009. heroes rise up

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꒷꒥ 𝗟𝗜𝗚𝗛𝗧𝗡𝗜𝗡𝗚 𝗦𝗧𝗢𝗥𝗠 ꒥꒷


⸂⚹៸˛⁺┊💨⚡️🌪️
▰▰▰▰▰▰▰▰
capítulo nueve
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los héroes se levantan


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LOS DÍAS NO ESTABAN SIENDO LOS MEJORES, Y LAS COSAS NO PARECÍAN MEJORAR. Así era todo desde la perspectiva de Barry Allen al menos. Y es que decir que cargaba con frustraciones y decepciones respecto a si mismo era poco, porque lo cierto era que se sentía como la mierda.

     Sí, así de específico.

     Pero ahí se encontraba, una semana luego de lo ocurrido con Zoom, dando pequeños pasitos de bebé en su intento de rehabilitación. Aquella que llevaba la semana cumpliendo rigurosamente bajo la mirada de todo su equipo.

     Durante esa semana, Jade no se había despegado de él por más de tres horas. Según Barry tenía entendido, Jade había pedido un permiso tras hablar con su jefe, en dónde le explicó que su novio —o sea él— había sufrido un accidente y necesitaba de alguien para cuidarle. Aparentemente no hubo muchos problemas con ello, y por suerte su novia seguía conservando su trabajo.

     En esa semana la morena intentó de todo para distraer a Barry mientras él se encontraba en cama. Eso sí, era sumamente estricta y rigurosa con la cantidad de esfuerzo o movimientos que el castaño podía ejercer al día. De una u otra forma Jade estaba sobre protegiendo a Barry, y si bien Barry amaba pasar tiempo con Jade, estaba comenzando a agobiarle lo estricta que podía ser.

     Que más daba si le pedía un beso. Estaba seguro de que no se iba a morir por besarla.

De todas formas tenía la ligera sospecha de que el actuar de Jade estaba bastante impulsado por la forma en que se sentía. Podía ver como por segundos la mirada de la morena se perdía, siendo claro para él la forma en que se recriminaba algo que Barry no comprendía. Y es que ella no tenía la culpa de nada.

     En aquel momento el velocista podía sentir sus músculos entumidos, y sus huesos tensos, lo que volvía más complicada su capacidad de movilizarse, y por aquella razón iba dando pasos con apoyo de un bastón, mientras que Joe y Jade le seguían los pasos en caso de tener que intervenir de ser necesario.

     —Tú puedes, Barry —le animó Jade con voz suave.

     —Estamos justo aquí —le recordó Joe, recibiendo el bastón que Barry le tendía.

     La morena observó con atención los pasos que Barry daba por si mismo, por lo que en el momento en que vió como la rodilla derecha de su novio se doblaba de golpe, se apresuró a pasarle un brazo por la espalda para darle estabilidad.

—No puedo hacerlo —se quejó.

—Sí puedes, Barr —le rectificó Joe.

Jade la ayudó a avanzar el resto de pasos que quedaban por avanzar y entonces le ayudó a sentarse en la silla de ruedas que llevaba ocupando por aquellos días.

—Estás progresando mucho —agregó Joe.

—Sí, seis pasos enteros. Denme el premio de consuelo —ironizó con cansancio.

—Barry... —murmuró Jade con una pequeña mueca en el rostro, mientras el corazón se le oprimía en el pecho—. No digas eso. Esto es un gran avance.

—Date algo de crédito. Te acabas de romper la columna —le recordó Cisco.

—Sí, cualquier persona normal estaría paralizada de por vida —agregó Melina.

El velocista dejó escapar un suspiro y tomó la mano de Jade entre la suya, sintiendo como un gratificante calor le abrazaba la extremidad expandiéndose por todo su cuerpo.

—¿Cuánto tomará curarme por completo? —cuestionó.

—La resonancia de hace una semana mostró una total dislocación de la T12 a la L1 en la unión dorsolumbar —indicó Caitlin, enseñando la resonancia en las pantallas del cortex—. Pero esta es la resonancia de esta mañana —una nueva imagen apareció a un lado de la anterior—. Es notable. Estás casi curado.

Barry inspiró aire, y una mueca apareció en sus labios mientras llevaba levemente su mano libre hasta su pecho.

—Aún me cuesta respirar —hizo saber.

—Es normal en lesiones de columna. Eso debería desaparecer pronto.

El velocista desvió su mirada al maniquí frente a él, y le observó en silencio. Se sentía extraño. Ya no se sentía suficiente para llenar los zapatos de ser Flash. No, ahora sentía que ni Barry Allen, ni Flash eran suficientes para llenar los zapatos de ser el guardián de Central City o si quiera para llenarse como persona. Zoom había destrozado sin piedad alguna todo aquello que le ayudaba a sentirse completo. Todo aquello que le hacía ser sí mismo.

Jade le observó con una leve mueca en sus labios. Una punzada entumeció por un segundo su corazón, al reconocer aquella mirada en Barry. Recordaba perfectamente haber conocido esa mirada un día en el que Barry discutió con Joe respecto a la situación de su padre, en un nuevo intento de convencerle de que el mayor de los Allen era inocente. Claro que Joe no le creyó. Y cuando Jade pudo ver a Barry tras eso notó aquel decaimiento en su ojos en dónde expresaba la decepción y lo insuficiente que se sentía por no lograr ayudar a su padre.

Ahora era lo mismo, solo que con la perspectiva y situación ligeramente distorsionada en otra dirección. Y de todas formas le sentaba horrible. No podía evitar pensar en que si tal vez ella hubiera actuado antes, Barry no estaría en la posición actual.

Obligándose a formar una sonrisa en su rostro dió un suave apretón en la mano de Barry, seguido de una caricia en el dorso de esta con ayuda de su pulgar.

—Vas a volver a usar ese traje, Barr —prometió.

—Y será más pronto de lo que crees —agregó Sophie apoyando las palabras de su hermana.

—Solo confía —contribuyó Iris.

Sin embargo, parecía ser que eso no era algo de lo que Barry disfrutara hablar o siquiera escuchar, y Jade quien era la única que podía observarle más directamente lo notó. Ante eso Jade sintió como de un segundo a otro la mirada de Barry se tornó gélida.

—¿Qué haremos respecto a Zoom? —cuestionó el forense.

—No hay señales de él desde que Cisco y Jade lo atacaron —le informó Joe—. Aunque es comprensible —agregó en un bajo murmullo.

Aquel comentario pareció romper la burbuja en que se encontraba sumido Barry, quien le dió una rápida mirada a su novia para luego darle una vuelta a su silla hasta poder observar a todos, pero sobretodo a Cisco.

—¿Qué?

—Ni siquiera lo he vibrado —hizo saber Cisco, ignorando la pregunta de su mejor amigo.

—Tal vez Zoom no vuelva —propuso Melina encogiéndose de hombros.

—Lo dudo mucho —Wells entrando al cortex llamó la atención de todos—. Por eso haré algo al respecto.

—¿Qué quieres decir con hacer algo al respecto? —inquirió Caitlin, cautelosa.

—Necesito acceder a la brecha y al cañón de velocidad.

—¿Por qué? —preguntó Barry, sin entender que era aquello a lo que quería llegar Wells.

—Porque sí, Barry.

—Quieres irte —comprendió Jade.

—Es hora de ir a casa —afirmó Wells.

     Todos se mantuvieron en silencio durante unos segundos, procesando lo dicho por Wells.

—Así que vienes a nuestra Tierra a arruinarlo todo y ahora quiere irse a casa —expuso Joe, con ironía—. Suena muy familiar.

     Cisco alzó su brazo, apoyando las palabras de Joe, las cuáles hacían una clara referencia a Eobard Thawne.

—Otra vez, ese no era yo —repitió Wells con molestia—. Debo encargarme de Zoom de una vez por todas antes de que mate a alguien más.

—¿Cómo planeas hacer eso? —cuestionó Barry, con voz suave y floja.

—Pensaré en algo —determinó Wells—. Ramón, llévame al cañón.

—No, no —le negó Caitlin—. No puede usar la brecha.

—Sí. Él puede —aclaró Cisco—. Jay nos enseñó a enviar gente.

—No es eso lo que quiero decir —señaló la doctora—. Si puede averiguar cómo detener a Zoom en su Tierra, puede averiguar cómo hacerlo aquí. Necesitamos que se quede hasta vencer a Zoom, Doctor Wells.

—Lo que yo necesito, Doctora Snow, es volver a casa. Y eso haré. Con o sin su ayuda —recalcó Wells, para luego salir del cortex.

—¿Qué haces? —le cuestionó Cisco acercándose—. Si Harry se quiere ir, adiós.

—Mira, te guste o no, Cisco, necesitamos su ayuda.

—No estoy seguro de que necesitemos otro plan de Wells —comentó Joe.

—Sí —apoyó Iris cruzándose de brazos—. Su última idea brillante casi mata a Barry.

—Lo sé —aseguró Caitlin—. Pero Jay se fue y Wells conoce a Zoom mejor que nadie. Así que hasta que Barry se recupere necesitamos tener a Wells en caso de que Zoom vuelva.

—O podríamos descubrir el potencial de Jade y entrenarla —propuso Cisco con emoción ante la idea de su propia mención—. Digo, la paliza que le dió a Zoom fue... ufff... hasta a mi me doli...

Las palabras de Cisco murieron al ver la forma en que Jade le observaba, negando con efusividad. Sin embargo, ya era tarde porque Barry ya había escuchado cada palabra que salió de los labios del latino, justo como hicieron el resto de los presentes.

     La mencionada dió un salto en su lugar al sentir la repentina presión que Barry hacía en su mano. No necesitó mucho para saber que su novio no estaba de acuerdo con lo propuesto por su mejor amigo, pero aún así tenía dudas por lo otro mencionado. Claramente no estaba enterado de lo que había sucedido cuando Zoom casi le quitó la vida.

—Tengo muchas dudas respecto a lo que sucedió —pronunció—. Pero me niego a exponer a Jade de esa forma —negó rotundamente.

     El latino alzó sus cejas y brazos a modo de disculpa y rendición.

—Creo que eso es algo que yo debo decidir —comentó Jade frunciendo su ceño.

     Barry le dió una mirada frunciendo el ceño a su par. Claramente no estaba muy de acuerdo con las palabras de su novia a pesar de saber que era cierto.

—No me mires así, sabes que es cierto —ella se defendió.

—Incluso si Jade aceptara no tendríamos tiempo suficiente para estudiarla y prepararla —expuso Caitlin—. Aún no puedo permitir que Wells se vaya.

     Y tras decir esas palabras, Caitlin se fue por el mismo camino que Wells. Segundos más tarde, rompiendo el silencio que se formó en el lugar, una alarma comenzó a resonar por el cortex, alterando a todos.

—¡Mierda! ¡Ataque de meta-humano! —exclamó Cisco, corriendo al panel de control con preocupación por la alerta de datos—. No. No. Me equivoqué —informó aliviado segundos más tarde, apagando la alarma—. Es solo una alarma para mí.

     Sophie e Iris intercambiaron una mirada curiosas.

—¿Alarma para qué? —cuestionó Sophie con interés.

—Oh, es solo un recordatorio. Tengo una cita en una hora, así que...

—¿Con quién? —preguntó Iris, tras intercambiar una mirada con Barry y Jade.

—Con la bella Kendra Saunders, la barista de Jitters. Prepara un café de muerte —hizo saber.

—Voy a fingir que eso no me dolió —murmuró Jade, con dramatismo.

—A mí me gusta tú café —le hizo saber su novio con una sonrisa.

     Jade se inclinó hacia abajo y besó su mejilla sonoramente, encantada con la boba mención y opinión.

—Creo que iremos a cenar y al cine —comentó Cisco—. Y no lo sé, tal vez luego a desayunar.

     Joe dejó escapar una carcajada, mientras que Melina a su lado blanqueaba la mirada. Iris y Sophie intercambiaron una mirada sorprendida mientras asentían con lentitud. Barry le observó extrañado y Jade a su lado hizo una mueca de asco.

—Espera, ¿Desayuno? —cuestionó Barry—. ¿Por qué desayuno? No entiendo...

     Todos en la habitación observaron a Cisco, en espera de su respuesta. Jade por su parte intentaba retener la carcajada que quería escapar de sus labios al ver a Barry actuar tan inocente. Como si ellos nunca hubiera pasado por la parte del desayuno.

—Bueno, porque... —Cisco sonrió nervioso—. Ya sabes, vas a casa...

—Cisco, te está tomando el pelo —le hizo saber Joe.

     El latino dejó escapar una pequeña risa, la cuál se esfumó una vez se puso serio.

—Eres el peor.

—No puedo creer que vayas a salir con alguien y solo pienses en llevártela a tú cama —negó Jade.

—Lo dices como si tú primera cita con Barry no hubiera terminado así —se defendió Cisco.

—Teníamos dieciséis años, puerco —acusó.

—¡Me refiero a ahora!

—Ah... no, no terminó así porque lo hicimos antes de comenzar a salir —dijo con una sonrisa de burla.

Barry se dió un golpe en la frente con sus mejillas sonrojándose fuertemente. Todos en la habitación rieron por el comentario de Jade, creyendo que se trataba de una broma con el motivo de meterse con Cisco, sin saber que cada palabra era cierta.

Luego de eso, poco a poco la habitación comenzó a vaciarse, dejando solo a Jade y Barry en ella. La morena se volteó en dirección a su novio y le observó con una sonrisa.

—¿Qué quieres hacer ahora? —cuestionó—. ¿Quieres descansar un poco?

—No —negó.

La mano del velocista se envolvió en la mano de su novia, y tiró de ella cerca. Ante el tirón, Jade tropezó y cayó sentada sobre las piernas de Barry, soltando un chillido.

—¡Lo siento! —se disculpó.

Barry sonrió divertido y le rodeó la cintura con los brazos, abrazándola contra él, impidiendo que Jade se pusiera en pie a pesar de sus reiterados intentos.

—Barry... —advirtió.

—No pasa nada —le restó importancia—. Quédate aquí ¿Sí?

—¿Y si te lastimo?

—Jade, no pesas tanto —le hizo saber con gracia—. Además estoy bien, lo digo en serio.

—Bien, pero si algo...

—Nada va a suceder —repitió dejando reposar su mentón sobre el pecho de Jade.

La morena le observó con una pequeña sonrisa propagándose por sus labios, la cual Barry no dudó en devolver. Él se tomó un momento para admirarla, detallando cada parte de su rostro. A menudo le gustaba hacerlo y es que para él Jade era preciosa en muchos aspectos. Pero más que eso, observarla le causaba una sensación de tranquilidad enorme.

Ese día su novia había optado por llevar el cabello lacio, lo cual le sentaba bien, pero eso no quitaba el que amara con fervor los rizos en el cabello de Jade.

—Me pones de los nervios cuando me observas así —murmuró ella, con su mirada perdida en los iris verdes con pintas grisáceas de su novio.

—¿Así cómo? —cuestionó él.

—Así como si fuera especial —musitó, dejando su mano descansar en la mejilla de Barry.

—La misma forma en que tú me observas a mí, Tiana —Jade sonrió bobamente ante las palabras de Barry, reconociendo a la vez, de forma inmediatamente aquel apodo y asintió risueña.

Su pulgar dejó una caricia en la mejilla del castaño, recorriendo todos aquellos lunares que pintaban su piel. Jade observó como Barry cerraba sus ojos y dejaba escapar un suspiro disfrutando del tacto.

Tras unos segundos la morena inclinó su rostro y dejó reposar sus labios sobre la frente de su novio durante unos segundos, ambos disfrutando de aquella abrazadora sensación envolviéndoles.






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JADE OBSERVÓ CON PREOCUPACIÓN A BARRY. EL VELOCISTA SE ENCONTRABA SOBRE LA CAMINADORA dando un suave trote, trabajando así la movilidad de sus piernas, pero se notaba a leguas que el movimiento le estaba costando trabajo. Se imaginaba que además de trabajo aquello le estaba tomando un par de dolores al castaño, y estaba en lo cierto, y es que Barry se le estaba haciendo infernal ignorar las punzadas en la espalda y las piernas.

     —¡Presiónate! —exclamó Joe a modo de aliento.

     Jade y Iris compartieron un par de miradas preocupadas, y para cuando estas volvieron a descansar sobre Barry pudieron ver como el castaño se presionaba a si mismo para ir más rápido.

     De un segundo a otro las piernas del forense se debilitaron, cediendo y enviándolo al suelo debido al movimiento continuo de la caminadora.

     Jade dejó escapar un chillido de sorpresa y se abalanzó sobre la puerta de la habitación corriendo hasta Barry para ayudarle a ponerse de pie. Una vez el velocista se encontró estable se alejó de golpe de su novia volviendo a subirse a la caminadora ya detenida, mientras sus manos presionaban parte de la zona lumbar de su espalda, segundos más tarde, tomándose un momento para hincarse en la plataforma a la par que cubría su rostro con una sensación abrumadora invadiéndole.

     —¿Estás bien? —cuestionó Iris con cautela y consternación.

     —Sí, bueno, no estoy tan bien ahora mismo —sinceró con pesar y un ligero tono molesto.

     —¿Qué pasa? —cuestionó Jade, con un tono suave.

     —Nada. Estoy bien. Olvídenlo.

     —Barry, háblanos. Podemos ayudarte —aseguró Iris.

     —No —negó con frustración—. No pueden ayudarme, no esta vez. Lo siento —se disculpó—. No lo entenderían —murmuró con voz cortada mientras se ponía de pie.

     Padre e hija West le dieron una mirada a Jade, y eso fue suficiente para que ella asintiera y posteriormente quedara a solas en la habitación con Barry.

     Observó como él se mantenía con la cabeza gacha, sentado sobre la caminadora con los antebrazos apoyados sobre sus muslos. Con cuidado ella tomó asiento a su lado, pero en la plataforma en donde se encontraba situada la caminadora, dándole así un poco de espacio, porque no quería agobiarlo de forma extrema y porque sabía que Barry no actuaba bien bajo presión aún así en su interior pidiera a gritos que alguien le presionara a hablar respecto a como se sentía.

     —¿Qué pasa, Barr? —cuestionó finalmente—. Dices que no te entendemos, entonces explícame para poder hacerlo.

     Barry se tomó unos segundos, respirando paulatinamente intentando mantenerse firme.

     —Zoom me destruyó, Jade. Le mostró a todos en Central City que no soy lo suficientemente fuerte para detenerlo —murmuró por lo bajo, con dolor en su voz—. Me dieron la llave de la ciudad. Se supone que soy su héroe. Se supone que soy quien los protege de los malos como él... y fracasé frente a todos.

     Una vez dijo esas palabras respiró profundamente, intentando recuperar el aire que perdió al hablar tan rápido como lo hizo.

     Jade por du parte sonrió débilmente y estiró su mano, dándole un ligero apretón en la rodilla.

     —¿Sabes qué creo realmente? —preguntó suavemente—. Creo que Central City sabe que su héroe se ha esforzado mucho a lo largo de este tiempo, y que siempre ha intentado dar lo mejor de si mismo para protegerlos. Sin embargo, también creo que saben que a pesar de todas estas habilidades que él tiene, también es humano, puede tropezarse y caer. Y si no lo hacen, son unos imbeciles malagradecidos —determinó—. Pero Barry, he leído los comentarios en el blog de Iris, los que hacen en la televisión, la radio, e incluso en redes sociales, y ellos te adoran. Eres el héroes de gran parte de esta ciudad y un ejemplo a seguir por muchos de ellos.

     El castaño alzó su mirada encontrándose con aquellos suaves y comprensivos orbes color chocolate pertenecientes a Jade.

     —Zoom no te humilló, Barry. Zoom intentó humillarte. Ahora es decisión tuya si permitirás que lo que hizo te hunda, o si te pondrás de pie y le demostrarás que sigues en la batalla, persistente a dar todo de ti. Es tú decisión el si le demostrarás a Central City que a pesar de ser un héroe sigues siendo humano y que puedes salir herido. Es tú decisión el si saldrás nuevamente y les enseñarás que su héroe sigue de pie dispuesto a protegerles —le hizo saber—. Cariño, la vida es un juego de tropezar, caer y levantarse. Puedo asegurarte que nadie ha estado en pie toda su vida. Y también puedo asegurarte que los ganadores son aquellos que sin importar cuantas veces caigan o los derrumben siempre se pondrán de pie dispuestos a intentarlo una vez más y llegar a la meta.

Una respiración temblorosa rehuyó de sus labios, abrumada con la sensación de imaginar el como se sentía Barry. Un tanto molesta porque sabía que él no merecía sentirse así, pero aún así se lo permitía, y se sentía triste también, porque a su vez comprendía que no era algo fácil de manejar.

—Y no sé si esto sea de ayuda, pero quiero que sepas que yo creo en Flash, y más que en Flash, yo creo en Barry Allen.

Cuando terminó de decir aquellas palabras, el silencio se sumió en la habitación. Barry bajó la mirada observando sus manos. Jade sonrió levemente y se colocó en pie, sabiendo que el castaño necesitaría su propio espacio para meditar.

Antes de salir se inclinó y dejó un beso sobre su cabello. Al salir de la habitación se reencontró con Iris y Joe, quienes le observaron expectantes esperando respuestas.

     —Es claro que esto es psicológico y algo lo está reteniendo. Ese algo es Zoom, me atrevo a decir que hasta Thawne, Eobard tiene que ver en esto —comentó suspirando—. Intenté llegar lo más lejos que pude, pero no creo ser a quien necesita. No soy el último empujón que necesita.

     —¿Entonces?

Jade guardó silencio tomándose un momento para pensar, y entonces como un flash, la idea vino a su mente.

     —Entonces debemos traer a la persona que puede llegar a él —hizo saber, satisfecha con la magnífica idea que ametralló su cabeza.

     Iris y Joe no alcanzaron a preguntar que era aquello que tenía en mente, porque Jade ya había salido del cortex, dejándoles con la palabra en la boca y la duda rondando por sus mentes.

     Dar con la persona que buscaba no fue tan difícil como por un momento pensó sería. Solo hizo falta un par de llamadas y ya estaba. Pero lamentablemente Jade no tenía velocidad para acelerar las cosas, por lo que mientras esperaba a que fuera hora, se dió una vuelta por la pastelería.

     Al entrar pudo sentir inmediatamente el olor a dulce impregnarse en sus fosas nasales. Por aquella hora la pastelería se encontraba repleta y por lo que pudo notar, todas sus compañeras de trabajo se encontraban tomando órdenes y sirviendo pedidos.

     Se encaminó a la caja para pedir dos cafés calientes, y para su sorpresa el encargado de atenderla fue su jefe.

     —Hey, Jade —saludó el hombre.

     Una pequeña sonrisa se formó en los labios de la morena, dándole un leve asentimiento al castaño como forma de corresponder al saludo.

     —Jace.

     —¿Has decidido volver a trabajar? —inquirió su jefe sonriendo.

     —No. Aún no, lo siento mucho —se disculpó apenada.

     —No te preocupes, podemos arreglárnoslas sin ti —bromeó.

     Jade rió con suavidad, un tanto incómoda, porque lo cierto era que le hacía sentir sumamente irresponsable el aún no volver al trabajo, sobretodo teniendo en cuenta que había comenzado hacia muy poco tiempo en este y ya se encontraba pidiendo permisos.

     —Además, la familia siempre es primero. Es mi lema, ¿Recuerdas? —Jade asintió ante las palabras del castaño—. ¿Cómo has estado? —preguntó él.

     La sonrisa que portaba en sus labios decayó ligeramente mientras daba un suspiro.

     —Podría estar peor —respondió.

     —Semana difícil, por lo que veo —comentó Jace, anotando un par de cosas en una libreta.

     —Sí, algo así —asintió—. ¿Cómo has estado tú? ¿Todo bien por aquí?

     —Sí. Excelente —afirmó—. Hemos estado recibiendo muchos clientes nuevos, y muchos han vuelto —hizo saber—. Lo que me recuerda... lo más ordenado fueron tus muffins, pero se acabaron hace un par de días.

     —En cuanto vuelva ya no podrán sacarme de la cocina —aseguró.

     —Ese es el espíritu —sonrió Jace—. ¿Planeas volver pronto?

     —Eso espero. Aún tengo que lidiar con unas cosas. Pero seguro no me toma mucho tiempo más. Gracias por cierto, no es fácil encontrar jefes tan comprensivos y menos cuando se lleva tan poco tiempo trabajando

     —Oh, bien. Porque ya te extrañamos por aquí. No llevas mucho tiempo, pero no es difícil tomarte cariño —sinceró, sin despegar su mirada de la morena—. Y por lo demás, no te preocupes. A todos nos pueden surgir problemas de un segundo a otro.

     Jade sonrió con diversión mientras se balanceaba con sus pies hacía adelante.

     —¿Acaso eso, lo primero que dijiste, fue un cumplido?

     —¿Tenías dudas de ello? —Jace acentuó su sonrisa.

     La morena sacudió su cabeza, con desdén.

     —¿Vas a ordenar algo?

     —Sí, así es —asintió—. Dos cafés calientes. Oh, y una dona —agregó—. Mi novio ama las donas.

     —¿Novio?

     —Sí, tal vez cuando salga de todo esto y tengamos tiempo te lo presente.

     —Oh, suena genial por mí.

Una vez hubo pagado su pedido se dispuso a esperar por este, no tardando en recibirlo. Se despidió de Jace y sus compañeras, y salió del local justo a tiempo para recibir una llamada de plan B. Henry Allen.

Más tarde, tras compartir un café, ambos se encontraban camino a los laboratorios, cuando Jade recibió una llamada de Barry, por lo que con el mayor cuidado posible respondió de esta sosteniendo el aparato entre su oreja y hombro para así mantener sus manos sobre el volante.

     —Barr, ¿Qué ocurre?

     —¿Dónde estás? —cuestionó él. Jade pudo descifrar un leve tono de nerviosismo en su voz.

     —Salí a hacer un par de cosas, ¿Por qué?

El velocista guardó silencio un par de segundos, permitiendo que a través de la línea solo su apacible respiración fuera audible.

     —¿Estás molesta conmigo? —cuestionó, tomando desprevenida a su novia.

Jade frunció el ceño confundida, sin comprender de dónde venía aquella duda.

     —Claro que no, ¿Por qué habría de estarlo?

     —Yo... no lo sé —sinceró—. Por lo de hace rato, supongo.

     —Barry, no hay forma en el mundo en que pueda molestarme contigo por lo de hace rato —le aseguró—. Estás pasando un momento difícil y lo comprendo. Sé que necesitas tú espacio, y lo respeto. Pero estoy aquí sin importar el qué, debes saber eso. ¿Bien?

     —Lo sé. Gracias —sonrió a pesar de que ella no podía verle—. ¿Volverás pronto?

     —Estoy por llegar a los laboratorios —le hizo saber.

     —Bien, estaré esperando por ti.

La morena dejó escapar una pequeña risa ante sus palabras. A veces, incluso si era a través de mínimas palabras, Barry podía sacar a flote su intensidad y a ella le causaba ternura y gracia a la vez.

     —Muy bien, Romeo. Te veo en unos minutos.

Con eso finalizó la llamada, sintiendo e ignorando la curiosa mirada que Henry Allen, quien se encontraba sentado en el asiento de copiloto, ponía sobre ella. Jade suponía que Barry aún no le hacía saber respecto al reanude que habían hecho en su relación, y si era honesta, no planeaba ser ella quien se lo hiciera saber. Principalmente porque no le parecía importante, y porque creía que era parte de la conversación que debían mantener como padre e hijo.

Como Jade le habían dicho a su novio, no tardaron mucho más en llegar a los laboratorios, por lo que habiendo estacionado, ambos bajaron del vehículo adentrándose en la instalación que en lo que concernía a la ciudad se encontraba clausurada. La morena guió a Henry por el lugar mientras conversaban con tranquilidad. Jade le explicó con mayor detalle a lo comentado por celular, y para cuando se dieron cuenta ya se estaban adentrando al cortex.

La mirada de Barry había caído sobre su novia con una pequeña sonrisa asomándose en sus labios, sin embargo, al notar la nueva presencia a un lado de ella, el gesto se borró, y por unos segundos se transformó en sorpresa absoluta, para luego volver a ser una sonrisa de felicidad abrupta. Barry se colocó de pie y se abalanzó a los brazos de su padre, conmocionado con su presencia y agradecido de tenerle allí, lo que le hizo saber a Jade que decisión había sido correcta, y es que sin dudas un poco de charlas y reflexiones de padre a hijo podían mejorar todo.













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HOLA HOLA

Jade siendo una supportive gf

baes, debí haber actualizado
el finde pasado, pero se me
olvidó totalmente, perdón

tengo el siguiente capítulo listo
pero antes de subirlo quiero
avanzad en los que siguen
para no quedarme sin capítulos
para actualizar en las siguientes
semanitas. así que eso

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© 2O23 | PRFCTGUSTIN

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publicado: 30/09/2023
editado: 00/00/0000

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