CAPÍTULO 23. POSIBLES COLABORADORES

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El fin de semana había sido como una luna de miel. Pasaron todo el domingo juntas. Pero por la noche Lexa decidió que ya era hora de volver a su casa, además, tenía que descansar si quería ir a trabajar en condiciones. Había hecho mucho ejercicio y necesitaba dormir una noche completa para encarar la semana. Y con Clarke a su lado sabía que eso iba a ser imposible.

El lunes Lexa apareció en la comisaría con energías renovadas. Ya no era el espíritu apagado que había regresado de su mes de baja, ahora desprendía luz, y su habitual gesto serio y pensativo se había suavizado.

—Buenos días, Woods —la saludó Lincoln—, hay novedades.

La detective, que aún no había llegado a su despacho, la invitó a entrar.

—¿Es sobre el caso Mount Weather?

—Sí. Los informáticos han detectado una incursión en el sistema operativo de sus teléfonos móviles, por lo que puede que hayan podido detectar las escuchas.

—Ya... Y si saben que los tenemos intervenidos, es una vía muerta...

Gustus llamó a la puerta y entró.

—Buenos días, Alexandra, ¿ya lo sabes?

—Sí.

—Sólo nos queda el registro de sus despachos y la incautación de los ordenadores.

Lexa se sentó en el sillón visiblemente contrariada.

—Ya saben que vamos a por ellos. Serán precavidos a partir de ahora. Cuando lleguemos ya no quedará nada por lo que inculparles.

—Siempre queda algo —dijo Gustus.

—No siempre. Están bien organizados y son precavidos. Estamos jodidos.

La detective se llevó dos dedos al entrecejo con preocupación. Todo el caso se desmoronaba.

Las siguientes horas estuvo repasando en el despacho las escuchas que había recopilado hasta ese momento, pero no encontró nada relevante aparte de la mención de Little J. en un par de ocasiones. Le encantaría poder contratar a Raven para que hackeara sus ordenadores ya, pero, por ser ilegal, sabía que una legión de abogados echaría por tierra cualquier dato extraído sin orden judicial previa.

Estaba en la sala de descanso tomando un café e inmersa en estas divagaciones cuando Clarke entró con el semblante serio. No la esperaba, así que le sorprendió verla allí.

—Hola... ¿Ocurre algo?

—¿Hay algún sitio donde podamos hablar a solas?

—En mi despacho.

—Más a solas.

Lexa empezó a preocuparse.

—No quiero que nos vea u oiga nadie, es importante. Tengo que enseñarte algo.

—Hay un almacén que nadie usa...

—¿Hay cámaras?

—No.

Lexa no entendía a qué venía tanta discreción.

—Ven, está por aquí.

La detective dejó su café a medias y salió de la salita seguida por la investigadora. Al llegar al almacén, llamó a la puerta.

—¿No decías que nunca entra nadie?

Lexa estaba pensando en aquella ocasión cuando pilló a Bellamy y Murphy besándose.

—Bueno, casi nunca... es que... luego te lo cuento.

Nadie contestó al otro lado de la puerta, así que entraron. La investigadora se aseguró de cerrar bien la puerta tras ella.

—¿Qué es lo que querías decirm-?

Pero Lexa no pudo terminar la frase porque Clarke se le tiró encima haciendo que su espalda golpeara contra la pared, tapándole la boca con la suya, al mismo tiempo que le sujetaba los brazos en alto por encima de la cabeza. Clarke la besaba con un ímpetu, casi desesperación, desconocido en ella. Le metió el muslo en la entrepierna y todo ello junto provocó en Lexa que sintiera una súbita excitación que casi la mareó y la hizo jadear en la boca de Clarke, que no le daba tregua. La detective quiso liberar sus brazos, quería tocarla, pero la investigadora se aseguró de inmovilizárselos con la mano derecha.

—No... —susurró Clarke.

—Clarke... aquí no está bien... —susurró Lexa.

—Shhh.

Lexa se plegó a sus deseos y no hizo más por liberarse, aunque habría podido sin mucho esfuerzo. Otra oleada de placer la golpeó cuando sintió una mano dentro de su ropa interior, palpando sin miramientos su sexo. Clarke jadeó al sentir toda su humedad al mismo tiempo que el muslo de Lexa se apretaba contra su entrepierna. La investigadora la penetró de golpe, lo que hizo que a Lexa le temblaran las piernas literalmente. Después sacó sus dedos de ella y espació sus fluidos por todo su sexo, hasta detenerse en su clítoris, que acarició sin piedad.

Lexa se iba a correr ya, Clarke lo notaba, pero quería dar un poco más de guerra, así que dejó de tocar el clítoris y le volvió a introducir dos dedos. La detective no tuvo más remedio que soltar los brazos para poder agarrarse a los hombros de Clarke y poder sostenerse. Si alguien pasara por la puerta en esos momentos podría oír los jadeos de la detective Woods al otro lado. La investigadora la penetró reiteradamente hasta que consideró que ya era hora de atacar de nuevo su clítoris. Y, enseguida, Lexa tembló entre su cuerpo y la pared, abrazándola para no caerse. En cuanto el orgasmo pasó, la investigadora la soltó y la detective se escurrió hasta quedarse sentada en el suelo intentando normalizar su respiración y relajando sus contraídos músculos,

—Joder, Clarke...

Clarke se sentó a su lado con una sonrisa de autosuficiencia. Lexa la miró con ojos hambrientos, se había despertado una hoguera en su interior y quería más, pero la investigadora negó con la cabeza.

—Salgamos ya o nos pillarán.

Lexa la ignoró y la cogió de la nuca para atraerla y besarla, y lo hizo con unas ansias y una pasión desaforadas. Metió la mano en su escote y buscó bajo el sujetador uno de sus pechos y lo estrujó con fuerza. Quería tenerlos en su boca. Le subió la camiseta y sacó uno de los pezones por encima del sujetador, al mismo tiempo que metió la mano dentro del pantalón, comprobando lo mojada que estaba.

—No, no, no, no.

Clarke se bajó la camiseta, sacó la mano de Lexa y se levantó, dejando a la detective en el suelo mirándola muy, muy cachonda.

—Esta noche te vas a enterar —amenazó Lexa—. Ahora te libras porque podría venir alguien —sonrió—... Ni te imaginas quién.

—¿Quién?

—Bellamy y Murphy. Los pillé besándose.

—Ja, esa sí que es buena. Casi me lo creo. Pero si puede entrar alguien será mejor que te recompongas un poco. Tienes toda la camisa fuera.

Lexa se levantó con cierto esfuerzo por las molestias en su pierna y colocó bien la camisa. Entonces la miró de esa forma profunda tan característica de ella.

—No bromeo, Clarke, tienen un lío... o lo tuvieron.

La investigadora la vio tan seria que no tuvo más remedio que creérselo.

—¿Pero qué dices? —Lexa asintió— ¡Joder, qué fuerte!

—Ni una palabra, no quiero que piense que te lo he contado.

—Ahora entiendo algunas cosas... Joder, alucino. Estoy segura de que Octavia no lo sabe.

—No le digas nada.

Clarke la miró intentando ponerse seria, pero se le escapó una sonrisilla.

—Soy una tumba.

***

Después de cumplir su misión, la investigadora regresó al despacho con un calentón cuyas proporciones no había previsto. Se tendría que dar una ducha fría y ponerse algún documental de hienas o algo así.

En su despacho, la detective tardó unos minutos en volver a sus labores de policía, porque aún quería disfrutar de ese halo mezcla de relajación y de excitación que la envolvía de pies a cabeza. Se llevó los dedos a la nariz, impregnados del olor de Clarke. Habían estado poco tiempo en su sexo, pero el suficiente como para conservar su aroma.

Gustus entró sin llamar y la pilló oliéndose los dedos. Y ella disimuló como pudo llevándose las manos a la frente y luego al pelo. Pero el gesto fue tan forzado que quedó raro.

—¿Te duele la cabeza?

—Un poco.

—Te noto algo congestionada. A ver si tienes fiebre.

—No, estoy bien, es que hace un poco de calor aquí... ¿Querías algo?

—Sí. El juez no se moja y quiere tener algo más contundente para realizar un registro en las dependencias municipales.

—Ya... O sea, que no tenemos nada más. ¡Vaya mierda!

—Me ha parecido ver a Clarke, ¿tiene ya colaborador para infiltrarse en la campaña?

—No, aún no. Pero eso es dar palos de ciego. Necesitamos una nueva vía de investigación... Quizá volviendo al grupo organizado de falsificadores al que pertenecía Emerson encontremos algún hilo del que tirar.

—Me parece una buena idea. Ponte con ello.

Gustus salió del despacho y Lexa se quedó pensativa, preocupada por el caso... Pero menos que otras veces, porque tenía una inmensa influencia positiva en su vida que hacía que los problemas se vieran más pequeños: Clarke.

***

Lexa: Te echo de menos.

Clarke: Yo también, pero sigo en la reunión del insti... me temo que acabará tarde.

Lexa: Ven a mi casa cuando termines.

Clarke: No, tienes que madrugar, y ya sabes lo que pasa.

Lexa: Eres mala.

Clarke: Ja, ja.

Lexa: Wasap cuando termines.

Clarke: Ok. Pero hoy no... Menos mal que una de las dos es responsable ;)

Lexa: ¿Responsable? Pues esta mañana no lo has sido.

Clarke: Pero no nos ha pillado nadie.

Lexa: Suerte.

Clarke: Te dejo, que viene Bell.

Lexa: No le digas nada de eso.

Clarke: Que no.

Bellamy se acercó a Clarke con una sonrisa encantadora y una bebida para ella. Habían acudido a la reunión que celebraba cada cierto tiempo su grupo del instituto. Además de ellos, entre los que habían ido estaban Jasper, Monty y Octavia.

—Qué atareada. ¿Es importante?

—Nah, es Raven con sus cosas informáticas.

—¿Está trabajando a estas horas?

—Mmm, sí.

Bellamy bajó la vista hacia su copa.

—Oye, Clarke, siento lo de la otra noche... No sé qué me pasó.

—No pasa nada, lo importante es que seguimos siendo amigos.

El chico levantó su copa y brindaron.

—Por la amistad —dijo él.

—Por la amistad —dijo ella—. Y... si quieres hablar de algo, de lo que sea, puedes contar conmigo.

Bellamy la miró receloso. ¿Lexa le había contado lo que vio? Se miraron a los ojos durante unos segundos y el chico llegó a una conclusión afirmativa.

—¿Por qué lo dices?

—Somos amigos, ¿no?

—¿Lexa y tú estáis juntas?

—Sí.

Bell no necesitaba más, seguro que se lo había contado.

—Me alegro por ti, de verdad, es muy buena gente.

—Gracias, Bell. Ya sabes, me tienes para lo que necesites.

—Gracias, lo tendré en cuenta.

Volvió a chocar su copa con la de Clarke y se fue hacia otra zona del local, cerca de donde Jasper y Monty hablaban animadamente entre ellos. También estaban sus novias, Maya y Harper, una a cada lado, pero no les hacían mucho caso.

—Tenemos que organizar una escapada —dijo Jasper—, aunque sea cerca, porque mamá está hiperprotectora desde aquello y yo ya estoy bien y quiero salir de casa y respirar.

—Yo puedo este finde —dijo Monty.

—Yo no —dijo Maya.

Jasper miró a su novia.

—Pues otro día vienes tú, cariño.

Y volvió su atención a Monty.

—Yo creo que tampoco —dijo Harper.

—Bueno pues hacemos una escapada de chicos.

Monty sonrió de oreja a oreja.

—Pero si pasáis todo el día juntos —protestó Maya.

—Me parece genial —Jasper ignoró su comentario y se dirigió a su amigo—, te dejo que elijas sitio.

—Guay. No sé, tú qué prefieres.

Las dos chicas se miraron con cara de aburrirse soberanamente.

—Nos vamos a pedir algo —dijo Harper poniéndose de pie.

—Pues... ¿nos vamos a San Francisco? Hace un montón que no voy.

—Guay.

Los chicos siguieron hablando durante un buen rato antes de enterarse de que sus novias se habían marchado.

En el otro lado del local, Clarke bebía inquieta su mojito. En otras ocasiones había disfrutado más de la compañía de sus viejos amigos del instituto, pero en esos momentos lo único que quería era ver a Lexa. No entendía cómo en tan poco tiempo había pasado a ser tan indispensable en su vida. Sonrió de oreja a oreja cuando sintió vibrar su móvil en el pantalón.

Lexa: Hola.

Clarke: Hola.

Lexa: Tengo celos.

Clarke: !!!!!???? ¿De quién?

Lexa: De la copa que estás bebiendo.

Clarke: Idiota.

Lexa: ¿Un mojito?

Clarke: Claro. Es lo mejor.

Lexa: Porque no has probado mi cóctel especial.

Clarke: ¿Qué lleva?

Lexa: Es secreto.

Clarke: Lo descubriré. ¿Cómo se llama?

Lexa: Alexandras's secret.

Clarke: Tonta.

Lexa: ¿Qué llevas puesto?

Clarke: Pervertida.

Lexa: Me interesa la moda.

Clarke: Claro, ahora le llaman moda...

Lexa: Yo llevo un pantalón de chándal y una camiseta de ACDC.

Clarke: Ja, ja, ¡sexi! Yo, ropa interior de cuero negro, sin nada encima...

Lexa: Ja, ja, ¡mentirosa!

—Hey, Clarkie.

Clarke: Viene Jasper, te dejo.

Lexa: Wasap cuando termines.

Clarke: Que sí.

—Hey, Jasper. ¿Cómo estás?

—Genial... ¿Interrumpo?

—No, que va, es Raven, que me lía con sus cosas.

—Pues... es que no te había agradecido aún tu colaboración en el caso.

—Bueno, hice lo que pude... Ya sabes que llevé otra línea de investigación.

—Ya, pero estabas ahí, que es lo que cuenta.

—Gracias, me alegro haber contribuido a ayudarte.

—No sé qué me pasó, me... perdí.

—Lo importante es que ahora estás bien.

—Sí. Monty y yo te estamos muy agradecidos. Pídenos lo que quieras, de verdad.

Clarke le sonrió pícara.

—Préstame tu deportivo —el chico se quedó parado—. Que es broma, hombre...

—Te lo presto sin reparos, en serio.

—Que no, que es broma, me basta con saber que estás bien.

—Genial. Bueno, voy a buscar a mi novia, que no sé dónde se ha metido.

—Parece una buena chica.

—Sí, lo es.

—Nos vemos.

—Chaíto.

Clarke lo vio dirigirse hacia donde estaba Monty en lugar de buscar a su novia, como había dicho. "Parecen siameses", pensó. Y también pensó en Hannah Green, su madre, y en cómo convenció al alcalde Jaha para que la colocara a ella en la investigación del secuestro de Jasper y, de repente, se le ocurrió algo.

Clarke: He tenido una idea loca.

Lexa: Si tú la llamas loca es que es muy loca.

Clarke: Ja. La familia Green es muy amiga del alcalde, así que no sería raro que sus hijos participaran de voluntarios en su campaña.

Lexa: Es verdad... es una idea muy loca.

Clarke: Pero es genial... les contaré lo justo y lo único que tendrán que hacer es escuchar los cotilleos...

Lexa: No lo vas a hacer sin mi permiso, ¿verdad?

Clarke: Dirás sin el permiso de Gustus.

Lexa: Gustus te adora, te dirá que sí.

Clarke: Y él es tu jefe.

Lexa: Eso está muy feo.

Clarke: En serio, Jasper está muy centrado, hasta tiene una novia de lo más formal. Son ideales. Lo he pensado y cualquiera de mis colegas no encajarían.

Lexa: No lo veo.

Clarke: Porfa... No quiero hacerlo sin tu ok.

Lexa: mmm.

Clarke: Te mandaré un wasap cuando termine...

Lexa: Entonces iré a tu casa.

Clarke: Entonces me darás el ok.

Lexa: Eso es soborno.

Clarke: No, eso es quid pro quo.

Lexa: Te vas a enterar cuando llegue.

Clarke: ¿Sí? ¿Qué me vas a hacer?

Lexa: Es secreto.

Clarke: Lexa y sus secretos...

Lexa: Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos.

Clarke: ¿Me vas a dar alergia?

Lexa: Qué poco romántica. Es de un poema.

Clarke: Lo sé. Era broma, ¿qué vas a hacerme?

Lexa: Ya lo verás, pero vas a gritar mi nombre.

Clarke: Estás creando muchas expectativas. Y me estás asustando.

Lexa: Ya, seguro, tú no te asustas tan fácilmente.

Clarke: Ten cuidado, igual gritas tú el mío.

Lexa: No lo descarto.

Clarke: ¿Y si me voy ya?

Lexa: ¿En serio?

Clarke: Me despido de Octavia y me voy.

Lexa: Voy para tu casa.

Clarke: Déjate lo que llevas puesto, me gusta ;)

Clarke buscó entre sus amigos hasta que dio con Octavia.

—Tía, que llevas toda la noche pegada al móvil.

—¿Estás borracha?

—Con el puntillo.

—Ya, oye, que me voy a ir ya.

—¿Qué pasa? ¿Te encuentras mal?

—Sí, es que me duele un poco la... Mira, no, que me voy a ver a Lexa, ¿entiendes?

—¿Le pasa algo?

—Por dios, Octavia, Raven las pillas a la primera.

—Ah, ya, que vais a... Ya, guay, yo también me iría con Linc, pero tiene guardia o no sé qué.

—Bueno, me entiendes, ¿no? —su amiga asintió—. Es que no quiero empezar a despedirme de todo el mundo, porque no me voy a poner a dar explicaciones. Si te pregunta alguien por mí, les dices que me dolía la cabeza, ¿de acuerdo?

—De acuerdo. Que folléis hasta reventar.

—No te pega nada decir esas cosas, Octavia, no bebas más, ¿vale?

Su amiga asintió un tanto azorada y Clarke se escabulló entre la gente de forma disimulada. Su cuerpo empezó a reaccionar cuando fue consciente de que en pocos minutos tendría a Lexa junto a ella.

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