Capítulo 01

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Su risa.

Su detestable risa.

Eso era lo único que Lisa podía escuchar en ese momento. ¿Cómo había sucedido todo aquello en tan sólo segundos? Apenas Lisa había llegado al departamento que compartía con su dichosa alfa, se preocupó, de un lado a otro, sus pies la llevaban de una pared a otra de la pequeña estancia, podía escuchar sus pasos sobre el suelo, e inclusive sentía que podía escuchar su respiración tan acelerada, y los latidos de su corazón tamborileaban en sus oídos, tan reales como escucharlo cerca del pecho de alguien.

En cuanto su alfa se había dignado a llegar, Lisa se apresuró en acercarse a ella.

Kim Jisoo no era una alfa digna de admirar, o eso es lo que siempre había escuchado la pelinegra, pero no creía en las palabras de sus amigos y conocidos, escuchaba cientos de rumores, unos más graves que otros, pero en especial era que siempre se creía una alfa superior a otros.

Por supuesto, Lisa no veía aquello en la chica.

Siempre con sus ojos brillando por la mayor, Lisa se había acostumbrado a la presencia de Jisoo, sin embargo varios de sus amigos le intentaban advertir sobre esta, diciéndole que lo mejor sería que se fuera alejando para siempre, pero Lisa había hecho oídos sordos al respecto. Es decir, ¿por qué decían aquellas cosas? A los ojos de Lalisa Manoban, Kim Jisoo era la persona más dulce y amable que había conocido en sus veintiún años de vida y le agradaba a tal punto que no pudo evitar perderse en el amor por la coreana.

Pero ahora... ahora simplemente quería aclarar las cosas, todavía la imagen de la chica con aquella marca tan fresca, tan reciente, permanecía vagando en sus pensamientos y necesitaba aclaraciones.

Con una simple pregunta, había hecho a su alfa reír, ¿por qué se reía? ¿Por qué no podía parar de reírse? ¿Por qué esa risa se escuchaba tan burlona?

—¿Por qué te ríes? —preguntó en apenas un hilo de voz.

—Creí que esto sería más difícil de decirte, pero —soltó una risa corta y la miró—, fue más sencillo de lo que imaginé —su expresión cambió por una más seria—. Lalisa Manoban, ¿acaso no lo comprendiste cuando dejaste de sentirme?

Y allí fue cuando Lisa sintió como su pecho se oprimía lentamente, sus ojos picaron al sentir las lagrimas aproximarse para salir, no quería llorar, ya había llorado, no más lagrimas. Apretó sus puños, tratando de evitar el llanto.

—¿Q-Qué cosa?

—No lo hagas más complicado.

—No lo estoy haciendo complicado —se defendió mirando a su alfa, si es que acaso seguía siéndolo—. No puede ser verdad, no, no.

Jisoo rodó los ojos al escucharla, Lisa sabía que cuando hacía aquello solo significaba que estaba harta de oírla.

—Por supuesto que lo complicas, pero te haré las cosas más sencillas, porque parece que tu pequeño cerebro de cacahuete no capta lo que estoy diciendo —se acercó un par de pasos hacia la pelinegra—. No eres más mi omega.

Esas palabras habían sido lo peor, podía escucharlas repetirse como en un eco vacío, sin fin, una y otra vez, mientras el nudo en su garganta se hacía cada vez más cerrado. Tragó grueso, y sintió como sus ojos estaban a poco de soltar las primeras lagrimas, pero debía resistir, no se permitiría soltar una lagrima frente a ella.

—¿P-Por qué lo hiciste?

—¡Al fin lo comprendes! —sonrió ladina—. Por un momento pensé que tendría que remárcatelo con dibujos y no me gustaría ser tan especifica de cómo lo hice, cariño.

—No me digas de esa manera —Lisa se sorprendió a ella misma al escucharse, pues no había rastro de tartamudeo alguno de su parte.

La alfa soltó una suave risa.

—Será mejor que te vayas, traeré a mi omega aquí, para que vivamos juntas y felices —las mismas palabras que le había dicho a ella, sólo que está vez no era su omega, ya no más, y esta vez no era una invitación, la estaba echando del único hogar que ha tenido por casi un año, es tan horrible—. Ve buscando otro lugar en donde vivir.

—No...

—¿Qué haz dicho?

—¡Dije que no! —Lisa la miró a los ojos—. No harás que me vaya de aquí.

—Será mejor que te largues, no quiero problemas y eres uno de esos problemas, así que si no quieres que- —la menor la interrumpió.

—¡Estoy embarazada!

El silencio se hizo presente en ese momento, Lisa sabía que la furia la había obligado a soltar tal confesión, y esperaba que por lo menos con eso, pudiera hacer recapacitarla, pero en cambio, Jisoo la miró, esa sonrisa, las comisuras de sus labios levemente hacia arriba, esos ojos brillantes llenos de burla y esa expresión de enojo levemente suavizada y luego esa negación débil.

—¿Y crees que con eso te diré que te quedes? —Jisoo seguía sonriendo—. No, eres la omega más idiota de todas, ¿sabes? Ni creas que voy a cuidar a ese engendro, ni a ti. Te doy una semana para que busques otro departamento y saques todas tus cosas de aquí, y será mejor que empieces rápido. No quiero verte por aquí más, ¿entendido?

Antes de que siquiera diera una respuesta, Jisoo se fue de su vista, caminando hacia la entrada principal del departamento y cerrando la puerta con violencia, Lisa tembló en su lugar al escuchar aquello.

Sus rodillas dejaron de soportar su peso y cayó con algo de fuerza al suelo. Esperaba que no se dañara debido al golpe, lo que menos quería era hacerle daño a la pequeña criatura que esperaba. Sus brazos rodearon su abdomen con delicadeza, apretándose débilmente mientras las primeras lagrimas escapaban por sus ojos y hacían su recorrido por sus mejillas.

Un sollozo salió de sus labios, ya no podía contener más su tristeza, se sentía tan espantoso todo eso.

Que una alfa rompa el lazo se sentía terrible, la separación, el desprecio, inclusive esa alfa a la que llegó a ver con ojos tan amorosos, se había transformado ahora en su peor pesadilla. ¿Por qué había sido capaz de hacerle algo como aquello? No lo podía creer, se supone que los alfas no son así, entonces, ¿por qué tenía que enamorarse de una alfa tan cruel como lo era Jisoo?

Sus lagrimas caían sobre sus brazos, su cuerpo daba temblores pequeños, sus sollozos eran cada vez más audibles a su alrededor, los recuerdos tan felices que había pasado con la azabache seguían uno por uno, parecía que su propia mente quería hacerle daño. Y sin más, no pudo contenerse, la sensación de extrañar, de añorar un abrazo de la alfa, odiaba aquello, odiaba sentirse dañada, rota.

Lisa ya no sabía si acaso llegaría a confiar plenamente en un alfa de nuevo, tal vez no lo haría, y sea como sea, trataría de salir adelante, esperaba un hijo, y al menos agradecía que Jisoo no le obligase a realizarse un aborto, eso hubiera sido mucho más doloroso.

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