capítulo once

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CAPÍTULO ONCE.

El día del Baile de Navidad había pasado y consigo se había llevado la felicidad de ese día para algunos, afortunadamente, no fue el caso de Adela.

Realmente Adela parecía irradiar felicidad desde ese día. Y sólo sus más cercanos lo notaban.

Adela y Luna conversaban con alegría en su sala común, mientras Adela le contaba con lujo y detalle lo sucedido el día del Baile de Navidad. Le gustaba expresarse libremente con ella debido a que no lo hacía con nadie más que no fuera Cedric, y para ella, Luna era como una mejor amiga y casi una hermana de otra madre. Se sentía en confianza.

—¡Yo lo sabía! —habló Luna con voz triunfadora y soñadora.

Adela se sonrojó y le pidió bajar la voz con timidez.

—Es sólo que... Él sigue siendo él, pero así mismo algo ha cambiado en Malfoy. Es distinto.

—¿Y ese anillo fue un regalo de su parte?

Adela asintió y Luna sonrió.

—Quizá para él eres especial.

—No lo sé... no lo creo, sólo sé que me alegra este cambio en él. Debo admitir que es un poco extraño, pero me hace feliz —la castaña suspiró y continuó—. ¿a ti qué tal te fue con Noemí? ¿disfrutaron del baile?

—Oh, sí. Noemí es una excelente compañía, es agradable.

Adela sonrió.

—Ambas lucían muy lindas ese día.

—Gracias, tú también. Aunque pienso que Harry debió bailar más contigo.

—No te preocupes, si él no quería bailar no lo iba a obligar. Además es comprensible, después de todo le gusta...

Adela se percató de lo que diría y guardó silencio, abrió sus ojos de par en par y luego los entrecerró y se maldijo a sí misma odiándose por lo que casi diría.

—¿Le gusta qué? —preguntó Luna con calma y curiosidad.

—Quise decir... no le gusta bailar —contestó haciendo énfasis en el "no" emitiendo una risa nerviosa.

Luna asintió.

—En ese caso entiendo. El baile no debería ser de obligación, mejor dicho es algo que hace que te expreses con libertad y te hace feliz.

Adela estuvo de acuerdo y siguió lamentándose por lo que casi salía de sus labios.

[...]

La Diggory agarró el brazo de su hermano y se apegó a él abrazándolo.

—¿Te sucede algo hermanita? últimamente luces muy feliz.

—Mhm... no, nada. ¿Acaso no puedo querer abrazar a mi hermano?

Cedric la miró divertido y removió la palma de su mano en la cabeza de su hermana menor alborotando su cabello.

—Sabes que puedes abrazarme cuánto quieras y siempre que quieras.

Ambos se sonrieron.

Cedric admiró a su hermana y notó algo diferente en ella que no había visto antes.

—¿Y ese anillo?

Adela observó su anillo y lo tapó con su otra mano avergonzada.

—Ah... un regalo —contestó nerviosa.

Cedric le sonrió con ternura y rió.

—¿Por qué tan tímida? —alzó sus cejas y preguntó con tono sobreprotector—. dime, ¿quién fue?

Adela sabía que a su hermano no le agradaría saber que Draco le había regalado algo a ella, sobretodo porque Cedric sabía que Draco es el mayor participe de sus burlas... Bueno, o al menos lo era así antes.

Optó por cambiar sólo un poco los hechos.

—Fue... Luna, ella me lo regaló el día del Baile de Navidad.

¿Eso fue una verdad a medias, no? pensó Adela con vergüenza.

—¿Luna Lovegood?

Adela asintió.

—Genial. Ella me agrada. Me alegra que alguien te esté valorando como se debe.

Cedric le sonrió y Adela no pudo evitar sonreírle también. Amaba a su hermano con cada parte de su corazón. Él siempre estaba ahí para ella y Adela lo adoraba. Sabía que sin él no sería nada. Recordó las innumerables veces que Cedric la defendía y rió enternecida.

—Eres el mejor hermano.

—Y tú eres la mejor hermana menor que alguien podría pedir.

Ambos hermanos se siguieron abrazando y disfrutaron de la agradable compañía del otro durante unos instantes.

—¿Estás preparado para la segunda prueba? —preguntó Adela.

Cedric asintió con obviedad.

—No te preocupes hermanita. Ya verás cómo pasaré con éxitos la segunda prueba, y la tercera definitivamente no será problema.

Adela le sonrió con cariño.

Se sentía afortunada de tener a Cedric como su hermano y eso nunca cambiaría.

[...]

—¡Adela! eres realmente buena, no sabía que tenías un conocimiento mayor de esto.

Hermione le sonrió alegre.

Esa nueva tarde, Adela había comenzado su gusto por los estudios y la lectura como lo solía hacer la mayoría de sus días, y para su sorpresa no se encontró sola, Hermione Granger también se encontraba allí y sorpresivamente leyendo un libro de estudios que a Adela le fascinaba en todos sus sentidos. Para la buena suerte de ambas a Hermione también le encantaba ese libro, y debido a eso comenzó una charla por aquél libro que a ambas les gustaba.

—Sí, bueno... No es como si tratase de que los demás lo vieran.

—¡Pues deberías! ¿Qué te parece si desde hoy comenzamos a estudiar juntas? de preferencia aquí en la Biblioteca.

Granger habló con tanto entusiasmo que Adela sintió que se lo transmitía.

—Me parece una buena idea.

Ambas se sonrieron.

Adela y Hermione no hablaban con tanta regularidad, pero cuando lo hacían se sentía agradable y para nada incómodas la una con la otra. En cierto aspecto sentían que se parecían. Las dos tenían un gusto particular por los estudios.

Adela se relajó en su asiento y la miró. A Adela le parecía que Hermione era una chica bastante bonita.

—Eres tan linda.

Hermione se sonrojó al escuchar eso y sonrió.

—¿Te lo parezco? gracias, no suelen decirlo a menudo.

Adela asintió mirándola. El silencio reinó durante unos instantes hasta que Hermione decidió tomar la siguiente palabra.

—Tú también lo eres.

Las mejillas de Adela se tornaron rojizas.

—Sé que lo dices por cortesía, pero gracias también.

—¿Por qué dices eso? de verdad lo pienso.

Adela la miró incrédula, como si fuese lo más obvio del mundo.

—Nadie piensa así.

Bueno... Luna lo piensa, pero ella es mi amiga. Pensó Adela sonrojándose.

Hermione resopló y se acomodó en su asiento permitiéndose mirarla mejor.

—Creo que deberías dejar de tomar en cuenta los comentarios de los demás. Tú eres bonita así cómo eres.

Adela asintió aún no muy convencida, aunque las palabras de Hermione se oían muy sinceras y agradables.

—Bien. Sigamos estudiando —recordó Hermione.

La castaña y la rubia salieron de su sala común y comenzaron a guiarse hasta la Biblioteca mientras ambas hablaban con total tranquilidad y sumo cuidado sobre las criaturas que según Luna eran revoltosas. La conversación era bastante entretenida y Adela nunca se aburría de escuchar sobre las criaturas sobre las que Luna le hablaba, aunque lo hiciera reiteradas veces. Sin embargo, Adela paró en seco al ver a las dos personas que estaban ante sus ojos, y seguida de ella Luna también se detuvo con expresión sorpresiva.

Los ojos de Adela transmitían una ligera envidia y cualquiera que la viera lo notaría. Nunca se había sentido de esa manera y eso no era usual en ella.

Pansy Parkinson estaba besándose con Draco Malfoy.

Y Adela Diggory sintió la necesidad de ser Pansy Parkinson.

Sintió la necesidad de ser ella.

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