Capítulo 21

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A veces algunos recuerdos parecen estar embotellados, destapándose al ver, oler o escuchar algo. Algunos se podrían abrir cuando se quería y otros, lamentable o afortunadamente, no corrían con la misma suerte imposibilitando revivir el momento. La mente era tan cerrada como parlanchina, segunda siendo un misterio para el mundo, pero se tornaba el arma más poderosa. Nada podía funcionar en este mundo si no pasaba el filtro del cerebro primero.

Ese órgano que era el cerebro le mandaba órdenes a cada parte del cuerpo incluyendo el corazón aunque este último no fuese fácil de manipular. No podría borrar lo que allí se encontraba, mas el cerebro sabía cómo hacerlo ignorar. Por eso muchas personas eran capaz de sobrevivir al dolor, amor o la alegría más fuerte. Dentro de este órgano yace la mente, algo que no se puede ver ni tocar, pero sí alterar y controlar física o psicológicamente.

Las neuronas en los cerebros son las que ayudan a elaborar juicios, a razonar y dar forma a los sentimientos que comprenden la realidad. Jeon. Haechul, el padre del Jungkook fue un hombre que como muchos jugó a descifrar tanto el cerebro como la mente, a diferencia de muchos, él fue el hombre capaz de controlar la mente de otro ser humano con el menor índice de errores. Una inyección, píldora o sirope junto a unas órdenes, sonidos o imágenes bastaban para hacer con esta lo que quisiera; así dominaba no solo al dueño, sino también a quienes los rodeaban e incluso se podía ir a una mayor escala.

Dominio o control mental, un poder demasiado peligroso para seres tan inescrupulosos, egoístas y narcisistas como los humanos. Por eso sus descubrimientos eran tan valiosos de forma no exclusivamente monetaria. Técnica encaminada a suprimir la personalidad de una ovarías personas, controlando y anulando su libre albedrío para hacerla dependiente de lo dictado por un individuo u organización. Gracioso, porque aunque se podría utilizar para un sinfín de buenas obras, eran casi siempre las finalidades destructivas aquello que muchos procuraban.

Las secretas organizaciones gubernamentales detrás de sus estudios promulgaron que su objetivo fundamental era la mejoría de los agentes, para su concentración, imaginación, creatividad y autoestimas, y por extensión, mejoría de la vida de los sujetos. ¿Cuántos activos no pasaban por situaciones tan deplorables que todavía vivos dejaban de vivir? No todos tenía la fortaleza mental para superar la física y así seguir adelante. Cuando la mente se quebrara, hasta el ser más fuerte se deterioraba en cuestión de tiempo.

Definitivamente, sus estudios podrían ayudar a la población mundial si a los dirigentes le interesaran, pero, ¿qué había de beneficio en un mundo con verdadera igualdad? Se necesitaba de débiles, de diferentes eslabones para equilibrar las cosas a gusto de los más inteligentes y poderosos. Fue durante la producción de aquella fórmula que contenía uranio y plutonio para la creación de armas nucleares de pseudo protección que en aquel entonces el señor Jeon cayó en cuenta de lo que estaba creando.

Conociendo el mundo tan jodido en el que vivían, entrenó a su hijo para sobrevivir y desde niño, tanto él como su esposa notaron el gran autodominio de pensamientos y emociones que Jungkook podía tener sin entrenamiento. Ejercitaron su físico y mente, esta última podía ser una caja que con la llave correcta podría abrirse como Pandora y ocasionarle la muerte o su salvación. Jungkook conocía muchos detalles e información como para convertirse en alguien clave para muchas personas. Sí, podrían matarlo si obtenían todos esos datos, pero era su mejor garantía porque hasta no obtenerlo no lo eliminarían completamente.

Fue un alto riesgo el que tomó al utilizar su experimento en su propio hijo. Ellos tenían fecha de caducidad, era incierto que lograsen sobrevivir, por lo que todos sus esfuerzos se centraron en lo único valioso y verdadero que tenían sus vidas, Jungkook. Ese fue el mayor seguro de vida que le dejó y solo el propio Jungkook sería capaz de desbloquear toda información almacenada en su mente, ni siquiera con las más sanguinarias prácticas podrían quebrarlo y así fue. Sin embargo, el sufrimiento que veía en los ojos de su hijo, ese que hubiese querido borrar para verlo bien, le hacía llorar en silencio.

No podía sin más eliminar todo aquello que hacía de Jeon Jungkook el gran hombre que era. Había un límite de sufrimiento que como padre él podía evitarle. A veces le gustaría haber dicho no en el momento en el cual lo reclutaron a sus diecinueve años, mientras cumplía su servicio militar obligatorio. Desafió muchas reglas, incluida la de no enamorarse, pero los frutos de su amor con Younghee fue lo mejor que experimentó en la vida. Únicamente odiaba no haberlo podido cuidar y defender mejor.

Los pasos de Namjoon hicieron que el señor Jeon apartara la mirada de su hijo, le dio un asentimiento tranquilo y se marchó a su laboratorio. Todavía debía darle los resultados de los últimos análisis a su hijo, sin embargo quería investigar mejor, asegurarse antes de decir algo que podría arrastrar a su único hijo directo a la tumba. Seguro no había nada, conociendo a las agencias de inteligencia, todo podría ser una trampa muy bien elaborada e infalible.

— ¿Un cigarrillo? — La mirada de Jungkook se elevó para ver a una de las pocas personas en su vida que pudo calificar como amigo junto a Yoongi cuando él no era más que el Liquidador. — Como en los viejos tiempos.

— Ahora mismo podría consumir toda una cajetilla. — Su tono era relajado, mas todos continuaban sin ver al menos una efímera sonrisa en Jungkook. Eso también era una memoria de aquellos tiempos aunque ellos al menos en el presidio compartían una que otras risas. — Nunca permití que el vicio me atrapase, por eso incluso en la cárcel cuando sentía que fumaba demasiado me detenía por semanas, meses. Creo que no he fumado desde que Taehyung me sacó de allá dentro.

Parados en la terraza, ambos asintieron tranquilos y pasaron a sentarse en el suelo. Tras prender los cigarros los chocaron con suavidad y calaron profundo cerrando sus ojos.

— Pediré prestada tu mayor hazaña a ojos del público. — Confundido, Namjoon lo miró sin saber a qué se refería exactamente por un segundo, al siguiente ya había captado lo que el Liquidador quiso decir con sus palabras. — Vamos a quemarle todos sus edificios incluyendo clubes y otros negocios. Lo quiero en un horario sin público para reducir la probabilidad de lastimar a alguien inocente. Lo quiero a la vieja escuela para sus instalaciones, gasolina, butanol y fósforo. Para sus vehículos explosivos, iluminaremos con nuestros propios fuegos artificiales toda Corea del Sur desde cada uno de sus puntos cardinales simultáneamente.

— Dijiste que no harías un derramamiento de sangre al estilo del Liquidador.

— No lo haré con las grandes cabezas, al menos no todas, pero esto es un enfrentamiento contra otra organización. Mi gente contra los Diamantes. Montaré una cacería como la que no han visto en siglos si es que lo han hecho. Todos los hombres de esa organización que no muera en esos accidentes y atrapemos, quiero que los lleven a las fábricas. Ellos serán sobras que se convertirán en comida para animales, así que manda a preparar bien las máquinas y todas las fábricas que tengamos a lo largo del país. A partir de hoy comenzaremos a moler carne, crearemos mucho abono para hacer nuestras tierras más fértiles.

— Una verdadera carnicería. — Rio Namjoon calando su cigarrillo. —Me recuerdas al hijo de puta que solía estar en la celda continua a la mía. No pensé revivir estos momentos aquí. — Jungkook lo miró con un semblante tan tranquilo que toda la piel de Namjoon se erizó porque a diferencia del Desquiciado que explotaba como pólvora preso de sus emociones, el Liquidador más sanguinario y letal era ese que no hacía ruido. — Así no quedarán huellas.

— El Liquidador no deja huellas, cuando lo hace es porque quiere o porque estas liberarás ñas búsquedas hacia otros objetivos. — Ladeando su boca se puso de pie. — ¿Qué tal Jimin?

— Está consciente, salí en cuanto lo vi despierto.

— ¿Y qué haces aquí tan campante? Creí que te pegarías a él en cuanto abriese los ojos, que te vería irradiando felicidad.

— No pude verlo en estos momentos.

— ¿Por qué?

— Porque todavía no puedo enfrentarme a él y todo lo que oculta. Si nos ha traicionado, si ha jugado conmigo y me ha engañado me tendré que voltear contra ti. No dejaré que nadie le ponga una mano encima, tendré que matarlo yo mismo y, si eso ocurre, también acabaré conmigo. — Namjoon hablaba como si solo estuviese diciendo lo que iba a comer en un rato, eran las lágrimas que se limpiaba lo que le delataba.

— Esperemos que no tengamos que llegar a eso. — Musitó el pelinegro viendo al pirómano durante escasos segundos para luego irse del lugar.

+++

Jeon Jungkook, mejor dicho, el Liquidador exudaba elegancia, seriedad y oscuridad a medida que avanzaba hacia el interior de una casa en apariencia vacía que tenía entre sus propiedades. Con señas cortas y concisas le dio varias órdenes a sus hombres antes de entrar, mirando cuidadosamente cada rincón.

— ¿Lo revisaron? — Indagó a uno de sus hombres.

— Sí señor.

— Retírate. — El sujeto se desapareció y Jungkook extendió su mano. — Non é una cuestione personale, spero che puoi capire e scusarmi per questo, signor Zaccanti. (No es una cuestión personal, espero que puedas comprender y disculparme por esto, señor Zaccanti)

— É un piacere ci rivediamo dopo tanto tempo, Liquidador. (Es un placer volvernos a ver después de tanto tiempo, Liquidador.) — Estiró su mano de regreso, algo muy diferente a su primer encuentro. — Come posso aiutare? (¿Cómo puedo ayudar?)

— Grazie per avere accettato la mia chiamata e venire in Corea del Sur per incontrarmi. (Gracias por haber aceptado mi llamada y venir a Corea del Sur para reunirte conmigo.) — Agradeció Jungkook con un asentimiento mientras le indicaba que volviese a tomar asiento. — Ho un Buon affare per te, só que riconosci un buon affare, quando ne vedi uno. (Tengo un buen negocio para ti, sé que reconoces un buen negocio cuando lo ves.)

— Sicuro, nessuno vuole perdersi un buon affare. (Seguro, nadie quiere perderse un buen negocio.)

— Noi possiamo creare nuove rotte di trasporto in Africa. La mia organizzazione ha bisogno di muoversi liberamente dall'Europa. Nuovi percorsi sono stato inseriti per utilizzare i nuovi convogliatori che collegano il magazzino al nuovo reparto di droghe. (Nosotros podemos crear nuevas rutas de transporte en África. Mi organización necesita moverse libremente desde Europa. Las nuevas rutas se han añadido para utilizar los nuevos transportadores que conectan el almacén al nuevo reparto de drogas.) — Comentaba expandiendo un mapa en la mesa frente a ellos. — La tía organizzazione non é stata in grado di trasferirsi in Africa e non non possiamo creare nuove rotte sconosciute in Europa. Potremmo lavorare insieme. (Tu organización no ha podido expandirse en África y nosotros no podemos generar nuevas rutas desconocidas en Europa. Podríamos trabajar juntos.)

— Mi piace quello che sento, continua... (Me gusta lo que escucho, continúa...)

Los diamantes eran una clave primordial que el Liquidador no podía perder. Tenía que desarticularlos, ir golpeando todos sus costados para que se cubrieran y llegar al corazón de este. Mister D los dirigía, eso era seguro, pero él no tenía todo el control, su esquema aunque bueno, tenía demasiadas fallas para una organización criminal de ese alcance. Tenían recursos y personas, seguramente buenas estrategias también, pero desconocían la calle desde adentro y no solo su funcionamiento. Era como cuando Taehyung quería hacerse cargo de sus hombres y los Cocodrilos con agentes entrenados. Ese era su punto débil como organización y debía exprimirlo.

Cuando ellos huyeron de Madagascar, cuando Taehyung se separó de él para ir por su cuenta, este fue interceptado por gente de los Diamantes. Ellos estaban detrás de algunos negocios con minerales en África y aunque verdaderamente no le interesaba, iba a meterse en él. Troncharía su mina de ingresos más limpia y para eso se apoderaría de ese territorio. Solo todavía no se lo podía permitir, ahora, con los contactos correctos ya fuesen internacionales o los mismos nacionales, él iba a barrer a los Diamantes de ese continente.

Después de su reunión con el señor Carlos Zaccanti y contar con su completo apoyo para utilizar tanto sus rutas como otros recursos desde Italia hasta Melilla, la ciudad autónoma española situada en el norte de África, Jungkook regresó a la vivienda en donde se encontraba uno de los laboratorios de su padre. Al parecer, este tenía algo muy importante que decirle. No obstante, a pocos kilómetros, desvió por completo su camino, no sin antes avisarle a Namjoon y Yoongi para que se uniera a él. Min no pudo unírsele, en cambio, Hoseok fue con él.

— No me gusta. — Fue todo lo que comentó Namjoon una vez que se encontró con Jungkook a una distancia prudente del lugar en el que fueron citados. — No me gusta nada de esto.

— Me huele a trampa, es una trampa. — Agregó Hoseok asegurando sus armas y chaleco oculto debajo de su camisa. — Una reunión entre todos los líderes del norte de Corea del Sur organizada por los Diamantes cuando ellos han querido destronarlos a todos, principalmente a ti, no es algo bueno. Por lo que sé incluso podrían eliminarlos a todos en el mismo sitio. Hace algunos días los atacaste y ahora envían una invitación como si fuéramos a tomar unas cervezas viendo la puesta del sol desde una hamaca en la playa.

— Ya tengo el perímetro controlado. Evidentemente, es un riesgo que de igual forma correremos, no creo en esa supuesta tregua que quieren hacer, pero debemos sentarnos a hablar. — Jungkook miraba su teléfono, respondiéndole a su padre para que lo esperase unas horas más. Justo después de guardarlo, observó su propia mano, esa adornada por las iniciales KTH. — ¿Vamos?

Tanto Hoseok como Jungkook asintieron, cada uno regresando al vehículo en el que habían legado hasta ese punto. La reunión se llevaba a cabo en lujoso club, uno de los tantos que manejaban, solo que este estaba situado en Ulsan, la ciudad que había visto nacer al pirómano. Para sorpresa de todos, ni siquiera intentaron requisar sus armas como solían hacerlo en ese tipo de reuniones. No se permitieron rifles o grandes armas, mas todos pudieron pasar con sus pistolas.

Jungkook divisó a Jessica acompañada de Hwasa en una de las mesas junto a otra chica que era su mano derecha. Las tres los miraron, pero nadie comentó algo o evidenció la alianza que tenían. Todos parecían estar reunidos ahí para ver un espectáculo, las atenciones, la mujer que cantaba en el escenario de modo seductor y todo en el ambiente así parecían hacerlo ver. Nadie bajaba la guardia, al menos no aquellos afiliados al Liquidador.

Media hora después, justo cuando Jungkook ya pensaba en marcharse para no perder tiempo, vio salir detrás de las cortinas al hombre de roja cabellera que tan natural, mas seductoramente sonreía. Ahí se centró toda su atención, sus miradas se cruzaron, solo un segundo porque quien comenzó a hablar por el micrófono disculpándose por la espera no dio tiempo a más. Tras sus palabras, la tonalidad de las luces cambiaron de colores fluorescentes y bajos a una fría y clara. A pasos firmes, Mister D descendió del escenario para dirigirse hacia dos asientos que simulaban un trono continuo.

El espacio junto a él no permaneció vacío demasiado tiempo, frente a ellos apareció una figura que hizo tensar a Namjoon, Hoseok y Jungkook por igual. Un trajeado y sonriente Park Bogum saludó a todos como si fuesen viejos socios. Justo ahí, Jungkook deseaba vaciar el cargador de su pistola. En cambio. Mantuvo su compostura como mejor pudo. El último en llegar ordenó una nueva ronda de tragos para todos a pesar de que muchos no estaban bebiendo. Entonces, lo único que podía desquiciar al Liquidador ocurrió. Bogum se inclinó para besar a Mister D profunda y obscenamente, pasando luego a tomar asiento y palmear su regazo.

La intensa mirada de Jungkook se había oscurecido y su mente lo único que pedía a gritos era que ese hombre de cabellos rojos permaneciera en su lugar. Al esto no ocurrir, el exconvicto llevó a gran velocidad su mano al saco de su ropa para tomar el arma, siendo frenado por la mano de Namjoon que detuvo a la suya aguantándola con excesiva fuerza. Jungkook se zafó, pero el Pirómano volvió a agarrarlo.

— Te está provocando, es obvio, no puedes caer en su trampa. — Lo sabía, por supuesto que Jungkook sabía que esa era una provocación, no obstante no le importaba, solo quería matar a Bogum. Era asqueroso el modo en que frente a todos se tocaban, más de uno miró en su dirección porque frente a ellos se mostraba quien ellos conocían como el hombre del Liquidador, todos demasiado confundidos. — Por el bien de todos, incluso de ese pelirrojo, tienes que controlarte. — Susurró a su oído viendo como Bogum sonreía y procedía a hablar.

— No soporto que sus cochinas manos estén arriba de mi hombre. — Fue todo lo que logró decir apretando sus dientes.

— Desconocemos si en verdad ese hombre es Taehyung, Liquidador. Si actúas ahora joderás todo lo que ya tenemos planeado.

— Quiero que adelanten los fuegos artificiales. — Musitó dejando su arma quieta.

— Daré la orden, pero debes controlarte.

En el transcurso de esa reunión Jungkook confirmaba que toda esa farsa era simplemente una provocación abierta para ellos, directamente para él. Sí, se comentó sobre la supuesta tregua, exhortando a los presentes a que consideraran sus patéticas ofertas. Al finalizar, el Liquidador se limitó a ponerse de pie e ignorar a la afectiva pareja.

— Estaré solo. — Jungkook no quería ver o escuchar a nadie en esos momentos, sinceramente, toda persona cerca de él tiraba más de sus nervios, echándole más pólvora al fuego de su molestia y no quería terminar con sus manos manchadas de sangre.

— Liquidador, no creo que sea una buena opción. — Hoseok fue el primero en hablar, pero Namjoon tiró de su brazo y negó para que guardara silencio.

— Prepararé a unos hombres para que...

Jungkook lo dejó con la palabra en la boca, pues sin más tomó las llaves de su chofer y condujo sin un destino fijo. Sin darse cuenta, terminó frente a un autobús abandonado que ya conocía. Descendió de su vehículo para subir al otro, sin embargo, todo lo que sentía era rabia mezclada con dolor. Disparó su pistola contra viejos asientos. Algunas ratas salieron huyendo entre sus gritos y tiros. Pasó un tiempo prudente en el que sin más se sentó en los últimos asientos polvorientos, su mirada desviándose hacia el orificio que uno de los cristales de las ventanas tenía. Despacio, se levantó y fue hasta él para acariciarlo con sus dedos, cerrando sus ojos para recordar, necesitaba mantenerse cuerdo.

Su siguiente destino fue un bar en el territorio de los Jebbies. Iba por su tercer trago cuando Ahn Hyejin llegó con su pareja y dueña del local dentro de su territorio gracias a un aviso.

— Liquidador... — La mujer de larga cabellera negra, elegante e imponente porte se detuvo junto a del sin atreverse a tocarlo. — Jefe, no deberías estar aquí solo bebiendo aunque sea territorio de Jessi. ¿Por qué no me acompañas?

Tragando hasta la última copa y observando al hombre que le había servido la bebida, Jungkook asintió. Se giró en su asiento viendo a Hwasa junto a él y a la líder de los Jebbies a varios pasos más atrás. Ellos parecieron comunicarse sin necesidad de palabras, por eso, cuando el pelinegro tiró de la nuca de la mujer que años antes compartió su cama junto a Yoongi, Jessica nada más se acercó en silencio.

— Deberíamos salir de aquí. — Fue todo lo que dijo acariciando la cintura de su pareja.

El destino de los tres fue un apartamento a pocos metros del bar. Entraron entre besos compartidos, pero cuando Hwasa acompañada de su novia lo intentaron desvestir, Jungkook negó con una sonrisa.

— Es mejor si me dejan ver como la última vez. Claro si eso les parece bien. — Mencionó mirando a Hyejin y la botella que descansaba a pocos metros que se acercó a tomar. — Ahora mismo no serían más que los recipientes de mi liberación. — Ni ellas, ni cualquier otra persona sería jamás Taehyung incluso si lo intentasen. El agente sería siempre su único hombre. Nadie le podría pedir más de lo que estaba dispuesto a dar o recibir. — Son más que un orificio, así que no me molesta quedarme a ver si es lo que desean, si no, pues me retiro con esto... — Alzó la botella.

Similar a la vez anterior, El Liquidador permaneció viendo a esas dos mujeres a petición de las mismas. Sus ojos estaban posados en ellas, pero la única imagen que podía ver era la del pelirrojo besándose con Bogum. Fue un inmaduro y estúpido espectáculo hecho para él. ¿Por qué otra razón Bogum rebajaría a Taehyung a ser tocado frente a todos esos imbéciles? Bueno, no era Taehyung, no tenía seguridad de ello, mas así se sintió.

Cuando el sonido de los orgasmos llegaron, Jungkook se acercó a ellas para despedirse y regresar nuevamente al mismo bar.

— ¿Cuántos años tienes? — Le preguntó al camarero que rato atrás le atendió, ese que había estado mirándolo con obvia atracción. Estaba trabajando en un establecimiento nocturno, pero el Liquidador prefería cerciorarse de su mayoría de edad antes de decir algo más.

— Tengo veintidós años, Liquidador. — Por supuesto que el chico lo conocía.

— ¿Nombre?

— Hyunjin, Hwang Hyunjin. — Respondió el chico de larga cabellera rubia.

— ¿Quieres venir conmigo esta noche, Hyunjin? Quiero follar contigo. — El mencionado ensanchó los ojos, desviando la mirada hacia su compañero que le servía a alguien más. — Tienes diez segundos para decidir.

— Sí, señor, quiero ir con usted. — Jungkook asintió dándole tiempo al chico para que le avisara a su compañero y se quitara su delantal.

Antes de salir del bar, Jungkook lo requisó de pies a cabeza deshaciéndose de su teléfono y el resto de las pertenencias. Con su propio móvil activó una frecuencia en busca de micrófonos o algún otro dispositivo y al confirmar que estaba limpio, le indicó que se adelantara a la salida. No fue sorpresa encontrarse a Suga estacionado detrás del vehículo que había usado. Su amigo no pudo ocultar su sorpresa al ver a Jungkook con alguien más, ya que las intenciones eran obvias. Quiso hablar, en cambio, solo les abrió la puerta de su camioneta mientras dos de sus hombres iban a encargarse del vehículo del Liquidador.

En silencio, Yoongi manejó hasta una casa en el exterior de la ciudad. Cada tanto observaba a quienes tenía detrás, porque mientras se besaban todo se volvía incómodo, pero cuando estaban tranquilos era peor. Con cierta lástima Min observó al nervioso joven hasta el momento en que ambos descendieron del auto.

Una vez en el interior de una de sus casas de seguridad y custodiado por sus hombres, Jungkook perdió sus dedos en la rubia cabellera, estrellando sus labios contra a los contrarios, unos carnosos que le respondía los besos con gula. Avanzaron hasta una de las habitaciones casi jadeando. Jungkook se quedó parado contra la puerta y el más joven no necesitó una orden para cercarse, arrodillarse y perder en su boca aquel miembro que a diferencia del suyo seguía flácido.

El Liquidador casi maldijo, parecía que no podría tener una erección esa noche por mucho que su acompañante hiciera, mas al obligarse a despejar su mente, todo mejoró. Un rato después el menor se encontraba gimiendo y jadeando mientras el Liquidador lo penetraba con fuerza y carente de tacto. No lo lastimaba, pero tampoco había afecto o consideraciones. Hyunjin llegó a su segundo orgasmo y fue entonces que el pelinegro se vino dentro del condón que rodeaba su pene.

— Puedes descansar o quedarte a dormir aquí si deseas. — Mencionó Jungkook incorporándose apenas segundos después de haber terminado, de haber follado con alguien más que no fuese Taehyung por primera vez en años. — Esto es para ti.

— No necesito dinero, no vine contigo por eso... — Se apresuró a decir, devolviéndole el fajo de billetes que el Liquidador había dejado caer en el colchón.

— Lo sé, considéralo solo una muestra de gratitud de mi parte. — Se inclinó para acariciar u cabeza por un segundo y luego besarlo.

— ¿Te vas? Quédate, podríamos volver a hacerlo en unas horas o en la mañana.

— Chico, te digo esto por tu bien, no esperes más de lo que te he dado. Si algún día me apetece volver a verte, te mandaré a buscar. — Comentó terminando de abotonarse su camisa y guardar su arma. — Si necesitas algo más, pídeselo a alguno de mis hombres, te llevarán a donde desees. — Sin decirle algo más abandonó la habitación, encontrándose con Suga hablando con uno de sus hombres. — ¿Sigues aquí?

— Sabía que no pasarías la noche con ese mocoso, te tomó mucho más de lo que esperé aun sabiendo que no eres alguien precoz. — Vamos, súbete. — Jungkook asintió sin decir algo más, porque sin contar a su Desquiciado y padres, Yoongi era a pesar de todo quien más lo conocía. — ¿A dónde?

— El laboratorio norte de mi padre.

Ninguno habló por el resto del camino a pesar de que el Liquidador se sentó junto a Min en los asientos delanteros. Cerró sus ojos y procuró dejar su mente completamente en blanco hasta que llegaron. Una vez seguro de que estuviese bien, Suga despertó a Seokjin dado que este había regresado horas antes y se había quedado dormido en el sofá esperándolo.

— ¿Todo bien? — Jin continuaba mirando el pasillo por el cual Jungkook se perdió.

— Sí, vayamos a casa, Hobi nos espera.

Cundo Jungkook entró al laboratorio de sus padres, se los encontró a ambos ahí todavía despiertos y aguardando por él. Younghee hizo una mueca por el olor a alcohol y su padre evidenció que no estaba de acuerdo con que saliera a beber fuera y solo, pero tampoco podía culparlo luego de lo que Hoseok les contó. Por eso, sin saber aún si lo que estaba haciendo era lo correcto, pero persuadido por su esposa, le entregó varios documentos a su hijo.

Al comienzo Jungkook solamente rodó los ojos mientras comenzaba a leer, a medida que avanzaba, su ceño se fruncía. Miró a sus progenitores, los dos encogiéndose de hombros.

— ¿Los marcadores y alelos del último examen de ADN determinaron que pertenecían a una misma persona? ¿É-Él era Taehyung?

¡Hola, hola por aquí! ¿Cómo se encuentran? Les comparto un nuevo capítulo 🙈 espero que les haya gustado. Nos vemos en el próximo.

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