III. Un montón de gas quiere ser mi psicólogo.

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No supe cómo reaccionaría Pino ante aquello así que reaccioné a mi manera y me encogí de hombros. Balanceé la silla y guardé silencio, la charla se reanudó mientras los pensamientos bullían en mi cabeza.

Logum, el emperador de Dadirucso, el colonizador con más poder, no podía tocar a Pino por más que haya cometido un error tan grave como encerrarnos en un lugar donde pudimos escapar. Recordé lo que él me había dicho la última vez que lo vi: «Gartet me quiere» Tal vez era cierto o sólo le daba lástima porque era más fácil sentirle lástima que aprecio. Sea lo que fuera, estaba seguro por el momento. Vagué la vista por la habitación intentando encontrar un destello traslúcido o una brisa que me indicara dónde se encontraba Petra o al menos alguien que me apoyara pero no encontré nada más que rostros ceñudos y pocos amigables, parecía una clase de escuela en mi vieja vida.

—Nuestros magos —comentó la mujer contorneándose la barba incipiente que tenía en la punta del mentón, no parecía de mi mundo ni del tipo de mundo donde se conozca la existencia de la cera depilatoria, tenía los ojos de un inquietante color dorado, una nariz aguileña y dientes dispares—, están haciendo el mejor trabajo posible por descubrir a Jonás Brown. Sabemos que William Payne es un Creador, de él no hay duda, pero ese asqueroso Jonás es como una caja misteriosa. Algunos portales se mueven en su presencia, muchos magos están haciendo de las suyas para captar sus movimientos. Lo último que recibí es que continúa en Dadirucso, fue a visitar a Eco. Apareció en menos de una semana y ahora ya se rumorea que el Triángulo lo quiere usar contra nosotros.

—No nos precipitemos Pandora —dijo Logum alzando una mano y hablando con su voz grave y retumbante—. El mundo central, Tierra, está muy lejos en nuestras listas de planes, primero debemos apoderarnos de otros mundos para atacar Tierra y por ahora lo único que quiero es conservar este.

Pandora se sentó furiosa.

—Me temo que eso ya no está en tus manos Logum —dijo uno de los hermanos greñudos—. El grupo de escorias que dejó escapar Pino —resaltó el nombre y me fulminó con la mirada, yo le dediqué una sonrisa torcida y lo saludé levemente con la cabeza—, ya ha movido las masas, sólo tenemos que cruzar los dedos para que nuestras fuerzas las detengan. Sea como sea que termine esta noche Gartet se enterará de que perdió fuerzas en Dadirucso, uno de sus mundos favoritos.

—¿CREEN QUE NO LO SÉ? —vociferó Logum, comprimió un puño y golpeó la mesa tan fuerte que creí que se partiría en dos—. Se me encomendó dirigir el mundo más suprimido y sin posibilidades de una rebelión y lo estoy perdiendo por... ¡POR UNA REBELION! No es un mundo cualquiera como Orene, Ahcracse o Babilon, es Dadirucso por amor de los dioses.

Se me cortó la respiración. Intenté no mostrarme alterado por la mención de Babilon. El mundo donde estaban mis hermanos también era controlado por Gartet. No había leído mucho, sólo recordaba los espesos bosques y el rey que perdió la cabeza. Saber que ellos se encontraban en un pasaje suprimido y al borde de la guerra como Dadirucso me tiró abajo. Sentí una brisa cálida tocándome la mano, tal vez era Petra o mi imaginación. Fuese lo que fuese me dio la fuerza para permanecer estoico y continuar atento a la conversación.

—Lo sabemos —añadió el otro hombre greñudo—, y como forma de enmendar el error tus consejeros te sugieren que centres tu atención en los que causaron esto. William, Jonás, la bruja y los demás trotamundos, ellos provocaron tu caída, ahora tendrás suerte si Gartet te pone al frente de su ejército para pelear. Sugerimos que los busques.

—Como estaba diciendo —prosiguió Pandora, incluso su voz no tenía ningún atisbo femenino—. Mis magos fueron los que lo captaron en primer lugar. Como sabes ellos están todo el tiempo vagando de una mente en otra, buscando conspiraciones contra Gartet y su gran causa —reprimí las nauseas y junté mis manos delante de mis ojos—, ellos percibieron al Creador. Entonces, de esa forma, pudieron interceptar al trotamundos Jonás Brown. William Payne había leído un informe de La Sociedad donde hablaba de las cualidades de su amigo. Pero esa historia ya la conocen. Lo que sí sabemos es que estos trotamundos congeniaron con Pino dos veces y se le escaparon de sus manos.

Creí que era momento de hablar. Pensé rápidamente lo que había escuchado. Gartet sabía de mí porque Sobe sabía de mí. Al principio sólo tenía su atención puesta en el Creador, esperando el momento oportuno para tenerlo, pero al enterarse de que el Creador viajaba con un trotamundos todavía más extraño sus nervios saltaron volando.

No sabía cómo habían descubierto a Sobe pero todo el Triángulo sabía de él y sus poderes, seguramente un Abridor lo habría comentado en otro mundo y de esa manera el rumor se esparció hacia un soldado de Gartet o tal vez también pudo haber sido Tay la que hable sobre él. Lo cierto era que lo tenían en la mira desde entonces y así me habían descubierto.

Nos quería a ambos y sabían que no nos iríamos al bando enemigo así como así. Fue sólo entonces cuando comenzó a difundir información sobre nosotros, frenético por encontrarnos. Recordé lo que dijo Sobe, que Gartet no averiguaba todo solo, que tenía más personas. Pandora había mencionado a magos, tal vez había unos cuantos más intentando descubrir nuestras vidas como si navegaran en canales de telivisión para encontrar un programa de su interés. Eran suposiciones a través de fragmentos que había escuchado al azar, lo único bueno que había tenido en días.

Me incorporé en la silla y carraspeé:

—Oye linda, la primera vez no sabía que Gartet los buscaba y la segunda es culpa de ese carcelero de pacotilla.

Pandora resopló molesta tal vez porque le respondí o porque la llamé linda. Si era el último caso debería estar encantada y no enojada, no parecía ser el tipo de personas que escuchara esa palabra muy seguido.

—Como sea, lo único que pudieron averiguar mis magos es lo que Gartet ya sabe y todos sabemos, además de que Jonás perdió algo y que ahora tiene una asquerosa mascota de tierra... es un monstruo —aclaró con repugnancia, erizando los labios—. Pero lo que importa es lo que perdió. No saben qué es, pero lo estuvo buscando el resto de la semana hasta que desistió —el estómago y corazón se me retorcieron en un nudo que se comprimió hasta casi desaparecer, estaba hablando de mis hermanos, los había perdido y buscado toda la semana—. Pero la magia es muy delicada, a veces se reniega si intentas abusar de ella y creo que ya llegamos al límite, no nos mostrará nada más. Además, sospechamos que hay una interferencia, alguien está protegiendo al chico, pero no sabemos mucho de ello, mis magos creen que es culpa de la magia y no de la interferencia de otro mago.

Ella suspiró.

—En fin, mis magos no podrán averiguar más que eso, las imágenes se repiten, hasta ahí a ido toda nuestra información. No podremos meternos en la cabeza de William, Jonás ni Petra o de cualquiera de los trotamundos que lo rodean. Ni siquiera podemos infiltrarnos en la mente de un ente aparte y tratar de descubrir algo por allí, es como si los hubiesen borrado del mapa. Sus nombres están ocultos para la magia —comprimió el labio y se acarició el bigote—. Jamás había visto algo así en toda mi vida. Si queremos saber más tendremos que hacerlo a la antigua, a través de espías, los espías serán nuestra única posibilidad si escapa de este mundo y vuelve a su pasaje natal. No tenemos fuerzas en su mundo, al menos no para capturarlo, tal vez pueda hacerlo el espía después de un tiempo, claro está. Los detalles los discutiremos luego. Pero ese chico es muy escurridizo. En fin, lo último que sabemos es que está en Dadirucso.

Intenté no mostrarme muy afectado al escuchar que trataban de poner espías cerca de mí, me prometí estar alerta y no confiar en nadie que conociera después de esa noche.

—Seguramente le habrán dado una misión especial, esas cucarachas usarán sus palabras hasta dejarlos sin voz —apuntó un hombre pálido, parecía que nunca había tocado la luz del sol.

Logum escudriñaba con aire intimidante a sus consejeros al momento que hablaban, cada un momento me desprendía miradas cargadas de odio.

—La esfera está bien resguardada —dijo uno de los hombres greñudos—. Además de que cerca del Faro está Gastonia, no podrán contra eso. Lo trajimos del campamento central en tu nombre, para salvar tu puesto y restaurar el equilibrio —Logum asintió convencido—. Está buscándolos por toda la ciudad. Les dará caza y los traerá a ellos dos en una pieza.

—Espero que así sea.

—Sí que lo hará —convino el hombre pálido de proporciones rollizas y redondas—. Conozco el mundo de dónde viene, su especie fueron los que evocaron los mitos de mezclar personas con animales. Estoy seguro de que Gastonia hará un buen trabajo. Es uno de nuestros mejores adefesios. Sólo que cuando los capture señor, debería encerrarnos en un lugar más oscuro y aislado, separados obviamente. Amenácelos con matar a sus amigos si intentan escapar. Maten a esa tonta mascota para mostrarle que hablamos en serio.

—Póngales un marcador de simulacro que regule sus acciones —sugirió otro—. O los electrocute si no hacen caso. Son niños después de todo podemos asustarlos y golpearlos para que obedezcan con rapidez.

Uno meneó la cabeza.

—Son niños trotadores, impulsivos, la mitad de ellos no hace caso al dolor. Actúan como si no fueran a morir nunca, no respetan reglas. Será difícil torturarlos.

—Difícil no imposible —dijo el hombre de las greñas.

—Gartet quiere que los tratemos con gentileza.

—Eso es la mayor gentileza que merecen.

No podía continuar escuchándolos. El nombre de un cazador llamado Gastonia que nos buscaba por la ciudad, espías que probablemente me asecharían en mi mundo, maneras de suprimir a los habitantes de Dadirucso, brujos que intentaban averiguar mi vida, una interferencia desconocida que saboteaba a los brujos de Pandora, mis hermanos encerrados en un mundo colonizado, planes para matar a toda la unidad. Hablaban de Sobe y de mí como si fuéramos dos animales de atracción que estaban derivando de que mercado negro comprar.

Las palabras Gartet quiere que los trate con gentileza resonaron chistosas en mis oídoss, casi me eché a reír como un loco resentido pero el miedo y la represión que tenía hacia esas personas me hizo mantener la compostura. Me paré, golpeé la mesa lo más fuerte que pude y sentí como los huesos se me volvían polvo.

—¡Si Gastonia va a hacer todo el trabajo por ustedes entonces no veo que más discutir! Solo están hablando de los preparativos de un banquete cuando ya está listo, señoritas ¿cómo van a disfrutar de la gloria si dentro de unos diez minutos estarán todos muertos?

—¿De qué estás hablando? —preguntó Logum con semblante adusto comprimiendo los puños como si estuviera pensando en aniquilarme allí mismo.

—De que tengo información de los rebeldes y planean volar el palacio en unos minutos con muchas bombas. Mi consejito es que vayan a esconderse a... a... a donde tengan que esconderse —dije agitando una mano como si eso no fuese asunto mío.

—¡Calumnias! —gritó un hombre cubierto de canas y una barriga prominente, tuve que hacer un esfuerzo inmenso para no echarme a reír, quién demonios dice la palabra calumnias—. Hay muchos soldados rodeando la fortaleza.

—Qué lindo eres santa claus pero la mitad de los soldados se fue a combatir con los rebeldes y dije bom...ba —modulé las palabras como si le hablara a un niño de cinco años— no ataque ninja o pelea de puños. A no ser que tus adorables soldados puedan detener una explosión con unas armas que explotan todo lo que apuntan te sugeriría correr ahora mismo. Si esa barriga no te lo impide.

El hombre balbuceó consternado, todos los demás quedaron sorprendidos, tal vez Pino no actuaba con tanta libertad al estar con ellos pero ya no podía hacerme atrás, había actuado de una manera y tenía que continuar con ese papel. La tención de la sala creció.

—¿Cómo sabes eso? —preguntó Pandora alzando la voz.

—Porque a diferencia de otros yo si enmendó mis errores —le devolví la mirada asesina a Logum pero con la típica sonrisa torcida de Pino—, y cuando me pidieron que me marche me infiltré nuevamente en los nativos. Les dije que me capturó una patrulla en el bosque y me torturaron. Esas malditas cucarachas están desesperadas por palabras y al tener muchas me aceptaron de nuevo. Descubrí lo que quería y vengo ahora a salvar sus traseros, malditos ingratos.

Me levanté dispuesto a irme dejando boquiabiertos a toda la reunión, caminé hacia las escaleras y me volteé ante de bajar.

—Y por cierto sí, se me escaparon a mí, pero porque yo los capturé. Si no fuera porque los encontré en la ciudad habrían estado de visita bajo sus narices ¡dos veces! y ni cuenta se hubieran dado.

No les di tiempo a que protestaran, me gritaran o lo más probable me golpearan que bajé rápidamente las escaleras. Me sorprendí a mí mismo por haber defendido a Pino, después de todo era cierto que él nos capturó por su propia cuenta y nos perdió de la misma manera. No era justo que lo acusaran de ese error. Sacudí la cabeza y continué bajando, dejando en el olvido lo que acababa de pensar.

Descendí los peldaños de jade y corrí hacia las tinieblas del pasillo a esperar que el resto de la reunión bajara. Me recosté contra la pared y deslicé al suelo con la mente embotada.

—Tranquilo Jonás —susurró la voz de Petra a mi lado—. Lamento que hayas tenido que escuchar eso.

Sacudí la cabeza y esbocé una sonrisa.

—¿Escuchar qué?

—Ya sabes, eso —sonaba dispuesta a oír atentamente todos mis problemas como una sicóloga con su anotador y una mirada aburrida.

Una sicóloga invisible. Eso seguramente fomentaría la esquizofrenia.

—¿Qué cosa? —volví a preguntar intentando despejar mi mente de lo que había escuchado.

—Si pudiera en este momento te daría un puñetazo —amenazó.

—¿Furioso o de compasión?

—Una mezcla de ambas.

Unos pasos se oyeron en la escalera, algunos eran arrastrados y perezosos otros eran pasos terminantes, decisivos y tan retumbantes como el caminar de los soldados. No sabía si eran todos los que habían abandonado la cúpula pero confié en que Petra los estuviera contando a medida que pasaran. Tal vez se iban a un búnker o algo por el estilo o tal vez había un portal en aquel extraño palacio o escapaban de una manera misteriosa y mágica. La verdad que no me importaba a donde se iban, sólo quería que se largaran de allí. Permanecí en mi lugar hasta que los pasos desaparecieron y Petra volvió a hablar a mi lado.

—Esos fueron todos, te creyeron Jo, es decir Pino.

Una sonrisa se formó en mis labios, no podía contener la risa, sentía que me había sacado un peso de encima:

—Estarán muy furiosos cuando hablen con el verdadero Pino y se den cuenta de que él nunca estuvo allí.

Petra reprimió la risa por si alguien la oía:

—Bueno se darán cuenta que mentimos en menos de diez minutos cuando nadie vuele el lugar con bom...bas —articuló como yo había hecho y volvió a reír.

—¡Ya lo noté, no tiene que aclarar lo evidente!

Ella volvió a reír y me sentí extraño al estar agazapado en la oscuridad riendo y hablando con la voz de mi mejor amiga, como un loco con sus amigos imaginarios.

—Vamos. Robemos la esfera de una maldita vez —dije parándome con una sonrisa. 

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