Capítulo 30

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Lisa se sentía un poco somnolienta, pero por fin había podido abrir los ojos, la poca luz que había allí hizo que la sintiera de golpe en sus ojos, pero con un par de parpadeos más pudo despertar perfectamente, y demonios, podía sentir un dolor en su vientre, se incorporó levemente llamando la atención de la alfa.

—Lili —habló Jennie para después tomar una de las manos de la omega.

Todo había sucedido de prisa, Jennie había salido de emergencia a comprar algún refresco con sabor a durazno, pues Lisa decía que se le había antojado uno, para después de apenas poner un pie en la dichosa tienda para comprarlo, recibir una llamada de parte de la omega que se encontraba demasiado nerviosa y temerosa debido a que sentía las primeras contracciones y se le había roto la fuente, y eso si que había alarmado a Jennie de inmediato.

No dudó ni un solo segundo en salir corriendo de regreso al edificio de apartamentos en donde Lisa se encontraba, y cuando la encontró prácticamente sudando y como sufría con aquellos dolores, de inmediato llamó a una ambulancia, por supuesto ayudó a Lisa a llegar a la planta baja para poder esperar por la ambulancia, que las había llevado al hospital más cercano y por fin había llegado el día del nacimiento de la pequeña.

Jennie jamás hubiera imaginado que Lisa se supiera más blasfemias de las que imaginaba, y es que en verdad las contracciones dolían como el infierno, aún así se le aplicó una cesárea para evitar problemas en la omega.

Y cuando casi iban a iniciar con el primer corte, Lisa se había desmayado, los signos eran vitales, pero Jennie había entrado en histeria al ver que Lisa prácticamente había dejado de moverse, casi estaba a punto de atacar a uno de los médicos, pero al escuchar que los signos de Lisa estaban estables pudo conservar la calma, y pudo observar a la bebé que salía con éxito.

Ahora estaban esperando a que la omega despertara, a pesar de que le habían dicho a Jennie que podía tenerla en sus brazos, no quería, lo que ella quería era que Lisa la viera, y que juntas estuvieran con la pequeña.

Lisa se removió un poco y se incorporó un poco más a pesar del poco dolor que sentía y por fin logró sentarse en su camilla.

—Ya despertó —mencionó Jen en voz alta, Lisa no entendía el porqué, pero al ver a una de las enfermeras cerca salir corriendo de inmediato, supo el porqué de aquel tono de voz más alto—. ¿Cómo te sientes?

—Como si me hubieran aplastado —la castaña soltó una suave risa por el comentario—. La bebé... ¿en dónde está?

—Tranquila, te desmayaste durante la cesárea, pero... la pequeña está bien.

—Aquí tienen, felicidades —ambas voltearon a ver hacia la puerta, una enfermera se acercó a ellas con una pequeña en sus brazos, Lisa no dudó en recibirla y en sonreír al poder apreciarla, sus ojos estaban un poco abiertos, logrando apreciarla.

—Gracias —dijo Lisa a lo que la enfermera dio un asentimiento para disponerse a salir dejando a la pareja—. Es hermosa...

Jennie le dio un pequeño beso sobre la cabeza a la omega, Lisa por inercia se recargó en el pecho de la alfa que estaba abrazándola mientras ambas veían a la cachorra que luchaba por abrir sus ojos para ver quienes estaban hablando con ella.

—¿Pensaste en un nombre? —Lisa negó lentamente, había estado ocupada y ni siquiera en un nombre se había quedado a pensar para la pequeña.

—¿Tienes alguno, alfa? —preguntó Lisa sin dejar de ver a la bebé.

—No lo sé, ¿Jiun? —Lisa sonrió al escuchar eso—. ¿Lisa segunda?

—No —dijo Lisa entre risas, apretó sus labios formando una línea y suspiró—. ¿Hyein?

—¿Hyein? —Jennie meditó un poco el nombre—. No suena mal, que su nombre sea Hyein.

Lisa sonrió al escuchar eso, bueno, la pequeña Hyein ahora estaba en sus brazos y Jennie podía sentirse feliz, de alguna forma los recuerdos de todo lo que había ocurrido le habían llegado en cámara lenta, pasando como una película que parecía ser interminable, aquellas noches en las que se la pasaba llorando, aquellos recuerdos tristes sobre su anterior alfa, y luego, estaban los que había pasado con Jennie, la necesidad de conocerla, cuando por fin se decidió a conocerla, los momentos que pasaban juntas, las muestras de apoyo de parte de esa alfa, el primer regalo de ambas, y el primer beso robado, las palabras y situaciones en las que juntas lograron estar felices.

Quizás Lisa en un principio pensó que todo se vería siempre desmoronado en su vida, quizás hubo un tiempo en que pensó que moriría por la depresión en su corazón, pero el destino le había entregado a Jennie, quien era una oportunidad más de comprender el verdadero sentimiento del amor, y que le había enseñado a quererse sin importar lo que los demás le dijeran, y ella había aprendido a amar gracias a ella, le había ayudado mucho, una grandiosa alfa.

Lisa se había dado cuenta, que a pesar de que las nubes estuvieran inundando el cielo de ese color gris y que pareciera que jamás se iría, siempre habría algún día en que el sol lograra iluminar su entorno y que el viento despejaría el cielo para mostrarle una mañana brillante, tal y como Jennie había hecho.

Fin

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