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⸂⚹៸˛⁺┊💨⚡️🌪️
▰▰▰▰▰▰▰▰
capítulo tres
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un consejo


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JADE OBSERVÓ A TODOS A SU ALREDEDOR. Al parecer todos estaban igual de perdidos que ella.

La explicación que Jay Garrick les había dado a simple vista parecía completa, pero si indagabas y analizabas más allá algunos puntos, notabas los huecos en la historia. Por ejemplo el como perdió su velocidad.

Sin embargo aquello no era lo que lograba perturbar a la morena, si no que era el hecho de que algo en la presencia del visitante de Tierra Dos no terminaba de cuadrarle a Jade. Al parecer tampoco a Barry ni a ninguno de lo presentes.

—Llevas seis meses en Central City, ¿Por qué no vino a vernos antes? —cuestionó Joe.

—Este es un mundo nuevo y diferente, detective. No sabía quienes eran —se excusó—. Tardé ese tiempo en darme cuenta.

—Y sabes nuestros nombres porque estuviste siguiéndonos —señaló Iris cruzada de brazos.

Jade formó media sonrisa en sus labios. Lo cierto era que su prima siempre había tenido aquel aire dominante y temerario.

—Mira, sé como suena —aseguró Garrick—. La existencia de otra tierra, tú, otro Flash.

Barry se encogió de hombros con sus brazos cruzados y negó.

—Para mi también fue un shock inesperado. Ojalá pudiera hacer algo para convencerlos.

—Hay algo —pronunció Allen acercándose lentamente hasta Garrick quién se encontraba situado al otro del panel de control—. Le haremos algunos exámenes. Para saber si nos dices la verdad —apoyó sus manos en la baranda que rodeaba el panel—. Porque si no, este tal Zoom no será tu único enemigo.

Jade alzó sus cejas con sorpresa. Inevitablemente se preguntaba en que momento el tierno Barry Allen que ella había conocido pasó a tener tal personalidad y determinación —cualidades que en definitiva le hacían ver sumamente atractivo a su parecer—. Aunque no tardó en recordar una de las tantas conversaciones que tuvo con el castaño a lo largo de la noche.

Barry le explicó toda la situación del último año. Él convirtiéndose en Flash, la situación con Reverse Flash y como este fue el asesino de su madre. Como Thawne pasó los últimos quince años estudiándole y orquestando un plan para poder volver a su siglo, en el futuro. Oh, y como este famoso velocista malvado terminó siendo Harrison Wells, bueno Eobard Thawne tomando el cuerpo de Harrison Wells, quien era el más grande ídolo del castaño.

—¿Es posible una brecha a otro mundo? —cuestionó Iris, observando como Caitlin le hacía un par de exámenes a Garrick en la enfermería—. No, ¿Verdad?

—Bueno, los científicos han teorizado muchas veces respecto a tierras paralelas, pero nunca se ha podido comprobar la existencia de estas —comentó Jade.

—¿Es qué acaso tenemos una nueva nerd entre nosotros? —cuestionó Cisco observándole con una sonrisa.

Jade dejó escapar una pequeña risa. No lo iba a negar, sí era medio nerd.

—La teoría de los mundos múltiples propuso que era plausible la interacción con mundos paralelos —explicó el profesor Stein—. Ahora, si lo que dice el señor Garrick es cierto, la teoría se probó antes de lo que esperábamos.

—No tiene lógica —murmuró Barry.

—Seré sincero. No entiendo de que demonios están hablando —hizo saber Joe.

—Algo me dice que con él siempre es así —comentó Jade deteniéndose a un lado de Barry.

Él asintió dándole una sonrisa ligeramente divertida.

—Jay dice qué es de un mundo espejo, o un universo paralelo que es muy parecido al nuestro —pronunció Cisco explicando en palabras más simples todo lo dicho para que Joe comprendiera de lo que hablaban.

—Multiverso sería una mejor descripción —señaló Stein.

—No. No me ayuda —negó Joe.

Jade dejó escapar una risita mientras que todos los demás parecían un tanto frustrados con la situación. Al parecer, a pesar de ser algo usual aún no se acostumbraban a ello.

El profesor Stein movió una de las pizarras móviles frente a ellos y tomó un marcador.

—Bien, veamos si esto ayuda.

En la mitad de la pizarra dibujo un desprolijo círculo.

—Esta es nuestra tierra —indicó—. Llamémosla Tierra Uno —hizo un nuevo círculo en ubicación paralela al primero—. Y esta es la segunda tierra. Llamémosla Tierra Dos. Qué es de dónde Jay dice venir.

Alrededor de ambos círculos de tamaño considerable comenzó a trazar círculos más pequeños, esparcidos por todos lados.

—Y estas son otras tierras. Tres, cuatro, cinco, infinitas... Todas ellas son idénticas a la nuestra...

—Y coexisten al mismo tiempo —agregó Jade.

El profesor Stein le apuntó dándole la razón.

—Por ejemplo, el Joe West de la Tierra Dos. Su doble —indicó—. Podría no ser detective. Pero podría ser ganador de un Premio Nobel de física.

Iris hizo un gesto con su rostro, demostrando una clase de sorpresa divertida, y es que no podía imaginarse a su padre en tal rubro con la clase de carácter e ideales que tenía.

     —Y tú, Barry Allen. Aquí eres Flash, pero allí podría ser... un electricista —señaló Stein.

     —Eso sería interesante de ver —admitió la mayor de las hermanas Miller.

     —Asumo que las personas en las otras tierras trabajan para pagar sus cuentas, ¿No?

     —Eso imagino.

     —Entonces tenemos eso en común —declaró el detective—. Volveré a la comisaría. Llámenme cuando esto tenga más sentido.

     —Dudo que eso ocurra —murmuró Jade.

     —Aún intento entender eso de los viajes del tiempo —justificó Joe, observando a su sobrina.

Todos se despidieron de él con un gesto y sonrisas divertidas.

     —Sigue habiendo un problema —comentó Stein—. Si el Sr. Garrick dice la verdad, hay una brecha en Central City que debemos encontrar, y cerrar para siempre.

     —Sí, pero ¿Cómo la encontramos? —cuestionó Cisco—. No sabemos que buscar.

     —Bueno, yo sugiero que unamos nuestras mentes y encontremos la solución —propuso el profesor—. No literalmente, por supuesto. Esa época quedó atrás.

Jade comprendió que con ello se refería a su antigua unión con Ronnie, quién era el prometido/esposo de Caitlin.

El profesor y Cisco salieron del cortex, y justo en aquel instante Caitlin volvía a ingresar saliendo de la enfermería montada a un lado.

     —¿Qué encontraste? —cuestionó Iris.

     —La frecuencia cardiaca de Jay es muy baja, y tiene capacidad regenerativa —comentó—. Más allá de eso, no veo evidencias de speed force en su sistema.

     —¿No podemos probar qué sea un velocista ni su procedencia? —cuestionó Barry.

     —No necesariamente —mencionó Caitlin.

     —¿Qué quieres decir con eso? —cuestionaron Jade y Barry a la vez.

     —Bueno, Jay no lo sabe, pero mientras le examinaba el corazón, la presión y sus respuestas motoras, también medí sus reacciones involuntarias mientras hablábamos —explicó la doctora.

     —¿Lo sometiste a un detector de mentiras? —cuestionó una incrédula Iris.

     —Y lo aprobó —expuso Caitlin.

Jade mordió su labio inferior y dió una mirada a la enfermería en dónde el supuesto Jay Garrick se encontraba sentado sobre la camilla dándoles la espalda.

     —Me voy a adjudicar el derecho de opinar... —habló llamando la atención de los tres restantes en la habitación—. Pero hay algo en él que no me termina de cuadrar.

Tras unos segundos en silencio Barry asintió, apoyando sus palabras.

Tal vez se debía a lo ocurrido con Thawne meses atrás, pero realmente sentía algo fuera de lugar en aquel hombre que procuraba querer ayudarles.

     —¿Qué pasa si no es un buen tipo y quiere descubrir nuestras debilidades? —inquirió Barry—. Sigue con las pruebas. Veamos qué puedes descubrir.

Caitlin asintió, aceptando aquello, y volvió a encaminarse a la enfermería.

     —¿Qué piensas hacer? —cuestionó Jade, observando al velocista.

Él suspiró y sobó su frente, como si aquello fuera a esclarecer la cantidad absurda de pensamientos y teorías que corrían por su mente en esos momentos.

—Ahora mismo, no es seguro que esté aquí —mencionó—. No sabemos mucho más de él, y aún menos, no sabemos si dice la verdad...

—¿Así qué...? —preguntó Iris.

—Mientras Caitlin descubra otro tipo de exámenes para hacerle, se quedará en la celda.

Las cejas de Jade se dispararon hacía arriba. Se preguntaba si realmente escuchó bien y Barry había dicho la palabra "Celda".

—¿Dijiste celda? —cuestionó viéndose incapaz de quedarse con la duda.

El velocista suspiró y le dió media sonrisa.

—Créeme que cuando te dije que habían sido tiempos de locura, realmente lo eran. Necesitábamos un lugar dónde mantener a los meta-humanos que capturamos hasta que Iron Heights estuviera habilitado para tenerles allí.

—No soy nadie para juzgar —alzó sus manos con una sonrisa en los labios.

Barry rió ante ello.

Iris frunció el ceño observándoles. No comprendía si estaba viendo cosas dónde no las había o aquellos dos estaban coqueteando indirectamente frente a ella.

No quería malinterpretarse. Adoraba la pareja que solían hacer Jade y Barry, pero como todo en la vida aquello venía con un contra. Eran su mejor amigo y su prima. Si se peleaban e intentaban buscar quien tenía la razón en algo, armaban bandos, y la reportera siempre quedaba en medio de las discusiones, las cuáles en aquellos tiempos fueron escasas... pero ahora eran adultos. Adultos con problemas más grandes que los de una persona normal.

Solo imploraba que si volvían no la metieran en sus discusiones. Aunque escapar al ver que una de ellas se avecinaba siempre era una buena opción.





| ϟ |





HABÍAN INTENTADO HABLAR. BUENO, NO LO HICIERON, pero no era culpa de ellos que cada momento que fueran a intentar tocar el tema, por una u otra razón eran interrumpidos.

Así que luego de un día simplemente hicieron un pacto silencioso, el cuál consistía en dejar en el olvido aquella noche. Bueno, por lo menos Jade hizo aquel pacto.

Luego de ese último momento por los laboratorios, Jade no había vuelto a pasar por el lugar. No era de ayuda, y es que aquel lugar estaba lleno de científicos, y un héroe. Ella era solo una astrofísica egresada sin empleo y con poderes que no sabía manejar.

Por lo qué, en aquel momento se encontraba en casa de su madre junto a Sophie. La menor se encontraba estudiando para un examen en la sala mientras que Jade estaba metida en la cocina preparando la cena.

Su madre había tenido que irse de viaje por unos cuantos días debido al trabajo. Y aparentemente la llegada de Jade calzó como anillo al dedo. Por aquella razón la mayor se encontraba en la cocina, y es que planeaba aprovechar cada segundo y así poder mimar a su hermana menor.

Escurrió el agua de las pastas con un colador. Dió unos pasos hasta llegar a la encimera encendida, y con un cucharón revolvió la salsa llena de especias y queso.

Una vez estuvo todo listo, sirvió una porción en un plato, y lo dejó en la mesa del comedor. Sophie no tardó en llegar dejando sus apuntes a un lado.

—¿No vas a comer? —cuestionó la menor.

—No.

—¿Y eso?

—No tengo hambre —se encogió de hombros.

Por más que lo intentaron no pudieron evitar sumirse en el silencio. A pesar de todo, a pesar de ser hermanas y a pesar de haber perdonado todo, no podían borrar el hecho de que Jade se marchó por siete años. Las cosas ya no eran las mismas. Sophie ya no era la misma y Jade podía notarlo.

Su hermana ya no era aquella niña que adoraba tomar clases de danza y gimnasia, ni mucho menos era aquella chiquilla que soñaba con ser bailarina. Ahora era una adulta, y estaba metida por el camino de la ciencia.

No podía borrar el hecho de que se perdió los bailes escolares de Soph. Al igual que se perdió la primera vez que salió con un chico. Sus graduaciones. Su primer día de universidad. Se perdió tantos momentos importantes. Por más que lo odiara debía admitir que ya no sabía quién era su hermana. No a profundidad por lo menos.

—¿Has hablado con papá? —cuestionó Sophie, sacando a Jade de los pensamientos que embargaban su mente.

La mayor dejó escapar un suspiro ante la pregunta.

—No —negó—. ¿Qué hay de ti?

Sophie se encogió de hombros.

—Solo llama para mi cumpleaños, o bueno, luego de este porque nunca recuerda la fecha y mamá le llama para regañarle —comentó mientras pinchaba la pasta con forma de espirales con ayuda del tenedor—. Es un idiota.

Jade dejó escapar una risa.

—Sí, lo es.

—Nunca nos mereció.

—No, no lo hizo. Por suerte tuvimos una gran madre.

Sophie sonrió.

—Sí, la mejor de todas.

—Cuando mamá salía de viaje, ¿Con quién te quedabas? —cuestionó Jade.

—Normalmente evitaba salir de viaje, pero cuando lo hacía me quedaba con el tío Joe. A veces Iris o Barry se quedaban conmigo aquí en casa.

Jade guardó silencio.

—Lo siento, Soph.

La menor negó.

—Deja de disculparte. Te dije que todo está olvidado.

—Es que no lo está —señaló Jade con frustración—. Te abandoné y tardé siete años en volver. Eras solo una niña.

—Tú igual lo eras. Fuiste manipulada por papá, Jade. No es tú culpa.

—Tal vez sí lo es —se encogió de hombros—. Lo siento.

Soph blanqueó su mirada.

—¿Si te golpeo te sentirás mejor? —cuestionó.

—Tal vez.

La menor tomó su servilleta y con ella formó una bolita y se la lanzó a su hermana, dándole en la frente.

—Auch —se quejó.

—Ya está, ¿Te sientes mejor? —inquirió con media sonrisa.

Jade dejó escapar una carcajada y asintió.

—Por ahora.

En aquel instante el celular dentro del bolsillo trasero de su jean comenzó a sonar, indicando una llamada entrante.

—Uh, debo responder. Ya vuelvo —le indicó a su hermana.

Se puso de pie y se alejó caminando hasta la puerta principal mientras sacaba el celular de su bolsillo.

—¿Sí?

—Hey —saludó el velocista al otro lado de la línea.

—Barry, ¿Ocurre algo? —cuestionó.

Siete años no eran suficiente tiempo para olvidar cada uno de los comportamientos y tonos de voz que utilizaba involuntariamente el forense.

Sin dudas, habían cosas que no cambiaban e incluso por pequeñas que fueran ella nunca las pudo olvidar.

—No... bueno sí —admitió—. Una oficial que conozco fue secuestrada por un meta-humano que se convierte en arena.

La morena se tildó un poco al procesar aquellas palabras. Aún no se acostumbraba a que ese tipo de cosas fueran reales.

—Oh... ¿Ya pudieron encontrarla? —preguntó apoyándose en una de las barandas que rodeaban el porche.

—No, aún no hay nada —él suspiró—. Idearon como detenerlo, pero es algo con lo que nunca he tratado.

—¿Qué es?

—Debo lanzar un rayo —murmuró por lo bajo—. Ya que la electricidad en contacto con la arena...

—Da por resultado cristal —murmuró comprendiendo—. Es una buena idea —afirmó.

—Lo sé, pero nunca he lanzado un rayo —explicó—. Jay ha estado enseñándome, pero no logro dar con el blanco.

—Te estás acelerando mucho —dió por hecho.

—Claro que me estoy acelerando, debemos encontrarla antes de que sea tarde —protestó con suavidad.

Se encontraba muy frustrado con lo que estaba sucediendo, y es que ya estaba lidiando con cosas, pero como siempre nuevos sucesos tenían que llegar a recaer, aumentando el peso sobre sus hombros.

—Lo sé, Barr. Pero aún no tienen la localización de dónde se encuentran, por lo que acelerándote no lograrás nada —comentó con tranquilidad—. Es como... cuando hacías tus proyectos de ciencia. Te gustaba entender completamente lo que harías y vivir la forma en que lo hacías ¿No? Es lo mismo ahora.

—No sabía que aún recordabas esas cosas —murmuró Barry, impresionado.

—Eras un nerd muy adorable. Claramente eso no lo iba a olvidar con facilidad —bromeó ella.

—Vaya, gracias —la ironía y la diversión fueron tan palpables en su voz que lograron sacarle una suave carcajada a la morena.

—De nada —se tomó unos segundos antes de volver a hablar—. El punto Barry es que debes vivir el momento, la acción. Deja fluir todo. Concéntrate en lo que quieres lograr. Sé parte de la acción que ejecutas, no te hagas a un lado y esperes que se dé por si solo.

El velocista guardó silencio por unos segundos, tomándose unos momentos para procesar lo dicho por Jade. Cada palabra le hizo sentido. Y si era honesto la llamada no se debió en busca de un consejo, simplemente quería escuchar su voz.

—Es un buen consejo, ¿Sabes? —mencionó finalmente—. Deberías aplicarlo en ti.

—No estamos hablando de mí.

—Pues deberíamos. Te dije que te iba a ayudar y hasta ahora no lo he hecho.

Jade sonrió.

—Eres un héroe Barry, claramente tus tiempos están delimitados. Y lo comprendo. Además mi situación no es tan urgente.

—En cuanto termine con esto prometo comenzar a buscar la forma de ayudarte —prometió.

—Tómate tu tiempo.

—Tomarse un tiempo es ir lento, y yo soy Flash.

—Debe ser cansador —comentó Jade sonriendo.

—¿El qué?

—Cargar con un ego como el tuyo.

Barry blanqueó su mirada, pero no pudo evitar terminar riendo junto a ella.

—Gracias —le agradeció tomando desprevenida a la morena.

—¿Por qué? —cuestionó confundida.

—No lo sé —se encogió de hombros a pesar de que ella no lo podía ver—. Por ser tú solamente, supongo.

—¿Me estás agradeciendo por ser yo? —inquirió incrédula.

—Es que siendo tu misma siempre me ayudas.

Jade sonrió.

—¿Ya nos estamos poniendo románticos, Allen? —bromeó.

—Auch, ¿Allen? ¿Acaso hice algo mal?

—Mmm, tal vez —asintió aún así el no pudiera verle.

—Bueno, debo irme. Pero pensaré en que fue lo que hice mal —bromeó de vuelta.

—Está bien —rió cortamente antes de soltar un suspiro—. Ten cuidado, por favor.

—Soy Flash, ¿Recuerdas?

—Ser Flash no a impedido que te patearan el trasero en otras ocasiones.

—Golpe bajo. Pero es cierto. Tendré cuidado —prometió.

—Bien. Si sobrevives tal vez puedas pasarte más tarde por aquí y comer pasta antes de que Soph se la acabe toda.

—Entonces me apresuraré para llegar a tiempo.

Ambos rieron.

—Adiós, Barry.

—Adiós, Jade.

La morena suspiró y observó la pantalla de su celular en dónde indicaba que la llamada había sido finalizada.

Guardó el celular en el bolsillo de su pantalón y se volteó para volver a ingresar al hogar.

—¿Cuándo y a qué hora es la boda?

Jade soltó una maldición por lo bajo y llevó una de sus manos a su pecho, intentando tranquilizarse tras aquel susto que su hermana menor le había dado.

—¿No tenías que estudiar para un examen?

—Cierto.





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MÁS TARDE JADE SE HABÍA DESCANTADO por tomar un ducha, y tras eso bajó hasta la sala, en donde se dejó caer sobre el sofá.

Encendió la televisión y buscó en la programación de algo que fuera de su interés. Aún así, ni siquiera parecía prestar atención a lo que fuera que pasaran en la televisión. Su mirada estaba ligeramente fruncida en dirección a esta, como si intentara comprender lo que sucedía allí, pero no prestaba una real atención.

Se sentía rara. Y eso era extraño teniendo en cuenta que siempre se sentía de tal forma. Pero esta vez era distinto. Se trataba de un raro bueno. Y tras un par de minutos dándole vueltas al asunto, supuso que era un efecto colateral de aún estar adaptándose a la calidez de estar en un lugar en dónde se sentía cómoda, recibida y querida.

Se abrazó a sus rodillas, apoyó su mentón sobre estas y dejó escapar un suspiro, esta vez decidida a realmente poner atención a lo que la programación mostraba. Pero su relajó duro poco, ya que el sonido del timbre alertó sus sentidos, desorientándola de la tarea en curso. Se colocó de pie, descalza, sintiendo el frío de la madera contrastar en la planta de sus pies. Su mano rodeó el pomo de la puerta, y giró de esta, tirando de esta hacía adentro la puerta se abrió.

No le sorprendió mucho ver a la persona responsable de irrumpir su comodidad en el sofá, por lo que, una sonrisa brotó en sus labios, la cual inmediatamente fue correspondida com creces por el castaño alto frente a ella.

—Pensé que no vendrías —comentó Jade, con una sonrisa, haciéndose a un lado para darle paso.

—¿Y perderme la oportunidad de comer una vez más de tus deliciosas pastas? —cuestionó, aún sonriente—. No me lo perdería por nada del mundo.

Jade rió suavemente, y tras darle un asentimiento de cabeza le invitó a seguir sus pasos. Ambos se adentraron en la cocina, y la conversación rápidamente comenzó a fluir mientras la morena calentaba de las pastas y la salsa. Barry estaba apoyado sobre el mesón con una sonrisa aún adornado en sus labios, mientras observaba a Jade moverse por la cocina con gracia.

—¿Dónde está Sophie? —cuestionó de repente.

—Me estaba preguntando cuándo preguntarías por ella —confesó sonriente—. Está en su habitación. Estuvo estudiando en la sala por la tarde, y luego de cenar subió. Puedes ir a verla si quieres.

—Sí subo, lo único que hará será meterse conmigo —blanqueó su mirada con gracia—. Así que paso.

Jade rió.

—Es muy pesada cuando quiere —agregó ella—. Hace un rato cuando llamaste, se acercó de chismosa y comenzó a meterse conmigo.

     —¿Con qué?

     La morena le dió una clase de mirada misteriosa mientras le ponía el plato de comida en frente.

     —Eso es clasificado, Bartholomew.

     —Vaya. Allen y Bartholomew. Dos veces en un día —mencionó con media sonrisa mientras enroscaba la pasta con ayuda de la pieza de servicio en su mano.

     —Bueno, ese es tú nombre, ¿no? —cuestionó ella—. Pero si quieres te llamo Henry.

Barry frunció su ceño y entrecerró sus párpados, observándole con desafío, algo que ella imitó, solo que con una sonrisa en sus labios.

—No lo harás.

—No me tientes, Barry.

—Hablas de que Sophie es una pesada cuando claramente lo sacó de ti —protestó.

—Y de seguro ese debe molestarte muchísimo —le observó con un puchero.

Barry se limitó a negar, escondiendo la sonrisa que danzaba por sus labios llenando su boca con pasta.

Más tarde, ambos se dejaron caer en el sofá, con la televisión encendida, mientras guardaban silencio. Sus respiraciones se habían sincronizado, y sus pechos subían y bajaban al mismo tiempo.

El entorno no se percibía incómodo, pero ambos sentían que de alguna forma debían llenar de este.

—Bueno, supongo que ella está bien —mencionó Jade.

—¿Quién? —cuestionó Barry, confundido.

—La oficial que debías rescatar —señaló Jade, divertida.

—Oh, sí. Ella está bien —asintió, a modo de respuesta—. Gracias.

     —¿Por qué? —preguntó, sin comprender el porque parecía estar agradeciéndole algo. Ella no recordaba haber hecho absolutamente nada.

—Porque tú consejo me sirvió muchísimo —se encogió de hombros—. Hablar contigo me sirvió, como siempre.

Jade guardó silencio unos segundos, y una sonrisa pequeña, suave y risueña apareció en su rostro.

—No fue nada del otro mundo.

—Es que...

—No fue nada del otro mundo.

—No entiendo porque te quitas crédito —se volteó hasta ella.

—Porque no quiero tomar crédito por simplemente haber ayudado a alguien que me importa —se encogió de hombros—. Porque debería de darme más importancia de la que debo.

Barry la observó en silencio. Aún no podía creer que Jade tomara tan poca importancia a lo que su presencia y palabras podían aportar. Y no lo decía de una forma en que se estuviera haciendo menos a si misma, si no de una forma sencilla.

Ella era diferente. Siempre lo había sido.

—¿Qué? —cuestionó.

—Eres increíble —negó.

—¿Gracias?

Barry rió con suavidad. Sus hombros se mecieron y sus dientes quedaron visibles por la forma en que sus labios se curvaron hacia arriba. Y aquel sonido saliendo de sus labios... oh, ese sonido. Jade amaba el sonido de su risa, sobretodo cuando reía tan dócilmente, sin el peso del mundo o el dolor sobre sus hombros. Adoraba la forma en que la risa de Barry parecía iluminar todo a su alrededor.

—¿Qué? —preguntó él, una vez recayó en la forma en que ella le observaba.

     —Nada —se encogió de hombros, balanceándose ligeramente hacía adelante—. Solo me gusta escucharte reír. Lo extrañaba.

     Ante las palabras de la morena, Barry sintió el calor subir por su cuerpo, posándose en sus mejillas como una explosión de colores rojos. Desvió su mirada un momento, avergonzado, y con eso pudo escuchar la suave risa de la morena como un suave canto acariciar sus oídos.

     Sin dudas, estar en la vida del otro era algo que habían extrañado por mucho tiempo, incluso si en su momento no le tomaron la importancia necesaria.













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HOLASS!!

ya sé que hace un par de
días debí haber actualizado
pero se me había olvidado y
debía hacerle unos arreglos
al capítulo para que quedara
más completo y largo, perdón
😔

¡de todas formas, espero que les
haya gustado este capítulo!!!

¡no se olviden de votar y comentar!


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© 2O23 | PRFCTGUSTIN

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publicado: 09/07/2023
editado: 00/00/0000

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