Capítulo 13

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Ahí iba nuevamente con lo único que mantenía viva a su persona, el fuego ardiente de la venganza y el recuerdo del hombre que amaba, eso le brindaba a Jungkook toda la fuerza que necesitaba. Todavía deseaba ir en la búsqueda directa de Park Bogum, conocía perfectamente al hombre que apretó el gatillo y dio la orden para ponerle fin a sus vidas. No obstante, hubiese sido el movimiento más estúpido porque era de esperarse, el dolido ir por el causante de su dolor para hacerlo pagar.

Demasiado simple y fácil, así como falible. ¿Por qué razón querría ese sujeto acabar con la vida de ellos si no era por inclinación personal? Claramente él quiso acabar con ellos y así asegurar políticamente su posición dentro del gobierno, teniendo trato directo con el presidente que era el único por encima de él. La presidencia era la única entidad superior a ellos. Llegó con su corta edad a convertirse en el director del Servicio de Inteligencia Nacional de Corea del Sur, pero no era una posición que podía otorgarse solo, alguien lo puso ahí, alguien a quien ellos le estorbaba y quien verdaderamente orquestó todo eso, quien lo incentivo. Podía ser una o varias personas, pero definitivamente Bogum no estaba solo en todo eso.

Llegar a él no sería fácil, tampoco imposible. Sin embargo, acabar directamente con él solo servía para alertar a todos y que siguieran desapareciendo cualquier rastro de información que quedara. Sacarían a Park de su red, lo sacrificarían para poner a otro en su lugar y nada se resolvería. Acabar con todo mal de raíz era imposible en el planeta Tierra porque siempre habría alguien más sediento de ese poder. A Jungkook solo le interesaba quienes continuaban detrás de su familia, del hombre que fue su esposo aunque nunca firmaron un papel legal, solo le importaba quienes continuaban jodiéndole la vida directamente.

Para eso debía con una de las organizaciones que le hacían los trabajos sucios, quienes con dinero y poder mal habido continuaban patrocinando sus ilegales campañas y deseos. Los Diamantes estaban en su lista y para ello debía no solamente acabar con sus líderes directos, sino, desactivarla desde el interior. Estaba segura de que esta tenía algún tipo de vínculo, más bien varios. Desde que estaban en África ellos habían estado detrás de su captura.

Por eso les estaba llegando por todos los frentes, hasta los imaginados. Por eso, se estaba encontrando con una vieja y a la vez nueva amiga que se tomó el trabajo de contactarlo para asistir juntos a la gala en donde esperaba matar varios pájaros de un tiro a pesar de que su obvio objetivo era una.

Siguiendo todos los protocolos, Jimin descendió del vehículo que conducía para abrirle las puertas a la mujer de roja y larga cabellera que lucía despampanante. Los saludos fueron breves una vez que ella se sentó en los asientos traseros junto al importante empresario internacional que tenía como cita. El beso que le otorgó a Jungkook fue muy leve, su maquillaje no era algo que quisiese estropear. Por el retrovisor, la mirada del rubio se encontró con la del Liquidador, un asentimiento bastó para que él se pusiera en marcha.

Incursionar en el evento no fue muy difícil de la mano de quien había organizado gran parte de esta para Seojoon. Gracias a la noche que Wheein y él compartieron en aquel hotel, Jungkook pudo infiltrarse en sus equipos electrónicos. No solo extrajeron información vinculante entre Seojoon y los Diamantes, ahora ellos tenían acceso a todas las transacciones que realizarían una vez que se diera inicio a las donaciones.

Jungkook no tenía interés en quedarse con todo ese dinero, se lo haría llegar a las personas que realmente lo necesitaban, las que estaban supuestas a beneficiarse de esa gala que llenaba los bolsillos de quienes ya lo tenían llenos. Con todo lo adquirido de Wheein sin que esta se diera cuenta, tenía suficiente para "condenar" a Park Seojoon por las vías legales. El único inconveniente era que con todo lo que le respaldaba, ni siquiera comenzarían una investigación. Ese tipo de hombres no pagaban tras las rejas, lo hacían cuando perdían absolutamente todo y se despedían de ese mundo de la manera más dolorosa, una muerte digna de quien los asesinara.

Con gran elegancia, Jungkook avanzaba colocando sutilmente su mano en la espalda de la pelirroja que le sonreía a varias personas. Sus pupilas barrieron el local divisando a Seokjin ejerciendo su papel de camarero a un lado, Namjoon como parte del equipo de seguridad al otro. Todos estaban en sus posiciones, así que todo lo que restaba era aguardar. Fue cuando comenzaron a hacer una introducción, que supieron que la hora de las donaciones habían llegado.

Desde el auto, Jimin monitoreaba todos los equipos que normalmente su pareja cuidaba mientras era acompañado por Yoongi y Hoseok.

— ¿Sinceramente crees que no nos reconocerán? — Indagaba Namjoon viendo a Seokjin desvestirse en un cubículo apartado del centro de la fiesta. — Hasta hace un momento estábamos en medio de esas personas, unas barbas, bigotes y peluca falsas no es suficiente para cambiar la apariencia de una persona.

— Hasta hace minutos, nosotros no éramos personas para quienes están allá afuera. Tú un custodio cualquiera, yo un camarero, éramos basura servicial, eso es todo. Nos veían y a la vez no lo hacían, por ende, al remover todos estos accesorios falsos y cambiar nuestra apariencia a una semejante a la de ellos, a la misma altura social en apariencia, es comenzaremos a ser notados. Deja de verme el culo.

— Lo siento, es solo que...

— Es bonito, lo sé, pero ya tienes uno perfecto. — Espetó Seokjin lanzándole un arnés para que lo colocara debajo de su saco.

— No soy ciego, de acuerdo, el trasero y todo lo que conforma a mi hombre es perfecto. Es solo que tengo ojos y tienes buen cuerpo, eso es todo. — Rebatió Namjoon abrochando el arnés y colocando sus armas en él. — Además, tienes largas piernas, tu espalda y hombros son atractivos, pero tu culo no es bonito, quien te lo dijo te engañó.

— Yo también sé disparar, solo te lo recuerdo por si lo has olvidado, Pirómano. — Burlándose de sus palabras, Namjoon rio.

— ¿Estás listo para el show? — Indagó el nombrado mirando su teléfono, mandándole señales a Jimin para que estuviera atento.

Con sus nuevos trajes y aspecto impoluto, ambos hombres comenzaron a recibir miradas cuando se separaron para mezclarse entre el resto de los eventos. En apariencia, ambos hicieron grandes donaciones, los invitados no conocían las sumas, pero todos los organizadores que estaban llevando la contabilidad estaban al tanto. Alzando su copa hacia Namjoon, el otro Kim fue avanzando hacia él, al tanto de todos los ojos sobre su persona. Brindaron con una sonrisa, todo hasta que la risa de Jin escaló y varios se voltearon para verlo. Estaban aparentando, pero Namjoon no pudo evitar reírse junto a Jin.

Uniendo sus copas, elevó su mano para acariciar el mentón del mayor que se quedó mirándolo algo sorprendido por su tacto. Por un segundo, parecía que eran solo ellos dos cuando la caricia cambió por una mirada intensa y luego por unos labios que se rozaban. El labio inferior de Seokjin fue apresado por los dientes de un Namjoon que lo succionó con sensualidad antes de pasar a rodear su cintura e intensificar aquel beso que escandalizó a todos los presente. Por los murmullos, todos fueron volteándose para ver el espectáculo público que dos hombres adinerados estaban protagonizando en una ola benéfica como si estuviesen en un antro.

— Nunca entendí tanto a Taehyung como lo hago ahora. — Espetó Jimin dejando de mirar a la pantalla donde su pareja estaba besando a Seokjin. Sin pensarlo, tomó su pistola y descendió del vehículo. — ¡Suéltame!

— Entra otra vez, Jimin, no pueden vernos ahora. — Llamó Hoseok desde el interior del auto. — Park...

— Voy a matarlos. — El paso de Jimin se vio interrumpido por una mano que se aferró a su rubia cabellera para tirar de él hasta volverlo a meter al carro.

Jimin se deshizo de la mano que lo aprisionaba volteándose y golpeándolo. Yoongi maldijo al sentir el puño del contrario colisionar con su propio rostro, pegaba mejor de lo esperado. No obstante, se defendió sin querer devolverle el golpe a Park de verdad, solo forcejeando hasta lograr inmovilizarlo contra el regazo de un Hoseok que rodaba los ojos buscando controlar las pantallas.

— No necesitamos que renazca un segundo Desquiciado, Park, contrólate. ¿Realmente crees que Namjoon te ganaría cuando sabe que tú estás controlando las cámaras? No seas idiota, con razón nunca fuiste un agente de élite sino un número más en la NIS. Es que ni sé cómo lograste entrar. — Espetó con desdén, soltando el cuello de un Jimin agitado volvió a incorporarse. — Yo pedí que no te lo dijeran porque me presentí que saldrías a defender la polla que te enloquece y dirías que no o hubieses pedido tomar el lugar de Seokjin, algo que Namjoon no quiso porque tampoco quiere ponerte en evidencia. Serás necesario más adelante, no es hora de que se estén mostrando juntos. ¿Piensas que yo me quedaría tan tranquilo? A Hoseok y a mí esto nos gusta tan poco como a ti, pero es lo que hay.

— Por favor, ven aquí. — Llamó Hoseok mientras el rubio que peinaba su cabello con la mano.

— ¿Por qué si estamos todos en esto junto ustedes toman decisiones sin consultar al resto? Eso es peor porque cuando nos enteramos, tomamos las peores decisiones. — Espetó Jimin todavía odiando la imagen presenciada. Namjoon y él nunca habían afrontado problemas en su relación más allá de pequeñas tontas discusiones de vez en cuando como cualquier pareja. No obstante, planeado o no, le desagradaba ese beso compartido con Seokjin. — El desvío del dinero ha comenzado. — Avisó controlando los equipos, enviándole un mensaje a Jungkook.

Al recibir el mensaje de Jimin, el pelinegro bebió el resto de su copa y se disculpó con Wheein para ir al baño de los hombres. Pasó el seguro en la puerta para dirigirse a uno de los cubículos. Descendiendo la tapa del retrete, usó a este para subirse y sacar del empolvado túnel de ventilación, un bolso con su cambio de ropa junto a un juego de armas que no pudo entrar consigo. Sabía que Jimin ya había desactivado las cámaras de la zona por lo que no quedaría registro de su entrada o salida.

Tal cual lo esperaba, Park Seojoon continuaba rodeado de sus hombres camuflados entre los invitados mientras atendía las donaciones. Jungkook iba a acercarse con cautela, pero detuvo sus pasos cuando notó que este miraba su teléfono y veía en todas las direcciones, reorganizando a sus hombres. En silencio, Jungkook maldijo, algo estaba cambiando, le estaban dando algún tipo de aviso y el organizador del evento huiría de este antes de poder interceptarlo dentro.

Escurriéndose se abrió paso hasta la segunda planta en donde buscaría la otra salida. Corría por el pasillo cuando notó un grupo de hombres trajeados que iban hacia él. Definitivamente eran parte de un equipo de seguridad, algunos se fueron posicionando en las salidas posibles mientras él maldecía porque esa interrupción podría terminar con la fuga de Seojoon, algo que no podía terminar. De su arnés sacó varios cuchillos, tres en total que lanzó directamente al cuello de tres sujetos.

Pudo saltar antes de que dos lo alcanzaran hacia una columna que lo ayudó a impulsarse al rodearla con su cuerpo. Con sus piernas estiradas, derribó al primero de esos hombres mientras que al otro lo entrampaba con su brazo y lo lanzaba al suelo con una llave. Rodó por el piso de mármol para poderse incorporar, sacando dos pistolas con silenciadores que comenzó a descargar con cada disparo que soltaba hacia la cabeza de los hombres antes de que pudieran abrir fuego y todos salieran a la misma vez de aquel sitio.

Tras asegurarse que todos estaban sin vida, tiró de una cortina y atravesó una de las habitaciones desde la que se podía ver el estacionamiento. Esa era la única forma en la que podía llegar al vehículo de Park antes que este. Por ende, ayudándose de las cortinas, saltó del balcón a una columna a varios centímetros del barandal. Rodeó la columna con la tela y así, fue descendiente a gran velocidad, pero sin temor de dañarse en el intento por una caída.

Park Seojoon corría con quienes lo custodiaban hacia su vehículo. Había recibido un mensaje con la advertencia de que su vida peligraba y debía abandonar la gala inmediatamente sin causar un gran alboroto.

— Buenas noches, señor Park, me gustaría tener una plática con usted ahora que ha culminado tan increíble gala. — El mencionado se sobresaltó en su asiento cuando la voz de Jungkook llegó a su oído.

Ni siquiera había mirado el interior de los asientos traseros de su vehículo antes de sentarse, su seguridad era impecable. No obstante, ahí estaba un pelinegro trajeado sentado justo a su lado. Por reflejo estiró su brazo en busca del arma guardada en la puerta del coche, pero sus movimientos para el halcón que tenía junto a él eran muy lentos.

El brazo derecho de Jungkook se estiró para mantenerlo en su lugar presionando el pecho ajeno, tirando a la misma vez la tira del cinturón de seguridad que todavía no se había abrochado para con este inmovilizar su cuello, sofocándolo. Con una patada inclinó el asiento delantero, provocando que el chofer golpeara su frente con el timón del auto y, con su mano izquierda, sacó la pistola bajo su saco para apuntarle al sujeto que al ver el movimiento entraba por el asiento del acompañante. Aprovechando el silenciador, disparó sin pensarlo, una clara advertencia para el sujeto que había estado forcejeando. Park Seojoon simplemente dejó de moverse a pesar de que las venas en su rostro se mostraban. Medida que se tornaba rojo por la falta de oxígeno.

— Al parecer andabas buscándome desde hace muchos años y hoy que he decidido hacerte la visita, deberías ser más amable. Mucho gusto, Jeon Jungkook, aunque prefiero que me llames Liquidador. — Apretó un poco más el cinturón. — Ahora que las presentaciones están hechas, tengamos una charla. Dime cuál es tu afiliación con Los Diamantes.

— N-No sé de qué me hablas.

— Vamos, yo sé que eres más inteligente que esto. Si no hablas sabes que te mataré y aunque no lo haga, estoy seguro de que a tus amigos no les agradará saber que hablaste con el Liquidador y saliste con vida. No creerán que has mantenido tu boca cerrada y tus horas con vida estarán reducidas a minutos. Quien te avisó de mi presencia en este evento tiene un francotirador en la cima de alguno de estos edificios, una vez que yo descienda, jalarán el gatillo, así que te estoy brindando la única oportunidad de salir de aquí con vida.

Respirando con dificultad, Seojoon miró por las ventanas del auto, jadeando al notar una diminuta luz roja en el pecho que Jungkook le tocaba. Estaba jodido, si no lo mataba uno, lo mataba otro y estaba seguro de que su jefe no le perdonaría la vida, el Liquidador era su única salida.

— ¿P-Podrías sacarme de aquí primero? — Jungkook sonrió asintiendo y, antes de que el contrario pudiera decir algo más sacó una jeringa que clavó en su cuello para hacerle perder el conocimiento.

Cambiando de asiendo con el chofer, presionó el acelerador del vehículo. Con una sonrisa, Hoseok dejó de apuntarles desde el techo del edificio de al frente. Sabían que debían presionarlo un poco y estaban preparados para eso.

Para el momento en que Park Seojoon abrió los ojos, estaba sentado en una silla incómoda de la que intentó levantarse sin éxito. Los amarres en su cuerpo no fueron hechos con sogas, cubierto por cadenas de metal desde el cuello hasta los pies colocados dentro de un recipiente con agua. Fue entonces que el miedo lo comenzó a embargar, agitándose con toda su fuerza en el sitio mientras sus ojos buscaban en la oscuridad a alguien.

Las luces se encendieron de golpe, cegándolo por el cambio de iluminación. Cuando sus ojos se acostumbraron, divisaron a pocos metros de él a un hombre que pasaba so brazo por encima del respaldo de la silla, recostado muy ligeramente con sus piernas abiertas, casi como si hubiese llegado agotado de correr tomando el primer asiento que vio.

— El hombre que más de una vez se atrevió a poner las manos en mi hombre finalmente ha abierto los ojos. El heredero de la familia Park y que sin necesidad se ha metido en tantos negocios feos. — Jungkook se levantó del lugar con una sonrisa, a decir verdad, deseó acabar con él desde la primera vez que vio a Taehyung sentado en su regazo años atrás en aquella fiesta de la cual Seojoon fue el anfitrión. — Es bueno que yo no sea un hombre rencoroso que vive en el pasado. Solo estoy interesado en el presente, así que no temas. Conversemos, yo te hago unas preguntas, tú las contestas, de este modo, podrás salir de aquí ileso. Cada vez que te niegues a responder pues... La palabra ileso perderá su valor.

— No sé nada. — Se apresuró a responder.

— Park, deberías ser un hombre de palabra, yo te saqué con vida de allí porque dijiste que hablarías, no quiero remediar el error de que aún respires. — Su sonrisa ladeada desapareció para ir hacia la mesa de adonde tomó unos peligrosos alicates. — Comencemos, señor Park. ¿Qué afiliación exacta tiene con los Diamantes?

— Yo no... ¡Ah! — El grito de quien hablaba resonó en todo el lugar cuando uno de sus dedos fue cortado por los alicates que Jungkook sostenía.

— Ni siquiera puedes pensar en no responderme. Tienes diez y aún vamos por el primer dedo, faltan nueve antes de que finalmente te mate, no te preocupes. — Esto fue todo lo que dijo Jungkook, desde que Taehyung y él se separaron en Dubai, esa era la primera vez que sentía algo más allá del dolor. — Ahora quedan cinco segundos para que respondas la primera pregunta.

— ¡L-Lavo los activos! — Sus palabras salieron en un grito en cuanto sintió el metal afilado de los alicates rozar un segundo dedo, no obstante, esto no impidió que ese dedo dejara de formar parte de su cuerpo. — ¡V-Voy a h-hablar, estoy hablando!

— Tardaste seis segundos en contestar y teníamos un trato Seojoon-ssi. ¿Qué más haces aparte de lavar sus activos?

— R-Recluto a otros empresarios o personas con dinero e influencia para trabajar con ellos.

— ¿Quién está dirigiendo la organización?

— No l-lo sé. — Un nuevo grito se pudo escuchar cuando un tercer dedo fue cortado. Seojoon lloraba, su cuerpo comenzaba a temblar, podía sentir las punzadas de su mano en todo el cuerpo, todo dolía. — S-Sé que nuestro líder es despiadado, pero nadie lo conoce, siempre vemos al jefe, su mano derecha.

— ¿Quién es esa mano derecha?

— B-Bang Chan, él es quien siempre lidera las reuniones. — Jungkook lo conocía, de hecho, el hermano mayor de Chan Bang fue uno de los sujetos que él asesinó cuando estaba en la prisión. Ambos eran hijos del antiguo vicepresidente de la Asamblea Nacional de Corea del Sur, parte del partido demócrata.

— ¿El hijo del asambleísta Chan? — Seojoon asintió jadeando del dolor. — ¿Dónde se le puede encontrar? Alguna residencia o sitio que visite con regularidad.

— S-Solo nos reunimos cuando ellos así lo quieren, cambian el lugar de cada encuentro continuamente. P-Pero en tres días hay una reunión cerca de los muelles Inchon, no sé cuál, lo juro.

Jungkook podía ver la decadencia de energía en Seojoon, pronto se desmayaría y él ya quería terminar con eso. Pudo escuchar su alivio cuando el contrario lo vio soltar los alicates para tomar un ePad que acercó a Park. Ya habían tomado las huellas digitales de sus manos y pies cuando lo trajeron, ahora solo quedaba grabar su voz para los reconocimientos y la lectura de sus globos oculares. Golpeando sus mejillas lo obligó a mantener los ojos abiertos mientras dejaba caer algo en el agua donde descansaba los pies de Seojoon.

— L-Liquidador, ¿qué h-haces? Estoy cooperando yo...

— Ya no nos eres de utilidad y libre no te puedo dejar, eres un cabo suelto y nada más que eso. — Volviéndose asentar en la silla, tomó un control que presionó, viendo como todo el cuerpo del heredero Park comenzaba a contorsionarse en su sitio con temblores y gritos debido a la electricidad que lo electrocutaba. Jungkook no se movió, permaneció allí hasta que Seojoon murió, dejando de mirarlo solo cuando su teléfono sonó. — Papá, ¿qué sucede?

— Ven enseguida.

LORED

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