Capítulo 34

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— Inténtalo

Le alentó a que lo hiciera, a que le respondiera por mucho que le dijera algo que ya intuía o que en todas esas largas horas desde que supo la verdad llegó a sacar conclusiones, incluso llegó a ponerse en su lugar y aunque no era consciente del todo lo que podría sentir si llegara a tener una experiencia como aquella, sí que llegó a la conclusión de que ella hubiera abortado:

— Quise hacerlo, quise abortar

Y aun teniendo las altas probabilidades de escuchar aquello, era cierto, no resultó ser de su agrado:

— ¿por qué no lo hiciste entonces?

— Cuando supe que estaba en estado tenía trece años, no podía abortar si no era con el consentimiento de los progenitores— miró al vaso vacío que tenía en sus manos— Nia, se negó, dijo que no podía permitir acabar con una vida y mi...— le costó decir la palabra— padre, tuvo su pequeño momento revelador en el que alucinó con una familia feliz, no me dejaron abortar...— Echo agachó la cabeza, a nadie le gusta escuchar eso, naciste producto de una violación, naciste porque me obligaron a tenerte cuando yo no quise, si al menos la hubiera dicho "si, estaba a favor de darte a luz" pero la obligaron. Ontari se acercó con precaución y le dio la mano— yo no entendía nada, era una niña y nadie se paró a explicarme nada, durante años tuve que aprender a controlarme y cuando te tuve en mis brazos me desbordé tanto, ni te imaginas lo aterrada que estuve y lo culpable que me sentía, quería evitar que vivieras en el mismo infierno que vivía yo, era un adolescente, sin estudios, sin trabajo y anulada por tu padre, la impotencia que se siente por saber que no podría darte mucho más de lo que me dio Nia a mí...

— ¿si él no te dejó abortar significaba que me que...?

— Era un pedófilo, Echo— le dijo cortantemente y muy seria— No te cuestiones si pudo quererte o no, al menos el tipo de cariño que hubiera esperado una hija de su padre— se levantó y le dio la espalda— yo ya había pasado la etapa prepúber y estaba dejando de ser una niña— tragó saliva y miró a Echo, quizás estaba siendo un poco cruda con lo que le estaba diciendo— ya no le excitaba lo suficiente

Necesitaba otro vaso de Whisky, así pues, se sirvió otro poco, aun corriendo el riesgo de que al día siguiente sufriera la peor resaca:

— Eso quiere decir que alguna vez intento...

— Puede que no pudiera darte respaldo económico— le volvió a interrumpir mientras daba otro trago, puso expresión afligida— era un desastre cuidándote e incluso como hermana mayor, pero estaba segura de una cosa— apretó la mandíbula nuevamente y dijo entre dientes mientras la señalaba con el dedo índice— Sería capaz de matarlo antes de que te tocara un pelo y por casi lo consigo— rio con ironía antes de decir con amargor— al final quien tuvo el placer de acabar con él fue Nia...

Echo se levantó como si hubiera recibido un calambrazo en el trasero, no sabía si había escuchado bien o que su cerebro trataba de poner impedimentos a que la información se procesara mucho más rápido:

— ¿no fue James?

— Aquel día recibí una paliza y acabé traumatizada, por años me hicieron creer que fue James— miró el liquidó del vaso, solo para perderse en el color del líquido maloliente— Otro acto cobarde por parte de ella...— miró asertiva a la adolescente— lo siento, sé que creciste conociendo la mejor versión de Nia y últimamente el pasado está ensuciando su imagen, supongo que también te resultará decepcionante averiguar que tu madre biológica soy yo

Iba a terminar lo que había en su vaso, pero Echo dio unos cuantos pasos y se lo quitó de la mano, justo para encararla:

— ¿Por eso te marchaste? ¿Para estar lejos de mí y olvidarte?

—Echo no siempre he tenido dinero y no siempre se llegaba a fin de mes— le respondió manteniendo la mirada a la joven— Era robar o que te murieras de hambre, en ese momento supe que tenía que hacer algo... ¿Crees que no te tenía en cuenta? Roan me hacía el favor de estar pendiente, sé que la primera matrícula de honor que sacaste fue a los siete años y siguió así hasta ahora, sé que Roan te regaló una cobaya a los 10 años... No estaría físicamente, debe ser que hice las cosas mal— los ojos le comenzaron a picar demasiado— Y que las sigo haciendo mal, pero por el amor de dios ¿Quién narices cree que tener hijos es madurar? Yo que sé, a mis trece años debía de estar soñando con Leonardo DiCaprio y haciendo Vudú a Rose por dejar que se congelara en el agua, tener posters suyos y de Brad Pitt en Troya como los japoneses que tienes tu...

— Coreanos

—Lo que sea— Se pasó la mano por el tabique nasal y le repitió una vez más— Echo, quizás no he sabido protegerte como tu hubieras querido, eso no quería decir que no te quisiera, vale sí— se encogió de hombros, era como si le hubieran dado cuerda y lo soltara todo— pensé y quise abortar, que tenía el convencimiento de que cada vez que te miraría le vería a él violándome, e incluso aborrecí el parto porque fue horroroso los dolores que pasé, pero... era porque estaba enfadada, aterrada, solo necesitaba tiempo ¿Crees que te odié la primera vez que te tuve en brazos? O ¿todas las noches que me tocaba mecerte porque no parabas de llorar? Pues no te odie y lo único que me aterraba de acunarte era no saber cogerte bien y hacerte daño. La primera vez que dijiste mamá no fue a Nia, me lo dijiste a mí...— Frunció el ceño y volvió a quedar callada unos segundos mirando al suelo— diga lo que diga, no servirá de nada, puedo entender que me aborrezcas o me odies— caminó hasta la isleta de la cocina y se apoyó en ella— te quise de la única forma que supe hacerlo y te sigo queriendo e intento, quiero encontrar una solución para acercarme a ti, pero siempre que lo intento, acabo haciendo algo que te molesta y tampoco me lo pones fácil.

Echo la siguió hasta quedar medio metro, la chica no contenía tanto la humedad de sus ojos como lo hacía Ontari, que por emplear todas sus fuerzas por retenerlas en sus ojos castaños acababa hasta doliendo. Muchas de esas cosas la chica ya lo sabía, es decir, Roan no le contó que la verdadera asesina de su padre fue Nia, sabía que Ontari había robado comida para ella, que había recibido una fuerte paliza por protegerla y que la cobaya no fue regalo de Roan si no de Ontari, pero Roan siempre había hecho por defender a la morena mayor, solo quería saber la versión de Ontari:

— No te odio— Fish miró un poco por encima del hombro a Echo— No podría... como bien has dicho eras apenas una adolescente y que a diferencia de otros casos similares muchas madres rechazan a sus hijos, al menos tú me has pagado la educación— se sonó la nariz y torció el gesto pensativa, antes de decir con un poco de miedo— ¿Si prometo no ponértelo tan difícil volverías intentar acercarte a mí?

Ontari se acercó a la chica y sería una de las pocas veces que la abrazaría sin que se lo pidiera, sin que fuera Echo la primera en dar el paso, no, esa ocasión fue decisión de Ontari, la estrechó con fuerza y le besó en la sien:

— No me alejaré más de ti

La muchacha la respondió el abrazo con la misma fuerza y cerró los ojos:

— ¿Cómo te tengo que llamar?

— Puedes llamarme por mi nombre, hermana o...— su voz perdió fuerza, tragó saliva, de la noche a la mañana que la llamara mamá que extraño— puedes llamarme como tú quieras.

Acabó por aclarar la mujer. Obviamente a Echo también le parecía rara la idea de llamar mamá a Ontari de la noche a la mañana, después de crecer llamándola hermana, para empezar estaba bien intentar estrechar su relación llamándose por sus nombres:

— ¿Leonardo DiCaprio en el Titanic y Brad Pitt en Troya?— preguntó intentando quitar tensión en el ambiente— No sabía que tener treinta y dos años era estar tan desfasada

— Un respeto a tus mayores— le dijo con cierto tono jocoso, se separó un poco y le agarró de las manos mientras curvaba los labios levemente— lo que para ti es de moda ahora y te parece guay, será desfasado para tus futuros hijos...

Echo cambió de expresión, como si hubiera regresado su vena infantil:

— ¿Sam y tú me daréis un hermanito algún día?

Ontari se soltó de sus manos y tomó aire, ¿esa niña no tenía preguntas más chugas que hacerla? Quizás trigonometría o Física cuántica como las leyes de Soddy y Fajans, quizás esas las responde con más facilidad para algo estaba google y los vídeos tutoriales de YouTube, cualquier pregunta menos "¿pasarías por otro parto en tu vida?" Sorry mucho, pero Ontari lo tenía clarito:

— Convence a Sam, yo pasó de parir nuevamente

Sam, Sam, Sam suspira la autora mientras escribe su nombre. Pues estaba a punto de llegar al piso de Ontari y no de buen humor, todo había que decirlo. Los señores Clifford eran cortantes con Ontari y por momentos le pareció imaginaciones suyas, pero al ver cómo fueron con los Griffin o las Woods, había conseguido que se enfadara y entraron en el piso discutiendo.

Ontari estaba abriendo el sofá cama, cuando escuchó los alaridos de Sam:

— No me puedo creer que os estéis comportando de esta manera tan absurda...

La señora Clifford ya cansada de aquel paripé, encaró a su hija ignorando que su nuera estuviera delante, quizás así era mejor, que Ontari entendiera también su posición:

— Llevamos meses tratando de que regreses a Inglaterra y pases tiempo con nosotros, pero no, tu querías vivir la vida viajando de un lado para el otro y justo ahora decides asentarte— miró a Ontari unos segundos— justo en Estados Unidos, donde está tu familia biológica, lejos de...

— Nos iremos a Europa

Interrumpió Ontari con voz sosegada, menos mal que guardó la botella de Whisky y no bebió hasta el punto de que le resbalara la lengua o se tropezara, pero si estaba un poquitillo afectada, obviamente era consciente de lo que estaba diciendo:

— ¿Qué?

Preguntaron tanto la señora Clifford como Sam:

— Que si esperan un año que Echo vaya a la universidad, nosotras— señaló a Sam— bueno si Sam quiere, me mudo a Europa con ella, así la pueden tener cerca, mientras, la puerta de mi casa está abierta, pueden venir siempre que quieran— Sam curvó la comisura de los labios y bajó la cabeza para ocultar que aquello le había llenado de satisfacción— puedo buscar trabajo, solo si están de acuerdo, como comprenderán no puedo dejar a Echo sola en estos momentos

Ingleses orgullosos, la señora Clifford no respondió ante aquel comentario, ahí sí que no podía poner muchas pegas. Miró a su marido:

— Es tarde vamos a dormir.

— Buenas noches

Dijo el hombre siguiendo a su mujer. Vaya con las Clifford, eran quien llevaba el mando en el hogar. Sam se acercó a Ontari y la abrazó. Sabía que la morena también se había enfrentado a Echo y de entre las dos situaciones familiares, la más importante era el de la morena, bueno, en realidad siempre priorizaría a Ontari antes que cualquier cosa:

— ¿Qué tal con Echo?

— Mejor de lo que me pude haber imaginado, presumida— se separó unos centímetros para acariciarla la mejilla y sonrió, no la sonrisa melancólica que caracterizaban a los hermanos Fisher, incluso le brilló los ojos más de lo normal— creo que me recuerda a James, tiene un corazón precioso— Sam iba a hablar cuando Ontari puso el dedo índice en sus labios— pensé en una zona con playa, para nuestra luna de miel, no muy lejos, por si hay alguna urgencia y entonces se me ocurrió Florida— abrazó a la rubia y rozó la punta de sus narices— tampoco lleves muchas cosas— susurró si por mi fuera estaríamos encerradas en la habitación del hotel todo el día

Sam amplió su sonrisa:

— ¿A qué viene todo esto? Justo ayer me dijiste que me dejabas— dijo con tono tontorrón y besó los labios de la morena, saboreando aun el fuerte Whisky— ahora me hablas de una luna de miel y de no salir de la habitación del hotel...

Ontari alzó a Sam y ésta le rodeó la cintura con las piernas, sorprendiéndose por la fuerza que tenía Fish, solo faltaba la lluvia y una canoa, entonces estarían viviendo The Notebook. Fish antes de responder volvió a chocar los labios de Sam más apasionadamente y fue hasta el sofá cama y dejarse caer con cuidado sobre el colchón, casi sin despegar sus labios y cuerpos. Ontari se separó unos centímetros y miró a los ojos de Sam:

— Enséñame Sam, enséñame a ser feliz, muéstrame un mundo más allá del trabajo— volvió a sonreír— tengo la sensación que después de hoy conoceré un mundo nuevo, siempre a tu lado.

Sam tentó a Ontari con los labios, antes de responder entre susurros y respiración acelerada:

— Me encanta la idea de viajar a Florida.

15 horas después

La respiración de Clarke estaba acelerada, como su ritmo cardiaco, eso era malo, muy malo, si en todos esos años había temido por la reacción de Lexa, ahora, justo ahora sí que debía temer y no por lo que la pudiera pasar, si no, porque por primera vez en mucho tiempo, parecía estar viendo a la Lexa Woods impasible que conoció años atrás.      

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