capítulo nueve

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CAPÍTULO NUEVE.

Harry Potter comenzaba preguntarse a quién invitaría al Baile de Navidad, y quién más había pasado por su mente era Cho Chang, una chica de Ravenclaw y muy guapa. A él la tenía encantado, y antes realmente quería invitarla, pero al hacerlo se dio cuenta que fue en vano, debido a que alguien se le había adelantado; Cedric Diggory.

Tampoco es como si a Harry eso le habría molestado demasiado, pero sí le incomodó en ese pequeño instante. Creyó perder esa pequeña oportunidad que podría tener con Cho Chang, o quizá ya habría otra ocasión. Lo qué más se cuestionaba, es con quién iría, ya que cada vez más le quedaban menos opciones. Aunque durante una tarde pensó en las hermanas Patil, y no es como si Ron ya tuviese pareja también, por lo que a él también lo consideró para una de las hermanas. Aún no le convencía del todo, pero no tenía mucho para elegir, y ciertamente cada vez más se acercaba el día del Baile de Navidad.

Pero quizá, alguien también era una buena opción y no dejaba de aparecer en su mente.

Adela también estaba muy angustiada, y aunque había dicho que no le importaba si nadie la invitaba, claro que sí le importaba, y mucho. Quería ir al Baile de Navidad pero nadie parecía querer invitarla, tampoco esperaba demasiado, pero al menos tenía la pequeña esperanza de ser invitada. Habría aceptado a cualquier chico, bueno... No a cualquiera, cualquiera que no fuera desagradable con ella, sí.

La castaña suspiró pesadamente y dejó caer su cabeza en sus brazos, tapando su visión. No sabía qué hacer. Y cuando menos lo esperó, sintió como alguien jalaba ligeramente uno de sus cabellos, alzó su cabeza con rapidez y observó a su reciente acompañante.

—¿Sucede algo, Harry? —preguntó.

Harry la miraba nervioso y con un ligero tono carmesí en sus mejillas.

—No, nada. Es sólo que me gusta tu cabello, es bonito.

Adela lo miró atónita y un rojo fugaz subió por sus mejillas que rápidamente se hizo notar. Realmente Adela no sabía cómo reaccionar a cumplidos, debido a que la mayoría de las veces no recibía uno, últimamente recibía uno que otro de Luna, pero aún no se acostumbraba.

De sus labios sólo pudo salir un "gracias" uno casi audible, pero lo suficiente para Harry.

—De nada.

Y luego, ya ninguno de los dos dijo algo. Estaban en un silencio, pero uno ligeramente incómodo. Lo bueno es que no duró demasiado tiempo, debido a que Harry tomó la siguiente palabra.

—La verdad, sí sucede algo —contestó rascando su nuca.

—Puedes decirlo.

Tras contestar eso, Adela guardó silencio mirándolo con curiosidad.

—Me preguntaba... si querrías ir conmigo al Baile de Navidad.

Sólo oír eso los ojos de Adela se iluminaron, y si antes creyó estar roja de la vergüenza, seguro ahora lo estaría el doble.

Adela sólo podía guardar silencio anonadada, y con sus mejillas sonrojadas.

—¿Eso... es un no? —preguntó confundido y nervioso.

—¡Sí!

—Vaya, si no querías ir no tenías que decirlo con tanto entusiasmo —dijo apenado.

—¡No! espera, quiero decir sí porque quiero ir.

Harry algo confundido asintió, le sonrió y Adela también lo hizo.

—Bien, eso es... genial.

Sin saber qué más decir, ambos se despidieron del otro y Harry se fue.

Adela temblaba de lo nerviosa que estaba, su corazón palpitaba bastante y aunque se sentía feliz, no se sentía tan contenta como imaginaba, mas no sabía la razón.

Luna y Adela se encontraban en su sala común. No habían tantos de sus compañeros ahí como otros días, por lo que optaron por estar en su sala común ese día.

—¿Alguien ya te ha invitado? —preguntó Luna con curiosidad.

—¿Disculpa?

—Hablo del Baile de Navidad.

Ante oír eso Adela asintió mirándola.

—¡Ves! te dije que lo harían, sólo era cuestión de tiempo. Todos estarían encantados de ir contigo.

Luna le sonrió y Adela le devolvió la sonrisa.

—Gracias, Lunita. ¿Qué hay de ti?

Adela realmente no quería que hablaran sólo de ella, así que decidió preguntar por su amiga.

—Mhm... nadie lo ha hecho aún.

La castaña se entristeció y acarició la mano de la rubia.

—Ya alguien te invitará. Todos también serían muy afortunados de ir contigo.

Luna le agradeció, aunque también le dijo que no le importaba no ir, tal como ella había dicho antes, sólo que Luna lo decía con más seguridad.

—Lo sé, realmente sólo es un baile, ¿no?

Y aunque a Adela le habría gustado pensar eso, no podía.

—Adela, sé que te ilusiona mucho la idea de ir, no tienes que fingir que no.

Adela asintió una vez más sosteniendo su mano.

—Me conoces mejor de lo que me conozco a mí misma, Lunita.

—¿Y podría saber quién es tu acompañante? —preguntó Luna sonriéndole.

—Es Harry, Harry Potter. Él me invitó, fue bastante amable de su parte considerarme.

—Él debería estar feliz de ir contigo. Yo diría que fue amable de tu parte aceptar, después de todo él fue el que preguntó —habló calmada.

Adela lo pensó y acabó asintiendo.

—Supongo —contestó.

[...]

El sol había comenzado a esconderse y todos ya estaban preparados para ir rumbo a sus habitaciones. Nadie quería ser castigado. Aún no era la hora, pero algunos ya habían comenzado a irse.

Adela prefirió ir a la Torre de Astronomía. Habían veces que podía tener la dicha de estar a solas ahí, y realmente se sentía en paz y tranquilidad. Ya había poca iluminación a fueras del lugar.

Lumos —susurró.

Y en la punta de su varita se encendió una ligera luz, lo suficiente para alumbrar. Cada vez quedaba menos tiempo para el toque de queda.

Cuando llegó finalmente a la Torre de Astronomía decidió bajar su varita y volvió a susurrar diciendo "Nox"

Para su sorpresa, no estaría sola en la Torre de Astronomía, ahí también estaba Draco Malfoy, quién al percatarse de su presencia frunció el ceño.

—¿Qué haces aquí, Diggory?

Adela titubeó y tragó duro.

—Suelo venir aquí de vez en cuando.

Malfoy asintió y pegó con su mano dos veces el suelo a su lado, haciéndole saber que quería que se sentara ahí.

Adela caminó a pasos ligeros y tal como él había hecho, se sentó a su lado.

Draco se quedó observando a ningún punto en específico, y por primera vez, Adela se permitió mirarlo mejor. Se dio cuenta de la bonita nariz que tenía, una un tanto respingada. También observó con cuidado su piel, bastante pálida y parecía suave, su cabello lucía sedoso y sintió ganas de comprobarlo, pero hizo caso omiso a sus deseos.

Negó y también miró al frente, en ningún punto fijo.

Seguido de eso, Draco también la miró, y tal como Adela, se permitió mirarla mejor.

Adela tenía un cabello rizado y un tanto alborotado, y aunque no quería admitirlo, creía que era bonito. Luego pasó de su cabello a su nariz, y notó lo pequeña y respingada que era, también observó algo de lo que jamás se había percatado antes; Adela tenía pecas, unas muy bonitas pecas. Por primera vez quería admitir que Adela le parecía guapa, pero lo pasó por alto y decidió no decir ni una sola palabra. Dejó de mirarla y volvió a mirar al frente.

Y aunque el silencio reinaba en ambos, extrañamente era bastante cómodo. Y Adela se preguntó porqué no se sentía tan cómoda en un silencio así con otras personas.

—¿Irás con alguien al Baile de Navidad? —preguntó Draco, rompiendo aquél silencio.

Adela lo miró de golpe y seguido de ella, Draco también la miró.

A la castaña le descolocaba un poco que preguntara eso, debido a que nunca habían tenido una conversación civilizada sin insultos ni uno molestando al otro —aunque Draco era el que fastidiaba— pero soltó un ligero suspiro rendida, debido a la insistente mirada de Draco.

—Iré con Harry —contestó.

Y el tranquilo ambiente murió.

Draco se levantó de su lado de inmediato, de tal manera que no lo imaginó. Adela miró hacia arriba y observó cómo Draco apretaba sus puños. ¿Ahora qué había hecho mal?

—Esta conversación ya se está tornando estresante.

Y con sólo decir eso, Draco se alejó hecho furia. Adela podía jurar que de él salía humos.

Suspiró pesadamente y se levantó, tenía que llegar a su sala común antes de que fuera demasiado tarde.

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