Akane se alejó de mí luego de ese día. Ya me lo intuía para ser sincero.
Lo peor de todo es que ahora se paseaba a lado de Raiden, la había hecho su novia. Ja, qué chiste.

Y yo me mantenía fuera de su vista cada que podía, cuando ella iba a la casa y preguntaba por mí, me escondía en mi habitación y me negaba a salir hasta que se marchaba.
No me gustaba decir que había sacado algo bueno de todo esto, pero al menos me encerré en la escuela, la verdad es que subí de nivel y me había vuelto de los primeros en clases, siempre había sido bueno pero era despreocupado y poco interesado en sacar buenas notas, bueno, ahora no tenía nada más qué hacer, mi mente trabajaba rápido y eso me gustó por primera vez, me gustó recibir elogios de mis profesores y admiración por mis compañeros de clase, entonces descubrí que estudiar no era del todo malo.

Al único al que no le importó que mejorara fue a mi padre, pero yo ya estaba acostumbrado a su indiferencia.

Lo peor es que cuando me cruzaba con Akane en los pasillos, ella ya no me saludaba como antes, bajaba la cabeza y se iba por el lado contrario. Después y en ese momento en el que lo meditaba, ya no la veía sonreír como antes, siempre caminaba detrás de mi hermano con la cabeza gacha.

—¿Qué le hiciste? —le pregunté a él ese mismo día luego de regresar de la escuela. Raiden sonrió y se cruzó de brazos.

—¿Después de casi dos años todavía te preocupas por ella? Olvídala. —Me palmeó el hombro y caminó a su habitación.

—No la lastimes Raiden —hablé casi casi como amenaza.

—Como si me importara lo que me pides —se burló y cerró la puerta en mi cara.

Lo sopesé todo unos minutos, Akane me había dejado de lado pero yo no podía abandonarla, aún la quería.

Hablaría con ella.