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12. Tercera prueba 


El día de la tercera prueba por fin llego.

Las últimas dos semanas, Leylah dividió su tiempo para entrenar a la noche con Harry, las cuales siempre terminaban con uno de los dos en el piso el otro riéndose, asistiendo a las clases y haciendo los trabajos finales para estas.

Por lo cual, para cuando el día de la prueba llegó no pudo evitar sentirse un poco aliviada. Solo una más y se terminaba todo aquello. Una más y podría decir que sobrevivió a otro atentado contra su vida.

Esa mañana despertó con una tranquilidad que no sentía hacía varias noches, se sentía lista y preparada para cualquier desafío que le pusieran. Se levantó temprano, desayudo junto al trio de oro y luego se dirigió a la sala de música para tocar el piano y mantenerse relajada.

En el almuerzo, Minerva les comunico a los campeones que unas horas antes de la prueba, sus familiares vendrían a estar con ellos. La semidiosa bajó su mirada de la profesora, sabiendo que las probabilidades de ver a su madre eran nulas. Inexistentes.

Esta vez, la prueba seria cerca de la puesta del sol, por lo que aprovecho sus últimas horas libres para caminar por el bosque. Cuando llegó a una zona un poco despejada de árboles decidió apoyarse sobre uno y cerrar los ojos unos momentos.

No supo cuánto tiempo estuvo así pero un gritó, hizo que abriera los ojos.

— ¡Leylah!

Percy y Nico la observaban expectantes desde el mensaje iris que estaba sobre ella.

— Chicos... — murmuró con sorpresa

— No creías que íbamos a dejarte entrar a una prueba mortal sin antes hablar contigo, ¿Cierto? — Habló esta vez el hijo de Hades — ¿Estas nerviosa?

— Un poco, aunque me he enfrentado a obstáculos peores, estaré bien — Contestó — ¿Cómo está todo por allá?

— La escuela sigue siendo horrible sin ti, pero este es mi último año — dijo Percy encogiéndose de hombros

Ella se lamentó — También podría estar siendo mi último año — Masculló — ¿Y Annabeth?

Hablaron por mucho tiempo, cerca de media hora después, Percy tuvo que irse, pero Nico se quedó un poco más de tiempo.

— ¿Te cuidaras? — Preguntó el chico cuando ella le anuncio que debía de volver al castillo

— Siempre, Nico. No tienes de que dudar

— No es que lo dude, solo... No puedo perder a nadie más, Ly, y definitivamente no a ti.

la chica lo miró con una suave sonrisa, relajando su expresión — No lo harás, lo prometo. Y aunque algo malo sucediera hoy, sabes que encontraría una manera de volver. No te desaceras tan fácil de mi

El mensaje iris se disolvió incluso antes de que él le dé una respuesta. Se levantó y camino de regresó, sus pensamientos en la conversación anterior.

No pasa mucho tiempo para que llegue al gran comedor donde suponía que estarían todos, compartiendo los últimos momentos con el resto de los campeones.

Lo primero que vio al cruzar las gigantescas puertas fue a Harry siendo abrazado por la señora Weasley y al resto de la familia rodearlos mientras se reían de algo. Casi se sentía como una intrusa al ir hasta ellos e interrumpirlos, por lo que se dio la vuelta para volver por donde vino.

De no ser por que vio a Remus parado al lado de un pelirrojo que ella no conocía, pero que según tenía entendido era Bill. Los ojos de su antiguo profesor chocan con los suyos, le sonrío y le hizo un gesto para que avance hasta ellos.

— Hola — murmuró con timidez cuando todos posaron su mirada en ella

Molly soltó a Harry y la abrazó con fuerza, separándose unos pocos segundos después. Le sonrió maternalmente y volvió junto a su esposo.

— Creíamos que ya no vendrías — dijo Hermione

— Estaba en el Bosque Prohibido

Potter avanzó hasta ella quedando a su lado — Te perdiste el anuncio de Dumbledore; La tercera prueba es en un laberinto

— ¿Laberinto? — preguntó fastidiada — Los odio

— ¿Por qué? — Habló Ron con el ceño fruncido

— Digamos que una vez me perdí en uno y no fue muy agradable — Corrió su mirada a la del hombre lobo — ¿Qué haces aquí?

El mayor avanzó unos pasos y la tomó de uno de sus hombros para apartarla a un lado y tener una conversación privada, los demás volvieron a lo suyo.

— Me llegó una carta de Dumbledore, dijo que tu madre no estaría aquí y yo, no lo sé— se encogió de hombros con una sonrisa tímida — Supongo que sabía que debía estar aquí. Para ti.

Leylah lo observo antes de lanzarse a sus brazos, siendo correspondida al instante.

— Gracias— susurró contra su pecho

— No tienes nada que agradecer, Leylah.

Se separó de él y juntos volvieron junto los demás.

Estaba escuchando cosas como las bromas de los gemelos o las historias de Remus cuando alguien toca su hombro llamando su atención

— Hola, creo que no nos hemos presentado — dijo el pelirrojo — Soy Bill Weasley, el hermano mayor

— Leylah Riddle —se presentó también

asintió — Lo sé, mis hermanos me han hablado sobre ti, en especial Charlie

lo miró intrigada y sorprendida — ¿Charlie? ¿Qué te dijo?

— Mencionó algo de que eras una muy buena hechicera — rebuscó en el bolsillo de su chaqueta, sacando una nota — Como no podía venir, me dio esto para ti

Le entregó la nota y se despidió de ella, yendo hasta donde estaba Fleur Delacour.

Sonrió al tomar la nota y casi quiso reír leerla. Decía esto:

" Suerte en la prueba, niña. No mueras"

[...]


El enorme laberinto se encontraba a las espaldas de la semidiosa, quien no se había despejado del lado de Harry en cuanto entraron al lugar.

La multitud de estudiantes, profesores y familiares se encontraba extasiada y eufórica. Un profesor dirigía la banda haciendo que esta tocara una melodía festiva.

Tomó a Potter de la mano y tiro de ella para que este quedara más cerca y así pudiera oírla a través del ajetreo. Toda la tranquilidad que había estado acumulando durante el día desapareció como si hubiera sido absorbida de repente.

— ¿Tienes la pulsera que te di al inicio de curso? — preguntó asintiendo levemente a la muñeca del chico

Asintió efusivamente — Si, no me la he sacado nunca

— Presiónala si estas en peligro — negó con la cabeza escuchando sus propias palabras— Mierda, presiónala incluso si sientes que lo estas

Harry apretó su mano tratando de calmarla

— No tienes de que preocuparte, entrenamos cada noche, lo haremos bien

— Nunca estas realmente listo para una batalla, no importa cuánto creas que lo haces — miró por encima de su hombro al laberinto

Antes de poder preguntarle a que se refería, la voz de Dumbledore los interrumpió.

— ¡Hoy en la mañana, el profesor Moody coloco la copa de los tres magos en el laberinto, solo él conoce su exacta posición! — todos tomaron asiento, callándose y escuchando con atención las palabras del director — ¡Ya que la señorita Riddle es la primera en la puntuación, será la primera en comenzar, seguida por el señor Diggory y el señor Potter! ¡Y, por último, el señor Krum y la señorita Delacour! El primero que toque la copa, será el ganador— las voces en las gradas aumentaban con cada apellido — Los profesores rondaran el perímetro y si alguno quiere retirarse antes de finalizar, deberá tirar chispas rojas con su varita — finalizó para luego girarse a los campeones y pedirles que se acercaran.

Rápidamente formaron un semicírculo a su alrededor y se quedaron en silencio esperando lo que sea que este quería decirles.

— En el laberinto no habrá dragones ni criaturas marinas, ahí enfrentaran algo mucho más desafiante, las personas estando ahí dentro se transforman — pasó su mirada por cada uno, deteniéndose en ambos Gryffindors — Si pueden, busquen la copa, pero sean cautelosos o podrían perder la razón en el trayecto.

Todos asintieron y se alejaron de él cuando les ordeno ir a su puesto. Se posicionó en su lugar y respiro hondo. Giró la cabeza para mirar a las gradas, más concretamente donde estaban los Weasley y Remus, luego giró a su costado para observar a Potter, quien le asintió.

El sonido del cañón anuncio el comienzo de la prueba.

Lo último que vio antes de que se cerrara el laberinto detrás suyo fue a Moody señalarle una dirección discretamente. Con la música y los vítores de fondo avanzó.


[...]


Tal y como lo recordaba; Odiaba los laberintos. Y más si estos eran mágicos.

La niebla era espesa y dificultaba su vista, pero, gracias a quien era su madre, todavía podía ver con claridad por donde pisaba.

Ya llevaba alrededor de unos diez minutos ahí adentro y lo único que la había atacado fueron las raíces de los mismos arbustos que se enredaban a sus pies y tiraban de ellos.

Dumbledore tenía razón al decir que las personas enloquecían, ella ya podía sentir su desesperación al creer que podía estar dando vueltas en círculos. Además del hecho de que todavía no se había cruzado a ningún campeón.

Respiro profundo antes de apuntar su varia en una de las paredes y decir el hechizo que quería.

— Reducto — las hojas volaron a su alrededor y ella cruzo por el agujero que había creado. Del otro lado era exactamente igual a todo lo que ya había visto; las paredes hechas con los arbustos, la densa niebla y las ramas sobresalidas del suelo — Jodida mierda — murmura a la nada

Una nube negra se posiciona delante de Leylah, reconociendo lo que es inmediatamente. El Boggart toma la forma de su miedo y habla.

— ¿Ya sabes de qué lado estarás? — Dijo Luke con aquellos ojos dorados que indicaban que en realidad era Cronos.

Largó un suspiro exasperado. De todas las cosas que se podía llegar a encontrar, se topaba con su mayor miedo. Levantó su varita en su dirección y recito

— ¡Riddikulus! — Luke se convirtió en un reloj y no pudo evitar soltar una risa.

Siguió caminando por varios minutos más, cuando el grito desesperado de Fleur se escuchó y resonó cerca, corriendo por donde creía que lo había escuchado se adentró más, rompiendo las paredes para llegar más rápido.

Tropezó y volvió a sentir como era jalada por las raíces, por la caída su varita había terminado a varios metros delante de ella.

Tironeo de su brazalete haciendo aparecer su daga. Cortó con ella las raíces que apretaban cada vez más su agarre hasta que estuvo libre.

Las chispas rojas se vieron en el cielo arriba de la semidiosa, por lo que supuso que la francesa se había rendido.

El sonido del movimiento del viento la alertó, como si fuera un tornado, el laberinto empezó a achicarse, atinó levantar su varita del suelo antes de tener que salir corriendo. Casi queda atrapada varias veces entre las paredes, pero estas se detuvieron unos segundos después.

Y ahí estaba.

Delante de ella, a tan solo unos metros.

La copa de los tres magos. 


Otro capitulo más, tratando de cumplir mi promesa de no desaparecer tanto. El siguiente será el capitulo que, probablemente, más ganas tenia de hacer.  

Por cierto, hice una nueva portada, la cual todavía no se si me gusta tanto coma la que estaba antes, pero espero que valga la pena el esfuerzo.

Voten y comenten si les gustó. 

¡Nos leemos pronto, cuídense!

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