Capítulo 39

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Ni la primera noche a la intemperie ni el segundo día mejoran.
Casi quiero golpearme la cara con una piedra por creer que las cosas mejorarían.
Cuando el sol cae y la noche llega, me dejo caer hacia atrás en una improvisada e incómoda cama.

Y es en ese momento, cuando la luna está dándome de lleno en la cara, en el que soy finalmente consciente de todo.

Ayer cuando me levanté, era una Princesa viviendo en un castillo.
Con una legión de soldados, criadas y doncellas a mi disposición, con mi amado Ethan y con mi hermana pequeña.
En mi enorme cárcel de oro, sobre una cama hecha con dinero.

Hoy no soy más que una fugitiva buscada por asesinato y alta traición, un asesinato que no cometí, una alta traición que no cometí.
¿Pero a quien le interesa la verdad?
Estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado o tal vez simplemente estaba en la vida equivocada.

Doy una vuelta más, quedando boca abajo. La arena me hace roces en todo el cuerpo y los pechos me duelen por la presión. Me giro nuevamente, ni un minuto después y quedo boca arriba.
Largo un suspiro y me cruzo de brazos.

Pero no es lo incómodo de la arena lo que me impide dormir sino un alarido lleno de dolor dentro de mi conciencia, de mi alma, de mi corazón.

Porque ayer, era una chica con una vida "perfecta" y hoy no tengo nada.
Pero sobre todo, porque ayer tenía unos padres. Inestables, muy molestos, para nada cuidadosos y a veces horribles.
Pero eran mis padres, después de todo.
Hoy no soy más que una huérfana arruinada y perseguida, rota en mil pedazos. Aún más.

Intento comprender en que momento se arruinó todo, en que momento empezó mi caída libre y como es que no lo ví venir.
Primero el adelanto de la boda, luego lo que ocurrió con el Duque y su muerte, después las amenazas de mi padre y ahora esto.
Sin pasar por otras muchas situaciones que no me apetece recordar de nuevo.

Supongo que muy en el fondo de mí, sé cuando fué el momento exacto en el que se torció todo.
Fué en el momento en el que esa indeseable corona recayó sobre mi cabeza y me condenó a una maldición que me acompañaría por el resto de mi vida.

Entre pensamiento y pensamiento antes de quedarme dormida, nuevamente una duda nace desde mi corazón.
La única que no me he preguntado todavía y debería haber sido la primera en preguntarme, sin embargo.

¿Quién mató a los Reyes?

Un nuevo amanecer llega, es el canto de los pájaros y el brusco sol lo que me hacen despertar. Me sobo los ojos, con el cuerpo dolorido y arañado por la tierra.
Bostezo y me incorporo, trono mi cuello, buscando descargar la tensión de mi cuerpo y carraspeo antes de hablar.

—Alba... Alba. —A un escaso metro de mi, mi hermana descansa. Me arrastro para tocarla y al hacerlo, abre los párpados de golpe, asustada.
—Soy yo. —Susurro. La joven me imita y se incorpora, tratando de taparse los ojos del sol.
Busco con mi mirada a los hombres y el alma se me escapa del cuerpo al no ver a Ethan.

—¿Ethan? ¿Ethan?
—Rápidamente y notando que mi pulso aumenta, me pongo de pie.
Casi caigo al suelo de nuevo tras haberme levantado demasiado rápido.
—¡Ethan! —Exclamo, agarro con mis manos el vestido gris y comienzo a caminar en círculos.
—Princesa, tranquila. Ha ido a comprar comida. —Anuncia el moreno y respiro hondo.

Cuando le miro me doy cuenta de que mis gritos le han despertado y me pongo junto a él para pedir disculpas.
—Lo siento, Josh... no puedo perder a nadie más. —Confieso y me siento ridícula al haber actuado así.
Pero la verdad es que el temor a que algo malo ocurra -otra vez- es demasiado feroz y va aumentando más y más dentro de mi cuerpo. 

—Tranquila, no pasa nada. —Me apoya. Pone su mano en mi espalda y la acaricia en un gesto dulce, sin ningún tipo de intención doble.
Sonríe y le devuelvo el gesto, agradecida.

Cuando el castaño regresa, comemos un poco y guardamos el resto de la comida, sabiendo que no podemos desperdiciar nada si queremos sobrevivir.
Ethan se sienta en la llanura y bufa, exasperado.

—Podríamos pedir ayuda al Rey Lebah. —Todos se giran hacia mí cuando pronuncio las palabras.
—¿El Rey Lebah? —Cuestiona mi soldado, asiento y suspiro.
—El Rey de nuestro país hermano.
Es un hombre joven, su esposa la Reina murió hace un par de años. No era muy cercano a nuestros padres pero siempre fué amable y cordial con nosotras. Elalba y yo le conocemos desde que somos muy pequeñas.
Era de los contados hombres que podían estar cerca de nosotras. —Explico, el grupo me escucha con atención.

«Estoy segura de que si llegamos antes que esos hombres, nos escuchará y ayudará.»
—Prometo.

—Buena idea, Jackie. Recurriremos a él. —Anuncia mi soldado y Josh concuerda.

—¿Quiénes eran esos hombres? ¿eran del ejército? —A mi lado, la pequeña cuestiona.
Josh niega con mucha seguridad.
—No, eran matones a sueldo. En el ejército nunca acusaríamos a nadie sin hacer un juicio y mucho menos iríamos contra un miembro de la corona. Nuestro deber es protegerlas ante todo, señoritas. —Se dirige a la pequeña y ésta asiente.

—¿Pero quién les ha contratado? —Ethan plantea la pregunta.
—La misma persona que ha matado a nuestros padres, por supuesto.
Matar a nuestros padres y culparnos a nosotras, es la forma perfecta de romper la línea de la corona y dejarnos fuera del juego. —Expongo mi argumento con solidez.

—Entonces debe ser alguien que desee la corona más que nadie. Tal vez un familiar lejano o alguna de las doncellas... —Niego ante la idea del moreno.
—¿Las doncellas? Imposible. Ninguna tendría el dinero suficiente para pagar a esos hombres. —Le recuerdo.

La conversación se sigue sucediendo, vamos descartando uno por uno a cada sospechoso.
En cierto punto, dejo de hablar y comienzo a pensar.

—Diría que pudo haber sido la señorita con la que mi padre tenía tórridos encuentros pero dudo que tuviera el dinero suficiente... —Lo suelto en voz alta sin importarme que se enteren de ello.
Mi padre está muerto, ¿qué más da ahora?
—¿Papá engañaba a mamá?
—Pero Elalba sí se sorprende, al contrario que los soldados.

—Sí, Alba. Yo... te lo contaré en otro momento. —Prometo. Pero su mandíbula sigue tan abierta que parece estar a punto de desencajarse.

—¿Y la familia del Duque?
—Llevo mis retinas hasta Ethan.
—¿El tío al que quemamos? No lo creo posible. Nadie más salvo nosotros sabe que está muerto, ¿cierto? —Asiento en dirección a Josh.

Tras descartar a la familia del Duque, nos quedamos por completo sin sospechosos. Reduciendo la lista hasta dejarla totalmente en blanco.

—Pasaremos esta noche aquí y mañana comenzaremos con el camino al palacio del Rey Lebah, ¿entendido? —Ethan se convierte en el líder del grupo y todos afirmamos ante su orden.
—Entendido. —Confirma su compañero.

Y una vez más, armamos las "camas" cuando la noche cae para tratar de dormir.
Pero al igual que a mi, los fantasmas se apoderan de la mente de la ojiverde y la veo dar vueltas sobre la arena.
—¿Estás bien? —Susurro.
Ella gruñe y se arrastra hasta quedar junto a mí.

—No puedo dormir. —Dice con obviedad. Chasqueo la lengua.
—Yo tampoco... —Suspiro.

—¿Crees que vamos a estar bien, Jackie? —No sé que responder. La realidad es que estaría mintiendo le respondiera lo que le respondiera.
Pero por una vez tengo que ser yo quien sea fuerte de las dos y tengo que actuar como lo que soy, su hermana mayor.

—Creo que voy a luchar todo lo que pueda por mantenernos a salvo. —Aseguro.

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