Capítulo 11

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Esa mañana en especial el aire golpeaba con poca dureza contra su rostro, la tibia luz solar pegaba en su piel mientras que caminaba hacia el hospital más cercano. Lo bueno era que no tenía ningún problema con estar allí, caminar era lo mejor para todos.

Miró hacia su vientre, aún no estaba abultado, pero tenía la necesidad de verlo así, seguramente se vería horriblemente gorda, soltó un suspiro al pensar en eso, no debería de darse comentarios negativos, necesitaba animarse.

Siguió su camino hasta que por fin logró divisar el hospital, sonrió, era la primera vez que vería a su cachorro, y eso si que le hacía sentirse más que encantada, ¿cómo sería? ¿Se vería demasiado pequeño? Seguramente se vería de ese modo, pero no importaba, quiere verlo, y eso es lo que más está anhelando ahora.

Siguió su camino cuidándose de cruzar el estacionamiento del hospital para por fin entrar.

***

—Madre –la señora Kim en cuanto miró a su hija entrar sonrió de inmediato—, ¿cómo te ha ido?

—Te he dicho que no me visites tanto, pequeña –habló mostrando su ceño levemente fruncido, mas ella sabía que no estaba del todo molesta, después de todo su madre solo le gustaba mostrarse levemente enfadada—. Tienes dos carreras y necesitas concentrarte en eso, cariño.

—No debes preocuparte, soy toda una as en eso –mencionó la alfa mostrandole un pequeño ramo de flores—, te traje un regalo.

Nayeon era la única persona que sabía que la madre de Jennie se enfermaba seguido, su sistema inmune es demasiado débil y eso siempre mantiene preocupada a la castaña, a pesar de que a veces su madre le ha dicho que no debe preocuparse demasiado por ella, que se encontrará bien, pero por supuesto Jennie no acepta eso y quiere verla los días en que está disponible, no dejarla sola y abandonada, aburriéndose con la comida y programas del hospital.

—¡Son preciosas, cariño! Gracias.

La alfa dio un asentimiento para por fin tomar asiento al lado de su madre para poder estar con ella.

—¿Cómo han estado las clases? —cuestionó la señora.

—Bien, aunque... –su madre le dio un rápido vistazo–, ¿es normal sentirse preocupada por alguien?

—Lo más normal del mundo, cariño, ¿por qué lo preguntas?

Su madre ya tenía una leve sospecha, los ojos de su hija parecieron brillar al instante que recordó algo y eso solo la hacía sentir como la emoción invadía su cuerpo, enviándole toda esa alegría que presentía que soltaría al instante en que su hija mencionase algo.

—Creo... –inhaló aire por unos momentos para volver a mirar a su madre y soltarlo—, creo que encontré a una omega que me gusta.

De inmediato la señora Kim mostró su sonrisa al escucharla, y por supuesto Jennie solo había sentido sus mejillas algo calientes de solo admitirlo. Ella no había presentado nunca a alguna pareja, y eso a veces lograba decepcionar a sus padres, pero más a su madre, quien de solo ver a su hija tan concentrada en esforzarse en otras cosas para salir adelante, olvidaba que también debería hacerlas para su propia persona, Jennie ignoraba siempre a los omegas, se la pasaba más encerrada en su habitación para hacer tareas y otras cosas que ella consideraba mejores, y ahora que le dijera aquello solo hacía que se sintiera emocionada.

—¡¿Quién es?! Debo saberlo.

La menor mostró una tenue sonrisa ante eso.

—Lalisa Manoban, es muy linda, demasiado linda, pero...

—¿Pasa algo, cariño?

—Tiene un lazo roto y creo que fue algo inoportuno de mi parte pedirle una oportunidad –llevó su mano hacia su nuca, rascándola levemente–, y espera un cachorro.

Su madre llevó de inmediato sus manos hacia las de su hija, acariciándolas levemente para brindarle confort.

—Cariño –mencionó suavemente–, ¿le has preguntado directamente? –la alfa dio un asentimiento—. No debiste ser tan brusca —soltó un suspiro—. Los alfas son así, lo comprendo, pero cuando se trata de omegas en esas condiciones hay que ser precavidos, un lazo roto es muy doloroso, ¿sí? –la alfa asintió comprendiendo su error–. Ahora, ¿la has invitado a salir?

—No, no estoy segura de que quiera volver a verme.

—Jennie Kim, no seas cobarde, apuesto a que esa linda omega le gustaría volver a verte, solo se cuidadosa, ve lento con ella... Un lazo roto es difícil de superar para algunos, pero si es que esa omega sigue y estudia, entonces es una omega fuerte, no la dejes ir tan fácilmente, ve con ella y demuéstrale que eres una alfa digna.

—¿Crees... que ella me acepte? Me gustaría que lo hiciera.

A Jennie no le importaba que la pelinegra tuviera un cachorro de otro alfa, ella amaría a ese cachorro y a Lisa, su madre lo sabía, y era por eso que la alentaba a intentarlo, ella alguna vez conoció a una omega con un lazo roto, la ayudó a que evitara el suicidio, y la hizo salir adelante, hasta que por fin una alfa de las pocas tan buenas que había, se acercó a ella para poder ayudarla y estar juntas para una vida preciosa, jamás creyó que algo similar le pasaría a su hija, no era tan igual, pero el solo hecho de escuchar eso, le había traído tantos recuerdos que simplemente la hacían sentirse nostálgica.

—Ella te aceptará, estoy segura que si es la indicada lo hará.

Esa simple respuesta había hecho que Jennie se sintiera más que contenta al respecto.

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