Capítulo 2

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Hola, amores. Espero que estéis teniendo una semana preciosa y que os guste un montón este capítulo. Me encanta John, es un personaje cuyo futuro aún estoy barajando. Os dejo una foto de cómo me lo imagino en multimedia. Por favor, contadme qué os parece <3

Gracias por pasar por aquí, os amo :)


Capítulo 2.

John no dejaba de moverse de un lado para otro de la oficina hasta que Mel tuvo que tomarlo del brazo y obligarlo a sentarse en una silla negra situada frente al escritorio de madera de roble de su padre. Por el amor de Dios, ¿qué iba a hacer con él?

Francisco se aclaró la garganta antes de comenzar a hablar y, entonces, esbozó una pequeña sonrisa. Mel no sabía muy bien cómo interpretarla, su padre nunca sonreía. De pronto pensó que, quizás, John tenía razón y de verdad iba a despedirlos.

—Hay una cosa que quiero deciros desde hace un par de semanas. Lo he hablado numerosas veces con la junta directiva y hemos llegado a la conclusión de que será la mejor decisión.

—Francisco, por favor... —comenzó a sollozar John.

Mel se adelantó y, sentada junto a su amigo, posó su mano sobre la del joven, apretándola tanto como le fue posible entre sus dedos.

—John, déjale terminar.

Fingió una sonrisa que deshizo la que se había formado en los labios de su padre. De pronto, Francisco frunció el ceño de nuevo.

—¿Seguro que estás bien, John? —preguntó, preocupado. Su acento español era fuerte, nunca se había deshecho de él a pesar de llevar casi treinta años viviendo en Londres.

—Más que bien. Nunca he estado mejor —susurró John, apretando los dientes.

Francisco asintió con la cabeza, volviendo de nuevo al asunto que los había llevado allí.

—Como ya sabéis, estamos a punto de lanzar al mercado la nueva línea de zapatos. Esta temporada, ambos habéis sido una parte muy importante para los nuevos diseños y...

Mel supo que John estaba a punto de hablar, de volver a decir algo que debería callarse. Su rostro se había enrojecido y parecía a punto de echarse a llorar ante el inminente despido. Se las apañó para patearle con fuerza la espinilla por debajo de la mesa, tratando de que su padre no se percatara de lo que estaba sucediendo.

«Aguanta un minuto más, John, por favor...», pensó.

—Y tengo que reconocer que son unos diseños magníficos. Creo que van a funcionar muy bien en el mercado y le dan a la marca un nuevo aire, un nuevo... —Francisco se quedó pensando durante unos instantes cuál sería la mejor palabra para definir el concepto— comienzo.

Mel soltó a John al escuchar esas palabras, sorprendida. Esa era la primera vez que escuchaba una palabra de reconocimiento por parte de su padre, al menos desde que terminara la universidad. La verdad era que la nueva campaña había sido, en especial, diseñada por John, pero ella cada vez ponía más de su parte y se implicaba en todos los aspectos: los dibujos, las telas, el coste asociado que llevaba cada producto... Melissa Ortiz casi no se reconocía a sí misma en la persona en la que se había convertido.

—Muchas gracias, señor —murmuró ella. Nunca se refería a él como «papá» mientras trabajaban. Todos sabían que era su padre, sí, pero existía una dura y gruesa línea entre ellos en lo que se refería al trabajo—. Nos alegra mucho saber que hemos realizado un buen trabajo.

—¿John? —La voz de Francisco pareció confundida.

Mel tenía miedo de lo que se encontraría al girarse hacia su amigo, pero tuvo que hacerlo. Cuando sus ojos por fin se posaron en el atractivo hombre que estaba a su lado, este estaba llorando. Tuvo que controlarse para no cubrirse el rostro con las manos. Nunca se sabía por dónde podía salir John.

—Gracias, señor —logró murmurar John—, pensé que iba a despedirme.

Ante esas palabras, Melissa apretó los labios. A veces ni sabía por qué se esforzaba en controlar a John, estaba claro que era imposible.

—¿Despedirte? —Francisco alzó sus cejas oscuras al escuchar esa palabra—. ¡Por supuesto que no, hijo! Más bien al contrario. Os he reunido aquí porque quiero proponeros algo.

Aquí llegaba el ascenso, o eso esperaba Mel. Sabía que su padre estaba complacido por su trabajo, pero también era consciente de que él no quería ser demasiado benevolente con ella. Al fin y al cabo, hasta hacía solo un año y medio, Melissa era un auténtico desastre.

—Lanzaremos la campaña en solo un mes. Ahora vienen momentos muy emocionantes para la empresa: la producción, el marketing, el lanzamiento de la nueva línea y todo lo que eso conlleva. Y creo que vosotros podríais hacer un buen trabajo en encargaros de todo eso...

Tras escuchar esas palabras, Mel estuvo a punto de gritar de emoción. ¿Encargarse de la nueva campaña? Eso era como un sueño, era mucho más que un ascenso, era...

—...desde España.

Se atragantó con su propia saliva cuando oyó el final de la oración.

¿Desde dónde...?

A su lado escuchó un grito de júbilo:

—¡Por supuesto! Sería todo un honor.

John había espabilado más bien rápido y, aunque aún estaba sudoroso y hablaba demasiado lento, como si le costara pronunciar las palabras, parecía haberse recuperado en cuanto había oído que su puesto de trabajo no corría ningún riesgo.

—No creo que... —comenzó Mel.

—Nos parece una idea fantástica —la interrumpió John, dedicándole una mirada asesina.

¿Volver a España? ¿Ahora? No, no le parecía la mejor idea, de ningún modo.

—¿No crees que es todo demasiado acelerado? Además, ¿por qué desde España? También tenemos oficinas en Italia o en...

—Melissa. —Su padre frunció el ceño al dirigirse a ella. Ese, ese era el Francisco que ella conocía, no el que le sonreía y la felicitaba por su trabajo—. La decisión está tomada, la junta directiva ha establecido que lo haremos desde España. Es la línea de verano, ¿qué hay más veraniego que tu país de origen?

Mel rechinó los dientes. A su padre le encantaba recordarle que ella era española, además de inglesa, algo de lo que ella parecía haberse olvidado durante demasiados años. Pero, viendo cómo había sido su última experiencia en España, la verdad era que ella no quería repetirla.

—Concuerdo por completo, señor. —John se mostró de acuerdo, por supuesto.

—Tú irás a nuestras oficinas de Medinabella, John. Sabes que es un lugar emblemático para esta compañía, allí nació C.O. y se extendió a todo el mundo. Tú irás a las oficinas de Madrid, Mel, y trabajarás codo con codo con el equipo madrileño para sacarlo todo adelante. Confío en que ambos haréis un trabajo excepcional.

Apreciaba la confianza de su padre —de hecho, no creía haberla tenido nunca en su vida hasta ese momento—, pero se le rompía el corazón. Quería quedarse en Londres, no quería regresar a España. Había pasado seis meses allí y, a pesar de adorar el país, los amigos que había hecho y vivir en Medinabella, había odiado su trabajo y, en especial, a su jefe. Durante todo ese tiempo, Mel había tenido que ser la secretaria de Julen y, para colmo, después de convivir con él, de enamorarse como una imbécil, se había dado cuenta de que él era un mentiroso y un manipulador. No podía volver, no quería hacerlo.

—Desde luego, señor. —John se levantó de su silla y le tendió la mano a su jefe, dando por finalizada la reunión—. Iré a hacer la maleta hoy mismo.

—No os iréis hasta la próxima semana —anunció Francisco—, aunque vamos a recibir la visita de algunos de los miembros de C.O. España este viernes, vendrán a pasar unos días aquí para comenzar todos los preparativos.

—Mejor aún. Comenzaré a planear qué meter en la maleta. —John dio un paso atrás y después se agachó ligeramente hasta situarse junto al oído de Melissa, allí le susurró dos palabras—: Necesito vomitar.

Acto seguido, John volvió a esbozar la más brillante de las sonrisas, se despidió de ambos con una mano y salió del despacho con aire optimista.

Solo entonces Mel se quedó sola junto a su padre y dejó escapar un gran suspiro.

—No estás contenta.

Su padre lo sabía. Ella no sonreía ni parecía alegre por la noticia, más bien al contrario; la luz presente en el rostro de Mel cuando había cruzado esa puerta, quince minutos antes, ahora había desaparecido.

—No es eso.

—Creí que lo estarías. Tendrás muchas responsabilidades durante los próximos meses, Mel, pero también crecerás en la empresa. Eso es lo que querías, o al menos lo que me dijiste que querías cuando regresaste a Londres hace un año.

Y seguía queriéndolo. Era la compañía de su familia, el negocio al que ella siempre había querido pertenecer y al que su padre le había negado el acceso mil veces. Ahora, por fin, las cosas parecían funcionar para ella... o al menos eso había creído ella, de pronto no lo tenía claro. No quería rechazar esa oportunidad, quería llevar la nueva campaña, pero no podía lidiar con todo lo que eso implicaba.

—Lo quiero, papá. Aún lo quiero.

Su padre, contra todo pronóstico, se puso en pie y llegó hasta ella. Nunca había sido especialmente cariñoso o interesado en ella, por eso Melissa se sorprendió cuando él se sentó en la silla que anteriormente había ocupado John y se giró hacia ella, quedando a pocos centímetros de su hija.

Por más que todo el mundo le dijera cuánto se parecía ella a su madre, por su cabello rubio, su piel bronceada y sus labios carnosos, ella siempre se había visto más reflejada en los ojos azules y almendrados de su padre. En la forma de su nariz, en el modo en el que fruncía el ceño cuando algo le preocupaba o le resultaba confuso.

—No tienes que ir si no quieres —dijo él, finalmente—. Entiendo que quieres vivir en Londres. Siempre lo has hecho..

Mel sabía que a su padre le dolía, en cierto modo, que ella siempre hubiera preferido el país británico antes que su hogar mediterráneo. Ella no podía remediarlo. Después de lo que había vivido la última vez tenía claro que adoraba España, sí, pero también le hacía daño estar allí.

—No es eso, papá. Es solo que...

—¿Es por Julen?

Escuchar eso hizo que ella se sintiera sin respiración de pronto. Nunca habían hablado del tema, era algo que, simplemente, no trataban. Cuando Mel había estado prometida con Louis, su padre apenas se había interesado en su relación con él. Cuando ella canceló la boda, solo tres días antes de que se celebrara, Francisco no medió palabra, pero fue evidente que estaba enfadado y decepcionado con su hija.

Con Julen no había sido nada diferente: Francisco se había enterado de que tenían «algo» por la prensa. Lo siguiente que había sabido de su relación, simplemente, había sido que Melissa acababa de regresar a Londres y que le había rogado, por favor, que no la enviara de nuevo a España y que no le preguntara nada acerca del tema. Francisco, a pesar de molestarse al principio, había terminado por ofrecerle un puesto menor en el departamento de diseño de la sede de C.O. en Londres. Y, para su sorpresa, Melissa había sido más que excepcional en su trabajo.

—Ya sé que no tenemos una relación tan estrecha como para que me cuentes esas cosas, pero nunca supe qué había sucedido entre vosotros.

Mel se sonrojó y miró al suelo. Mel sonrojándose, algo que no sucedía fácilmente.

—Papá...

—¿Julen te hizo daño?

La sorprendió con esa pregunta. Melissa jamás habría pensado que su padre pudiera contemplar ese escenario. Sabía que su padre, por lo general, siempre habría tomado el lado de Julen, sin siquiera contemplar la idea de que ella podía no ser la culpable por una vez.

—No, no me hizo daño —mintió.

«Solo me rompió el corazón», pensó.

—¿De verdad?

—De verdad, papá. Todo está bien con Julen, más que bien, diría yo.

Mintió descaradamente de nuevo y ni siquiera supo por qué. Podría decirle la verdad, que Julen le había mentido, que él era la razón por la que no quería regresar a España. Pero no lo hizo. No sabía cómo abrirse con su padre cuando nunca antes lo había hecho antes.

Su padre levantó las cejas.

—La única razón por la que decidí que trabajarías desde Madrid es porque pensé que no querrías verle. El plan, inicialmente, era que tanto John como tú trabajarais en Medinabella.

El corazón de Mel dio un vuelco al escuchar esas palabras. ¿Volver a Medinabella? No sabía qué pensar ni qué sentir en ese momento.

Francisco se puso en pie y la instó a hacer lo mismo a ella. De pronto se acercó más a ella y Mel frunció el ceño.

—¿Qué haces? —preguntó, confundida—. ¿Estás bien, papá?

No sabía por qué su padre se había acercado tanto a ella. Francisco era alguien que valoraba mucho su espacio personal, ¿por qué invadiría el de otra persona? Cuando él abrió los brazos, Mel comenzó a asustarse. ¿Y si le estaba sucediendo algo? ¿Y si no podía respirar bien?

Mel se sintió agitada por un momento. Por el cielo, ¡tenía que llamar a una ambulancia! Su padre se estaba comportando de un modo muy extraño, agitaba los brazos y se acercaba demasiado a ella, como si necesitara ayuda, como si le estuviera dando un infarto. Cuando ella lo miró a la cara, confirmó sus sospechas de pronto. El rostro de Francisco se había vuelto a deformar de forma extraña, mostrando algo que se parecía demasiado a una sonrisa.

La joven estiró su brazo para tomar su teléfono móvil, convencida de que necesitaba llamar a emergencias. Solo en ese momento él se aproximó aún más y la acercó a él en un...

¿Abrazo?

Mel abrió y cerró los ojos varias veces, confundida. Olía el aroma del perfume de su padre demasiado cerca. ¿Qué demonios estaba sucediendo?

Permaneció rígida, sin saber cómo reaccionar. ¿Su padre esperaba que le devolviera el abrazo? De forma tímida ella alzó una de sus manos y la posó en la espalda de su padre, después le dio una palmadita que pretendía denotar cierta apreciación.

—Vas a hacer un buen trabajo en España, Mel. Confío en ti.

Incluso después de que él se separara, Mel seguía sintiéndose extraña. Francisco la miró a los ojos una vez más y después regresó a su lujosa silla de madera, centrando su mirada en su ordenador portátil y en varios informes que reposaban sobre su mesa. Volvía a ser Francisco Ortiz.

Mel salió del despacho lentamente y en silencio. No sabía qué demonios le estaba pasando a ese hombre ni qué había hecho con su padre.

Muchas gracias por pasaros por aquí :) Os cuento que he publicado un nuevo libro en Amazon, por si queréis pasar a leerlo. Lo encontráis gratis en Kindle Unlimited y dentro de poco también lo sacaré en papel. Se llama «Como si nada hubiera pasado» y lo encontráis en Amazon solamente buscando el nombre, aunque os dejo el link universal en el primer comentario. Podéis leer los primeros capítulos aquí en Wattpad si entráis a mi perfil :)

Mil besos y nos vemos la próxima semana ♡♡

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