojos se tornaron suplicantes, algo extremadamente raro en él.

—Es que... Anne, te echo de menos. Y ya sé que es injusto, es solo que...

No dejé que siguiera hablando. Suspiré y lo interrumpí:

—El miércoles. ¿Dónde?

Su rostro se iluminó y algo dentro de mí se alegró al pensar que yo había hecho eso.

—¿En el Mercado Navideño a las siete?

Asentí con la cabeza. Porque me moría de ganas de ir y no tenía claro que él lo supiera, pero la idea de ir con él me encantaba.

—Gracias —susurró y acto seguido se acercó a mí y me dio un estrecho abrazo.

Mi corazón se detuvo, pero lo dejé hacer, su cuerpo pegado al mío, su olor... Después ordené a mis piernas, con el mayor esfuerzo del mundo, que se pusieran en marcha y me llevaran a clase. Pero solo mi cuerpo lo hizo, mi mente estaba lejos, muy lejos.

Por el camino, como en un pequeño trance, me choqué con Lisa, una de las colaboradoras de la revista y, como ya os había comentado, una muchacha tan tímida como yo había sido antes. Me dio pena pensarlo, pues Lisa no tenía amigos y yo... yo me había abierto al mundo ya. Me habría gustado que ella hiciera lo mismo.

—¿Cómo estás? —me preguntó con preocupación en su voz.

Bajó la cabeza, huyendo de mi mirada, como si solo hacerme esa pregunta le costara muchísimo. Lisa tenía el cabello negro con flequillo largo y era varios centímetros más baja que yo. Sus ojos azules resaltaban en su rostro y pensé que eran muy bonitos.

—Bien, gracias por preguntar. —Me sentía agradecida de verdad—. Oye, Lisa. ¿Te gustaría... no sé, salir por ahí alguna vez?

Ella abrió mucho los ojos y se quedó mirándome, acto seguido negó con la cabeza enérgicamente.

—Tengo que estudiar mucho, Anne. Y ver películas para el próximo número de la revista. No he decidido aún de qué hablaré en él.

Yo posé una mano en su hombro, tratando de tranquilizarla.

—No te agobies por eso. Hay... muchas cosas más en el instituto a parte de la revista, Lisa. Deberías pasarlo bien, es nuestro último año aquí.

Y, para mi sorpresa, ella negó de nuevo con la cabeza.

—No puedo —murmuró—, la revista es lo único que me gusta del instituto. Lo único.

Tomé aire, sorprendida por sus palabras. A pesar de ser una persona invisible anteriormente, jamás había sentido que la revista del instituto fuera lo único para mí. No lo era, y ahora lo sabía muy bien. Me di cuenta de que Lisa no había tenido la misma oportunidad que yo y, por eso, aún seguía teniendo miedo.

—Está bien —concedí—, pero si algún día te apetece tomar un poco de aire, llámame. ¿Vale?

Lisa sonrió y yo seguí caminando. Me daba pena verla así y me pregunté si, meses antes, también yo había estado así de sola.


¿Qué creéis que quiere Ryan? ;)
Mil besos, ¡gracias por leer!

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