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04. Audiencia

Los días anteriores a la audiencia de en el ministerio, Leylah los vivió como otro cualquier día de verano, salvo que esta vez el pequeño hijo de Apolo, Mikael, estuvo a su lado todo el tiempo.

Comía con ella, hacían tiro de arco juntos, le enseño a nadar e incluso tuvieron una pijamada noches atrás. Y la hija de Nix estaba encantada, ese niño se estaba ganando un pedazo de su corazón.

Por lo que una noche antes de que se fuera, él le estaba ayudando a ordenar todo. Aunque más de ordenar lo único que hacía era sacar las cosas que ella ponía en su baúl y los devolvía a su lugar original. 

— Pero si te vas, ¿Cómo voy a poder llegar a los lugares altos? — le pregunto el niño mientras la veía hacer sus maletas 

— Puedes pedirle a uno de tus hermanos que te alcance todo lo que necesites

el niño se cruzó de brazos — ¿Y si estoy en la fogata y me quemo con unos de los malvaviscos? — volvió a preguntar

— De nuevo, casi todos tus hermanos son doctores

— Y si... ¿Te extraño?

Leylah dejo lo que estaba haciendo y se agacho a la altura de él

— En ese caso, puedes escribirme cartas y las responderé tan rápido como pueda — lo abrazó contra su pecho sintiendo como se aferraba con fuerza — Veras que el tiempo pasara rápido y cuando menos te des cuenta, volveremos a vernos

— ¿Lo prometes?

— Lo prometo — se separó de él — Ahora ayúdame a empacar de verdad, luego podemos ver una película. 

Él asintió feliz y se puso manos a la obra, esta vez ayudándola enserio 

[...]

Leylah esperaba sentada en la escalera de la casa de los Black.

Delante de ella se encontraba la puerta cerrada donde estaban haciendo la reunión semanal. Había llegado hacia unas tres horas justo cuando los Weasley y Hermione salían al callejón Diagon a comprar sus materiales de este año, se habían ofrecido a traerles los suyos por lo que le había dado unos cuantos galeones, posiblemente el doble de lo que en realidad le saldría todo, para que también le trajeran los de Harry. Estaba segura de que él volvería al castillo.

Se instalo en el mismo cuarto que Ginny y Hermione, donde Sirius le había puesto una cama y acomodo todo lo que usaría los días siguientes.

La casa estaba tan silenciosa y aburrida que decidió salir para matar el tiempo y su hambre que se estaba haciendo presente a pesar de que era solo el medio día y ya había desayunado.

Termino en una tienda que vendían batidos y compro muchos para llevar; Tomo uno de fresa y se sentó en tercer escalón de la escalera frente a la puerta de madera oscura.

Lo que nos llevaba al presente con una Leylah que estaba en la espera de que Harry saliera de esa reunión para poder hablar con él.

Como si escucharan sus deseos, la puerta fue abierta.

Se levanto tomando el batido de chocolate que también había separado, se acercó esquivando a los diferentes magos que salían para poder entrar

Rodeando la mesa se encontraba Sirius, Remus, Harry y, por último, su pelirrojo favorito, Charlie.

— ¡Leylah! — exclamó feliz el Black, los demás dirigieron su mirada a ella. — ¿Qué eso?

— Un batido de fresa— contesto a la par que le daba un sorbo y luego mostró el otro que tenía en su mano izquierda — Y uno de chocolate que es para...

El animago se lo arrebato de las manos con una sonrisa burlona — ¿Para mí? No tenías que molestarte

Lo alcanzó antes de que se lo llevara a los labios — De hecho, es para Harry — se lo paso al de lentes con una sonrisa— Te lo aparte antes de que se terminaran

Él se lo acepto con una sonrisa — Gracias, Leylah

— Hay más en la cocina — Rodó los ojos al ver el ceño fruncido de Sirius, tomó la mano de su amigo y tiró de ella hasta la puerta — Ahora si nos disculpan, tenemos que hablar antes de su audiencia.

Ambos desaparecieron por la puerta

— Hola para ti también... — masculló por lo bajo el Weasley viéndola salir 

[...]

— ¿Y sí me expulsan de Hogwarts? — Preguntó nervioso

— No lo harán — le aseguró sentándose a su lado en la cama

— ¿Pero si lo hacen?

— En ese caso tomaras poción multijugos o algo así — sonrió — No tienes de que preocuparte, me tendrás a tu lado todo el tiempo. No hay manera de que deje que te expulsen del colegio

Lanzó un suspiro — ¿Enserio?

— Por supuesto que sí, ¿Qué sería un año en Hogwarts sin que alguien quiera matarte?

— Un lugar seguro, sin dudas — Levantó una ceja en su dirección

— Pero aburrido — tomó su batido para terminar la conversación, miró el reloj en su muñeca y se levantó — Debes empezar a cambiarte o se nos hará tarde

Salió de la habitación apresuradamente y una vez a fuera suspiró. No sabía que haría si realmente expulsaban a Harry del colegio, esperaba no tener que utilizar el maleficio Imperio con nadie.

Bajo por las escaleras y termino en el comedor, donde tiró lo último que quedaba de su bebida en el tacho

Por la puerta también aparecieron todos los Weasley faltantes.

— Hey, Leylah — la llamó Hermione acercándose a ella — Ten, te hemos comprado todo lo que necesitarás en este curso — se los tendió

— Gracias, Hermione — Con una mano, arremolino las sombras a un lado suyo y tiró los libros ahí dentr4o, sabiendo que llegarían a su cama. — ¿Compraste los de Harry?

Asintió con la cabeza — Sí, Ron se los llevó a su cuarto

— Perfecto, muchas gracias por todo

— No fue nada

se sonrieron y cada una volvió a lo suyo.

Estuvo sentada en el comedor alrededor de unos diez minutos, hasta que por fin el de lentes entro listo para irse

— Me estaba volviendo vieja esperándote, Potter — lo miro de arriba abajo — Te queda bien el traje

— ¿Están listos, muchachos? — el señor Weasley se interpuso entre ellos tomándolos del hombro — Viajaremos en tren, será divertido

[...]

Era la primera vez que Leylah entraba al ministerio y le parecía grandioso.

La manera en la que los trabajadores aparecían por las grandes chimeneas envueltos en llamaradas verdes o la forma en la que utilizaban aviones de papel para pasarse información, eran unas de las cosas que más le llamaban la atención.

Los tres se metieron en un ascensor que los llevaría hasta el lugar que tenían que ir. En medio del viaje, Kingsley les aviso que habían cambiado la hora de la audiencia, por lo que debían apurarse ya que empezaría en cinco minutos.

La semidiosa cerró sus manos en puños, hasta ahora lo único que habían demostrado el ministro, además de estupidez, era corrupción.

"Departamento de misterios"

Salieron de ascensor, caminaron por el pasillo encontrándose al ministro junto a Lucius Malfoy. Ambos pararon su conversación para observarlos, Leylah saludo al platinado de manera sarcástica; Aun recordaba, con mucha satisfacción, como lo había derrotado en aquel cementerio.

Arthur los obligo a seguir caminando.

Una vez que estuvieron adelante de la gran puerta se detuvieron.

— Pon atención durante la audiencia, no hables más que para responder. Cálmate, no has hecho nada malo — Harry asintió a cada palabra aun nervioso — Como dicen los Muggles; La verdad siempre surgirá, ¿Sí?

— Lo dijo bien, señor Weasley — dijo la chica

— No nos permiten pasar, buena suerte Harry

— Espera — El chico volteo a verla — Dijiste que estarías conmigo

Ella le mostro la gorra que tenía en la mano — Lo estaré, solo que no me veras.

Se coloco la gorra de los Yankees que le había pedido prestada a su amiga y desapareció de la vista de ambos. Agarró fuertemente la mano de él y juntos avanzaron.

[...]

Apenas puso un pie en el lugar supo por las expresiones en los rostros de aquellos magos, que, en vez de ser de comprensión, eran de prejuicio.

Le impusieron a Harry que se sentara en la única silla que se encontraba en el centro. Leylah simplemente se paró a su lado sin soltarle la mano en ningún momento.

— Audiencia disciplinaria del doce de agosto por delitos cometidos por Harry James Potter que reside en Privet Drive número cuatro Little Whinging...

— Abogado de la defensa Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore — Su director entro a la sala con paso seguro interrumpiendo lo que estaban diciendo.

— Recibiste nuestro mensaje de que se cambió el horario y el lugar de audiencia, ¿Verdad?

— Debió perderse, pero por una feliz confusión llegue al ministerio tres horas antes — La semidiosa quiso reír al ver la cara del ministro — ¿Los cargos?

— Los cargos contra el acusado son los siguientes: A propósito, y con conocimiento de la ilegalidad de sus acciones hizo un encantamiento Patronus en presencia de un Muggle — Leyó — ¿Niegas el haber conjurado dicho Patronus?

— No, pero...

— ¿Estabas consiente de que está prohibido usar magia fuera de la escuela mientras no tengas diecisiete años?

— Si, así es, pero...

— Brujas y magos del Wizengamot — Empezó diciendo nuevamente el ministro

— ¡Yo solo lo hice por los dementores! — exclamo finalmente

Se quedaron en silencio a la espera de una reacción

— ¿Dementores? — Preguntó confundida una de las mujeres de la tribuna — ¿En Little Whinging?

— Ah sí... Los Muggles no pueden ver dementores ¿Verdad? Muy conveniente

— No miento, eran dos y si yo no hubiera...

Lo volvieron a interrumpir y para este punto Leylah quería golpear a alguien, principalmente a Cornelius

— Basta, lamento interrumpir lo que sería una historia muy bien ensayada ya que no puedes presentar ningún testigo de ese evento

— Perdone ministro, pero sí hay un testigo

Lo siguiente que paso fue que Harry y Leylah, obviamente todavía de forma invisible se sentaron en la tribuna y esperaron a que Arabella Figg, la vecina de Potter, tomara su lugar.

— Por favor describa el ataque — le pidieron — ¿Puede describirlos?

— Pues, uno era muy gordo y el otro delgadito

— No los niños, los dementores

— Ah sí, claro. Pues eran grandes, con túnicas, luego todo se enfrió como si la felicidad el mundo se hubiera evaporado

— Pero, oigan los dementores no llegarían hasta un suburbio Muggle y atacarían a un mago eso es muy poco probable

— Lo que es poco probable es que sepa cómo usar su cerebro — Masculló por lo bajo, pero el de lentes la escuchó y sonrió levemente por su comentario.

— No creo que alguien piense que los dementores llegaron ahí por coincidencia ministro — alegó Dumbledore

Se escuchó un carraspeo y luego una voz aguda que taladró los oídos de la semidiosa

— Muy seguramente lo malinterprete, Profesor, porque los dementores están desde luego bajo el control del ministerio de magia. Que tonta, me pareció que por un momento que usted sugería que el ministerio ordeno el ataque contra el muchacho

— Eso sí que sería terrible madame subsecretaria por lo que creo que el ministerio debe ordenar una investigación a fondo sobre que hacían dos dementores tan lejos de Azkaban y por qué fue que atacaron si autorización — Se acerca al estrado un poco más — Por supuesto hay alguien que puede ser responsable de esto — baja uno tonos la voz, pero aun así se le escucha perfectamente — Cornelius te imploro que razones, la evidencia del regreso del señor tenebroso es incontrovertible

— ¡Él no ha vuelto!

Albus asiente con pesar — Con respecto a Harry Potter la ley dice claramente que puede usarse magia frente a los Muggles en situaciones de vida o muerte

— si es necesario la ley puede cambiarse, Dumbledore

— Claramente, ahora se usa instituir un juicio criminal para tratar un asunto tan sencillo de uso de magia por un menor

A la Riddle nunca le cayó tan bien Dumbledore como en ese momento.

— Aquellos que estén a favor de una condena — Pasó un momento antes de que solo algunos levantaran la mano — Aquellos que estén a favor de anular todos los cargos en contra del acusado

Los restantes levantaron su mano y fue el veredicto. Los cargos fueron retirados.

[...]

Se despertó de un salto por culpa de su pesadilla.

Las lágrimas caían con fuerza y respiraba con irregularidad. Podía sentir la falta de aire que no llegaba a sus pulmones.

Se tapo la boca con una mano tratando de callar sus sollozos y no despertar a sus otras compañeras de habitación.

Quería a Percy. No, lo necesitaba. Pero ni siquiera sabía dónde estaba en ese momento ya que lo último que sabía de él era que había decidido salir de viaje junto a su novia por lo que restaba de las vacaciones. Además de que él no quería ni verla. 

Se destapo y levanto de la cama tomando su varita de la mesa de luz y salió a fuera. Ni siquiera se molestó en calzarse o abrigarse un poco más allá de su camiseta y short de dormir.

— Lumos — susurró con la voz quebrada

La tenue luz alumbró su camino por el pasillo y luego por las escaleras. No sabía dónde iba, pero no podía quedarse acostada.

Sentía que gritar era la única forma de aliviar aquella presión que sentía en su pecho.

Se encerró en la primera habitación que encontró — Muffliato* — conjuro

Se relajo contra el sofá de la sala, se limpió las lágrimas y trato de respirar con normalidad. Al principio cada exhalación salía de forma quebrada y desigual, pero luego de un par de minutos por fin pudo calmarse.

Levantó la vista del suelo fijándose por primera vez en la habitación en la que entró.

Era la misma sala en la que Charlie la había acorralado muchas noches atrás.

Se fijo en el piano que descansaba en una esquina. Sus dedos picaban por tocar el instrumento ¿Cuándo había sido la última vez que había siquiera cantado? ¿Antes de la última prueba?

Se acercó a paso durativa y cautelosa, como si el piano fuera a atacarla en cualquier momento. Se sentó en el banquillo y levantó la tapa revelando las teclas de marfil amarillentas.

Acomodó ambas manos de forma que estuviera cómoda y taco la primera melodía.

Se estremeció al escuchar el primer sonido, pero luego se volvió más fácil y familiar. Cada tecla que tocaba representaba una emoción que sentía.

Sentía ira hacia su padre. Tristeza por que extrañaba a su mejor amigo y lamentaba como habían terminado las cosas entre ellos. Culpa por no haber salvado a Cedric. Miedo por lo incierto del destino. Y frustración por no saber cómo arreglar nada de lo anterior.

Y sin darse cuenta empezó a cantar. Y a llorar a la vez

Todas esas emociones en palabras cantadas, una nota que seguía a la otra, la voz quebrándose a medida que llegaba al final. Y por último sintió el alivio de por fin poder canalizar todos esos sentimientos en una sola canción. Pero no le era suficiente, se sentía tan rota que creía que esta vez ya no tendría arreglo.

— Leylah...

Despegó las manos del instrumento como si le quemase, la voz intrusa la volvió a la realidad que la rodeaba.

Se secó las lágrimas con rapidez y se giró hacia Remus que la miraba con tristeza en sus ojos.

— ¿Te desperté?

El hombre negó — Ya estaba despierto, yo... Escuché pasos por la casa y vine a ver que era — Se adelantó con pasos inseguros, pero termino sentándose a su lado

— ¿Hace cuánto estas aquí?

— Desde que empezaste a cantar — la semidiosa cerró sus ojos — Leylah...

sacudió la cabeza — No hagas eso. No me tengas lastima, por favor. De todos en esta casa, eres el único del que no podría soportar que me mire con compasión.

— No es lastima ni compasión — La abrazó de costado dejando que la cabeza de ella descansara en su pecho — Me preocupo por ti porque me importa tu bienestar

Leylah lo abrazó, aferrándose a sus palabras. Luego unos minutos se separó de él y volvió a hablar

— Gracias — Susurró — Por todo, tu... Eres lo más cercano que he tenido a un padre en toda mi vida

A Remus se le oprimió el pecho al escucharla porque a él le pasaba exactamente lo mismo. Leylah era como una hija. La envolvió entre sus brazos deseando que aquel gesto demostrara todo lo que sentía 

Muffliato*: El encantamiento muffliato es un usado para crear un zumbido no identificable en los oídos de cualquier persona en las cercanías del ejecutor del encantamiento, para permitir conversar sin ser escuchado

Holaa, ¿Cómo están?

Bueno, aquí otro capitulo. Espero que les haya gustado. 

Mi corazón se ablanda cada vez que escribo sobre Leylah y Remus. Y luego se rompe al escribir sobre Percy y como están separados...

En el próximo capitulo seguro que ya empezaremos el curso en Hogwarts. 

Voten y comenten si les gusto. 

Nos leemos en la próxima!!

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