Capítulo 40

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La cabeza de Taehyung dolía, literalmente, sentía como si la estuvieran taladrando desde el momento en que vio a Jimin apuntarle a Bogum. Sus propios dedos se habían cernido al volante para controlar la furia, para no tomar su arma y salir disparando, pero cuando en su campo de visión también entró el señor Park, soltó un grito fuerte que no pudo controlar.

Esto obviamente atrajo la atención de los hombres más cercanos a él, pero lamentablemente, se encontraba en una situación en el que sus sentidos no le respondían correctamente. Como si hubiese recibido la orden de permanecer en su lugar, él luchando por negarse y su cuerpo obedeciendo. Pudo ver a dos sujetos acercándose, incluso los sintió abrir la puerta, pero luego no supo más, escuchó ruidos lejanos que no pudo descifrar.

Para suerte suya, hubo unos ojos que también estuvieron en él desde el momento que divisó un raro movimiento. Cuando los líderes se reunían, aquellos designados a custodiar, mantenían su posición a todo momento, al no ser que algo peligrara la reunión o la seguridad. Por esto, cuando Jungkook percibió que dos de los hombres se señalaban y dirigían en otra dirección, su mirada viajó hacia el señalamiento, notando el auto que el Desquiciado había estado conduciendo cuando abandonó su residencia. Ni siquiera lo pensó cabalmente, descendió del vehículo para que no se notase el movimiento, escabulléndose hasta tomar del cuello al hombre que estaba abriendo las puertas del carro de Taehyung para estrangularlo, lanzándole un cuchillo al segundo, antes de que sacara su arma.

— ¡Maldición! — Exclamó bajo mientras sacaba a Taehyung del carro para colocarlo en el suelo y meter en el mismo a los otros dos sujetos. — Mierda, ¿qué pasó?

Su voz estaba en pánico, ver a Taehyung completamente desmayado le hacía pensar en los peores escenarios, pero sabía que necesitaba mantener la calma y compostura por mucho que se desesperara. Tomando su teléfono escribió un rápido mensaje y cargó al pelirrojo para alejarlos de allí. Tuvo que tomar el riesgo de caminar, porque poner cualquiera de los automóviles en movimiento hubiese significado una alerta inmediata. Estaba seguro de que los ahí reunidos habían desactivado las cámaras de vigilancia, en ese tiempo, al menos habían alterado la imagen, mandaría a Namjoon para que se asegurara que no quedasen rastros, pero eso al menos les regalaba un margen de tiempo necesario.

Siete minutos después, se estacionaba delante de ello un automóvil reconocible, se trataba de Yoongi. Sabía que era un riesgo, no podía confiar en nadie en ese momento, mas al menos arriesgarse con algunos de los suyos podría salvarle la vida a Taehyung. No hubo preguntas o palabras innecesarias, Yoongi miró el cuerpo del pelirrojo, luego plasmó su vista en Jungkook, pero mordió su lengua, rápidamente lo ayudó a acomodar el cuerpo en el vehículo y se pusieron en movimiento.

— ¡Rápido, por aquí! — La voz del padre de Jungkook les señaló la camilla que habían dispuesto para ellos en el laboratorio. — ¡Alejen todos los teléfonos, relojes inteligentes, cualquier cosa que no sean los equipos médicos que estaremos utilizando!

Jungkook lanzó sin mirar todo lo que tenía sobre él hacia el exterior, Yoongi, permaneciendo fuera, recogió todo y lo puso en una cesta sin atreverse a tocarlos más de lo debido o mirarlos. Aunque pareciera que no, él también estaba preocupado por la salud del pelirrojo.

Se podía ver el pánico en los ojos de Jungkook, en el modo en el que tensaba su mandíbula, ensanchaba sus ojos o mordía el borde de su labio inferior. Su madre le pasó guantes, mascarilla y unas gafas que tuvo que colocarse, ella y su esposo hicieron lo mismo.

— ¿Qué sucede? — Se atrevió a preguntar después de cinco minutos, observando cómo le realizaban una tomografía axial computarizada, tras medirle sus signos vitales brevemente. — ¿Qué estoy viendo? ¿Qué está pasando? ¿Cómo está?

Muchas preguntas y cero respuesta, Jungkook se sentía morir una vez más, necesitaba saber, pero no quería presionar a sus padres para que pudieran trabajar correctamente y ayudarle.

— Corticoides... — Mencionó su padre y Jungkook miró por segundos confundido como su madre se movía. — Dezametasona.

— ¿Qué? ¿Por qué? — Jungkook intervino rápidamente, deteniendo los movimientos de su mamá al ver que le inyectarían algo a Taehyung. — Con sumatriptan bastaría, ¿no es así?

— ¿Sabes lo que puso a Taehyung en este estado? No es un simple dolor o una tétrica migraña que le hizo perder el conocimiento. — Habló su padre dando un paso atrás para que su hijo observase mejor, pero sin detenerse, tomando lo que le entregaba su mujer. — ¿Ves el implante conectado a la corteza cerebral de Taehyung? — Jungkook asintió rápidamente. — Ya sabemos que esta no es una simple prótesis biomédica que permite reemplazar zonas del cerebro que se han vuelto disfuncionales a causa de lesiones o accidentes cerebrovasculares. Este implante neural va conectado a un segundo chip de menor tamaño que vemos aquí.

— ¿El conductor? — La madre de Jungkook asentía, mientras sostenía y alejaba a su hijo para que su padre pudiese trabajar.

— El suero que le han colocado, como ya sabíamos que podía pasar, ha reaccionado ante una imagen o acción brusca que desencadena o comprime recuerdos, información. Algo pasó que puso su cerebro en modo de alerta, amplificando demasiada información sensorial que intentó procesar de manera prioritaria, fracasando. Podemos decir que como una batería en mal estado, se sobrecargó y comenzó a fallar. Por lo que el sistema nervioso simpático no pudo preparar su cuerpo adecuadamente para una respuesta rápida debido al suero. Cuando intentó hacer que el corazón bombeara más deprisa, enviando más sangre a las distintas partes de su cuerpo, la que debería regresar al cerebro se encontró con la barrera que suponen estos dos implantes trabajando juntos.

La mente de Jungkook comenzó a trabajar rápidamente, procesando toda la información, viendo como la imagen frente a él se tornaba más positiva. Si el suero estaba estrechamente conectado con ese dispositivo, eso significaba que quien sea que monitorear a Taehyung debía haber recibido una alerta.

— ¡Mierda! ¡Mierda! — Exclamó Jungkook corriendo hacia la ventana.

— ¿Qué pasa, hijo? — Su madre habló, llamando su atención. — Si estás preocupado porque lo hayan rastreado o seguido, puedes estar tranquilo, como te dijimos, tu celular estaba modificado para bloquear y redirigir la ubicación de Taehyung, tal cual hicimos cuando se reencontraron en Madagascar. Aquí también se bloquea esa señal.

— ¿Qué pasa con quienes lo monitorean? Pasó unos cinco minutos hasta que yo estuve con él, caminamos durante cinco y siete minutos después Yoongi nos recogió, tardamos diez en llegar aquí. Fue en total casi más media que pudieron utilizar para identificar que algo no estaba bien con Taehyung. — Su padre negó lentamente.

— Sí, es probable que hayan recibido una alerta, pero en cuanto estuviste junto a Taehyung, para ellos, todo regresó a la normalidad, lo que podrían notar como una anomalía cotidiana, casi un fallo sin precedentes. — Pasando su mano por toda la cara, Jungkook suspiró. — Él está bien, se encuentra fuera de cualquier peligro. No obstante, es un riesgo ese implante que lleva en su cabeza, en cualquier momento le pueden freír el cerebro o hacerlo explotar. Si ellos descubren que Taehyung recuerda, que está otra vez contigo, hijo...

— Lo sé, pero no va a pasar. Nos estamos apurando para que nada de eso ocurra y, si pasa, ya será demasiado tarde para ellos. — Asintió mirando a Taehyung. — ¿Despertará pronto?

— En una media hora aproximadamente. La inyección que le coloqué tiene gran eficacia en estos casos, se usa también para tratar los tumores de encéfalo, contrarrestando los dolores de cabeza y el debilitamiento. Está muy levemente alterado, digamos que es una mejora de lo que se consigue comúnmente en el mercado, pero sirve para lo mismo. Ayudará a que disminuya la inflamación provocada en esta área. — Señaló la pantalla que su hijo observaba. — También disminuirá la respuesta inmunitaria, que para personas con cáncer no es muy bueno, pero para él, que está saludable, servirá de mucho en estos momentos.

— ¿Debo hacer algo cuando despierte?

— Estará bien, si él fuese una persona normal y yo un doctor, le recomendaría reposo y evitar cualquier situación que lo pueda alterar emocional o físicamente, pero eso para nosotros es imposible. Así que solamente queda andar con pie de plomo. — En silencio, vio a su hijo acercarse al hombre de roja cabellera para acariciarlo, arrodillándose en el suelo para poder liberar la tensión. — Yo... — El señor Jeon suspiró. — Yo he estado trabajando en algo que podría ayudarnos con Taehyung. Es una modificación del suero que tú llevas, pero...

— ¡Ni se te ocurra! — Jungkook se levantó enfurecido, señalando a su padre. — ¡Que ni siquiera te pase por la mente someterlo a lo que me sometiste a mí! Ni siquiera por su bien.

— Pero no es lo mismo, él...

— ¡Nada! — Gritó, haciendo que los exagentes dieran un paso atrás. Porque ellos podían pelear contra el mundo, pero cuando se trataba de su hijo, ambos se volvían simples padres, unos con demasiados dolores y arrepentimientos. — Ya ha pasado por demasiada mierda como para agregarle más. Yo sigo teniendo ese jodido suero en mi cuerpo y odio saber que justo como a él, con una palabra, un gesto, una imagen, mi vida puede cambiar. Ya pasó una vez y no volverá a ocurrir, así que eso queda fuera de discusión.

— Podría contrarrestar e incluso combatir completamente el suero que él ya tiene en su sistema. — El señor Jeon continuó hablando, pero su mejor lo agarró del hombro y le obligó a dar una paso atrás mientras negaba, instándolo a callar y dejar a su hijo en paz. — De acuerdo.

Tal cual había dicho su padre, Kim Taehyung recobró el conocimiento poco tiempo después. Al principio estaba mareado, luego se sentó, vomitó y bebió agua, pero lucía mejor de lo que Jungkook esperaba. Es que el pelinegro no podía evitar recordar la imagen que vio minutos antes, aquella que vio cuando sus ojos se abrieron después de meses y que con tanto dolor le tocó enterrar. Recordaba aquel maldito muelle en donde creyó ser los sesos de Taehyung volando por el aire, o ese instante en el puente en donde sus manos se separaron y, con una triste sonrisa en el rostro, Taehyung cayó al agua. Ya estaba cansado de experimentar imágenes tan similares y que, cada vez, tiraban de su corazón con fuerza desmedida, haciéndolo tambalear, sintiéndose morir.

— ¿Cómo llegué aquí? — Ya más lúcido, tocando su cabeza, como si el dolor sentido tiempo atrás no hubiese sido más que una sensación fantasma, el pelirrojo le prestaba verdadera atención a su alrededor. — ¿Por qué sacaste a tus padres?

— Porque quería estar a solas contigo. — Fue todo lo que dijo Jungkook, encargándose el mismo de cambiarle un suero que era más vitamínico que otra cosa.

Taehyung sonrió en silencio por un segundo, permitiendo que el menor se ocupara de él, recordando aquella primera vez en donde su pierna fue herida y Jungkook lo cuidó como todo un médico experimentado. Una vez más, mirando a su alrededor, entendía todo aquello que le pareció inconcebible en aquel entonces. Nunca creyó que, como él, otro niño hubiese tenido una infancia de mierda. A nadie le deseaba lo que ambos vivieron, pero ahora que lo pensaba a cabalidad, casi prefería haber cambiado su niñez por la del pelinegro.

Sí, podría parecer que sus padres fueron crueles al entrenarlo casi desde que comenzó a andar, pero gracias a ellos pudo sobrevivir. Él pudo experimentar lo que era tener una agradable comida en familia sin pensar que en algún momento alguien gritaría o sería golpeado. Tuvo las herramientas necesarias para cortarle la mano a cualquiera que se atreviera a poner un dedo sobre su cuerpo sin su autorización.

Entre todo el desastre, Jungkook había tenido la oportunidad de saber lo que era tener una cálida familia que velaba por él, que lo amaba, que se protegía mutuamente. De cierta forma, en su familia tuvo alguno de esos momentos. Cuando su padre no estaba en casa, en esos días que desaparecía gracias a los vicios, en su casa el ambiente mejoraba mucho, podían cenar, reír, pero siembre quedaba ese manto invisible que tapaba toda la suciedad, que recogía todo el polvo y cada vez se tornaba más pesada. De la manera que pudieron, se defendieron mutuamente también, joder, Yoori incluso había muerto protegiéndolos.

Quizá no tuvo la herramienta adecuada, para él, soportar siempre era la salida más tranquila y fácil, pero él sabía que su cocina estaba llena de objetos filosos que podían ponerle fin a esa miseria. De hecho, había utilizado unas buenas tijeras para acabar con la vida de ese miserable y con gusto volvería a hacerlo. Mataría a su padre y a cualquier desgraciado que abusara de otros, cualquiera que se atreviera a profanar cuerpos que debían ser venerados y respetados mejor que cualquier templo. Él tomó cartas en el asunto, pero, lamentablemente, fue demasiado tarde, más de lo que en un pasado creyó. Mierda, él estaba vivo, ya había llegado tarde desde el momento de su nacimiento.

— ¿En qué piensas? — La calidez de una mano ajena acariciando su mandíbula, su cabeza, fue lo que lo trajo de vuelta al presente. — ¿Quieres hablar de lo que ocurrió allí?

— ¿Cómo llegaste? — Jungkook lo miró a los ojos, notando la obvia manera en como él le daba un poco de vuelta al asunto, pero no dijo nada al respecto en ese momento.

— Recibí el aviso de que Hyunjin fue dado de alta, que abandonaba el hospital inmediatamente, así que me dispuse a seguirlo, necesitaba ver dónde se encontraba con Bogum. — Mencionó retirando su mano por un segundo, ubicándola después sobre su muslo. — No esperaba verte allí.

— Puedo decir lo mismo. — El pelinegro enarcó una ceja y Taehyung suspiró. — ¿Qué?

— ¿Cómo llegaste ahí?

— ¿Por qué quieres saber?

— Kim.

— De acuerdo. — Levantó sus manos en señal de rendición. — Pensé que estaba siguiendo a Namjoon, pero resultó siendo Jimin.

— ¿Seguías a Nam? — El contrario asintió. — ¿Por qué?

— Desconfiaba de él, de sus tratos con Jessi. Sé que esa mujer está con Hwasa, que hacen trato con ella, pero de igual forma sentí que era demasiado extraño que Namjoon se estuviera viendo tanto con ella.

— Bueno, eso es porque él está cumpliendo una orden mía. — Las cejas de Taehyung se levaron de manera inquisitoria. — En tu ausencia, para acercarme a Park Seo Joon, averiguar en lo que él estaba y buscando pistas sobre lo que te había ocurrido, yo trabajé con alguien. — La mandíbula de Taehyung se deformó, movió su mentón de un lado a otro mientras estrechaba sus ojos.

— ¿Otra donación de tu polla a un culo benéfico?

— Sí, y no.

— Es un sí o un no, convicto, no me vengas con estupideces. — Jungkook se levantó de su asiento y el pelirrojo lo imitó, intentó sentarlo, pero Taehyung simplemente se cruzó de brazos. — Habla.

— A ver, ¿podrías sentar?

— Joder, me estás haciendo querer meterte una bala en el centro de tu frente, convicto, habla de una puta vez, porque el silencio y este suspenso de mierda me hacen pensar las peores cosas.

— Es que no pasó nada de lo que te tengas que preocupar.

— ¿Entonces por qué no estás hablando?

— No sé, quizás porque me miras como si quisieras matarme. — Se rio y el pelirrojo tiró de su nuca y lo empujó en una silla para que se sentara, antes de acercarse a él y tirar de sus cabellos negros para que mirase hacia arriba. — Suave.

— Habla de una puta vez antes de que me desquicie, te juro que no quieres verme en así en estos momentos.

— No fue nada del otro mundo. — Taehyung rodó los ojos y Jungkook tuvo que luchar por contener la risa. ¿Por qué amaba tanto a ese hombre? Se sentía idiota porque justo en ese momento, con todo el mundo hecho un caos, él se sentía en el paraíso con la mera imagen de Taehyung frente a él. Le había echado mucho de menos. — Te amo.

— ¿Es en serio, imbécil? — Tiró con fuerza de sus cabellos, haciendo a Jungkook jadear.

Es que Jimin y el resto del universo había quedado en el último plano ante la idea de Jungkook con alguien. Maldición, comprendía que él no estaba, incluso sabe que tienen que seguir estando con otras personas y normalmente, no le afecta tanto porque sabe que Jungkook es suyo. Sin embargo, la idea de que él pudiera haber desarrollado verdaderos sentimientos por alguien más es lo que tenía a su corazón al borde del precipicio en ese momento y no sabía cómo manejar esa sensación.

Porque estaba consciente que él tenía un carácter fuerte, no es que fuero extremadamente celoso ni nada parecido, simplemente era alguien firme con respecto a lo que amaba y no quería a nadie más cerca, pero no celaba a Jungkook, quienes se acercaban fueron siempre su problema. Bueno, eso y las veces que el convicto imbécil se comportó como idiota. Sin embargo, de cierta manera siempre tuvo la certeza de que nada pasaría.

Era casi un juego el marcar su presencia, le gustaba ver el odio, la decepción y la añoranza en la mirada de otras personas que los deseaban, pero no podían tenerlos, saber que entre billones de personas, ellos se escogieron y escogerían cada vez. La idea de que eso pudiese cambiar, hizo tambalear su mundo. Maldición, había estado muerto para todos, Jungkook tenía todo el puto derecho de estar con quien quisiera, era egoísta, ilógico e incluso inaudito que pensara diferente, él mismo había estado disfrutando de uno que otro acostón cuando no lo recordaba.

El problema era que ahora que sí tenía la mayoría de sus memorias con él, que se perdía en esos ojos oscuros y recibía sus cuidados, la calidez de su cuerpo, temía perderlo por otra persona más de lo que temía morir y abandonar este mundo.

— ¿Te amo? — Su voz se cortó y esto puso en alerta al pelinegro, porque no estaba acostumbrado a ver ese temor en los ojos de su hombre. — ¿Piensas que quiero escuchar un jodido te amo ahora mismo?

— Okay, hablaré. — Musitó tranquilo, acariciando los muslos y el trasero de un pelirrojo que alejó sus manos al primer intento, pero no al segundo. — Tae... — Se levantó en silencio y lo rodeó en un abrazo. Una mano del pelirrojo lo alejaba, pero la otra estaba agarrada a su chaqueta, sosteniéndole en su lugar con fuerza. — Existe una mujer llamada Jung Wheein, fue la encargada de limpiar, invertir y jugar con el dinero de Seojoon, pero trabaja para muchas otras personas.

— Lo sé, también hace algunos trabajos para los Diamantes.

— Exacto, no sabíamos qué tan implicada estaba, pero sabíamos que ella era un puente entre los Diamantes y Seojoon. Sabíamos que manejaba el dinero, por lo que si me acercaba a ella, le sacaría no solo información, sino que podía utilizarla para que la organización que manejas, sacara la cabeza, cosa que funcionó. Al desviar el dinero de esa recaudación de fondos, Seojoon se desestabilizó y ustedes fueron por él, por nosotros también.

— Hijo de puta, has sido mi dolor de cabeza desde tiempos memorables. — Los dos rieron, el pelirrojo finalmente lo empujó y tomó asiento frente a Jungkook. — Entonces, te follaste a Wheein, ¿no?

— No hubo penetración.

— ¿Se supone que eso cambie algo? Si siquiera le metiste tus dedos, sí hubo penetración, imbécil. Además, sabes perfectamente que follar no es únicamente penetrar, no te hagas el listo conmigo. — Protestó, estirando su mano hasta agarrar con fuerza la entrepierna del menor, haciéndolo sisear.

— Vale, de acuerdo, entendí, Tae, carajo. Eso duele. — El mayor rio y él no pudo evitar poner los ojos en blanco. — Sabes que esto es tuyo.

— Exactamente, pero te empeñas en repartirlo sin mi permiso. — Se elevó entre risas, su corazón se sentía más liviano después de escuchar a Jungkook y su cambio de humor se manifestaba en sus ojos, esos que el contrario admiraba satisfecho. — Te salvarás por ahora, pero tu culo lleva una sentencia desquiciada.

— ¿A dónde vas? Deberías descansar otro rato, Tae. Lo que te pasó hace un rato fue peligroso.

— Lo sé, pero estoy bien y tengo cosas que hacer.

— ¿Qué cosas?

— Debo encontrarme con Jimin. Ese hijo de puta no me va a ver la cara, no a mí.

Jungkook lo podía ver en su mirada, pasaba lo mismo que con Yoongi años atrás, estaban dispuestos a matarlos, sabían que dado el momento tendrían que hacerlo si era necesario, pero dolía como el infierno eliminar a una de las pocas personas que tenían en sus vidas. Yoongi fue su mal llamado hogar desde la temprana adolescencia, Jimin también entró joven a la vida de Taehyung. Pasaron cosas, su amistad se forjó de diferente manera, pero no era menos válida. Así que sabía lo mucho que todo le debía estar doliendo, molestando.

— Comprendo, pero ahora no podrás hablar con él. Estarán seguramente en ese lugar hasta la mañana. — Cierto, Taehyung recordaba la llamada de Bogum diciéndole que no llegaría esa noche. — Ve mañana.

— Encárgate de Nam, no quiero lidiar con él y sé que si hablo con Jimin, estado él presente, las cosas se pondrán feas. — Jungkook asintió de acuerdo. — Ahora ven acá.

— ¿Qué? — Jungkook elevó una ceja y el pelirrojo no hizo más que pararse y caminar hacia él, enredando sus dedos en las hebras azabaches antes de apretarlas con fuerza y obligarlo a inclinarse sobre la camilla. — Oye...

— Creo que necesitas una lección por andar clavando tu aguijón en donde no debías.

— Pero ni siquiera saqué mi aguijón, estás siendo demasiado...— El sonido de una nalgada resonó en el lugar, seguido de una sonora maldición. — ¡Me cago en...! — Otro golpe llegó y Jungkook no tuvo más remedio que reír, bajando su mano para acomodarse la parte delantera de su pantalón que comenzaba a incomodar. — Tienes la mano pesada.

— ¿De verdad? Mira, no lo había notado. — Contestó con sorna, dejándola caer una vez más sobre el trasero de Jungkook.

Su propio pecho se agitaba emocionado, respiraba con dificultad mientras cerraba los ojos y exhalaba toda la tensión acumulada. Cuando elevó sus párpados, se encontró con la mirada encendida del convicto que le estaba ofreciendo la oportunidad para canalizar su ira. Sin poderlo evitar, Taehyung se relamió con suavidad sus labios y luego mordió el lado izquierdo de su labio inferior, inhaló y otro fuerte golpe cayó antes de sonreír y dejar escapar todo el aire contenido. Volvió a tirar del cabello de Jungkook para hacer colisionar sus labios en un beso voraz que culminó cuando necesitaron respirar. Esta fue la oportunidad aprovechada para salir del lugar y dirigirse a una habitación perteneciente a Jungkook.

Entre risas cayeron en la cama, juntos se fueron deshaciendo de la ropa, pero cuando Taehyung intentó volver a agarrar los pelos de Jungkook, este sostuvo sus manos sobre su cabeza.

— No te muevas. — El pelirrojo hizo caso, dejó sus manos sobre su propia cabeza mientras observaba al contrario acercarse a su cuello para besarlo allí con una calma que contrastaba la agresividad inicial. — No hagas nada.

Sin prisa, besó y acarició la piel expuesta de su torso. Había cierta dominancia, pero no la que lo caracterizaba, porque esta no era solo parte de su dinámica y personalidad, era un recordatorio no solo para ellos dos, sino para cualquiera que siquiera pensara en acercarse a tocar un cuerpo designado para él por decisión propia. Porque sí, Taehyung era suyo, pero era también su propia persona y jamás lo vería como una mera pertenencia; decía que era suyo única y exclusivamente por sus sentimientos, no su cuerpo. Eso era lo que verdaderamente importaba y, mientras su mente quizás sufría, la piel le haría recordar una sensación que experimentaba únicamente junto al hombre que amaba, al único que se podía entregar sin reserva, sabiendo que era un sentimiento mutuo.

Cuando abrió el broche de su pantalón y descendió la cremallera, pudo notar la humedad en la ropa interior del pelirrojo, pese a esta ser oscura. Sus dedos se aferraron al borde para descenderlos juntos, ropa interior y pantalón, dejando al descubierto una erección que chocó contra su abdomen, aliviada por haber sido liberada de ese confinamiento.

Entre caricias y besos esporádicos, abrió las piernas del pelirrojo, oliendo cada centímetro que su nariz recorría y luego sus labios besaban. Mientras sus dientes apretaban la piel del muslo del mayor, sus ojos estaban centrados en la estela húmeda que caía desde la punta de su miembro y aterrizaba en su abdomen.

Fue entonces que Taehyung lo comprendió, porque conocía cada toque de Jungkook y sus pensamientos como si fuesen una extensión de los suyos. El pelinegro no tenía la intención de tener sexo o hacer el amor esa noche. Sabía que su cabeza estaría maquinando mil y una formas para enfrentarse a Jimin, para trazar una nueva ruta. Por eso estaba recurriendo a una intimidad que tenía como objetivo aliviar el estrés de su mente y cuerpo.

Quiso protestar, no estaban en el medio de una selva africana en la cual podían olvidarse del mundo, del tiempo... Estaban en una situación en donde no sabían qué ocurriría al día siguiente. En Madagascar peleaban por ver quién iría a comprar la comida de la semana y ahora no pensaban ni siquiera en lo que comerían ese día, menos en lo que pasaría al día siguiente. Sentía que estaban desaprovechando el momento de estar juntos de verdad, pero ahí estaba la cuestión, no necesitaba esa otra parte que complementaba su relación. Necesitaba, única y exclusivamente, a Jungkook, su compañía. Y como el pelinegro a veces lo conocía mejor de lo que se conocía él mismo, justo eso le estaba brindando.

Pudo sentir su aliento sobre sus testículos, también sus dedos cuando los levantaron para despejar por completo la vista de su entrada. Su vista se centró en el pelinegro que suspiraba con cierta nostalgia, pero también hambre y cariño. Para ayudarlo, extendió su mano entre las piernas para ser quien sostuviera su pene y sus bolas. Así, el convicto tuvo libertad para usar sus manos de otro modo.

Era un ritmo por momento inusual entre ellos, al menos lo fue hasta que vivieron juntos en Madagascar, esa fue una nueva fase de descubrimiento para los dos, porque por primera vez en sus vidas, no había prisa, un lugar al que ir, alguien a quien buscar o que los buscara. Ellos estuvieron conscientes de que no sería eterno o demasiado duradero, pero supieron también que no necesitaban correr o trotar, un simple caminar para no mantenerse estáticos estaba bien.

El ritmo de Jungkook esa noche era más pausado, parecía intentar alargarlo al máximo. Lo miró y ahí, sus miradas se encontraron, hubo una sonrisa en el rostro del convicto que le hizo enamorar una vez más. Pero cuando su lengua entró en contacto con el no tan arrugado borde gracias a la posición, Taehyung se dejó ir. Cerró sus ojos y echó la cabeza hacia atrás, regalándole al pelinegro una de las vistas que más amaba, Taehyung relajado y disfrutando.

Lo observó relamerse los labios, veía como su piel cambiaba levemente de color, como su respiración se calmaba, pero su pecho evidenciaba cada suspiro extra. Al apretar sus dedos contra su piel podía incluso sentir su pulso. Podía aspirar su olor, su sabor, ese que venía cargado de recuerdos. Cada vez que se miraban, recibía la confirmación de que ese era su hombre, no existía tecnología o ciencia alguna que pudiera hacer una réplica exacta de él. Había un solo Kim Taehyung apodado Desquiciado, uno solo era reconocido por su corazón y se sentía feliz de poder seguir teniéndolo vivo.

Aplanando su lengua hizo un camino desde su trasero hasta la punta del pene ajeno, llenando de saliva incluso los dedos de Taehyung. Lo escuchó reír bajo y él hizo lo mismo mientras regresaba y presionaba la punta de su lengua en el interior. Este fue un procedimiento que se repitió incontables veces, hasta que la respiración de Taehyung se controló y, la dilatación ayudada con la saliva le permitía introducir un único dedo, porque no quería forzar más. Uno le bastó para estimularlo mientras su boca rodeaba la punta de su miembro. En un principio, se mantuvo allí, bromeando con la lengua alrededor de su cabeza, presionando la punta contra la diminuta apertura. Pero entonces, unas manos se aferraron en su cabeza.

— Mi amor, necesito... Solo un momento, por favor. — Taehyung suplicó mirándolo, sabiendo que no existía casualidad de que se negara a eso. Por ende, desde su lugar asintió lo mejor que pudo. — Gracias, sabía que no te resistirías a mí.

El convicto puso los ojos en blanco por las palabras de Taehyung, fingiendo fastidio, mas luego, sus ojos volvieron al mismo lugar cuando el pelirrojo que acariciaba sus mejillas comenzó a hacerle el amor a su garganta.

— Diablo... — Gimió Taehyung mientras Jungkook le seguía el ritmo con su lengua. — Dios... — Jadeó cuando el pelinegro finalmente se atrevió a colocar un segundo dedo, yendo directamente a su próstata.

— Decídete, — habló Jungkook, aprovechando para coger aire — Dios o el diablo, esos dos juntos no deben estar en la misma oración.

— No seas imbécil. — Jadeó una vez más el pelirrojo, aferrándose con fuerza a la cabeza del menor, obligándolo a atragantarse con su pene. Podía sentir su garganta apretándolo, la saliva gotear y escuchaba también el ruido que hacía. — Eso es para que no hables tanta basura y uses la boca para lo verdaderamente importante.

Apretó su cabeza varios segundos más y luego la levantó, tirando al pelinegro de los pelos hasta llevarlo cerca de él. Era una de las imágenes más eróticas que había visto en su vida. De la nariz hacia abajo toda la cara le brillaba gracias a la saliva, sus labios estaban enrojecidos e hinchados, sus ojos vidriosos.

— Joder, Kook, bésame.

Lo hizo, Jungkook lo besó con vehemencia mientras le permitía a sus dedos ir más rápido. Se separó solamente cortos segundos, notando el fastidio en la mirada del contrario, sin embargo, todo lo que hizo fue dejar caer saliva de su boca hasta la entrada en donde sus dedos y el trasero de Taehyung se volvían uno. Así, más húmedo y con mejor desplazamiento, Jungkook comenzó a masturbarlo con mayor fuerza antes de que la saliva volviera a secarse. Jugó con su próstata mientras sus lenguas entrelazadas bailaban bajo la misma sinfonía.

— Vente.

— No me des órdenes, convicto. — El pelinegro elevó una ceja y luego rio, llevando su mano libre hacia el cuello de Taehyung, infligiendo cierta presión. — J-Jungkook, no puedo llegar con marcas así.

— Entonces vente, córrete para mí. — Fue todo lo que dijo antes de volver a unir sus labios, viendo como el pelirrojo comenzaba a masturbarse con desenfreno. Entre gemidos y besos, pronto el agente llegó a la cima, exhalando entrecortadamente, aun sin separarse de sus labios. — Eso es todo, mi agente, así me gusta.

— Idiota.

— De nada, sé que ese es tu agradecimiento por este exquisito orgasmo. — Taehyung se carcajeó contra él, sintiendo su cuerpo más liviano de lo que sintió en mucho tiempo. — Ahora debes descansar.

— ¿Y tú? — Indagó con honesta seriedad, ellos podrían simplemente masturbarse, pero nunca dejaban al otro con deseos cuando evidentemente querían.

— Yo no, aunque sabes que siempre te deseo y de ti siempre tengo ganas, hoy solamente quiero centrarme en ti.

— ¿No te excitaste conmigo? — Con una sonrisa, Jungkook se restregó contra él para que lo sintiera. — ¿Entonces?

— ¿Cómo no me voy a excitar contigo, Tae? Después de tanto tiempo, te deseo igual o más que antes, me tienes loco.

— El mundo se podía estar acabando, pero eso no impedía que tú y yo folláramos, ni siquiera cuando estábamos heridos. — Jungkook suspiró, acercándose a él para darle una explicación, Taehyung lo podía ver, pero era absurdo pedir una. Confiaba en él, confiaba en lo que ellos tenían. Jungkook no amaba a nadie más. — De acuerdo, de acuerdo, a dormir entonces. Tengo pocas horas de sueño.

— Tae.

— Vamos a dormir, convicto. — Sin permitirle decir más y sintiéndose raro por sus propios sentimientos, Taehyung tiró del pelinegro para besarlo y abrazarlo. — Buenas noches.

— Oye. — El pelirrojo lo observó, pero él no pudo evitar fruncir el ceño. — Nosotros no utilizamos las palabras para decirlo, siempre loo hemos tenido claro, pero quiero que lo recuerdes. — Uniendo sus labios con fuerza, abrazándolo con la misma intensidad, Jungkook lo observó. — Te amo.

+++

— Tú de nuevo por aquí, Jimin me dijo que viniste ayer, es una sorpresa verte por aquí otra vez. — La mirada de Namjoon estaba llena de sospecha, por como estaban las cosas, no era normal que el pelirrojo estuviese dando tantas vueltas por los alrededores.

— ¿Taehyung? — Saliendo al recibidor envuelto en una bata de baño, Jimin estaba igual de sorprendido.

Había llegado a su casa, se había duchado y quedado dormido junto a Namjoon hasta que escucharon el timbre de su casa sonar. Se levantaron sorprendidos, pero cuando vio que Namjoon leyó un mensaje y luego fue abrir, supuso que tendría que ser algo referente a Jungkook, pero no se esperaba ver al pelirrojo allí.

— Es que necesito que Jimin me ayude en algo. — La sonrisa de Taehyung era falsa, pero parecía tan real, que, posiblemente, solo Jungkook la diferenciaría. — Te lo hubiese pedido a ti, pero sé que Jungkook te tendrá ocupado. Mejor vete, no te detendré.

— Llevo días sin poder aprovechar a mi pareja, pensé que hoy tendríamos el día libre, maldición. — Namjoon caminó hacia el lado de Jimin, besando su cuello y aceptando el beso que el más bajo le regaló con una sonrisa. — ¿Nos vemos en un rato, bebé? — Jimin asintió.

— Estaré aquí en casa, al no ser que Tae necesite que salga con él, cualquier cosa, te dejaré saber.

Mientras el amanecer proyectaba largos rayos de claridad sobre la habitación, Taehyung esperaba pacientemente a que Namjoon se marchara con la excusa del trabajo para Jungkook. Necesitaba enfrentarse a Jimin, su mejor amigo o algo así, él y Hoseok fueron los únicos que tuvo en su vida antes de Jungkook. Si bien siempre alejó a Jimin, con la cercanía después de volverse a ver cuando empezaron a trabajar con Jungkook y los recuerdo de su infancia, le ayudaron a aceptarlo como tal. Sin embargo, ¿qué podría sorprenderlo? Moonbyul se infiltró en sus vidas del mismo modo, cuando él todavía era un niño, demasiado joven para ver ciertas cosas, al igual que su hermano.

De alguna forma, las inquietantes preguntas que le habían estado corroyendo el cerebro toda la noche, hacía que mantuviera cierta calma y no comenzara a disparar, no hasta que obtuviera respuestas. No podía quitarse de la cabeza la idea de que Jimin pudiera ser no un infiltrado cualquiera, sino el infiltrado mayor desde el inicio, un traidor, el hijo y el hermano de los hombres que habían atentado contra sus vidas.

Cuando la puerta finalmente se cerró tras Namjoon, dejando a Taehyung y Jimin solos en la habitación poco iluminada, la tensión era palpable. Jimin estaba algo confundido por la mirada de su amigo, por lo que soltó una risa incómoda. Los ojos de Taehyung se clavaron en los suyos, con una mezcla de ira y decepción en su mirada que él no supo interpretar. De manera premeditada, el Desquiciado se acercó, su voz baja y llena de un borde crudo.

— Sabes, Jimin, siempre actuaste como si fueras uno de nosotros, como si fuéramos hermanos de sangre o algo así. Pero ahora hay un problema. — Mencionó mirando la mesa del desayuno que seguía vacía, acariciándola con los dedos. — Tengo el presentimiento de que algo no está bien. ¿Estás bien? — Con una sonrisa, Jimin asintió, pero por instinto, caminaba lentamente hacia atrás, la manera en que Taehyung se acercaba, lo obligaba a retroceder. — Has estado actuando muy sospechoso, y no puedo ignorarlo por más tiempo.

Sin darle tiempo a procesar lo que estaba pasando, la mano de Taehyung se movió rápidamente, agarrando el cuello de Jimin y empujándolo contra la pared con suficiente fuerza para causar incomodidad, pero no un daño serio. Podía sentir la respiración entrecortada de Jimin, por esto lo apretó con más fuerza y se inclinó más cerca.

— Será mejor que empieces a hablar, Park. — Sus palabras estaban llenas de ira.
— Quiero la verdad, y la quiero ahora. — Sacó un cuchillo con su mano libre y cortó superficialmente el brazo que el contrario por suerte se había salvado. — Si has estado jugando con nosotros, si estás trabajando para ellos, haré que te arrepientas de formas que ni siquiera puedes imaginar. Necesito respuestas y las necesito directas, sin mentiras.

La cara de Jimin se retorció de miedo y confusión mientras tartamudeaba. Era un agente también, joder, aunque continuaba dejando la violencia como último recurso, Jimin podía defenderse, pero siempre fue así cuando se trataba de Taehyung, nunca pudo hacerle frente.

— T-Taehyung, n-no sé de qué me hablas.

— Mierda, no, no hagas eso maldita sea. Sabes que si vengo a ti es porque lo sé todo.— Taehyung habló cerca de su oído, sintiendo el cuerpo del mayor temblar.

— Lo has entendido todo mal. Te juro que no soy lo que piensas. Nunca los traicionaría. — Taehyung no estaba convencido, por eso su agarre apretó el cuello de Jimin.

— No creas que no haré lo que sea necesario para proteger lo que es mío. O estás con nosotros o contra nosotros y ahora mismo, la situación no se ve muy bien para ti. — La habitación parecía cerrarse sobre ellos, mientras la cruda y vulgar amenaza flotaba en el aire, exigiendo una verdad que podía salvarlos o destruirlos.

A tan solo dos días de la pasada actualización, aquí estoy de regreso, con una capítulo de 6.5k de palabras. Espero que no se les haya hecho tedioso y extenso. ¡DIsfrútenlo!

LORED

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