Capítulo 5

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Capítulo 5

Ver aparecer el familiar rostro de Richard en la pantalla de mi ordenador me hizo sentir infinitamente mejor. Llevaba todo el fin de semana recluida en mi habitación, lamentándome por mi mala suerte.

Seguía sin entender cómo ese texto que yo había un par de semanas atrás y sin ninguna intención de ser publicado, había acabado plantado en la revista del instituto. Las ventas de la revista se habían visto multiplicadas por diez, eso era evidente. ¡Se habían agotado todas las existencias! Ese mes incluso habíamos tenido ganancias de casi cincuenta libras para cada colaborador. Pero no merecía la pena, todo eso se había cobrado un coste muy caro.

Falté a clase el viernes y pasé todo el sábado en mi habitación, fingiendo ser un oso hormiguero hibernando. Tanto mi padre como mi hermana trataron de hablar conmigo, pero la verdad es que yo solo podía pensar en cómo mi Instagram se llenaba de notificaciones uuuuuuuuuna y otra vez al tiempo que crecían los «me gusta» en esa foto subida por @HHSsays con el propósito de organizarme citas con desconocidos.

Me llovían mensajes de personas interesadas en mi vida amorosa y yo creía estar viviendo la peor de mis pesadillas en ese momento. No, no quería salir con nadie del instituto. ¡En ese momento ni siquiera quería salir con Ryan Fiennes!

Por suerte, mi amigo Richard me había llamado por Skype. Necesitaba distraerme de la realidad, hablar con alguien que no supiera nada de lo sucedido en el Hollyrood High School y que pudiera hablarme de algo diferente.

—¿Cómo estás? —me dijo Richard, entornando los ojos.

Mierda. Lo sabía. Lo notaba en su tono de voz. ¡Maldición!

Suspiré y me llevé las manos al rostro, incorporándome para sentarme mejor sobre mi cama, repleta de cojines coloridos.

—¿Cómo te has enterado? —gruñí sin mirar a la pantalla de mi ordenador.

—Lo sabe todo el mundo...

—Lo sabe todo el mundo en Edimburgo, Richard, no en el resto del país.

Mi amigo chasqueó la lengua y suspiró. Sus ojos oscuros y dulces parecieron arrepentidos de haber sacado el tema, a pesar de que ni siquiera lo había hecho conscientemente. Se quedó mirándome unos instantes.

—¿Fiennes te ha dicho algo?

Yo fruncí el ceño, sin esconder mi extrañeza ante esa pregunta.

—Claro que no, ¿por qué debería decirme algo? Nunca hemos hablado.

—Si yo fuera él, hablaría contigo. Es evidente que no has publicado ese texto a propósito, Anne. Debería... no sé, interesarse por ti.

Bufé ante la pantalla. Y yo qué sabía cómo era Ryan; si era la clase de persona que se interesa por el resto de gente del mundo o si solamente pensaba en fútbol y en fiestas.

—Me da... mucha vergüenza saber qué opina de esto —reconocí—, llevo evitándole desde el jueves. Te juro que quiero desaparecer, todo el mundo se ríe de mí en el instituto, y no solo a mis espaldas, ¡lo hacen en mi cara! Y todo ese asunto de las citas... de verdad, seguro que ni siquiera Dua Lipa tiene tanta atención en su instituto.

Mis palabras le sacaron una sonrisa a Richard.

—Eh, ¡Dick!

—Perdona, perdona. Relájate, ¿vale? No te preocupes más por el tema. Mañana regresas al instituto como si nada hubiera pasado y ya está.

—¿Y qué hago respecto a las citas?

—Acude.

—Sí, claro —gruñí—, ¿y qué más?

—¡Y pásatelo bien en ellas!

Puse los ojos en blanco un momento. Parecía que Richard no comprendía lo que ese «proyecto» creado por @HHSsays significaba.

—No pienso dejar que un grupo de cotillas del instituto controlen mi vida amorosa. Me niego categóricamente.

—No la controlan ellos. Y... no te ofendas, Anne, pero tampoco la controlas tú. Llevas 8 años enamorada de un chico con el que ni siquiera has cruzado una palabra solo porque te gusta cómo juega al fútbol.

—¡No es solo por eso! —murmuré, molesta.

—Bueno, como sea —concedió él—, pero no lo conoces. No has hecho nada por conocerlo y... no sé, a lo mejor es tu oportunidad. ¿No?

No contesté. No sabía qué contestar, de hecho. ¿Y si mi amigo tenía razón? ¿Y si era mi ocasión para por fin explorar al sexo masculino de un modo más... especial? Tener novio no era mi prioridad, eso estaba claro, pero quizás no era taaaan mala idea conocer a gente nueva por primera vez en años.

Decidí cambiar de tema y le pregunté a Richard por la universidad en Newcastle. Él me habló durante más de una hora de cada una de las clases que tenía y de sus nuevos compañeros y amigos. Yo solamente lo escuchaba, ensimismada. Richard era tan sociable y agradable... no me extrañaba que hubiera conseguido hacerse amigo hasta de la chica más invisible del instituto. Deseé ser un poquito más como él.

Alguien tocó la puerta, interrumpiendo una de las frases de Richard.

—¡La cena está lista, Anne! —se escuchó la voz de mi hermana Alia, al otro lado de la puerta.

—Te tengo que dejar —le dije a Richard—, gracias por escucharme hoy. Eres el mejor.

Él sonrió. Un par de hoyuelos se mostraron en sus mejillas y de repente lo eché un montón de menos.

—Hazme caso, ¿vale? —me pidió—, ve a las citas.

—Pero ni siquiera puedo elegirlas yo...

—Por eso es una idea guay, Anne. Porque vas a salir con gente con la que nunca antes habrías salido. La vida no siempre te acaba juntando con el capitán del equipo de fútbol.

Hice un puchero con los labios, tratando de disimular que en realidad pensaba que tenía muchísima razón al decir eso.

—Pero yo nunca he tenido una cita... —susurré, como último recurso.

Y entonces, para mi sorpresa, su sonrisa se hizo más amplia.

—¿Cómo que no? —me preguntó—, mira Instagram.

Yo enarqué una ceja, sin saber lo que mi mejor amigo quería decir con eso. Tomé mi teléfono móvil con la punta de mi pie y lo atraje hacia mí desde el otro lado de la cama, de forma un tanto cómica. De nuevo, más de cincuenta notificaciones en mi cuenta de Instagram. Sabía que debería configurar la cuenta como privada, pero una parte de mí casi se sentía casi orgullosa de por fin tener seguidores que no fueran mi tía segunda y la cuenta que mi abuela le había hecho a su perro.

«¡Buena suerte, Anne!» rezaban algunos comentarios recientes en la última foto de mi perfil. Yo suspiré y me percaté de que alguien me había etiquetado en una foto nueva. Pulsé en la imagen casi sin respirar.

Era la cuenta de @HHSsays y habían subido una fotografía super editada y maravillosa de... ¡Richard!

«Primera cita de Anne: Richard McKenzie. Mucha suerte a nuestros chicos estrella, ¿quién dijo que todas las citas tienen que ser románticas?
¿Quién se atreve a ser la siguiente cita de Anne Luntz?»

—Gracias —susurré, aún sin mirar a mi amigo.

Él me guiñó un ojo y después colgó la llamada.

Algo me decía que no todas mis citas serían tan fáciles como esa.


¿Os ha gustado el capítulo? Mil besos <3

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