x. courage, dear heart

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng








x.
coraje, querido corazón








—Entonces, ¿estáis saliendo ya? —le preguntó Nova por enésima vez.

—No, Nova, aún no —murmuró Vega, mirando a su alrededor—. Y te agradecería que dejaras de preguntármelo cada hora.

—¡Pero os besasteis! —protestó ella—. ¡Y dormisteis juntos! ¿Cómo no vais a estar saliendo?

Vega soltó un suspiro, con las mejillas encendidas.

—No dormimos juntos, no lo digas tan alto o van a pensar que es verdad.

—Estabais dormidos en un sofá de la sala común. Abrazados. Eso es dormir juntos. Que los adolescentes hormonados entiendan otras cosas, no es problema mío.

—Cierra la boca, te lo pido por favor —suspiró Vega, roja como un tomate.

Nova no dejaba de insistirle para que hablara con Cedric de una vez por todas, aunque ella no estaba tan convencida de hacerlo.

Había tenido que besarle para convencerse de que sí que sentía algo por él. Para sentir aquel pellizco de felicidad en el estómago que llevaba tanto tiempo sin experimentar. Para recuperar la continua vergüenza que le había paralizado la última vez que alguien le gustó.

Para que las dudas y los temores de que viejas historias se repitieran reaparecieran.

—Vega, hazlo y ya —siguió diciendo Nova—. No te veía tan feliz desde... Bueno, desde hace mucho tiempo, ¿vale? Después de lo de Carrow, pensé que... —Se encogió de hombros—. Esperaba que mejoraras sola con el tiempo. Y lo hiciste. Y ahora está Diggory. ¡Y eso es genial! Para ser un chico, está muy bien, ¿no crees? Y su hermana me cae genial. ¿Por qué dudas tanto?

—No lo sé, Nova —suspiró su hermana, cruzándose de brazos—. Solo... tengo que pensármelo, ¿vale?

—Si él te hace feliz, ¿por qué lo evitas? —protestó la menor—. ¿Por qué no quieres ser feliz?

Vega se quedó en silencio al escuchar aquello, asimilando lo que había dicho su hermana.

¿Por qué dejaba que el miedo le impidiera ser feliz?

—Hablaré con él —acabó diciendo, tras varios minutos callada. Nova abrió la boca, para soltar un grito de emoción, pero Vega fue más rápida—. Y tú no vas a estar allí presente, ¿entendido? Si me entero de que le has pedido la capa invisible a Harry, te vas a arrepentir.

Nova hizo un puchero, pero no insistió por una vez en su vida. Ambas hermanas se cruzaron con Remus, pero mientras que Nova le saludó, Vega evitó su mirada por completo.

Al hombre no se le pasó por lo alto, claro. De hecho, Vega estaba convencida de que le había buscado para hablar con ella.

Llevaba varios días intentando disculparse, pero si había algo que Vega había heredado de sus padres, era el orgullo.

No iba a perdonarle tan rápido. Le había hecho daño de verdad.

—Vega, ¿puedo hablar contigo un momento?

—No creo que haya nada que hablar, tío Remus —gruñó Vega, pasando junto a Lupin sin apenas mirarlo.

También le avergonzaba su reacción. ¡Por Merlín, se había echado a llorar como una niña de cinco años delante de su tío, su primo y sus dos amigos!

—¿Qué le has hecho a mi hermana para que haga eso, Remie? —preguntó Nova, sorprendida, mientras veía a Vega alejarse por el pasillo—. Nunca le había hablado así... a nadie, en realidad.

—No es nada, Nova —dijo Lupin, soltando un suspiro—. Tal vez la ofendí el otro día.

La menor frunció el ceño.

—En ese caso, tendré que gastarte una broma —declaró, en tono casual—. Será mejor que estés preparado en la siguiente clase. Lo siento, tío Remus, pero nadie molesta a mi hermana. Ya sabes las normas.

Tras aquellas palabras, salió corriendo para alcanzar a Vega, que había continuado su camino sin mirar ni una vez atrás. Nova le lanzó una mirada a su hermana.

—¿Me dirás en algún momento qué te está pasando? —preguntó.

Nova estaba acostumbrada a que Vega le ocultara todo desde siempre, así que aunque le molestara que la mantuviera aparte, no le extrañaba. La mayor se encogió de hombros.

—No lo sé, Nova. Es bastante jodido.

—¿Te has metido en algo ilegal? ¿Traficas droga o algo?

—Tal vez —bromeó Vega—. Pero, si te lo dijera, tendría que matarte.

—Me temo que quiero vivir hasta entrar en el equipo de quidditch de Slytherin.

—¿He oído quidditch?

Harry Potter apareció junto a Nova. Vega apartó la mirada al instante.

—Sí, estaba diciéndole a Vee que el año que viene seré la mejor jugadora de quidditch de la escuela y todos te habrán olvidado —rio Nova—. Aunque Slytherin también os machacará este año, ¿no? Será horrible ver a Malfoy pavoneándose por ahí, pero la victoria me hará soportarlo.

—Sigue soñando, prima —se burló Harry—. No vais a... ¡oh, no, escondedme!

Acto seguido, se ocultó tras su prima mayor.

—¿Qué? —preguntó Vega, sin entender nada.

—Demasiado tarde —suspiró Harry, con aspecto derrotado.

Vega vio a Oliver Wood yendo directo hacia ellos tres y comprendió. Soltó una risa por lo bajo.

—Intenta no machacar mucho a mi primo, por favor, Wood —pidió, cuando éste llegó anunciando que necesitaba hablar con Harry—. Me gustaría tenerlo entero para el verano.

—Llegará intacto al partido, eso te lo aseguro —declaró Wood—. Después de eso, no prometo nada.

Acto seguido, se llevó a Harry a un lado. Vega y Nova estallaron en carcajadas al ver la cara de sufrimiento de su primo.

—Le va a machacar —opinó Nova.

—Sí, estoy de acuerdo contigo —asintió Vega.

Harry regresó solo un minuto después, aunque parecía tan cansado como si hubiera corrido una maratón.

—¿Qué te ha dicho? —preguntó Nova, interesada.

—Lo mismo que lleva repitiéndome tres días. Que tengo que acordarme de atrapar la snitch solo si llevamos una ventaja de cincuenta puntos. Y que hay entrenamiento esta tarde... ¡Eh, se supone que no puedo decirte nada, eres de los otros!

—Tarde, ya me lo has dicho. Suena divertido —dijo Nova, distraída—. ¡Eh, ahí está Bree! ¡Diggory, ven aquí!

Vega tuvo ganas de golpear a su hermana al ver que Brigid no se acercaba sola, sino en compañía de su hermano.

Hey, Nova —saludó la castaña, tan tímida como siempre—. Hola, Harry, Vega. ¿Qué...?

—¡Harry, ven! —gritó Hermione Granger, apareciendo junto a Ron Weasley y Primrrose Jones y cogiendo al chico del brazo—. ¡Hemos encontrado algo que podría ayudar a Buckbeak!

—¿En serio? —Harry se volvió de inmediato hacia Brigid—. ¿Vienes? Se supone que llevamos lo del caso todos juntos.

Brigid sonrió de inmediato y asintió.

—Te veo luego, Ced —se despidió. Luego, se marchó rápidamente junto al cuarteto de Gryffindor.

—¡Nos vemos, chicas! —dijo Harry, agitando la mano mientras se alejaba.

Vega, Cedric y Nova se quedaron a solas, pero la menor solucionó la situación rápidamente. Mirando a un punto fijo de entre la multitud, exclamó:

—¿Eh, esa no es Ginny?

Vega sabía perfectamente que Ginny no estaba por los alrededores.

—No lo creo, ¿por qué lo dices?

—Tengo que preguntarle si tiene la tarea de Encantamientos —explicó Nova. ¿Desde cuándo haces tú la tarea?, quiso preguntarle Vega—. Estoy segura de que es Ginny. O puede que Susan. Da igual, las dos me sirven. ¡Nos vemos, pareja!

Cedric contuvo una carcajada al ver a la chica perderse entre los alumnos, murmurando algo que sonaba como ¿O Ginny estaba en clase de Pociones?

Vega se pasó el pelo por detrás de la oreja, incómoda. Sabía perfectamente que sus mejillas estaban rojas. Tenía los ojos fijos en sus zapatos, como si fueran lo más interesante del mundo. Daba vueltas a su anillo alrededor del dedo sin parar.

—Creo que tenemos que hablar —dijo Cedric, mirando a su alrededor—. ¿Te parece bien si vamos a los jardines?

Vega se encogió de hombros.

—De acuerdo.

El camino hasta allí fue silencioso. Los pasillos se iban vaciando, mientras la gente iba a sus clases, a la biblioteca o a las salas comunes. Vega tenía la hora del almuerzo libre y no podía evitar pensar que, si hubiera cogido Adivinación, como Jessica, hubiera evitado aquella conversación.

Aunque probablemente odiaría tanto la asignatura como lo hacía su amiga, que estaba deseando dejarla al pasar a sexto.

—Sobre lo del otro día... —empezó Cedric, una vez que estuvieron a solas bajo un árbol—. Supongo que fue algo imprevisto para ti.

Vega, haciendo un esfuerzo para no mirarlo a los ojos, se dedicó a observar las iniciales de parejas que había talladas por todo el árbol. No fue buena idea, pues vio A y S y pensó de inmediato en sus padres. Dirigió su mirada al césped.

—Un poco, sí —admitió—. No... no tenía ni idea.

—Sé que no era el mejor momento —se apresuró a decir él—. Me dejé llevar. Perdona.

—No tengo nada que perdonarte —murmuró ella, aún sin mirarle—. Si no hubiera sido por ti, probablemente hubiera terminado en la enfermería con una hipotermia.

—Bueno, no podía dejarte allí —respondió Cedric, encogiéndose de hombros. No dejaba de observarla, esperando que en algún momento se atreviera a mirarlo—. No sé si recuerdas lo que te dije antes de... ya sabes.

—¿Que en qué demonios estaba pensando? —preguntó Vega, sacudiendo la cabeza—. Realmente, en nada.

—Eso no. Lo de... que me gustas tal y como eres. —Cedric sonrió levemente, aunque ella no lo advirtió—. Me costó un año atreverme a decirlo, así que debería ofenderme un poco que no lo recordaras.

La chica se atrevió a mirarle por primera vez, casi con timidez. Parecía bastante sorprendida.

—Sí, me acuerdo —admitió—. Pero... Bueno, creí que lo decías por lástima.

—¿Qué? —Cedric frunció el ceño—. Es verdad, Vega. Me gustas.

Ella asintió con la cabeza. Le hubiera gustado preguntar «¿Por qué?», pero no lo hizo.

—Yo... Tú también me gustas —susurró, tímida—. ¿Qué quieres hacer ahora que lo sabes?

Cedric sonrió ampliamente. La respuesta a esa pregunta era sencilla.

—¿Qué tal besarnos?

Vega soltó una pequeña risa. No había mucho más que decir.

—Me parece bien.

Cedric volvió a tomar la iniciativa, pero Vega no tardó tanto en reaccionar como la vez anterior.

Sintió los fuertes brazos de Cedric alrededor de su cuerpo y no pensó en cuán diferente eran a los brazos de Carrow, más delgados, de apariencia más delicada, pero mucho menos cuidadosos que los de Diggory.

No pensó en cómo Cedric le acariciaba suavemente el pelo, como antes lo había hecho Carrow. No pensó en como le pasaba el pulgar por la mejilla, igual que antes también le había hecho.

Únicamente, pensó en Cedric. Sin comparaciones. Cedric Diggory besándola, abrazándola, tomando su mano, sentándose con ella bajo la sombra de aquel árbol.

Cedric Diggory sonriéndole mientras ella se sentía más feliz que en mucho tiempo. Más viva. Mientras dejaba ir sus problemas por un rato y se centraba únicamente en disfrutar de aquel momento.

Las cosas cambiaban y aquel era un buen comienzo.





























Demasiadas buenas noticias aparecieron en la familia Black-Bones-Potter aquella semana. Vega les contó a su hermana, a su primo, a Jessica y a Susan al mismo tiempo que Cedric y ella, aunque no habían formalizado nada, estaban empezando algo, y los cuatro empezaron a hablar al mismo tiempo, felicitándola, sorprendiéndose o recordando a otro que debía pagarle.

Vega no se sorprendió al ver que habían apostado sobre su relación, pero sí se fingió indignada.

Nova fue la que ganó, insistiendo en que era porque conocía a su hermana mejor que nadie, pero eso hizo comprender a Vega por qué había tenido tantas ganas de emparejarla con Cedric aquellos días.

La final de la Copa de Quidditch Interescolar se celebró poco después y finalizó con la victoria de Gryffindor, para alegría de Harry y toda su casa. Nova aceptó la victoria únicamente porque fue invitada a la fiesta que se celebró en la sala común de Gryffindor.

Lástima que la alegría del partido no durara mucho. Porque llegó el momento que todos los alumnos, especialmente de quinto y séptimo, habían estado temiendo todo el curso. Los exámenes.

Para Vega, significaba enfrentarse a los TIMOs. Necesitaba un Supera las expectativas en Transformaciones, Encantamientos, Defensa Contra las Artes Oscuras y Herbología. Y un Extraordinario en Pociones. Toda una pesadilla.

—¿En qué momento decidí ser auror? —gruñía, mientras repasaba la preparación de la solución fortificante—. ¿Por qué no me parasteis a tiempo?

—¿Por qué las dos tuvimos que elegir las profesiones que más TIMOs necesitan? —se lamentó Jessica, a su lado, mientras leía repasaba sus apuntes de Herbología—. Por Merlín, es imposible aprenderse esto.

—Tenemos que intentarlo —suspiró Vega, tratando de animar, aunque se sentía tan motivada como su amiga.

—¿Y qué haremos si no conseguimos las notas? —preguntó Jessica, preocupada.

—¿Vivir bajo un puente? —respondió Vega, tratando de bromear, aunque fue un intento pobre—. No sé, Jess. Por ahora, solo intenta hacerlo lo mejor posible.

No era por el dinero, era porque realmente querían estudiar aquello. Jessica estaba a punto de rendirse con Pociones: nunca se le había dado bien la asignatura y estaba convencida de que nunca se le daría.

—Ojalá el examen no llegué nunca —masculló, volviendo a su libro.

Pero llegó. No ayudó a calmar los nervios de Vega que Patricia Stimpson, una de sus compañeras, se desmayara a cada momento por el estrés. Tampoco las bromas de Fred y George. Kenneth Towler se llenó de granos después de que Fred llenara su pijama de polvos Bulbadox.

—Vega, no necesitas repetirme la preparación de la poción pimentónica —le dijo Cedric después de que ella se lo pidiera por enésima vez—. Te lo sabes todo de maravilla. Estoy seguro de que sacarás un Extraordinario.

—¿Y si no lo saco? —preguntó, releyendo sus apuntes una y otra vez—. Ced, el examen es en media hora. ¡Estoy segura de que algo se me olvidará!

Parecía a punto de sufrir un ataque. Tenía ojeras después de dormir tan poco tiempo y el pelo totalmente despeinado. Vega estaba furiosa consigo misma por haber estado más centrada en sus problemas familiares que en los TIMOs.

—Y yo estoy seguro de que no —respondió él—. Confía en ti, Vega. Puedes hacerlo.

Jessica se acercó a ellos, también apuntes en mano y casi temblando por el estrés. Los gemelos iban detrás de ella.

—¿Por qué un solo examen debe definir nuestro futuro? —dijo Jessica, mirando por encima las páginas del libro de Pociones—. Por Merlín, voy a suspender.

—Ambas sabéis tan bien como yo que luego sacaréis un Extraordinario —protestó Fred—. Hacéis lo mismo cada año. Así que tratad de relajaros.

—Estoy de acuerdo con él —dijo Cedric.

Fred pareció tentado de mirarle mal, pero se contuvo. George y él seguían sin tragar a Diggory, pero Vega no estaba con ánimo de discutir en ese momento.

—Vamos, busquemos a Lee —propuso George, dándole una palmada en la espalda a su hermano—, Suerte, chicas, vosotras podéis.

Vega se dejó caer en la hierba, sin dejar de leer lo que había escrito el día anterior.

—No puedo más —murmuró, sintiendo que su cabeza estaba a punto de explotar—. ¿Por qué me acuerdo ahora de la fecha de las revueltas de los duendes? ¡Lo que necesito es saber la cantidad de raíces de mandrágora!

—Y, por eso, no deberían hacer exámenes de asignaturas tan diferentes en días tan próximos —dijo Jessica, mirando sus apuntes—. ¿De verdad entiendes algo de lo que hay ahí escrito?

—Hay cosas que me cuesta descifrar —admitió Vega—. ¡Ya sé que tengo mala letra, no hace falta que te burles!

Al final, la semana de los TIMOs pasó. Y, probablemente, la semana más estresante de Vega. Sabía que ya no valía de nada lamentarse. Solo podía esperar a las notas. Iba a ser una auténtica tortura.

Pero tenía muchísimo más tiempo libre. Y aprovechó para estar con sus amigos, con su hermana y, especialmente, con Cedric.

Le sorprendía lo diferente que se sentía con él a cuando había estado con Carrow. Era algo diferente lo que estaban creando entre ambos y cada día crecía más y más.

Vega no sabía si considerar aquello oficial, pero definitivamente se estaba volviendo más serio a cada día que pasaba.

—¿Irás a los Mundiales? —preguntó en una ocasión Cedric.

—Nova ha invertido parte del dinero de las apuestas en entradas. ¿No te parece increíble? —Vega soltó una carcajada—. Ni siquiera sé cuánto dinero debe haber ganado. Ni quiero saberlo.

Nova tenía un ojo para las apuestas, y aunque se dedicaba únicamente al quidditch, sabía hacerlo de modo que ganara bastante. Los gemelos y ella se hacían la competencia constantemente, pero la menor era mejor, para fastidio de Fred y George.

—Me parece que podéis abrir una cámara en Gringotts para todo eso —bromeó Cedric—. Tu hermana me agrada, pero está loca.

—No voy a negarlo. —Vega sonrió al distinguir a lo lejos a Nova, Susan y Ginny—. Por lo menos, juntas se entretienen.

—Y vuelven loca a McGonagall.

—No creo, eso es más bien Nova sola. Aunque arrastra a Ginny a veces. Susan suele mantenerse al margen. —Hizo una pausa—. ¿Sabes que Nova me dijo el otro día que Brigid y ella están empezando a hablar más? Imagínate si Brigid lograra calmarla un poco. Sería un milagro.

Cedric soltó algo a medio camino entre una risa y un suspiro.

—¿Sabes? Se suponía que esto iba a ser un paseo romántico. Y estamos hablando de nuestras hermanas menores.

Vega rio y le dio un beso en la mejilla. Poco a poco, se iba atreviendo a tener gestos de afecto hacia Cedric, aunque le intimidara un poco al principio. El chico sonrió y la rodeó con el brazo.

—¿Cuándo es la próxima visita a Hogsmeade? —preguntó, pensativo—. Podríamos tener una cita real. Ya sabes, ir a Las Tres Escobas o algo.

—Pensaba que dirías ir al Salón de Té de Madame Pudipié —dijo Vega, haciendo una mueca—. Odio ese sitio.

—No entraba en mis planes —rio Cedric—. ¿Hay algún motivo específico por el que lo odies?

—Fui una sola vez con Carrow y, créeme, tuve suficiente para toda una vida. Derribé toda una pila de tazas en mitad del local. Horrible.

Sus mejillas se encendieron al recordar aquello. El chico soltó una carcajada. Vega le parecía adorable sonrojada.

—No te rías —protestó ella, sonrojándose aún más—. No debería haberte dicho nada.

—Es mejor que la vez que yo fui a Cabeza de Puerco. Conseguí que una cabra me persiguiera por todo el sitio y derribé todas las mesas.

Vega se tapó la boca para contener la risa. Ni siquiera creía que fuera real. No se imaginaba ningún motivo por el que Cedric fuera a ir a Cabeza de Puerco. Pero imaginar aquello le divirtió.

—Hola, Black —saludó George, apareciendo por sorpresa junto a Cedric.

—Hey, Gigi —añadió Fred, poniéndose junto a Vega—. Acabamos de probar el caramelo longuilinguo en Carrow y nos complace informarte de que ha sido un éxito. Lee ha tenido que llevarlo a la enfermería. Su hermana parece bastante cabreada.

Vega sonrió un poco, aunque no estaba segura de reír. No soportaba a Callum, pero sabía lo importante que era para Linette e imaginaba que aquello le había gustado más bien poco. Cedric sonrió, divertido, aunque era obvio que Fred y George trataban de ignorarlo.

—Oh, por Merlín —exclamó Vega—. ¿Cuánto le ha crecido la lengua?

—Podría haber paseado a un perro con ella —respondió Fred, orgulloso—. Cuando terminemos de perfeccionar los caramelos, te regalaremos una bolsa.

—Creo que Carrow viene hacia aquí —avisó Cedric, deteniéndose—. Y no parece muy contenta.

Efectivamente, no lo estaba. De hecho, estaba hecha una furia. Fue directa hacia Vega y le cogió por los hombros.

—¡Eres una zorra! —siseó—. ¿Te parece divertido lo que le has hecho a mi hermano?

Vega la apartó. Los gemelos se cruzaron de brazos y observaron a Linette con las cejas arqueadas. Cedric apretó con más fuerza la mano de Vega.

La chica se había quedado pasmada por la súbita furia de Linette y por el hecho de que la hubiera tocado.

—¿Qué demonios te pasa? —preguntó, en parte sorprendida, en parte enfadada—. ¿Cómo iba a ser yo la que lo hiciera? Piensa un poco, Lin.

—Apuesto a que tú les convenciste para hacerlo —gruñó Linette.

—Nada de eso, Carrow —intervino George, usando un falso tono amable—. Ni siquiera sé cómo nuestro caramelo terminó en la boca de tu hermano.

—A veces pasan cosas así con nuestras invenciones —añadió Fred—. Te damos este, por las molestias.

Linette apartó el caramelo que Fred le tendía de un manotazo y volvió a encararse con Vega.

—Te juro que vas a arrepentirte de esto —amenazó.

—¿Arrepentirse de qué? —habló Cedric—. Ella no ha hecho nada, Carrow. Será mejor que te vayas.

La otra chica soltó una carcajada.

—¿Ni siquiera puedes hablar por ti misma ahora que tienes novio, Black?

Vega apretó los dientes.

—Déjalo, Linette —gruñó—. No sé qué mosca te ha picado, pero...

—Zorra —escupió Linette.

—¿No te sabes más insultos? —preguntó Vega, tratando de no perder la calma.

Un pequeño grupo de alumnos se fue acercando. Como siempre, todos en Hogwarts parecían intuir las peleas y les gustaba ir a presenciarlas. Vega tomó de nuevo la mano de Cedric, que había soltado para apartar a Linette, y sujetó a Fred por el hombro. Los gemelos estaban lívidos de rabia.

—Si tú no te marchas, Lin, lo haré yo —decidió, sabiendo que era mejor no atraer la atención de los profesores. Miró a Linette a los ojos y fue como si no la conociera—. No sé qué te pasa, pero no necesito problemas.

Dio media vuelta, arrastrando con ella a Cedric y Fred. George les siguió, sin dejar de mirar a Linette con el ceño fruncido. Ella rio, despectiva.

—Claro que no quieres problemas. Nunca los quieres. Por eso fue que me mandaste a la mierda el año pasado, ¿no?

Vega se detuvo y se giró para contestar. Se había quedado boquiabierta.

—¿Que yo hice qué? —preguntó, sin dar crédito—. Lin, ¿qué es lo que...? —Negó con la cabeza, dolida—. ¿Dices algo que no sean mentiras?

Linette esbozó una sonrisita burlona. Se aproximó a Vega, hasta quedar cara a cara con ella.

—No solo mentiras, cariño—susurró, de modo que solo ella se enterara.

Vega se quedó petrificada. Abrió la boca, para tratar de responder algo, pero tenía la mente en blanco. Miró a Linette a los ojos de nuevo y le pareció ver lágrimas en ellos.

Vega no entendía nada.

—¿Qué sucede aquí? —preguntó la voz del profesor Lupin, en tono amable pero firme.

Vega se había obligado a comenzar a pensar en él como profesor Lupin y no tío Remus durante las clases y horario escolar. También durante lo que durara su enfado, que ya venía siendo demasiado tiempo, pero los TIMOs habían hecho difícil que hablara con Remus de ello.

Vega dio un paso atrás, separándose de Linette, y cogió a Cedric de la mano, tratando de aparentar tranquilidad. Pero, por la mirada de Lupin, sabía que no lo estaba logrando.

El corro de alumnos se había dispersado en cuanto Lupin había aparecido y Linette se alejaba tranquilamente. Solo quedaban Vega, Cedric, Fred y George para explicar lo sucedido.

—Será mejor que vengas a mi despacho y me cuentes qué ha pasado, Vega —decidió Lupin.

—Ella no ha hecho nada, profesor —se apresuró a decir Cedric—. Carrow solo vino y empezó a molestarla.

—Parece que su hermano está en la enfermería y culpa a Vega por ello —añadió Fred.

La chica miró a su tío y advirtió sus profundas ojeras. Tras repasar mentalmente el calendario lunar, recordó que aquella noche había luna llena.

—No importa, chicos —dijo, tratando de no sonar preocupada—. Iré a explicártelo, tío Remus. Aprovecharé para contarte cómo han ido los exámenes.

Remus sonrió y asintió.

—Vamos, pues.

Vega le dio un beso en la mejilla a Cedric y un golpe en el brazo a cada gemelo, fingiendo tranquilidad.

—Hasta luego, chicos.

Una vez estuvieron en el despacho, Vega se sentó en su sitio habitual y Remus preparó té, todo en completo silencio. La chica se sentía incómoda. Hacía algunas semanas que evitaba a su tío y no podía evitar pensar que había tenido un comportamiento bastante infantil, pero el orgullo era más fuerte que ella.

Se alegraba de que Remus hubiera ido a salvarla.

—Cuando te vi con Linette Carrow, supe que podía haber algún problema —comentó Remus, pasándole una taza de té y señalando al mapa del merodeador, que estaba abierto sobre la mesa—. Decidí que era mejor ir a ver.

—Gracias. Pero no tendrías por qué haberlo hecho. Hoy hay luna llena.

Lupin se encogió de hombros y le dio un sorbo a su té. Vega se dedicó a examinar sus uñas, sin saber a dónde dirigir la conversación.

—Creo que te debo una disculpa —dijo finalmente Remus—. Así como se la debía a Harry. Ya hablé con él sobre ello. Pero no pude hacerlo contigo.

—No tenía ganas de hablar contigo —admitió Vega—. Estaba enfadada. Y avergonzada.

—Soy yo el que debería avergonzarme. —Remus dejó la taza sobre la mesa—. Vega, siento mucho lo que dije y todo lo que pasó con el profesor Snape. Harry me contó lo que os dijo.

—Fue bastante desagradable —murmuró Vega.

—Lo sé.

—Me odia.

Remus simplemente asintió. No era algo nuevo, por desgracia.

—¿Cómo te fueron los TIMOs? —preguntó Remus, al ver que comenzaba a darle vueltas al asunto. Era mejor distraerla—. Supongo que en Defensa Contra las Artes Oscuras de maravilla.

—Podría haberme ido mejor, en general —masculló—. No sé si conseguiré las notas para ser aurora.

El profesor soltó una carcajada. Vega lo miró, interrogante.

—Has sonado exactamente igual que Aura —explicó, melancólico—. Excepto por el hecho de que ella sabía bien que ciertas asignaturas le habían salido genial. Eres una bruja brillante, Vega. Estoy convencido de que tendrás lo necesario para ser aurora.

La chica sonrió, tímida.

—Eso espero.

Vega pasó una agradable tarde en compañía de Remus Lupin, como antes solía hacer. Debía admitir que las había echado de menos. El tiempo se pasó volando y se llevó una buena sorpresa al comprobar que el sol se estaba poniendo cuando miró por la ventana.

—Deberías irte ya —dijo Remus, también dándose cuenta de la hora que era—. Esto no tardará en empezar.

Vega se puso de pie, sin demasiado ánimo. Le lanzó un fugaz vistazo al mapa del merodeador, que seguía extendido en el escritorio del profesor. Quería ver si alguno de los Carrow estaba por los alrededores. Sin embargo, fueron otros dos nombres los que le llamaron la atención.

—Por Merlín —murmuró—. Son...

Remus dirigió la mirada al mapa y poco le faltó para caer al suelo. Paralizado por la sorpresa, observó cómo Sirius Black arrastraba a Ron Weasley y a Peter Pettigrew hacia el Sauce Boxeador.

El nombre de Brigid Diggory se unió a los anteriores antes de que Vega levantara siquiera la vista del mapa.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro