Diecinueve

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Minerva.

Me extrañaba lo tranquilo que estaban, acaban de matar al pakhan y aun no han salido del territorio de la Bratva, mi padre se siente confiado por haber comprado a varios de los policías que ayudan con las rutas de distribución de drogas.

Están cenando como una familia tranquila, Andreas no me ha dejado de mirar de manera pervertida desde que llegue.

—¿Qué edad tienes? —el cerdo me pregunto y yo solo me metí un pedazo de pavlova a la boca —Te hice una pregunta linda.

—Ella tiene veintiún años señor Kavac, de hecho los cumple mañana.

—Quiero que ella me responda, supongo que los Ivanov le enseñaron modales.

—Modales —metí un trozo más del postre  mi boca, tenía antojos terribles de comida dulce— ¿por qué los desperdiciaría aquí?

Uno de los que nos servia la comida entro con la charola hacia mi, mi padre lo observo.

—¿Más dulce Minerva? Solo has comido golosinas, te hará daño.

—Tu hija es una malcriada, pero yo me encargare de educarla.

Dejaron la charola frente de mi.

—¿Sabes algo padre? Si aprendí cosas con mi esposo Ivanov —me limpie la comisura de los labios —aprendí a que merezco lo que pida, que valgo cada capricho, aprendí a no dejarme de hombres con tan pocos huevos como los tuyos  que al parecer me usas de moneda de cambio —tome la tapadera y la abrí —y sobre todo aprendí a disparar.

El arma estaba en la bandeja no les dio a reaccionar del todo, dispare al pecho al tipo y los guardias reaccionaron, el mesero sacó una pistola y disparo con precisión de sniper a cada sujeto en la sala.

—Namjoon fijo que eras bueno —el chico me regalo una sonrisa inocente que no es propia de su sangre asesina.

—Tienes una suerte de que estuviera cerca, Ivanov —cambio el cartucho de su arma —eso y que Namjoon te debiera un favor.

—Me debe la vida que te puedo decir, ¿Cómo me dijo que te llamabas?

—Dime Hobi.

—Me gusta.

Escuche que venían más guardias, Andreas se arrastraba por el suelo y mi padre nos apuntaba con su arma.

—Mi padre y el imbecil del suelo son míos, te dejo los guardias.

—¿Estas loca? —mi padre me seguía apuntando.

—¿Loca? Estoy molesta, furiosa —me rasque la sien con el arma —ya había olvidado lo que me hiciste con Jimin, el cómo me dejaste ir y no volviste a preguntar por mi.

—No podía, es la Bratva hija, me tomo tiempo conseguir ayuda.

—¿Volviendo a la mierda que me metió en esto?  

—Los Ivanov son poderosos.

—Y ellos creen que los traicione gracias a ti, aunque eso lo arreglaré con el idiota de mi esposo después.

—Piénsalo bien, no te conviene matar al hijo de los serbios.

—Por su culpa mi esposo esta herido y mis sobrinos se asustaron, esto es personal padre.

—Déjame ir entonces.

—No puedo, volverás a venderme.

—¡Soy tu padre!

Le dispare dos veces, una al hombro para tirarlo y otra a los testículos.

—No, ya no lo eres, debo pensar en mi hijo y tu representas un peligro para él.

Ante su cara de asombro dispare de nuevo ahora en la cabeza, cambie el cartucho y camine hasta Andreas, que solo miraba como caía cada uno de sus hombres ante las manos del asesino que la mafia coreana me había prestado.

—Ahora tu, debo mostrarte como se le habla a una dama y dejarle un mensaje a tu gente…

 

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