Capítulo 20

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Sus ojos estaban perdidos en algún punto de la pared frente a él y aun así no la divisaba correctamente. Su respiración levemente irregular por el esfuerzo físico, una mano tirando las hebras de cabello gris, la otra inmovilizando el musculoso cuerpo debajo de él mientras procuraba meterse en el papel. Las primeras interacciones o provocaciones no estuvieron mal, los juegos previos tampoco, pero simplemente algo faltaba. Dos fuertes penetraciones más y el cuerpo que el pelirrojo tenía entre sus manos terminó deshaciéndose en gemidos. Él no se había corrido todavía, por lo que su acompañante se incorporó para ayudarlo en esa tarea hasta que finalmente tuvo éxito. Cerrando los ojos, ese que se hacía llamar Mister D o Dionysus separó bruscamente la boca que continuaba limpiando su ya flácido miembro para con una ladeada sonrisa pasar a bajarse de la cama.

— ¿Tan pronto te marchas? — Con una sonrisa aparentemente coqueta, el pelirrojo se volteó para verlo.

— Vamos, Wonho, ambos sabemos muy bien el significado de este encuentro. — Musitó acercándose nuevamente, depositando una caricia en sus labios antes de besarlo. — Tengo cosas importantes que hacer y estoy seguro de que tú también. — Dirigiéndose al baño, ignoró la mirada que el contrario le daba. — ¿Alguna respuesta?

— Los cocodrilos, Jebbies, los hombres del Liquidador, todos se han estado quedando sin suministros de armas, ahora mismo no conseguirán en el mercado asiático nada en buen estado. — En silencio, el pelirrojo asintió. — Por cierto, me he encargado de hacerle llegar a tus hombres en Ruanda un nuevo lote de armamento.

— La última parte de tu pago llegará en breve. — Respondió observándolo. — Viste que sí se podía.

— ¿Por eso te has estado acostando conmigo? — Elevó un poco la voz levantándose de la cama para tirar del brazo a Mister D, pero como resultado simplemente terminó con un pie presionando en el suelo y una pistola apuntándole.

— No te confundas, simplemente te estaba haciendo un regalo y entreteniéndome dicho sea de paso. Siempre obtengo lo que quiero y no necesito follarte para lograrlo. — Con su pie desnudo empujó fuertemente su rostro a un lado y se alejó. — Vamos a darle un mejor funcionamiento a esos músculos que tienes de bonito solo para impresionar. Levántate y acompáñame.

El pelirrojo terminó de vestirse camino al exterior de aquella habitación encontrándose con dos de sus hombres en la puerta y un Bang Chan completamente escandalizado gritándole a alguien al otro lado del teléfono. Confundido, Mister D permaneció observándolo hasta que este le devolvió la mirada.

— ¿Qué sucedió?

— Señor, nuestros hombres fallaron la misión. El cuerpo del Liquidador no apareció entre los restos y acabo de recibir la noticia de que Lino está desaparecido también. — Cerrando sus ojos, el pelirrojo suspiró antes de maldecir. — Si todos los asociados a él siguen activos y no logramos erradicarlo por completo los Diamantes tendrán muchas dificultades. No nos conviene que...

— Sé perfectamente lo que no nos conviene, no necesito un jodido recordatorio. Dale aviso a nuestros hombres, nos vamos. — Musitó antes de que Wonho apareciera en su campo de visión. — Quedamos para vernos mañana, ahora tengo una emergencia, debo irme.

Sin decir algo más, llevó su teléfono a la oreja y comenzó a avanzar a pasos apresurados, seguido por Bang y los hombres que lo acompañaban. Al subirse a la camioneta que lo trasladaría cerró los ojos fuerza escuchando los regaños que le daban.

— Te lo he comentado mil veces, Suga y el Liquidador lograron esa posición y la han mantenido por tanto tiempo por algo. No puedes proceder con ellos como lo harías con cualquier otra organización. Al Liquidador principalmente, si no lo matas, estás jodido.

— Ya me lo has dicho.

— Pero pareces no interiorizarlo. — Mister D suspiró ahogando la molestia burbujeante en su interior. — A partir de ahora no te encargarás más del Liquidador y sus hombres, necesitas dejar pronto el país.

— No lo haré. Trabajo con ustedes, sin embargo ya les he mencionado que no me gustan esas precisas que me dan.

— Quedamos en algo, dijiste que no fallarías y lo hiciste, no te puedo dejar en Corea del Sur con un monstruo al que has incomodado. Ven a verme inmediatamente y...

El teléfono del pelirrojo se cayó en el suelo del vehículo cuando el chofer comenzó a maniobrar bruscamente. A su alrededor, toda la caravana de automóviles que lo estaban respaldando comenzó a desintegrarse debido a una gran carga de explosivos que se activaron simultáneamente. El fuego, el humo, los materiales de otros coches que se interponían en su camino o volaban hacia ellos, todo eso tenía a su chofer maniobrando con brusquedad.

Bang Chan saltó con el automóvil en movimiento y el hombre de roja cabellera sabía que tenía que hacerlo igual por lo que sin pensarlo eliminó el seguro de su puerta, esperando no terminar con fracturas a pesar de buscar una buena forma de caída. El impacto con el concreto de la calle lo hizo maldecir, pero no se detuvo a reflexionar en el dolor en cuanto echó a correr. De soslayo notó como el vehículo en el que hasta hacía nada se transportaba se volcó y segundos después explotó. No tenía su celular consigo, solo un machucado aparato que de nada valía y a la nada lanzaba. Corrió, pero no lo suficiente como para escapar de los hombres que lo cercaron o ese dardo tranquilizante que a su cuello lanzaron como si fuese él un animal salvaje.

— No, ahí no. — Habló el Liquidador cuando fueron a enganchar al capturado en un gancho que caía del techo. — Colóquenlo en la silla y retírense.

Una vez en la soledad, el primer instinto del pelinegro fue comenzar a tomar muestras de aquel hombre. No podía extenderse demasiado porque sabía que el tiempo corría, pero quedarse sin muestras de su sangre, uña, dermis y demás no era factible. Terminando de despachar lo que había adquirido, pudo sentir el leve movimiento en el cuerpo del llamado Dionysus. En silencio se alejó solamente para ubicarse frente a él para que fuese lo primero que viera al despertar.

— Buenos días... — La voz del Liquidador era un susurro bajo y lejano para el hombre de roja cabellera que comenzaba a abrir sus ojos sin saber muy bien cómo o dónde estaba. El impacto de un agua helada con trozos de hielos incluidos lo hicieron espabilar a mayor velocidad, tosiendo muy levemente antes de agitar su cabeza para escurrir las gotas que continuaban cayendo por su cabello y rostro. — Me he cansado de dejar pasar sus jueguitos del gato y el ratón cuando ambos no son más que insectos bajo las garras de un monstruo. Así que hablemos, Mister D.

— Vaya, debo admitir que tu reputación te hace justicia. Debes ser alguien con los cojones realmente bien puestos como para atreverte a venir por mí. — Espetó luego de aclararse la garganta el pelirrojo que todavía sentía su cabeza demasiado pesada, agitándola levemente mientras relamía sus labios y centraba su mirada en el pelinegro de estoico semblante. — ¿Puedo preguntar de qué juegos hablas en estos momentos? — Fingió no entender, ladeando una sonrisa que causó algo en el pecho de Jungkook inquietud. ¿Cómo podría no ser él su Desquiciado? — Ah, te refieres al pequeño recibimiento que te envié. Creo que deberías ser un poco más agradecido, estaba librándote de tu fastidiosa vida, hijo de puta.

— Oh, claro que estoy agradecido, tanto que te he mandado a buscar para expresar mi gratitud personalmente, como se deben hacer las cosas. Supuse que teníamos un acuerdo tú y yo.

— Teóricamente, sí. Un acuerdo muy poco beneficioso para mí y aunque en nuestro previo encuentro no pude clarificártelo, lo hago ahora. No me interesa hacer negocios contigo, Liquidador. Conformarme con poco cuando puedo tenerlo todo no es mi estilo, así que lo siento. Solicitud de sociedad denegada. — Esta vez, fue Jungkook quien sonrió ante sus palabras, confundiéndolo incluso cuando lo vio caminar lentamente hacia la puerta del lugar sin darle una respuesta. — Si me vas a matar deberías hacerlo ya, porque cada segundo que pase estarás más cerca de la muerte.

— Todo ser vivo está más cerca de su muerte a cada segundo que pase, es el proceso natural de la vida, no me dices nada nuevo. — Eliminando su sonrisa ladeada, la mirada de Jungkook se perdió en la de aquel pelinegro justo antes de cerrar la puerta y salir al pasillo.

Inhaló y exhaló buscando en cada intento exhalar todos sus pensamientos y emociones porque a lo largo de su vida comprobó de mil maneras que una de las mayores fortalezas era la contención. Él se ganó el apodo del Liquidador porque podría eliminar a personas e incluso organizaciones completas con o sin violencia. Sin embargo, para derribar a un adversario no tenía que ir directamente a matarlo por mucho que le apeteciese en ocasiones. Contenerse cuando estaba encolerizado, callar cuando deseaba expresar su pensar, analizar cuando se esperaba que actuara, la paciencia, esa fue una de sus mejores armas.

Atacar cuando se esperaba, no siempre era satisfactorio y por lo general, se perdían de vista muchas cosas. Esa era una de las grandes diferencias entre el Liquidador y el Desquiciado, Taehyung era demasiado pasional incluso fuera de la cama. Eso no estaba mal, su hombre siempre fue inteligente y sabía cómo alcanzar sus objetivos, pero era muy impulsivo, se dejaba cegar por algunas emociones y eso lo volvía predecible. Por eso estaba seguro de que utilizaron la muerte de Kim Yoori para hacerlo caer. Cualquier persona, hasta la más comedida se podría cegar cuando de un ser querido se trataba, pero Taehyung iba más allá. Él podía perder en un abrir y cerrar de ojos el control que le impedía a muchas personas terminar en una cárcel ya fuese por el estigma de la sociedad o el de su propia mente.

Una persona desquiciada es aquella alterada y fuera de sí, alguien que pierde la tranquilidad o paciencia. Un ser cuya personalidad se descontrola completamente, alguien que podría ser tildado de loco, pero honestamente, ¿quién no lo estaba? La naturaleza y la vida tenían un complot en donde a veces era una locura no estar loco, fingir demencia frente a tantas atrocidades, emociones o situaciones. Justo esa fue una de las cosas que le llamó la atención de Taehyung en cuanto lo vio en aquella sala de la prisión a donde fue llevado para su primer encuentro.

Lo notaba en sus ojos, lo mucho que ellos dos podrían llegar a parecerse y lo distintos que eran a su vez. Jungkook sabía que la locura era un término tan complejo que se tornaba difícil de definir, pero ellos dos compartían una única que brillaba en sus ojos. Estaban preparador para morir en cualquier momento y les importaba cero o nada la vida. Lo reconoció como un depredador al igual que él, uno que no cazaba por diversión, sino por necesidad, obligación y supervivencia. Podrían ser dóciles con el incentivo correcto, fatalmente letales también. Por eso frente a ese perro rabioso que custodiaba a un monstruo mucho peor, Jungkook quedó completamente prendido.

Se enamoró de su ingenio, carácter y persona, fue cautivado por su despotismo y rebeldía. Le divertía tanto cuando tenía control como en la ausencia de este. Amaba que no le temblase el pulso frente a ninguna situación y no del modo literal porque estaba bien tener miedo en algún momento, eso los continuaba anclando a la humanidad. Lo que adoraba es que todavía preso del miedo o sus propias emociones, Taehyung siguiera adelante luchando por sus propios ideales. Eso le devolvió el alma, lo hizo volver a conectar con el mundo, la vida, su mente y también corazón.

Porque aprendieron a complementarse, a pertenecerse sin considerarse propiedad del otro. El hombre que lucía justo como ese que él miraba por el cristal, su Desquiciado hizo sentir a un corazón que yacía casi muerto y que se fortaleció únicamente porque Kim Taehyung tuvo los fragmentos faltantes. Eso fue lo que les convirtió en una mancuerna perfecta, las similitudes, pero principalmente las diferencias. Porque como un rompecabezas uno era la pieza única que se ajustaba al otro, porque ya eran alguien solos y mejoraron exponencialmente al unirse.

Apoyando su frente en el cristal que se empañaba con su respiración, Jungkook cerró sus ojos hasta sentir la proximidad de unos pasos. Al elevar la mirada se encontró a Yoongi, el mismo que continuaba sin poder procesar la imagen del hombre detrás de aquel cristal. Para él, ese era. Taehyung, uno al que también enterró y por el cual absurdamente lloró mismo si por mucho tiempo lo único que quiso fue colocar una bala en su cabeza.

— Tus padres ya están analizando las nuevas muestras de sangre que extrajiste de él. Creía que ya habían hecho las pruebas pertinentes con anterioridad.

— La última vez utilicé hebras de su cabello, ahora sangre y si en el futuro tengo que extraerle su alma también lo voy a hacer. No me detendré hasta que tenga la certeza absoluta sobre quién es o no es él. — Mencionó centrando su estoica mirada en el pelirrojo del otro lado del cristal que no podía verlo.

Cada movimiento o gesto, Jungkook analizaba hasta el mínimo detalle porque existían cosas que simplemente no se podrían modificar, falsificar o igualar jamás porque eran exclusivas.

— La forma en que mira en todas las direcciones es como si buscara la brecha que le permitiese escaparse de ahí. — Comentó Yoongi cruzado de brazos y mirándolo como tantas veces hizo desde que Jungkook se apareció con él la primera vez.

— Es el paso más obvio en una situación así. El instinto de la supervivencia siempre te hará intentar escapar, pensar en hacerlo o esperar por algo, alguien que logre hacer aquello que no puedes y te rescate. No obstante, él no necesita ser salvado.

— Es imposible liberarse de ahí, Liquidador.

— Para ti y casi el mundo entero si es imposible. — Musitó sin apartar la mirada del cristal. — Para mí, para mi hombre, no lo es. Kim Taehyung podría liberarse de ahí, encontrará la manera. — Min escondió la mueca que quiso aflorar en su rostro porque no quería contrariar al Liquidador.

— Dejaste armas allá adentro.

— Dos armas cortas exactamente, una vacía e inservible Remington 1911 R1 y otra con municiones, una Browning Hi-Power modificada, pero con su cañón atascado. — Asintió tranquilo.

— ¿Cuál escogería primero Taehyung?

— Le gustaban las cosas notorias, peligrosas y que causaran mucho estrago. Si le hubiese dejado una bazuca definitivamente la hubiera tomado con los ojos cerrados si se tratara de disparar simplemente. Ahora, está en una situación en la cual su vida peligra, fue traído aquí sin que lo notara siquiera y eso elevaría las banderas rojas para él. Si se libera, iría por una que pudiese tanto manipular como esconder fácilmente, de poco peso y con certeza de ataque elevada. Por ende, iría directamente a la Browning, notaría que el cañón está atascado y para no perder tiempo intentará coger la única variante restante. Sabría que no puede utilizar las municiones de una para la otra, que tipos como nosotros no caeríamos ante el truco de simplemente ser señalados para buscar escaparse. Tendría en cuenta que para salir de aquí tendrá que disparar sí o sí y es mejor tener una ventaja, no guardar la esperanza de poder derribar a alguien para armarse. Taehyung arreglaría la Browning en un minuto y medio y regresaría a su puesto para fingir que nada ocurrió y pegarme un tiro en el medio de la frente en cuanto me vea. No se arriesgará al pecho, directamente por la cabeza.

Yoongi lo observaba hablar casi con emoción, podía verlo visualizar sus propias palabras mientras continuaba observando a Dionysus. No es que odiara esa mirada, en otras circunstancias simplemente se hubiese burlado de él con Namjoon como tantas veces hicieron cuando los fueron a visitar a Madagascar, luego de que se limaran todas las asperezas. Ahora, en cambio, era peligroso y lo confirmaba al contemplar como Jungkook se colocaba un chaleco antibalas.

— No es Taehyung, incluso si lo fuese, no es el que recuerdas. Desconoces lo que ha pasado en todo este tiempo. ¿Cómo es siquiera posible que esté vivo? No se tomarían todo este trabajo por nada, en caso de que sea Taehyung, seguramente jodieron su puta mente y tú estás perdiendo la tuya al ir allá dentro. En un enfrentamiento tienes que ser tú o él, Liquidador. — Quien hablaba vio una mano, lo siguiente que sintió fue su espalda chocar contra una pared de manera tal que todo su cuerpo dolió. — ¿Lo ves? Estás jodidamente ciego en estos momentos.

— Advierto todo con mayor claridad de la que te imaginas, pero cuida lo que dices. — Desviando su mirada hacia el reloj en su propia muñeca comprobó la hora y luego miró por el cristal casi elevando sus comisuras, tirando de Yoongi para que lo viese. — Esto no significa absolutamente nada, pero eso que estás observando, es solo una muestra de lo grande que puede ser la D de Desquiciado en Kim Taehyung.

Frente a ellos, el pelirrojo estaba levantándose del suelo en el que se había dejado caer con la silla. En su rostro se reflejaba el dolor, había quebrado dos de sus dedos para poder sacar su mano izquierda y liberar sus pies.

— Está amarrado por mí de forma que parece imposible liberarse, no obstante que es muy sencillo si no te dejas cegar por el impedimento que notas a simple vista y no le temes al dolor. Para comenzar lo he amarrado a una silla de madera fácilmente rompible si se deja caer sobre ella con suficiente fuerza. Para esto se necesita el impulso de tus piernas, mas las suyas no podrían liberarse sin más. Esto lo obligó a romper literalmente sus dedos, pulgar y meñique. Esa persona, ya sea Taehyung o no, ha sido entrenada para soportar dolor. Lo puedes comprobar en la forma en que aún con sus dedos rotos que deberían estar inmóviles, se deshizo de la cinta adherida a sus pies y las patas de la silla. Piernas liberadas, un brinco bastó para dejarse caer sobre la silla con toda su fuerza y quebrarla.

A la mente de Min vino el recuerdo de la vez que él puso a Taehyung en una posición similar. Sabiendo lo vulnerables que podrían llegar a ser las sogas, cuerdas, esposas, sillas de madrea y demás, utilizó una silla de metal con cadenas del mismo material en tobillos y brazos. Pese a eso Kim logró liberar sus piernas para inmovilizarlo a él. Observando sus movimientos con mayor interés se percató de que, tal cual como Jungkook mencionó, Taehyung fue directamente a la Browning atascada, a la Remmington y de regreso. Mirando su reloj controló el tiempo, el pelinegro le había dicho que le bastaría solo un minuto y medio para devolverle su completa funcionalidad. No lo logró en el tiempo esperado, pero a los dos minutos, una sonrisa cuadrada se apoderaba del otro rostro. Guardó el arma y corrió hacia la silla que había quebrado para mantenerla en pie solo en apariencia.

— Declaraste que te dispararía directamente a la cabeza, ¿a dónde vas? — Indagó Yoongi caminando para posicionarse frente a Jungkook. — Mandemos a otros de nuestros hombres, no seas suicida.

— Apártate. — Fue un bajo susurro, pero aun así Yoongi pudo escucharlo, maldiciendo mil veces antes de dar un paso al lado. Podría hacerle frente, pero no quería luchar con Jungkook en ese momento. — Una cosa es que él vaya a disparar a mi cabeza, otra muy diferente es que yo me deje dar.

Caminando por el pasillo hasta la puerta del lugar que el pelirrojo intentó abrir sin éxito, Jungkook se detuvo unos segundos para tomar aire. La puerta se abrió en el mismo momento que la silla rota se le cayó a Mister D de las manos. Esto evidenciaba que se había soltado, así que sin esperarlo, abrió fuego contra un Jungkook que con el pie cerró la puerta. Utilizando las columnas de aquella habitación casi vacía, los dos buscaron escudarse.

Cuando Dionysus intentó lanzarse por el suelo se sorprendió de ver como el contrario parecía haber adivinado su movimiento. Al saltar para ir en busca del gancho y balancearse, se encontró con un Liquidador que disparaba en el tiempo exacto haciéndolo maldecir y saltar para rodar por el suelo hasta otra columna. Los sonidos del fuego cruzado resonaron de forma estridente en aquel sitio cerrado hasta que un nuevo cese de tiros llegó.

— Me quedé sin municiones y según mi cuenta, tú también. — La voz del Liquidador rompió ese silencio repentino después de varios disparos.

El pelirrojo maldijo en silencio porque sabía que era verdad, no necesitaba comprobarlo para saber que se había quedado sin balas. Colocando su pistola en el suelo, Taehyung salió con sus dos manos en alto y el contrario lo imitó, poniendo el pie sobre su pistola para luego empujarla a algún lugar de la habitación. Ninguno de los dos se habían rozado siquiera, ¿cómo era eso posible? Mister D se jactaba de haber tenido siempre una excelente puntería.

— De acuerdo, Liquidador, ya me tienes. ¿Ahora qué? Soy completamente tuyo. — Caminaba con sus manos elevadas hacia él, estudiando esos oscuros ojos que se mantenían al asecho. — Seguramente tienes otras armas debajo de ese arnés, si vas a matarme hazlo de una vez.

— Todavía no es momento de acabar con tu vida. — Rebatió acercándose del mismo modo.

A menos de un metro de distancia, Dionysus intentó patear sus piernas, pero no había terminado de sacarla cuando el contrario ya brincaba con una coordinación perfecta. Por reflejo, el propio pelirrojo movió su cuerpo a la derecha esquivando un golpe que venía rápidamente. Su pelea era como una danza estudiada, como si cada uno supiese el movimiento que haría el otro con antelación. El pecho de Mister D se agitó demasiado no solo por el esfuerzo físico, sino por la adrenalina que lo estaba azotando, misma que solo aumentó cuando ambos ralentizaron sus golpes y pudo ver los ojos del pelinegro. Algo pasó, pero desconocía qué, simplemente se desconcertó y el puño contrario tuvo un encuentro con su rostro enviándolo al suelo.

— No vayas a llorar... — Se burló el Liquidador haciendo que el otro lo mirase de reojo desde su lugar.

— Aquí quien parece ser una persona emocional es otro.

— ¿Emocional? — Indagó Jungkook acercándose a él, ambos forcejeando y limitando sus movimientos hasta que quedaron pegados a una pared.

Era el pelirrojo quien tenía su espalda pegada a la pared, en medio del concreto y el Liquidador. Ese hombre lo estaba mirando de una forma que lo confundía. Podía notar como la distancia entre sus rostros disminuía mientras ambos se sostenían, mas ninguno frenó o se alejó. Mister D sintió el tipo aire de su aliento chocar contra él hasta que esos labios finalmente se prendieron de los suyos. Una vez más forcejearon en su lugar, pero ninguno separó sus bocas, lentamente, los ojos abiertos del pelirrojo se fueron cerrando.

Definitivamente imposible, sin embargo fue como si él hubiera hecho eso antes, besar al Liquidador cientos de veces en cientos de vidas diferentes. El sentimiento era molesto, discordante y dulce.

— ¿Me recuerdas quién decías que era emocional? — Preguntó Jungkook rompiendo aquella unión de labios, deseando aferrarse a ese hombre porque él tenía que ser Taehyung sin importar lo que las pruebas de ADN arrojaran. No estaba seguro de siquiera querer saber la verdad y solo conformarse con la fantasía de ese momento en el que ese hombre junto a él era Taehyung.

— ¿Besas a todos tus enemigos? Es una táctica bastante barata. — Rio el pelirrojo que una vez más buscaba su mirada. — Creo que no es malo ser emocional como un ser humano cualquiera.

— Ser un humano corriente es falible, la gente es estúpida, predecible, perezosa. El 80% del mundo no podría aguantar una semana en nuestras vidas porque no es su realidad y esto es como la ficción que disfrutan desde sus hogares. Si no lo viven, no lo entienden. Otro 10% ha sido entrenado para situaciones similares y aun así, si los ponen en la verdadera zona de peligro, se quebrarían, como tantos soldados que después de una guerra quedan completamente traumatizados y sin poder seguir adelante con sus vidas. Son muy pocos los que lidian con eso desde que nacieron o a los que muy pocas cosas tocan la fibra que los desmoronan. Las emociones provocan errores, aunque a veces, es justo al revés, esa emoción puede hacerte el ser más peligroso y despiadado por lo que quieres y amas. — Musitaba Jungkook con una calma y entrega que le imposibilitaba el parpadear.

El pelirrojo sintió algo extraño, cuando Jungkook se alejó. No supo lo que era hasta que su mirada se empañó y llevó las manos a sus mejillas. Lágrimas salían de sus ojos y no comprendía el motivo. El pelinegro ensanchó sus ojos al ver esto, iba a acercarse una vez más, hacerle miles de preguntas, pero el potente sonido de una alarma y las parpadeantes luces rojas le hicieron maldecir. Salió corriendo de aquella habitación dejando a un Mister D confundido que tardó varios segundos en reaccionar y correr hacia la puerta que quedó abierta. Salió a un pasillo en el que no sintió a nadie. Corría mirando en todas las direcciones, deteniéndose únicamente cuando divisó al grupo de hombres armados que se acercaban a él.

— Mister D, ¿todo bien? — Preguntó el sujeto contemplando a los hombres que lo rodeaban. — Busquen en los alrededores, no pueden estar demasiado lejos. — Dionysus, ¿estás bien?

— Estoy en perfectas condiciones, Bogum, ¿no me ves? — El mencionado estudió su rostro, había rastros de lágrimas, desenfoque y confusión.

— Sí, claro que te observo, siempre lo he hecho y siempre lo haré. — Musitó atrayéndolo hacia él. — Es hora de retirarnos.

Dando varias órdenes, Bogum retiró a todos los presentes del sitio sin dejar de mirar a cada rincón en busca de al menos una cámara que no divisó, pero desde las cuales sí estaba siendo observado. Su frente completamente arrugada, su mano ceñida al arma que sostenía, así fue como Jungkook miró desde el automóvil en movimiento las imágenes que en su móvil se mostraban. Quiso volver, matarlo con sus propias manos, pero ese no era el plan. Aceptaba que por un instante se dejó llevar, era jodidamente difícil no hacerlo cerca de ese pelirrojo;  no tenía certeza de nada.

Si sus sospechas o teorías resultaban ser ciertas, Bogum podría ser tanto la cabeza como un peón más y ese hombre al que abrazó podría ser Taehyung o alguien más. Debía mantener la mente fría, mas esa tarea resultaba desafiante con su corazón bombeando de ese modo. Con el dorso de su mano acariciaba sus labios, cerrando sus ojos y buscando diferencias, similitudes entre ese beso y todos los experimentados con su hombre en el pasado. Le estaba fallando a su amor, en ese instante no tenía la claridad mental necesaria para distinguirlo porque su anhelo por Taehyung lo tenía aferrándose a todo y nada.

— ¿Cómo diste conmigo? — La voz del pelirrojo volvió a escucharse después de llegar a su destino.

— Envié hombres a la ubicación que me envió Chan y desde ahí seguimos tu rastro hasta dar contigo. No fue sencillo y por ello tardamos tanto, mas estoy feliz de haberte encontrado nuevamente. — El hombre de larga cabellera asintió aceptando los brazos que rodearon su cuerpo. — Sé que te viste con Wonho hoy, has pasado por un momento terrible, permíteme borrar esa experiencia de tu sistema. — Mencionó girando a Dionysus para besarlo. — Extraño entrar y perderme en ti.

Los besos de Bogum se abrieron paso junto a sus caricias. Las telas cubriendo sus cuerpos lentamente fueron abandonándolos. Todo siguió ese camino por el cual transitaban regularmente desde que el pelirrojo tenía memoria. Así llegaron hasta uno de los momentos más esperado cuando de prácticas sexuales se trataba, el tan anhelado orgasmo que recorrió a Dionysus con tanta fuerza que simplemente perdió el conocimiento. Por supuesto, en su nebulosa él podría haber pensado que fue debido al placer, pero lo cierto era que en su cuello una aguja se había clavado. Suavemente, la sustancia de la jeringa se perdió detrás de su piel y Park Bogum se distanció luego de depositar un beso en su cabeza y cubrirlo.

— ¿Alguna respuesta? — Preguntó Bogum ya en la cocina de aquel departamento. — Averigua con quién se vio, es imposible que nadie sepa y que las cámaras no hayan captado nada. No me importa cuántos enemigos tenga ahora, necesito tener respuestas. — Afirmó dejando su teléfono de lado, serio, todavía enojado y recordando el modo en que encontró a Taehyung. Eso era muy extraño y no quería suponer que el Liquidador ya estuviese tan cerca.

Liquiciad@s, ¿cómo están? Aquí les comparto un nuevo capítulo que espero les guste. Algo larguito, 5k. ¿Qué opinan de lo que está ocurriendo? ¿Teorías futuras? Como siempre los estaré leyendo.

LORED

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro