04

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04.  Sirius Black

Lejos de mejorar, los días solo empeoraron para la Riddle. 

 Todos los días sin excepción, los gemelos Weasley le hacían una broma, desde baldes con agua y pintura hasta bombas de olor. Al principio todos estaban seguros de que la chica iba a matarlos, pero lo único que hacía era irse sin decir absolutamente nada, por eso ahora la mayoría le hacían bromas o simplemente la molestaban con comentarios (los cuales siempre giraban en torno a su padre o hacia su físico). ¿Estaba harta de ellos? Sí, pero para ella era mejor que se burlan a que le teman.

Para su suerte descubrió que la biblioteca era un buen lugar para estar tranquila y lograba quedarse unas pocas horas leyendo antes de que su hiperactividad se hiciera presente y cuando eso pasaba, caminaba por el castillo tratando de no encontrarse con nadie, aunque los gemelos siempre parecían saber dónde se encontraba.

Ya casi no coincidía con el trio de oro en parte porque ellos la evitaban y en parte por que tomaban diferentes clases, excepto por Hermione a quien veía en cada una de ellas y casi siempre coincidían en sus respuestas haciendo que alguna de las dos tuviera que callarse, mayormente Hermione, para que la otra terminara la respuesta.

Para la chica del trio era molesto ver a alguien que supiera todas las respuestas como ella pues no estaba acostumbrada a que alguien le hiciera competencia y menos alguien que supuestamente tendría que estar dos años atrasada. Pero Leylah no tenía otra cosa que hacer además de leer y gracias a su memoria fotográfica aprendía rápido, eso y que a ella le gustaba demostrar que era buena en algo.

En el primer fin de semana de septiembre los alumnos de tercero se encontraban en la entrada emocionados por su primera salida a Hogsmeade, rodeaban a la profesora Mcgonagall entregando permisos. Todos menos Leylah, quien había decidido no ir pese a que Draco le había insistido en que los acompañara, y Harry que no tenía firmado el permiso.

Hermione había insistido en que ella y Ron se quedarían con él para no dejarlo solo en el castillo, pero el chico solo negaba y les decía que estaría bien y que se divirtieran. Al final se fueron no sin antes dedicarle una mirada a Leylah, quien solo fue a acompañar a Draco, y luego a Harry.

La semidiosa ni siquiera miro a Harry, simplemente se fue en dirección al bosque ya que no quería volver a entrar al castillo por la inmensa oscuridad que había ahí dentro, además sentía que si no libraba un poco de su poder explotaría por todas las sombras que parecían llamarla.

Entro al bosque prohibido, no sin antes revisar que todas sus armas las traía consigo, y caminó por un buen rato hasta que se cansó y decidió sentarse contra el tronco de un árbol.

Ya relajada empezó a jugar con algunas de las sombras que estaban allí, las movía y creaba figuras o practicaba creando diferentes portales a la vez cuando un ruido la sobresaltó. A un par de metros de ella se encontraba un perro gigante, parecido a un lobo, que le gruñía como si quisiera asustarla.

Lo miró fijamente a los ojos y le dijo — Acércate — Pero lo único que hizo fue mostrarle los colmillos, se paró rápidamente alejándose un poco del perro mientras se preguntaba ¿Qué especie era? No podía ser un lobo porque si lo fuera le hubiera hecho caso. Esa cosa dio un paso hacia adelante y ella por instinto, uno hacia atrás hasta que recordó que podía defenderse.

Con una mano tiro de su collar que se convirtió en una hermosa espada de casi un metro de largo, hecha con bronce celestial y bañada en el rio estigio. El perro retrocedió con miedo en sus ojos y cuando estaba a punto de huir ella lo atrapó con sombras, había despertado su curiosidad y trataría de averiguar que era.

Se acercó con cuidado hasta tenerlo en frente cuando lo volvió a mirar a los ojos pudo ver miedo, un poco de valentía y... ¿Humanidad?

— Muestra tu verdadera forma porque te juro que voy a matarte si no lo haces

Dudó, pero lo hizo. Ante ella se encontraba el prófugo Sirius Black, quien se desmayó por el esfuerzo que le era cambiar de una forma a otra.

[...]

Ambos se miraban fijamente sin decir nada por lo que aprovecho esos minutos para poder apreciarlo mejor. Tenía un rostro demacrado, los pómulos hundidos, la piel cerosa y el pelo largo y enmarañado, sin embargo, estaba segura de que había sido muy guapo hacía unos años.

— Así que... Tu eres Sirius Black — Le dijo luego de unos segundos para cortar el silencio. Aun lo tenía atrapado, pero había aflojado un poco las sombras para no hacerle daño.

— Que observadora — Dijo sarcástico tenía la voz ronca como si no la hubiera usado en años o simplemente se la hubiera pasado gritando

— ¿Sabes? podría entregarte a los dementores — Vio como sus ojos grises brillaban con un poco de pánico — ... Pero no lo haré

Le dio una mirada desconcertada — ¿Qué?

— ¿Eres sordo? Te dije que no te entregaré

— ¿Pero por qué?

— No tienes la oscuridad de haber matado a alguien a tu alrededor — le dijo y luego lo soltó. — Eres inocente.

Sirius no podía salir de su asombro, luego de doce años repitiendo que él no había traicionado a sus mejores amigos, por fin había alguien que le creía. La miró mejor, aquella chica debía tener alrededor de trece años y era de estatura media, por lo visto estudiaba en Hogwarts.

— Tú... me crees — Estaba seguro de que lloraría y Leylah al darse cuenta de esto se removió incomoda porque siempre terminaba llorando cuando la gente lloraba, sin importar si los conocía o no.

— Mierda, por favor no llores porque también empezaré a llorar y hoy me he puesto rímel y no es aprueba de agua a pesar de que la vendedora me aseguro que sí, así que por favor no llores — hablo rápidamente

Sirius rio un poco por lo que decía mientras se intentó parar, pero cayó al no encontrar fuerzas. ella lo ayudo a apoyarse contra un árbol.

— Iré a buscarte algo de comer, tu solo quédate aquí— Le dijo mientras se paraba — volveré en unos minutos ¿De acuerdo?

— No tenía pensado moverme, enana

Ella solo lo miro mal antes de disolverse entre las sombras dejando a un muy confundido Black y se apareció en la entrada de las cocinas, delante del cuadro de frutas. alargó la mano e hizo cosquillas en la pera, que se rio y luego le mostro la perilla. Había encontrado las cocinas en su tercer día luego de equivocarse de pasillo y bajar a los sótanos donde vi como un estudiante hacia eso con el cuadro.

Al estar adentro varios elfos se ofrecieron a darle comida y un par de minutos después salía de allí con una canasta de picnic que ellos le habían dado. Volvió a desaparecer asegurándose que no hubiera nadie a su alrededor.

Sirius se encontraba justo donde lo había dejado, tenía los ojos cerrados y casi le dio lastima despertarlo. Casi.

— Eh, perro pulgoso, ya volví — Lo pateo suavemente en los pies, el abrió lentamente los ojos y la miro frunciendo el ceño

— ¿Acabas de llamarme perro pulgoso?

— Si, tú me llamaste enana, además, el apodo te queda— se sentó delante de él y abrió la canasta, pudo escuchar el estómago de él gruñir así que le paso rápidamente la tarta de maleza que le habían dado y se la empezó a comer rápidamente. Ella le sirvió jugo de calabaza y se lo tendió

— Sé que tienes hambre, pero vas a ahogarte si continúas comiendo así

Unos veinte minutos después de que él termino de comer casi todo lo que había en la cesta le empezó a peguntarle cosas a la chica.

— ¿Cómo te llamas?

— Leylah — había decidido no decirle su apellido ya que todo el que lo escuchaba parecía odiarla

— ¿Cómo hiciste eso de desaparecerte, no eres muy pequeña todavía?

— Es un poco complicado de explicar, pero básicamente utilizo las sombras como portales — él la miro como pidiéndole más explicaciones— Lo siento, pero es lo único que puedo decirte

el asintió resignado y pregunto otra cosa — ¿Eres de Hufflepuff?

— No, soy una Gryffindor — le contestó confundida 

— Hubiera jurado de que eras un tejón — Le dijo sin ocultar su sorpresa— ¿Sabes? Yo también fui de Gryffindor, los mejores años de mi vida. Conocí a personas que realmente me ayudaron en momentos difíciles y que creí que tendría por siempre — Suspiró nostálgico

— Se a que te refieres, mis dos mejores amigos lo son todo para mí, pasamos muchas cosas juntos — suspiro igual de nostálgica que el mayor. Se levanto del césped y se sacudió su ropa — Debo irme antes de que se haga más tarde, pero te prometo que mañana te traeré un poco más de comida. 

— ¿Por qué haces esto? quiero decir... gracias, enserio, pero es extraño que alguien quiera ayudar a otro sin siquiera conocerlo

— Se lo que es que todo el mundo crea que eres algo que no eres y, no sé, algo me dice que necesitas tanta ayuda como sea posible

— Gracias, enana

— De nada, perro pulgoso

[...]

Salió de la biblioteca con su ensayo para pociones terminado.

Luego de salir del bosque, caminó hacia su cuarto solamente para tomar sus libros e ir a la biblioteca, tenía que hacer un ensayo para su clase con el profesor Snape y solo le quedaban dos días para hacerlo. Luego de un par de horas, su trabajo estuvo terminado solo le faltaba reverlo para ver si tenía algún error ortográfico o le faltaba información dado que, por su dislexia, que era mucho menor que la del promedio, se confundía.

Caminaba por los pasillos para dirigirse hacia su cuarto, quería ducharse antes de la cena y así podría dormirse temprano. Cuando otra vez, algo le cayó encima. Un líquido frio que la empapo por completo, a ella y a los pergaminos que traía consigo. Por suerte se dio cuenta que era agua y no otro de esos líquidos que manchaban la piel. Escucho varias risas a su alrededor

No tenía que levantar la vista para saber que aquellos insoportables pelirrojos se encontraban sonriendo con burla. Lo único que podía ver era como su pergamino empapado se rompía con la tinta desdibujada por el agua. Respiro pausadamente tratando de calmarse, sentía como quería llorar de la impotencia, la oscuridad llamándola para que descargase su enojo.

Antes de hacer cualquier cosa de la que pudiera arrepentirse más tarde, se fue de allí con la vista en el suelo para que nadie viera sus ojos con lágrimas. Sin darse cuenta choca con alguien y al levantar la vista pudo ver a su profesor favorito hasta el momento. Remus Lupin la miraba con un poco de preocupación, había visto cuando le hacían esa broma.

— ¿Estás bien, Leylah?

asintió— Sí, no es nada — Él saco su varita y con un movimiento de esta la chica quedo completamente seca — Gracias

— ¿Quieres pasar a mi despacho a tomar un poco de té? También tengo pergamino y tinta, te ayudare a hacer tu ensayo.

— No quiero ser una molestia

— No eres una molestia, además me gustaría hablar de algo contigo

Terminó asintiendo y juntos se encaminaron hasta la oficina del mayor, al llegar él le señalo una mesa y le paso pergamino y tinta

— Creo que tengo algunos libros que podrían ayudarte

— No se preocupe, profesor, me acuerdo de lo que he escrito

Le sonrió y le sirvió un poco de té en una taza y se lo dio. Estuvieron unos minutos en silencio hasta que ella rompió el silencio

— ¿De qué quería hablar, profesor?

— Puedes decirme Remus, Leylah y de lo que quería hablarte era sobre la luna llena. — Ella levanto la vista del pergamino y dejó de escribir

— Se arrepintió ¿verdad? Lo entiendo, realmente no soy muy buena compañía, a veces no habló mucho y cuando lo hago no digo cosas muy interesantes. Descuide profesor, lo comprendo totalmente — Habló rápidamente

Remus solo rio — Iba a decirte el lugar en donde pasaré la transformación, aunque falten unas semanas todavía

— Oh... — sintió su cara arder

— ¿Conoces el sauce boxeador? es la entrada a la casa de los gritos, ahí he pasado cada una de mis trasformaciones cuando era estudiante.

— ¿Hay alguien más que sepa sobre eso?

— No, solo el director y algunos profesores... y ahora tú — ella realmente le agradecía el voto de confianza que le estaba dando a pesar de que solo la conocía hacía menos de una semana. siguieron conversando de cómo le estaba yendo en las diferentes clases mientras ella terminaba de rehacer su trabajo. Cuando terminó, se lo paso a Remus

— ¿Podrías revisarlo por si tiene algún error? — Le preguntó un poco avergonzada y se explicó rápidamente — Soy disléxica y me confundo un poco

— No te preocupes, siempre que necesites ayuda no dudes en pedírmela. Y, si aceptas algún consejo, no deberías permitir que te hagan o digan todas esas cosas solo para que ellos se sientan menos intimidados.

Una hora después se encontraba cenando en su mesa con sus compañeros de casa y con una sonrisa en la cara. Sin dudas ese fue el mejor día que tuvo hasta el momento. 


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