Capítulo 4

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

— Necesitamos derribar ese puto helicóptero, de lo contrario no vamos a poder avanzar lo suficiente. — Gritaba Jungkook por encima de los ensordecedores disparos que chocaban contra los árboles y partes del vehículo blindado mientras volvía a meter su cuerpo dentro del mismo. — Debemos liberar a TaeTae, es un lémur, no podemos escapar con él sin ponerlo en peligro. — Iba a sentarse cuando el castaño dio un giro excesivamente fuerte e imprevisto que lo lanzó contra la puerta a su costado. — La Te en tu nombre es de Taehyung, no de Toretto, maldición.

— Sorry... — Sonrió a pesar de la tensión, ignorando la protesta de su convicto. — Estás tan sensible como el señor Smith y ahora mismo necesito que seas Liquidador, Jungkook, mi hombre, ese que acabaría con medio mundo.

Soltando los fusiles de largo alcance, Jungkook se acercó a quien conducía para tomar su lugar. No hizo falta hablar, se inclinó sobre el timón, permitiendo así que el contrario maniobrara por encima de él para ir junto a los animales que se veían extremadamente asustados. No querían separarse de ellos, pero lo tenían que hacer, de lo contrario, los matarían a ambos.

Fue por esto que cogiendo por detrás de unas grandes piedras, ocultas por frondosos árboles, el de larga cabellera negra frenó para que Taehyung bajara al lémur. La idea era dejar a este en su habitad, en un bosque que a pesar de todo conocía. Al perro, por otro lado, lo dejarían en alguna zona con muchas personas para que alguien se hiciera cargo.

En una huida, simplemente no podrían llevárselo, tampoco contaban con el tiempo suficiente como para ponerse a buscar alguna perrera y esto hacía que sus corazones se apretujaran. Ese era el plan, sin embargo, quizás asustado, el animalito bajó junto con el castaño y el lémur del vehículo en cuando la puerta se abrió.

— ¡Killer! — Gritó Taehyung, pero no le dio tiempo buscarlo, puesto que a pesar de no tener una visión directa, para arrinconarlos, el helicóptero volvía a disparar. — ¡No! — Su voz se quebró cuando vio al canino ser alcanzado por una bala.

— ¡Súbete! — Jungkook notó lo que pasaba, pero no tenían tiempo para llorarle al cachorro, lo llevarían en su corazón, mas debían ponerse en marcha. — ¡Kim, sube!

Recobrando los sentidos, haciéndole caso a su pareja, volvió a subirse al vehículo, cerrando la puerta ya cuando este había echado a andar a gran velocidad. Del suelo cogió el lanzacohetes antitanque portátil que estaba ubicado debajo de los asientos traseros.

— Agente, necesito que les claves esa mierda en sus traseros. — El pelinegro estaba molesto, habían perturbado su tranquilidad y ahora todo lo que quería era poder salir de ahí. — Ciento ochenta kilómetros por hora, aire del noroeste. — Le informaba para que su pareja supiera hacia dónde apuntar para derribar a ese pájaro de hierro que los estaba molestando.

— Manejas como niña su triciclo, mantente derecho. — Se quejó cuando al cruzar la raíz de un árbol su cuerpo brincó junto a la bazuca. — Esta mierda tiene un solo tiro, si fallo estamos jodidos, convicto.

— ¿Qué demonios pretendes que haga cuando voy a esta velocidad por el bosque? Agárrate fuerte. Salida en veinte metros, diecinueve...

Taehyung se preparó correctamente, midiendo el tiempo para que apareciera ante su vista una apertura entre los árboles, esa era su única oportunidad. Si no derribaban al helicóptero, en cinco minutos estarían muertos porque estaban llegando a la sabana y allí nada los protegerían. Podrían bombardearlos y ese auto resistía tiros, pero no misiles. No obstante, si alguien podría lograr un disparo de esa índole, era él.

En un segundo relamía sus labios, al otro, disparaba el lanzacohetes. Se quedó mirando el recorrido, el helicóptero sobrevolaba y no tenía una vista directa de ellos por lo que no podían ver lo que harían. Cuando los esperaron en la zona descampada, se encontraron con una sorpresa que no pudieron esquivar aun cuando alzaron el vuelo.

— ¡Muéranse todos, hijos de puta! — Gritó Taehyung con una sonrisa antes de volverse a sentar, lanzándose hacia su hombre para darle un fuerte beso, haciéndolo reír.

— También moriremos nosotros si vuelves a besarme así. ¿No ves por dónde y a la velocidad que vamos?

— Tan sensible, casi morimos idiota, tenía que celebrar. — Se acomodó en su asiento mirando de soslayo el lugar donde sus hijos habían estado y el gris humo que adornaba el cielo. Esperaba que ninguna bala hubiese alcanzado a Cooky, porque Killer definitivamente no pudo librarla. — Mar.

— Lo sé, iremos hacia el mar, si vamos al aeropuerto o a nuestro hangar privado, nos estarán esperando, debemos coger una lancha que nos permita cruzar el estrecho hasta Mozambique. — Taehyung asintió mirando al contrario, extendiendo su mano para dejarla sobre su muslo. Ante esto, el menor sonrió, entrelazando sus dedos tatuados a los contrarios, ambos con las iniciales de su compañero, llevándolos a su boca para besarlos. — Todo estará bien, te protegeré.

— Nos protegeremos. — Sonrió imitando la acción del convicto, besando sus propias iniciales en los dedos del pelinegro. — Ese helicóptero pertenece a la CIA, pero no creo que el ataque sea de ellos solamente. Nosotros acabamos con Moonbyul y los seguidores de su causa, pero dejamos muchos enemigos que han sido coleccionados por nuestros mayores. Tardaron en dar con nosotros.

— Pudieron dar con nosotros por la llamada del niño, no se siguieron los protocolos y tardaste siete segundos de más, permitiéndoles triangularnos. Y no te estoy echando la culpa, solo estoy puntualizando los hechos. Si hicieron un rastreo aéreo, no pudieron dar con nosotros, a pesar de que somos los únicos que vivían en esa zona,

— Ya lo sé, la llamada de Yongbok pudo ser lo que les dio nuestra ubicación casi exacta. Fue mi error no terminar la llamada antes de los dos minutos debido a que se hizo sin protocolos.

Ellos tenían varios medios de transporte para utilizar regularmente y otros que solamente aguardaban en caso de emergencia. Si iban hacia su hangar, por donde llegaron, el despegar del helicóptero o el avión, sería detectado por los radares. Además, podrían estarlos esperando, fue por eso que se alejaron de la sabana al otro extremo de la isla, un puerto bastante concurrido donde muchos extranjeros tenían anclados sus yates. Llegar y salir a altamar, no era algo que llamara demasiada la atención, era el mejor método de escape.

Jungkook bajó solo hacia el yate, Taehyung le siguió tres minutos más tarde para ayudarlo a arreglar todo para zarpar en dirección a Mozambique. Muchos pensarían que llegar lo más rápido posible al otro lado del canal era lo más obvio, esta fue una de las razones por lo que decidieron tomarse su tiempo. Nadie imaginaría que los dos hombres que estaban siendo buscados se encontraran navegando con tranquilidad como cualquier turista.

— ¿Desea algo mi capitán? — Preguntaba Jungkook mientras se acercaba tranquilamente a su pareja, rodeándolo con sus brazos, besando su cuello. — ¿Pasaremos la noche en altamar?

— Sí, por eso me abrí un poco más para no ir solo de un lado a otro. Ayudaría a despejar sospechas también en caso de que estén mirando vía satelital todos aquellos que zarpen de los puertos de Madagascar. — Contestó volteándose para darle un beso. — Me encargué de que saliera más de uno por diferentes puntos, incluyendo desde el puerto más cercano desde donde derribamos al helicóptero.

— Mi agente cuando se lo propone es el mejor.

— Siempre, soy el mejor. — Jungkook rio arrugando su nariz y luego se carcajeó contagió al castaño que embobado se le quedó viendo. — ¿Alguna vez te he dicho que tienes una sonrisa hermosa?

— ¿Quién eres y qué has hecho con mi Tae?

— No seas imbécil, solo te estoy diciendo que tienes una sonrisa bonita. — Se quejaba empujándolo, forcejando con un menor que se rehusaba a liberarlo. — Suéltame antes que te lance a los tiburones, convicto. No quiero beso, a ver aléjate. — Forcejearon un poco más entre risas hasta que el pelinegro escuchó el seguro de un arma ser eliminado, luego, la misma pasó a apuntar su frente. — ¿Por qué ignoras cuando te digo que no me toques? Voy a reventar tu cabeza como no alejes tus manos de mí.

Jungkook continuaba riendo, mas dejó ir cuerpo que sostenía, elevando las manos sobre su cabeza. Al ver esto, el castaño relamió sus labios, dejando ver una cuadrada sonrisa.

— Así me gusta. — Colocando el seguro, brincó sobre el contrario que lo agarró al instante.

— Estás demasiado creído, agente.

— ¿No me amas así?

— Te amo y adoro así. — Sonrió aceptando el beso que le daban. — ¿No deberías encargarte de anclar correctamente este yate?

— Ya me encargué de eso. ¿Bajamos? — Jungkook asintió, dejándolo caer en el suelo mientras corría porque sabía que el mayor querría vengarse por dejarlo caer de ese modo. — ¡Te voy a matar!

Maldiciendo, se incorporó para correr detrás del pelinegro que reía como adolescente por el yate, cerrándole la puerta en la cara cuando casi fue alcanzado. A pesar de haber estado en peligro horas antes, de saber que una vez que volvieran a tocar tierra estarían nuevamente librando una guerra por sus vidas, ambos se permitían jugar entre ellos, reírse como si nada ocurriera.

El castigo fueron cosquillas al pelinegro, inmovilizándolo en la cama hasta que este se quedó sin aire. Sabían que el Liquidador podría revertir esa situación en cualquier momento, pero solamente se dejó hacer. Entrelazando sus manos, Taehyung llevó las contrarias hasta la parte superior de la cabeza del pelinegro que lo miraba con ojos llenos de un amor único que le hacía sonreír agradecido. Tuvo suerte de encontrarlo, de volverlo su hombre. Por siempre Jungkook sería suyo y él del pelinegro.

Inclinándose para con su nariz acariciar su mandíbula y labios, el castaño cerró sus ojos para dejarse llevar por las caricias que propiciaba al cuerpo de su convicto. Jungkook lo notó, vio cuando esos párpados cayeron y a pesar de que no pudo mimarlo con sus toques, permitió que sus labios le comunicaran las palabras que en ese momento no diría.

Algunos besos candentes y lamidas se abrieron paso por su cuello, descendiendo hasta su pecho. Las manos que lo liberaron pasaban a despojarlo de su ropa lentamente, sin palabras y fugaces miradas, también algunas sonrisas perdidas.

En ese atardecer que bañaba de luces naranjas el interior de aquel yate, como el desquiciado más romántico, Taehyung se perdió en el interior de su pareja para hacerle el amor. Comenzó suave, sus toques eran casi superficiales, mantenían movimientos muy sutiles aunque precisos. Sin embargo, algo existía entre ellos que de una forma u otra, tendían a volver sus encuentros un poco más salvajes por muy delicados que quisieran ser. Eso no significaba que solo tuvieran sexo, hacían muchos años que ellos en cada encuentro hacían el amor, solo que su propia manera.

— Ven a-aquí, déjame besarte. — Musitó Jungkook haciendo que el mayor extendiera una de las manos aferradas en su cadera para agarrar su nuca, inclinándose también para unir sus labios.

Todo esto fue sin detener sus embestidas, las caderas de Taehyung se movían felices hasta que la mano posada en el cuello del pelinegro, fue tomada y llevada hasta su boca. Esperó algo sexy, sensual e incluso obsceno, pero todo lo que hizo Jungkook, fue besar tres de sus dedos, justo sobre las letras de sus iniciales. Ahí dejó de moverse, buscando con cierto desespero los ojos del menor.

— ¿Qué haces? — Preguntó sonriendo con cierta ternura.

— Todavía recuerdo el día que nos tatuamos junto nuestras iniciales, JJK para ti, KTH para mí. — Mencionaba mientras con sus dedos entrelazados, mostraba los tatuajes.

— Sí, el día en que se te ocurrió la barbaridad de entregarte sin decirme. Cuando vuelvas hacer algo así, soy capaz de...

— Matarme... — Terminó la frase con una sonrisa. — Lo sé. — Besó una vez más sus dedos. — Esto que está aquí, no dejes que desaparezca. — Se refirió a sus tatuajes. — No permitas jamás que algo o alguien pueda borrar mis iniciales de tu piel. Yo sé que ambos tenemos tatuajes muchos más potentes y duraderos en zonas donde no son visibles, nuestros corazones, almas, en nuestros cuerpos de forma invisible. Pero esto, este adorno simbólico que adquirimos juntos, es una extensión de nuestros sentimientos, es el anillo que no podemos llevar. De mí, tú jamás desaparecerás, no lo harás de mi piel, mucho menos de mi alma.

— Jodido convicto que siempre hace que mi corazón actúe de manera irregular. — Se rio besando también sus dedos, luego los labios contrarios. — Te dije que no hay escapatoria, eres mío, soy tuyo, no nos borraremos de ningún lado. Por ende, descuida, jamás los borraría, no los hubiese hecho en primer lugar.

Sin soltar sus manos, los movimientos de Taehyung se reanudaron, esta vez, volvían a ser calmos, pero continuos y certeros. Entre besos, sonrisas y gemidos no tan bajos, los dos, llegaron a sus orgasmos de manera casi simultánea. El castaño fue el primero en llegar, pero no disminuyó los movimientos de sus caderas y la mano libre hasta que Jungkook se liberó.

— Ese es mi convicto, dámelo todo, mi amor. — Musitó bombeando una última vez su miembro, viendo a Jungkook arquear su espalda. — Eso...

— Mierda.— Exhaló contrayendo su abdomen hasta que aquella sensación abandonó su cuerpo. Solo quedó satisfacción, relajación y la comodidad que los otros brazos y besos compartían. — ¿Tienes hambre? Tenemos comida en las reservas, todo enlatado, pero puedo preparar algo rápido y rico para los dos.

— ¿Más rico que tú?

— Más rico que yo no existe nada, agente. — Rebatió estirándose en la cama. — ¿Qué haces haciéndome muecas? Solo te doy las mismas respuestas que das tú.

— El que imita fracasa.

— Claro, debes saberlo, te la pasas imitando todo lo que yo hago. — La mano del mayor cayó con fuerza sobre su barriga. — Auch, Tae.

— Párate a hacerme comida, yo hice todo el trabajo, estoy agotado.

— ¿Y si lo hacemos una vez más? — Comentó provocándolo, sonriendo cuando el contrario asintió, acostándose, creyendo que ahora recibiría. — Para eso no estás agotado. Vamos, levanta tu culo y ven a ayudarme.

Taehyung maldijo por ser atrapado, negándose a levantarse de la cama mientras que desnudo, el pelinegro abandonaba la habitación para limpiarse y luego sin ponerse ropa dirigirse a la cocina. Juntos cocinaron y comieron abrazados al aire libre en el medio del mar. Conversaron de cosas triviales aunque no hubo muchas palabras. No sabían cuántas noches estarían sin dormir, por lo que una hora después de la comida, se fueron a la cama tomados de sus manos.

A primera hora de la mañana, estaban tocando tierra mozambiqueña, recibiendo una bienvenida nada grata. Un gran número de hombres activos intentaron atraparlos, una vez más, lograron librarse de los disparos en aquel ataque.

— ¿Estás bien? — Preguntó Jungkook cuando ambos llegaron al automóvil. Con la respiración agitada, el castaño asintió ubicándose mientras el menor comenzaba a conducir. — Si hubiésemos tenido la posibilidad de navegar hasta Yemen, nos hubiéramos ahorrado todo esto.

— Nuestro Yate simplemente no tenía autorización para tomar esas rutas y no nos convenían problemas con los guardacostas árabes. Una parte le pertenece a África pero la otra a Arabia. Además, de ahí era más difícil salir y lo sabes por eso tomamos esta ruta. Aunque podamos cruzar la frontera hasta Arabia Saudita, atravesar Iraq, Siria y otros países hasta llegar a Dubai sería imposible con las guerras en este momento.

— Lo sé, es jodido no tener muchas personas que puedan ayudarnos desde ahí. El trayecto a Dubai para encontrarnos con mis padres será mucho más largo. — Mencionaba el pelinegro mientras contemplaba a su pareja de soslayo. — ¿Sucede algo? — Indagó mirándolo ahora con detenimiento mientras conducía a gran velocidad.

— Sí.

— Tu cara dice algo diferente. Dime qué es lo que piensas tan callado y serio.

— Una vez que lleguemos a Tanzania, debemos separarnos. — Jungkook arrugó su ceño, después rio como si hubiese escuchado un mal chiste. — Juntos somos un objetivo andante que lograrán identificar, si nos separamos, desviamos la atención. Cubriríamos zonas diferentes y resultaría mucho más fácil despistarlo para abrirnos paso hasta Dubai.

— Esa locura no la pienso respaldar. Tú y yo tenemos que estar siempre juntos.

— Estamos siempre juntos, pero no puedes volverte intransigente, si analizas, me darás la razón. No nos estamos dividiendo, aunque juntos, solo estamos tomando caminos diferentes para llegar a nuestro destino.

— Olvídalo.

— Convicto...

— Negativo, agente, no pienso dejarte ir solo. Vamos por la ruta que ya establecimos o voy por la nueva que decidas elegir, pero no vas solo. — Suspirando con cierta molestia, Taehyung no volvió a insistir.

Cuando cruzaron la frontera con Tanzania, ambos dejaron el vehículo en el que se trasladaba para seguir el camino por tierra hasta otra ciudad en donde tendrían un nuevo transporte. Así avanzaron dos días. En la tercera noche, mientras Jungkook dormía gracias a un somnífero que el mayor le colocó, este le pidió disculpa en silencio y por escrito antes de darle un beso y salir de la tienda de campaña en la que se cubrían del descampado sueño.

+++

"Mi convicto, perdóname, pero hago esto por el bien de los dos. Nos vemos dentro de siete días en Dubai. Te amo."

— Juro que quien te va a matar esta vez seré yo. — Musitó Jungkook arrugando esa nota. Era la segunda vez que el mayor lo drogaba y se iba por su cuenta. — ¿Cuándo demonios comprenderás que es juntos, jodido Kim Taehyung? ¡Juntos! — Exclamó incorporándose con rapidez.

Cuando salió de la tienda, notó que las escasas pertenencias del castaño no estaban y que este le había dejado el auto todoterreno en el que se trasladaban. Miraba a sus alrededores, pero más allá del sendero por el que llegaron, no había nada, solo bosques de un lado y descampados por el otro. Maldijo una y otra vez, llevando sus manos a la cabeza porque la última vez que Taehyung hizo algo así de impulsivo, yéndose por su cuenta, casi lo perdió. Lo encontró ensangrentado sujetando un arma segundos antes de caer al suelo después de haber sido violado, lleno de golpes, creyendo que ese era el final de todos.

Ahora comprendía las ganas de matar que el susto siempre le provocaba a Taehyung. Quería matarlo, cuando pusiera las manos en su perfecto cuerpo, lo haría un ocho, lo mataría.

Kim estaba un poco indeciso, sabía que Jungkook cruzaría por Kenia, por ende, a él le tocaba coger otro camino. Podía ir por Ruanda o Burundi para luego llegar a Uganda. Existía la posibilidad de ahorrar tiempo yendo directamente a este último país, sin embargo, si atravesaba los otros dos o al menos uno más, podría despistar mejor. Mientras era transportado por unos niños lugareños, tomó la opción de despistar, pero solo atravesando Cuando, un país con menor control fronterizo.

Un día más tarde, se encontraba dirigiéndose una la estación de ómnibus cuando notó a una mujer que leía un periódico sentada detrás de un puesto de frutas. Hubiese sido normal, si al mirar a sus pies esta no llevara botas militares semi escondidas por un vestido o si el periódico en inglés fuese uno adquirible en el país. Pretendiendo no haber notado nada, compró una botella de agua a uno de los vendedores y caminó en la dirección opuesta a ella, dándose cuente de que esta lo comenzaba a seguir.

Se perdió en la precaria urbanización, llegando a un callejón sin salida en donde esperó a la mujer que creyó perderlo hasta que el castaño salió del vacío tanque en donde se escondió, empujándola contra la pared. Ella intentó defenderse, pero su ensangrentada frente no pudo despegarse de la pared en derrumbe en donde era aprisionada.

— Me estabas vigilando y siguiendo, ¿quién eres y para quién trabajas? — Inquirió firme, molesto.

— Y-Yo no sé de qué me hablas. No te estaba siguiendo.

— No puedes ser una agente, tan torpe y evidente a pesar de tu escondido atuendo militar. ¿Quién eres y quién te mandó a seguirme? Si lo estás haciendo es posible que sepas quién soy y de lo que soy capaz, así que te aconsejo que hables ya. — Espetó quitando el sonido de un arma que hizo a la mujer maldecir. — Bien...

— ¡Diamantes! — Gritó sabiendo que el castaño le dispararía. — Pertenezco a diamantes, es una organización criminal. — Repitiendo el nombre en su cabeza, Taehyung recordó que había escuchado de esa organización una única vez. Era parte de la tríada china, pero se trataba de una organización muy pequeña, nada que tuviera que ver con Jungkook o con él. — No te estaba siguiendo, pero te vi por casualidad y sabía que a mis superiores les gustaría saber de ti o tu paradero.

— ¿Quiénes son tus jefes y qué haces en Ruanda?

— Estoy aquí por el coltán, el mineral más solicitado por las multinacionales actualmente, más las tecnológicas. Estamos buscando cerrar un trato con el ministro del Congo para continuar la exportación por Ruanda.

Taehyung sabía de ese negocio sangriento. El oro negro con propiedades superconductoras de la electricidad, capaz de soportar temperaturas muy elevadas y resistente a la corrosión. Unas características que habían hecho de esas piedras color azul metálico un material idóneo para fabricar móviles, ordenadores y videojuegos. Sin embargo, ellos no tenían nada que ver con este negocio.

— A-Armas... — Habló la mujer una vez más.

— ¿Están utilizando el coltán para las armas de última generación como las utilizadas en Siria y Yemen? — Ella asintió una vez más.

— Coltán, plutonio, uranio, es lo que actualmente muchos quieren. Tengo entendido que el Liquidador y tú tienen las coordenadas y todo lo necesario para trabajar con estos químicos, con los minerales.

Taehyung calló sin decir nada, ellos no trabajaban con eso y él no tenía coordenada alguna, pero sabía que una de las razones por las que su suegro se había atrevido a borrarle la memoria a su hijo fue para que no lo intentaran utilizar justo para estas cosas. Tanto su difunta hermano Yoori, como los padres de Jungkook, más de una década atrás habían estado trabajando con eso. ¿Había sido esa la razón por la que fueron por ellos? Para todos sus suegros continuaban muertos, era natural que siguieran detrás de su hijo, pero había algo que no le encerraba del todo.

Ellos seguramente no solo querían matarlo aunque eso fuera el fin del camino, lo más probable era que políticos y gobiernos estuvieran una vez más detrás de todo porque estos eran los únicos que conocían que los Jeon formaron parte de esos asuntos.

Creyéndolo con la guardia baja, la mujer intentó derribarlo, pero su cuerpo chocó contra aquella pared con mayor fuerza, quejándose bien alto por el dolor sentido. Taehyung se acercó para quitarlo su arma y revisarla, encontrándose solo con un teléfono desechaba sin ningún número registrado. Ella se sabía los números de memoria o ese aparato solo estaba para recibir llamadas.

— S-Solo te seguí porque sabía de ti, te andan buscando y creía que podría anotarme unos puntos, pero no sé nada más de lo que me has dicho, lo juro.

— ¿A quién le avisaste que yo estoy en Ruanda? — La desconocida negó frenéticamente y el castaño supo que no mentía. Separándose varios pasos y bajando la pistola que sostenía, le permitió a la mujer levantarse. — Corre, perra.

El Desquiciado no solía dar muchas oportunidades, pero Taehyung era más benevolente. Por eso, la mujer asintió inclinándose para agradecerle, echando a correr tal cual le ordenaron, no obstante, no logró salir de aquel callejón sin que una bala impactara en su cabeza. No iba a dejar ir a alguien que conocía su ubicación, un testigo que podría ponerlos en peligro tanto a él como a Jungkook, era imposible que dejara salir ilesa a esa mujer que intentó matarlo, que le atacó.

Viendo el cuerpo en el suelo, evitó pisar la sangre y huyó de aquel lugar con su pistola escondida, agradeciendo en ese momento que de cierta forma, los tiros en esa zona atrasada en la civilización fueran normales. Corrió nuevamente, pero esta vez hacia una tienda medianamente decente aunque vacía. La mayoría de los productos se vendían afuera.

Compró varias ropas, gafas y otro par de zapato, eso sin contar que también tomó de aquella mujer africana una de las pelucas que estaban a la venta. Dio algunas vueltas entre todos los vendedores para despistar y se metió en la vacía tienda, buscando el baño en donde pasó a cambiar su atuendo. Una vez listo, se dispuso a salir nuevamente, encontrándose al abrir la puerta con una pistola que se pegó en su frente.

— Te dije, juntos...

¡Hola por aquí! Liquidando y desquiciando andamos...🙈 ¿Cómo han estado? Espero que se mantengan saludables, apapánchense ustedes y también a sus padres si los tienen cerca.

Capítulo dedicado para ti: MiriamGlez816

LORED

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro