Capítulo 15: Esta noche me haré descansar.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

«Vivir nos está matando.»

La muerte es una de las consecuencias, por no decir la última y más importante, de vivir. Pero claro, aquel lugar donde no hay muerte, también es ausente de vida.

Estaba consiente de ello. Por eso me parecía el mejor atributo del ser humano: descansar.

Albin.

Siempre tuve una concepción no grata de la vida. Prefería interpretarla como un juego de roles al que tenía que moldearme en base a la escena, los personajes, el género. Sobre todo ese último: el performance del género.

Bajé la mirada hacia los cabellos blancos que ya tocaban mis hombros. Les enrollé detrás, ejerciendo presión al color la red. Reajusté el espejo sobre el escritorio y comencé a introducirme en la peluca azul oscuro. Perfilé mi rostro con un último retoque de maquillaje antes de que mi teléfono vibrara.

Solo es spam, murmuré.

Me había disculpado esos días con Hipocondríaco.

No le vi en el club, pero tampoco respondió mis mensajes. Había esperado paciente por él hasta la hora de retirarnos. No pude reclamarle por su ausencia ya que no había nada pendiente que hacer, mucho menos yo había actuado de forma racional con respecto al club. Aunque TDAH e Insomnio insistieron en que le escribiera o marcara, jamás se dignó a responder.

—Puede irse a la mierda. —Arrojé el teléfono devuelta al escritorio.

Traté de acomodar el espejo donde me veía, con una única luz que iluminaba apenas mis facciones entre toda la oscuridad. Llevé ambas manos a mi nuca y levanté una cola de caballo, asegurándome de que mi perfil lucía bien. Estaba por ponerme labial oscuro, pero negué con la cabeza.

Es demasiado. E irán los chicos...

—Lo verán más raro de lo usual, pero ya fue. Lo usaré. —Quise arriesgarme a provocar mi incomodidad.

Me es más fácil lucir arreglado frente a gente que no me conoce bien.

Me miré. Traté de sonreír. Insistí en sonreír. Pero me veía demacrado, incluso un poco hastiado de mi apariencia. Las ojeras, la terrible piel por falta de sueño que no podía cubrir con maquillaje, los labios cuarteados por el labial viejo que olvidé reponer, pero sobre todo esa expresión dura que no dejaba ni rastro del personaje que pensaba interpretar hoy.

Parecía que la piel se me despegaba del cuerpo.

—Lo haré a mi manera, Hipo. Quieras o no. —Me tallé los labios hasta arrancarme el color.

Agarré mi mochila y las llaves del coche. Vi el correo amontonado en la entrada, así que solo lo aparté con las botas para no pisarlo. No había estacionado el vehículo dentro, con la intención de no abrir la cochera a media noche; pese a que mi padre sabía que solía darme escapadas, era del tipo que me podía enviar mensaje durante la madrugada para saber si no me hacía falta dinero o transporte.

Y por supuesto, llamaría a la policía si supiera que me meto de ilegal.

—Voy por ustedes. —Envié un audio y aparté el teléfono antes de arrancar.

La chica sin cabello e Insomnio me esperaban en la línea azul. Ellos venían vestidos similar a mí, a excepción del calzado: Insomnio llevaba unos tenis verdes, y la pelona zapatos blancos.

Hijos de la... les pedí usar prendas negras, no hacer un revoltijo.

TDAH puso música, pero Insomnio le bajó cuando estuvimos cerca de L.A. Dejé mi vehículo estacionado a varias cuadras de distancia y permanecimos allí para repasar el plan.

—Bueno, mis amores —puse el freno de mano—. Les ruego de todo corazón, que no la caguen.

—Ya estamos haciendo mucho por ti al venir a esta hora. —Insomnio se puso su cachucha al retirarse la cinta de seguridad.

—¿Ibas a dormir, o qué?

Sentí las miradas incómodas. Apagué por completo la música que habían puesto, y saqué las llaves. Me estaban haciendo un favor, desde hace semanas, pero mi estrés me despertaba ganas de ahorcar a quien fuera.

—No. Y auch. —Insomnio abrió el vehículo, este bajó tan pronto lo hizo. La pelona detrás solo me miró con los ojos entrecerrados.

—¿Tú qué? —Bufé.

—Puede ser más amable, presidente... —Ella también bajó.

Las puertas de ambos se cerraron. Yo me mantuve con las manos al volante, sonriente. Apreté hasta que mis nudillos se tornaron más pálidos de lo usual, pero mi agarre solo se volvió más fuerte. Mis huesos se sintieron débiles

El aire se me escapó, aunque intenté controlarlo como de costumbre. Volví a sonreír pero me sentí preso de mi pecho, como si respirar fuese a perforar mis pulmones. Sabía que había jodido todo con Hipocondríaco, y no solo con él, también había involucrado a quienes habían confiado en mí como consejero. Como si no me importaran, como si fuesen solo piezas que mandé a pelear.

—Qué pasa conmigo... —Murmuré, agachando la vista hacia la oscuridad más allá de mis piernas.

¿Por qué me porto tan irracional?

Yo no soy así.

El sudor comenzó a resbalarse de mi frente. Oí golpes contra el cristal, haciéndome levantar los ojos hasta ver la ventana empañada. Insomnio talló el vapor para poder verme, pero de repente, solo dio la espalda y aguardó.

Qué sorpresa verme muriendo.

Nada nuevo si entran a mi cuarto a las 3 am.

Estoy en episodio bien maniaco, limpiando.

Retiré el sudor y la saliva que se me escapó al no poder cerrar la boca. Bajé el retrovisor para ver que mi maquillaje no se tornó feo, gracias a Dios llevaba aprueba de agua. Al sentir que retomé control, bajé del carro. Las piernas no me temblaron.

—¿Vamos ya? —Inso me miró sobre su hombro, taciturno.

TDAH se abrazaba a sí misma por el fresco. Asentí a ambos, andando también para acercarnos al instituto.

Vamos, vuelve. No puedes arruinar esto.

Les invitaré a cenar la próxima semana, en mi casa, cuando no esté mi padre. —Aquellas palabras fueron acompañadas por el silencio de los otros dos. Sostuve mis propias manos, pero volví a hablar entre saltillos—. Ya, perdonen por andar de mandón estos días; no ha sido mi semana y he estado durmiendo como 4 horas. A este punto, seguro me envejecí cinco años...

—Se nota. —Insomnio soltó. La pelona comenzó a reírse disimuladamente, e Inso, el más serio, tampoco pudo ocultar que se rió a sus adentros por el comentario de mal gusto.

—Verán que cuando tengan mi edad... —Negué con la cabeza—. Estoy decepcionado de esta generación. Deben aprender a superar malentendidos.

—Presidente, solo su cara se volvió más vieja.

—No me da risa tu mierda. —Les miré tajante, a ambos. De alguna forma se habían vueltos mis dos chingaqueditos, fue terrible error hacer que pasaran más tiempo juntos. Sobre todo si ahora ellos se conocían más de lo que yo les conocía.

Me aferré a mi chaqueta negra y elevé el cuello de esta al nivel de mis labios. La punta de mis dedos estaban congeladas, quizás por los nervios, sumado a la baja temperatura de la hora. Me encogí durante el trayecto, siendo solo distraído por el teléfono de TDAH que veía Tik Toks al andar.

Insomnio me arrojó un golpe con su brazo. Supuse que no quiso ser brusco pues hasta él mismo se sorprendió de que me hizo tambalear; pero, es que yo no andaba bien clavado al piso, y hablo de que estaba un poco con ganas de echarme a llorar.

—¿Qué te pasa? —Le miré chocante.

—A mí nada —negó con la cabeza, su tono fue suave—. ¿Tú estás bien? Podemos hacer esto otro día.

—Todo bien, bombón. —Mi voz fue peor, sarcástico. No sé por qué estaba tan a la defensiva apenas empezando el "atraco".

—Me pareció que ibas a vomitar en el coche.

—Así pasa cuando sucede. —Me encogí de hombros.

—No. —Entrecerró los ojos.

—¿No qué?

—Olvídalo, solo muestro preocupación por alguien que luce enfermo hasta los huesos —escupió, también fastidiado—. Se llama decencia humana.

Avanzó, siguiéndole el paso a la pelona mientras me pasaba de largo. Metí mis manos en los bolsillos y aparté la mirada hacia un costado, conteniendo el moqueo en mi nariz; me había sentido triste de repente, pero mi orgullo no me permitía ponerme a llorar frente a los demás.

La única y última vez que lo hice, fue delante de Hipo.

Una vez compuesto, les guié por el área donde solía ingresar. Revisé la hora para asegurarme de que el guardia aún no patrullaba la zona. Metí los dedos en el marco, y levanté el cristal de la ventana, escuchando un leve rechinar que nos hizo retroceder. Apreté los ojos y después me separé, señalando la entrada.

—Ingresa tú primero, la cabeza te brilla y eso llama la atención.

—No diré que no. —TDAH elevó las manos. Pude ver sus largas uñas pintadas de verde; las apartó mientras sacudía la cabeza en una mueca descontenta. Me aparté para permitirle el paso.

A TDAH le costó elevar la pierna hasta esa altura.

Me paré detrás de ella para mostrarle cómo debía sentarse primero, pero siguió insistiendo en subir como si las rodillas fuesen primero. Me dolió ver sus intentos, así que insistí en que tratara de pasar la pierna sin recargar sus rodillas en el marco, mientras sostenía su cadera para impulsarla.

—¿No necesitan una mano? —Insomnio nos preguntó al ver que ambos estábamos metidos en la ventana, bloqueándonos el paso simultáneamente.

—Puedo hacerlo. —Insistí, tratando de pasar del otro lado.

—Presidente, su mano está atrapada entre mi trasero y el marco. —TDAH me sonrió, irritada.

—Ya, dame un segundo...

Insomnio posó una de sus manos sobre mis hombros, la otra la deslizó hacia el interior, palpando mi pecho como si fuese cualquier cosa. Me encogí cuando lo sentí detrás, en aquella posición que me hacía sentir indefenso. Quise retroceder, pero su mano empujó la espalda de TDAH para dejarme el espacio libre.

—Verga, no hagan... —TDAH cayó de boca, arrastrándome consigo y a Insomnio contra el cristal por estar aferrado a mi espalda. El golpe fue tan fuerte que jalé de su chaqueta hasta hacerlo caer con nosotros.

Los tres caímos dentro como malditos dominos, pero versión delincuentes.

Recogió sus piernas y yo cerré la ventana, arrastrándonos y manteniendo el silencio por si alguien se asomaba en el exterior. Permanecimos allí unos segundos con la respiración y el corazón en la boca. De no ser porque mi bienestar psicológico me evitaba vergüenzas, no me cagué.

Un llamado a la puerta hizo a la pelona gritar.

—AH. —Le cubrí la boca, pese a que yo también solté un gritillo ahogado.

Doctores, sé que siempre pido médicamento sin receta médica, pero tengan piedad por mí.

Ya no veré películas del diablo que me dejan llorando una semana.

Insomnio fue quien tomó iniciativa y se levantó. Extendió ambas manos hasta ponernos de pie. Yo reacomodé lo que estuviese fuera de lugar en mi peluca antes de abrir la puerta a River, quien entró de inmediato con el teléfono en mano, mostrando sus característicos mensajes agresivos:

«¿Por qué hicieron tanto ruido? ¿Son imbéciles?»

—¿Ni un saludo antes de comenzar a insultar, amor? —Me incliné, queriendo recibir su atención, pero este pasó de largo hacia el escritorio donde tenía expuestos ya los papeles.

Me está haciendo quedar en ridículo frente al club.

Me abrí paso entre la pelona e Insomnio, disgustado. Me posé a un costado de River, quien con la linterna de su teléfono iluminaba el escritorio para ver a detalle lo que contenía la carpeta. Estuve por decir algo, pero me quedé con la palabra al aire cuando volvió a mostrarme la pantalla.

«¿Más personas? ¿De verdad?»

Mera precaución.

Me miró, como dejando caer su cabeza hacia un lado. Me pareció más fastidiado que otras veces, cosa que aunque me apenó porque seguí trayendo a otros, pero bajo el contexto en que estábamos no debía apenarme ver por nosotros antes que sus necesidades. Yo ansiaba saber qué había detrás de su cabeza más que de la máscara.

Miré a mis espaldas, echándole ojos a aquellos dos para que hablaran o le preguntaran lo que fuera con tal de distraerlo, o que dijera simplemente algo importante. TDAH fue la cobarde, negó con la cabeza mientras se abrazaba a sí misma por escalofríos, así que junté ambas manos como si fuese a rezar, pidiéndole a Insomnio que se aproximara.

«¿Es todo?»

—¿Buscas algo más específico? —Insomnio habló, sereno. Era difícil visualizar su rostro en la oscuridad, sobre todo con su querida cachucha cubriéndole el semblante.

River negó con la cabeza.

—¿No? —Insistió Inso.

Di un paso atrás cuando River también giró en sus talones, empujando al brazo de Insomnio, quien había tratado de tocarle. Me pareció que ambos se miraron por un largo instante, aunque no podía ni distinguir dónde comenzaban sus ojos y dónde terminaban.

Miré de soslayo a TDAH; estaba igual de cagada que yo.

—No ha sido la mejor noche, ¿sabes? —Insomnio metió una mano a su bolsillo. Al sacarla, una pastilla blanca se hizo destacar en la oscuridad, pero la ocultó de inmediato dentro de su boca—. No nos hagas perder el tiempo y dale una explicación al albino de porqué estás haciendo esto. No me parece que haya sido un trueque justo desde el comienzo.

Tragué saliva.

Insomnio parece de esos que se van a pelear en los techos a las tres de la mañana.

Yo creo que porque no duerme.

River volteó para tomar los papeles, ignorando por completo a Insomnio. Inso, por supuesto que abrió la boca en un quejido; parecía odiar que le clavaran el visto. Aunque me puse nervioso, traté de acercarme y controlar la situación.

Que no se te caiga el calzón. Que no se te caiga el calzón, Albin.

—Mira guapo, yo sé que la situación anda complicada, y lamento que haya más personas que la última vez —me apoyé en el escritorio, tratando de llegar con mis manos a su rostro—. Sé que el plan era no meter más mis narices, pero has de conocerme, yo...

Me agarró del brazo, tan fuerte que pegué un respingón ante el punzón repentino. Quise echarme para atrás, pero su agarre amenazó con torcerme si me alejaba más.

—Hey, calma, somos tres contra uno, cielo. Ya, no hagamos esto —balbucí, sonriente. Sentí que la peluca me oprimía la cabeza, o los ojos, o el sudor que me haría resbalar por la cantidad que ya había derramado sobre el suelo.

—No seas una bestia. Suéltalo. —Inso se apoyó en su hombro, pero River jamás dejó de enfocarse en mí.

Sentí mis labios temblar, como intentando descifrar lo que mi cerebro pensaba. Dentro de todo el caos, me pareció una pena que en cuestión de una semana, por no querer joder más a Hipo, también incumplí mi propia promesa. Pero ya no estábamos hablando de solo lo que él o yo prometimos, a fin de cuentas, no éramos nada más: solo dos animales nocturnos que se encontraban a media noche para pretender que el día no les asustaba.

Al menos así lo sentía.
River no me parecía una criatura de sol. Y yo, solo un desdichado que disfrutaba el silencio de la noche.

—Así son las cosas, mira, no lo tomemos personal —sonreí, con mi mano izquierda en lo alto. Hace tiempo que mi orgullo o vergüenza no existían, así que quedar como el hipócrita no fue nada nuevo—. Como dijo un anciano: aquí se rompió una taza y todos para su...

Me arrojó contra el piso tras torcer mi brazo. Escuché la lámpara del escritorio caer y a Insomnio empujar el cuerpo de River para después arrastrarlo. Apenas estiré el cuello para observar la escena, pero el aire se me escapó cuando vi la cabeza de River golpear contra la de Inso, ocasionando que este se retorciera de dolor.

Los doctores me odian.

—¿Qué mierda te...? —Traté de levantarme y aferrarme a las piernas de River, pero corrió tan pronto toqué su pantalón, ocasionando que mi otra mano solo se estrellera devuelta al suelo.

El cuerpo de River corrió hacia atrás mientras yo avanzaba hacia delante, tratando de llegar a la cabeza de Insomnio quien se vio bastante afectado por el impacto. TDAH de fondo me propuso marcar a una ambulancia, pues era bien sabido que alguien que no dormía bien ante cualquier golpe podía terminar más jodido de lo usual.

—No hagas esa mierda, pelona, ¿qué te pasa? —Inso la tranquilizó, manteniendo la distancia de mí con una mano en mi pecho, mientras sostenía su frente con la otra—. Salgamos de aquí antes de nos detengan. Vamos a alguna farmacia después.

Quiso retirar su mano, pero la devolvió de inmediato, como si le punzara otra vez. Estuve por brindarle mi brazo de apoyo, pero volvió a hablar:

—Y pelona.

—¡¿Sí?! —Apreté los dientes cuando ella respondió como si no estuviésemos guardando silencio.

—Ayúdame a caminar, el presidente se ha lesionado. —Y con eso, fui consiente del dolor en mi cuerpo.

~•~•~•~

—Al, tu papá está esperándote para desayunar. —Los golpes a la puerta casi me tumbaron de la cama. Supuse que se trataba de la señora del aseo—. Dice que "no te hagas del rogar".

El cuerpo me dolía, como si me hubiesen apaleado. Mis ojos por su parte, comenzaron a llorar tan pronto los abrí, la resequedad me había forzado a humectarlos naturalmente. Jalé un poco de la sábana para cubrir mi ausencia de pantalones, y abrí la puerta de golpe solo para negarme a bajar tan temprano.

—Tengo que bañarme primero, desayunamos después —expliqué, disgustado al notar que hablaba con la pareja de mi padre—. No me esperen.

—Oki... —Elevó las manos y giró en sus talones. El golpe de las zapatillas contra la madera me hicieron rodar los ojos; tanto circo tan temprano.

Le cerré la puerta.

El baño fue tranquilo después de eso, el silencio, el vapor, el moretón en mi brazo; quizás por eso me sentí tan inquieto. ¿De qué quería hablar? Odiaba saber que hablarían conmigo en algún momento, así fuera solo para decirme «Quería avisarte que habrá tandeos» o una mierda así. Mi cuerpo rechazaba cualquier tipo de anuncio desconocido.

No vi a la pareja de mi padre en ningún rincón de la cocina cuando entré. Bajé mi mochila al piso, aproximé mis manos a la isla y antes de sentarme, el sobre expuesto me heló. No había desayuno ese día, si es que alguna vez lo hubo.

—Me lo entregó Marina ayer —mi papá apartó su café de la boca, sonriente. Apagó su teléfono y lo dejó junto a los papeles en la isla—. Sabes que la señora del aseo me da todos los papeles primero.

—Ah, solo fue por... —Esbocé una sonrisa.

Un trabajo escolar.

Conocer más de mi ascendencia.

¿Por qué carajo pediría una prueba de paternidad?

Me parió un burro, yo creo.

—Ya sabes. —Me reí, alcanzando uno de los plátanos en el centro. La cocina blanca y el mármol frío mantuvo fresco mi cerebro, como intacto, y al mismo tiempo, tan insensible al dolor.

—¿Qué respuesta esperabas? —Él también lució sonriente, echando hacia mí el sobre abierto.

Acabé el plátano frente a él después de tomar los papeles, pero no los revisé. Su actitud tan relajada me era fácil de leer; le había irritado. El no mostrarnos molestos ante una situación inesperada era una cualidad heredada por crianza, eso no se podía ocultar.

¿Por qué los leyó?

Manejé a clases como si no fuese a volver a casa; como un desquiciado pitándole a quien se cruzara en mi camino. En clase traté de no mirar a mis costados para evitar cruzar miradas con Hipo; no quería verlo en momentos así, mucho menos después de sentir que estuvo ignorándome. Y en el club, tan pronto entré, puse el cartel que anunciaba nuestro receso, aún si debíamos estar recibiendo personas.

Insomnio ya estaba dentro así que no le pedí que saliera, me pareció que trataba de descansar sobre el diván, así que no saludé. Fui directo al escritorio para sacar los papeles del sobre y leerlos en silencio.

Necesito silencio.

Nací con piel sintética. Es algo que juraba desde que fui consiente de mi albinismo. De mi forma de reír. Del cómo tocaba a otros. Incluso mi manera de "proteger o defender".

A Hipo no le había protegido, ni siquiera le había defendido; estaba arrancándole la piel para usarla con la excusa de ayudarle, pero realmente lo quería a él. No fui lo suficientemente inteligente para saber que Hipo también lo notaría. Y me enojé cuando me apartó.

—Dios... —Esbocé, leyendo los resultados.

Sabía la clase de monstruo que yo era, pues no había sido parido por humanos. Todo lo que había hecho hasta ese momento, fue en vano.

La mirada de Insomnio, apenas un reojo echado hacia el precipicio de mi presencia. Giré sobre las ruedas de la silla, con mi brazo izquierdo cubriéndome el rostro. No quería que me vieran llorar ahí, porque yo no era una víctima, era el maldito verdugo.

—Voy a salir... —Inso se levantó.

—Me hice una prueba de paternidad, ¿tú crees? Jaja.

—Puedo darte un momento. Dormiré en otra parte.

—Por el futuro del club, te recomiendo que no me dejes solo, o al menos que llames al terapeuta de la escuela —hablé, entre risillas, como si quisiera su atención, o despreocupación al respecto, que no viera que me afectaba o que me tomara a loco como todos los demás. ¿Menos responsabilidad? No sé de qué diablos hablaba.

¿Qué me pasa?

No actúo como quiero, jamás.

Si fuese loco a la vista de todos, sería una bendición.

—¿Quieres que lo lea por ti?

—Ya lo leí. —Volví a girar para estar frente a él, sin darle la espalda al club. Mis ojos se sintieron irritados por la falta de sueño, solo eso.

—¿Y bueno? —Parecía querer irse aún.

—Le dedico los resultados a mi persona, a mi padre, y a todos los que contribuyeron en el odio que me tengo —llevé mi mano al frente en un gesto teatral de agradecimiento—. Ya no recuerdo mucho de lo que fui, y no sé lo que soy ahora.

—¿Es tu padre? —Asentí a su pregunta. Me pareció que avanzaba hacia mí—. ¿Biológico?

—Tenemos la misma sangre, sí. Quizás por eso se veía tan infeliz.

—Hey... —Insomnio me atrajo a él con una mano.

Me brindó un abrazo por el periodo de varios minutos. Me pregunté si su brazo se durmió por evitar que me cayera al piso a llorar. Y aunque no le escuché decir nada más, me pareció que empatizaba conmigo, como si entendiera lo que era caminar sobre mis huellas. Como si fuese el presidente, y yo un estudiante en busca de consejo.

Insomnio era empático, eso me hizo sentir más miserable.

Porque él no sabía, que mi mal hábito de usar la piel de otros, era difícil de comprender y arrebatar.

• • •

Bueno, parece que Albin ha dejado de sentirse él mismo desde hace ya rato, pero cada día peor.

River lastimó el brazo de Al, pero este ni se percató, tiene un umbral del dolor bastante alto.

Insomnio es en realidad la imagen de lo que debe ser el club.

¿Teorías conspirativas?

Albin y su padre son "familia" sanguínea.

¿Hipo no quiere hablar con Albin?

LES QUIERO MUCHO, BEBAN AGUA. CUÉNTENME DE USTEDES.

Les dejo un boceto de River:

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro