xii. the sun, the moon, the truth

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng








xii.
el sol, la luna, la verdad








Ron apretó a Scabbers aún más fuertemente contra el pecho.

—Venga —respondió débilmente—, ¿quiere que me crea que escapó usted de Azkaban solo para atrapar a Scabbers? Quiero decir... De acuerdo, supongamos que Pettigrew pueda transformarse en rata... Hay millones de ratas. ¿Cómo sabía, estando en Azkaban, cuál era la que buscaba?

—¿Sabes, Sirius? Esa es una buena pregunta —observó Lupin—. ¿Cómo supiste dónde estaba?

Black sacó de su bolsillo un recorte de periódico y se lo mostró a todos. En la fotografía que aparecía en la página, se veía a los Weasley en su viaje a Egipto.

—¿Cómo lo conseguiste? —preguntó Remus, sorprendido.

—Fudge —explicó Black—. Cuando fue a inspeccionar Azkaban el año pasado, me dio el periódico. Y ahí estaba Peter, en primera plana... en el hombro de este chico. Lo reconocí enseguida. Cuántas veces lo vi transformarse. Y el pie de foto decía que el muchacho volvería a Hogwarts, donde estaban Vega, Altair y Harry...

—¡Dios mío! —exclamó Lupin, pasando la mirada de la rata de la fotografía a la que Ron sujetaba—. Su pata delantera...

—¿Qué le ocurre? —preguntó Ron.

—Le falta un dedo —explicó Black.

—Claro —dijo Lupin—. Sencillo... e ingenioso. ¿Se lo cortó él?

—Poco antes de transformarse —dijo Black—. Cuando lo arrinconé, gritó para que toda la calle oyera que yo había traicionado a Ariadne, a James y a... a Aura. Luego, para que no pudiera echarle ninguna maldición, abrió la calle con la varita en su espalda, mató a todos los que se encontraban a siete metros a la redonda y se metió a toda velocidad por la alcantarilla, con las demás ratas...

—¿Nunca lo has oído, Ron? —le preguntó Lupin—. El mayor trozo que encontraron de Peter fue el dedo.

—Mire, seguramente Scabbers tuvo una pelea con otra rata, o algo así. Ha estado con mi familia desde siempre.

—Doce años exactamente ¿No te has preguntado nunca por qué vive tanto?

—Bueno, la hemos cuidado muy bien —dijo Ron.

—Fred y George me dijeron que una vez la transformaron accidentalmente en globo y casi se escapa volando —apuntó Vega.

—Y Ginny me contó que estuvieron a punto de usarla como bludger —añadió Nova.

—Bueno, Percy y yo la hemos cuidado muy bien —se corrigió Ron.

—No es por ofender, pero no parece... —empezó Brigid. El pelirrojo le dirigió una mirada de así-no-me-ayudas—. Olvidadlo.

—Pero ahora no tiene muy buen aspecto, ¿verdad? —observó Lupin—. Apostaría a que su salud empeoró cuando supo que Sirius se había escapado.

—¡La ha asustado ese gato loco!

—Este gato no está loco —dijo Black con voz ronca—. Es el más inteligente que he visto en mi vida. Reconoció a Peter inmediatamente. Y cuando me encontró supo que yo no era un perro de verdad. Pasó un tiempo antes de que confiara en mí otra vez. Finalmente, me las arreglé para hacerle entender qué era lo que pretendía, y me ha estado ayudando...

—¿Qué quiere decir? —preguntó Hermione en voz baja.

—¿Otra vez? —dijo Nova, extrañada.

—Intentó que Peter se me acercara, pero no pudo... Así que se apoderó de las contraseñas para entrar en la torre de Gryffindor. Según creo, las cogió de la mesilla de un muchacho... Sin embargo, Peter se olió lo que ocurría y huyó. Este gato, ¿decís que se llama Crookshanks? Vaya nombre más ridículo, Ari tenía mejor gusto... En fin, me dijo que Peter había dejado sangre en las sábanas. Supongo que se mordió... Simular su propia muerte ya había resultado en otra ocasión.

—¿Y por qué fingió su muerte? —preguntó Harry, furioso—. Porque sabía que usted lo quería matar, como mató a mis padres. Como... —Su expresión cambió por completo un momento, quedándose en completo en silencio. No era difícil averiguar por qué era—. ¿Ari?

—Sí, Harry —asintió Remus. Harry apretó los puños al escuchar su calmado tono de voz—. Tu madre tenía un gato curiosamente parecido a Crookshanks. Desapareció después de aquel Halloween y no lo volvimos a ver.

Aslan es un mejor nombre que Crookshanks —comentó Black, dirigiéndole una mirada a Brigid—. Fue Gwen quien se lo puso, según me dijo Ari.

—No hable de mi madre —intervino Harry, volviendo a adoptar el tono furioso de antes—. No se atreva a decir su nombre cuando es su culpa que esté muerta.

—No, Harry —dijo Lupin.

—Y ahora ha venido para acabar con Pettigrew.

—Sí, es verdad —dijo Black, dirigiendo a Scabbers una mirada diabólica.

—Entonces yo tendría que haber permitido que Snape lo entregara —gritó Harry.

—Harry, iba a dejar que le dieran el Beso del Dementor a Remus solo porque le apetecía —recordó Vega—. Y ha dicho que hubiera sido mejor que te mataran, como a tu padre. No me digas que te arrepientes de haberlo lanzado contra la pared. Porque yo no lo hago.

El chico se quedó en silencio.

—Harry —dijo Remus—, ¿no te das cuenta? Durante todo este tiempo hemos pensado que Sirius había traicionado a tus padres y Aura y que Peter lo había perseguido. Pero fue al revés, ¿no te das cuenta? Peter fue quien traicionó a tus padres y tu tía. Sirius le siguió la pista y...

—¡ESO NO ES CIERTO! —gritó Harry—. ¡ERA SU GUARDIÁN SECRETO! ¡LO RECONOCIÓ ANTES DE QUE USTED APARECIESE! ¡ADMITIÓ QUE LOS MATÓ!

Señalaba a Black, que negaba lentamente con la cabeza. Brigid trató de incorporarse en ese momento, lo que le hizo soltar un chillido y que los ojos se le llenaran de lágrimas.

Toda la furia que había en el rostro de Harry se desvaneció en un segundo. Se colocó junto a la cama al instante, asegurándose de que Brigid estaba bien.

—Bree... —La chica tenía una mueca de dolor en el rostro—. Espera, túmbate... No, no protestes, vas a hacerte daño...

—Tiene razón, eso no tiene buena pinta —comentó Nova. Soltó un ruido de protesta cuando Vega le clavó el codo en las costillas.

—Tal vez, si... —probó a decir Sirius Black, pero Harry no le dejó decir mucho más.

—Usted no hable —bufó—. Ella se hizo daño por su culpa. Es una suerte que no la matara, dado su historial —añadió, sarcástico.

Vega miró a Harry con los ojos muy abiertos, al igual que todos en la sala. Él miraba a Black fijamente, sus ojos azules casi soltando chispas.

—Dijo antes que usted mató a mis padres —comentó Harry, retomando el tema anterior.

—Eso es verdad —dijo Nova, frunciendo el ceño—. Lo admitió.

—Altair, Harry..., la verdad es que fue como si los hubiera matado yo —gruñó—. Persuadí a Ariadne y a James en el último momento de que utilizaran a Peter. Los persuadí de que lo utilizaran a él como guardián secreto y no a mí. Yo tengo la culpa, lo sé. La noche que murieron, después de lo que pasó con Aura..., había decidido vigilar a Peter, asegurarme de que todavía era de fiar. Pero cuando llegué a su guarida, ya se había ido. No había señal de pelea alguna. No me dio buena espina. Me asusté. Me puse inmediatamente en camino hacia la casa de tus padres. Y cuando la vi destruida y sus cuerpos... me di cuenta de lo que Peter había hecho. Y de lo que había hecho yo. Si solo me hubiera dado cuenta después de lo de Aura... Si hubiera pensado antes en Peter...

Su voz se quebró. Se dio la vuelta.

—Es suficiente —dijo Remus, en tono duro—. Hay un medio infalible de demostrar lo que verdaderamente sucedió. Ron, entrégame la rata.

—¿Qué va a hacer con ella si se la doy? —preguntó Ron con nerviosismo.

—Si de verdad es Pettigrew, yo voto por matarla —gruñó Nova.

—Obligarla a transformarse —respondió Lupin—. Si de verdad es solo una rata, no sufrirá ningún daño.

Tras dudar un momento, Ron puso la rata en la mano de Remus. Scabbers no dejaba de chillar y tratar de huir.

—¿Preparado, Sirius? —preguntó Lupin.

Black había cogido la varita de Snape. Tenía los ojos húmedos, pero parecían arder de furia.

—¿A la vez? —preguntó, en voz baja.

—Venga —respondió Lupin, sujetando a Scabbers con una mano y la varita con la otra—. A la de tres. ¡Una, dos y... TRES!

Vega chilló cuando, tras un destello de luz, la rata cayó al suelo y una cabeza salió del diminuto cuerpo. Nova observó todo con los ojos y la boca muy abiertos, pero Vega giró la cabeza bruscamente. Había ciertas cosas que deseaba no conservar en la memoria.

—Hola, Peter. —Cuando Remus dijo aquello, Vega supo que ya podía mirar—. Cuánto tiempo sin verte.

El hombre frente a ella era unos pocos centímetros más bajo. Parecía encogido, como si hubiera adelgazado mucho en poco tiempo. El escaso pelo que tenía estaba ralo y despeinado y era del mismo color que el pelaje de Scabbers. Sus ojos, pequeños, negros y vidriosos, así como su nariz puntiaguda aún recordaban a los de una rata.

—Si... Sirius. Re... Remus —tartamudeó—. Amigos, queridos amigos...

Black levantó el brazo de la varita, pero Lupin lo sujetó por la muñeca y le echó una mirada de advertencia. Entonces se volvió a Pettigrew con voz ligera y despreocupada.

—Acabamos de tener una pequeña charla, Peter, sobre lo que sucedió las noches en que murieron Aura, Ariadne y James. Quizás te hayas perdido alguno de los detalles más interesantes mientras chillabas en la cama.

—Remus —dijo Pettigrew, con voz entrecortada—, no lo creerás, ¿verdad? Intentó matarme a mí...

—Eso es lo que hemos oído —dijo Lupin más fríamente—. Me gustaría aclarar contigo un par de puntos, Peter, si fueras tan...

—¡Ha venido porque otra vez quiere matarme! —chilló Pettigrew, señalando a Black—. ¡Mató a Aura, a Ariadne y a James, y ahora quiere matarme a mí...! ¡Tienes que protegerme, Remus!

—Nadie intentará matarte antes de que aclaremos algunos puntos —dijo Lupin.

—¿Aclarar puntos? —chilló Pettigrew—. ¡Sabía que me perseguiría! ¡Sabía que volvería a buscarme! ¡He temido este momento durante doce años!

—¿Sabías que Sirius se escaparía de Azkaban cuando nadie lo había conseguido hasta ahora? —preguntó Lupin, frunciendo el ceño.

—¡Tiene poderes oscuros con los que los demás solo podemos soñar! —chilló Pettigrew con voz aguda—. ¿Cómo, si no, iba a salir de allí? Supongo que El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado le enseñó algunos trucos.

Black comenzó a sacudirse con una risa triste y horrible que llenó la habitación.

—¿Que Voldemort me enseñó trucos? —dijo, en tono amargo—. ¿Qué te ocurre? ¿Te asustas al oír el nombre de tu antiguo amo? No te culpo, Peter. Sus secuaces no están muy contentos de ti, ¿verdad?

—No sé... qué quieres decir, Sirius —murmuró Pettigrew.

—No te has estado ocultando durante doce años de mí —dijo Black—. Te has estado ocultando de los viejos seguidores de Voldemort. En Azkaban oí cosas. Todos piensan que si no estás muerto, deberías aclararles algunas dudas. Les he oído gritar en sueños todo tipo de cosas. Cosas como que el traidor les había traicionado. Voldemort acudió a la casa de los Potter por indicación tuya y allí conoció la derrota. Y no todos los seguidores de Voldemort han terminado en Azkaban, ¿verdad? Aún quedan muchos libres, esperando su oportunidad, fingiendo arrepentimiento... Si supieran que sigues vivo...

—No entiendo de qué hablas... —dijo de nuevo Pettigrew—. No creerás nada de eso, de esa locura...

—Tengo que admitir, Peter, que me cuesta comprender por qué un hombre inocente se pasa doce años convertido en rata —dijo Lupin, impasible.

—¡Inocente, pero asustado! —chilló Pettigrew—. Si los seguidores de Voldemort me persiguen es porque yo metí en Azkaban a uno de sus mejores hombres: el espía Sirius Black.

El rostro de Black se contorsionó.

—¿Cómo te atreves? —gruñó—. ¿Yo, espía de Voldemort? ¿Cuándo he husmeado yo a los que eran más fuertes y poderosos? Pero tú, Peter... no entiendo cómo no comprendí desde el primer momento que eras tú el espía. Siempre te gustó tener amigos corpulentos para que te protegieran, ¿verdad? Ese papel lo hicimos nosotros: Remus y yo... y James... Y, por supuesto, Aura, para ayudarte cuando lo necesitabas.

—¿Yo, espía...? Estás loco. No sé cómo puedes decir...

—Ariadne y James te nombraron guardián secreto solo porque yo se lo recomendé —susurró Black con tanto odio que Pettigrew retrocedió—. Pensé que era una idea perfecta... una trampa. Voldemort iría tras de mí, nunca pensaría que los Potter utilizarían a alguien débil y mediocre como tú... Sin duda fue el mejor momento de tu miserable vida, cuando le dijiste a Voldemort que podías entregarle a los Potter. Esperaste a la muerte de Lily, ¿no? Así pudiste entregar no solo a James y Ariadne, sino también a Aura...

Pettigrew no dejaba de murmurar cosas ininteligibles. Vega intercambió una breve mirada con Nova.

—¿Profesor Lupin? —preguntó Hermione, tímidamente—. ¿Puedo decir algo?

—Por supuesto, Hermione —dijo Lupin educadamente.

—Parece que estamos en clase —comentó Nova, divertida.

Hermione la ignoró.

—Pues bien, Scabbers..., quiero decir este... este hombre... ha estado durmiendo en el dormitorio de Harry durante tres años. Si trabaja para Quien-Usted-Sabe, ¿cómo es que nunca ha intentado hacerle daño?

—Eso es —dijo Pettigrew con voz aguda, señalando a Hermione—. Gracias. ¿Lo ves, Remus? ¡Nunca le he hecho a Harry el más leve daño! ¿Por qué no se lo he hecho?

—¿Porque no era conveniente en ese momento? —propuso Brigid, en voz no demasiado alta. Sin embargo, todos parecieron escucharla.

Sirius asintió, sin girarse a mirarla.

—Yo te diré por qué —dijo Black—. Porque no harías nada por nadie si no te reporta un beneficio. Voldemort lleva doce años escondido, dicen que está medio muerto. Tú no cometerías un asesinato delante de Albus Dumbledore por servir a una piltrafa de brujo que ha perdido todo su poder, ¿a que no? Tendrías que estar seguro de que es el más fuerte en el juego antes de volver a ponerte de su parte. ¿Para qué, si no, te alojaste en una familia de magos? Para poder estar informado, ¿verdad, Peter? Solo por si tu viejo protector recuperaba las fuerzas y volvía a ser conveniente estar con él.

Pettigrew abrió y cerró la boca varias veces. Se había quedado sin habla.

—Vaya, es bueno —dijo Nova, impresionada—. Parece Sherlock Holmes.

—Eh... ¿Señor Black... Sirius? —preguntó tímidamente Hermione. —A Black le sorprendió que lo interpelaran de esta manera, y miró a Hermione fijamente, como si nadie se hubiera dirigido a él con tal respeto en los últimos años. Probablemente, fuera así—. Si no le importa que le pregunte, ¿cómo escapó usted de Azkaban? Si no empleó magia negra...

—¡Gracias! —dijo Pettigrew, asintiendo con la cabeza—. ¡Exacto! ¡Eso es precisamente lo que yo...!

—En vez de mostrarse de acuerdo, podría dar usted sus propios argumentos —opinó Vega, cruzándose de brazos.

Aquello bastó para callar a Pettigrew.

—No sé cómo lo hice —respondió Black, tras un momento—. Creo que la única razón por la que nunca perdí la cabeza es que sabía que era inocente. No era un pensamiento agradable, así que los dementores no me lo podían absorber... Gracias a eso conservé la cordura y no olvidé quién era... Gracias a eso conservé mis poderes... así que cuando ya no pude aguantar más me convertí en perro. Los dementores son ciegos, como sabéis. —Tragó saliva—. Se dirigen hacia la gente porque perciben sus emociones... Al convertirme en perro, notaron que mis sentimientos eran menos humanos, menos complejos, pero pensaron, claro, que estaba perdiendo la cabeza, como todo el mundo, así que no se preocuparon. Pero yo me encontraba débil, muy débil, y no tenía esperanza de alejarlos sin una varita. Entonces vi a Peter en aquella foto... comprendí que estaba en Hogwarts, con Vega, Altair y Harry... en una situación perfecta para actuar si oía decir que el Señor de las Tinieblas recuperaba fuerzas... Estaba dispuesto a hacerlo en cuanto estuviera seguro de sus aliados..., estaba dispuesto a entregarles al último de los Potter. Y, si era preciso, también a Vega y Altair. Si les entregaba a los tres, ¿quién se atrevería a pensar que había traicionado a lord Voldemort? Lo recibirían con honores...

»Así que ya veis, tenía que hacer algo. Yo era el único que sabía que Peter estaba vivo... Era como si alguien hubiera prendido una llama en mi cabeza, y los dementores no podían apagarla. No era un pensamiento agradable..., era una obsesión... pero me daba fuerzas, me aclaraba la mente. Por eso, una noche, cuando abrieron la puerta para dejarme la comida, salí entre ellos, en forma de perro. Les resulta tan difícil percibir las emociones animales que se confundieron. Estaba delgado, muy delgado... Lo bastante delgado para pasar a través de los barrotes. Nadé como un perro. Viajé hacia el norte y me metí en Hogwarts con la forma de perro... He vivido en el bosque desde entonces... menos cuando iba a ver el partido de quidditch, claro... Vuelas tan bien como tu padre, Harry... —Se giró hacia él—. Créeme. Créeme. Nunca traicioné a James y a Ariadne. Antes habría muerto.

—Has dicho que te transformabas en perro... El que encontré en Hogsmeade, con Fred... —dijo Vega.

—El que adoptamos en verano —recordó Nova—. ¿Eras tú?

Black asintió.

—Quería veros antes de que fuerais a Hogwarts —explicó—. No esperaba encontrarte en Hogsmeade, Vega. Solo había ido a ver si encontraba algo de comida. —El hombre suspiró—. Tampoco hubiera traicionado a Aura. Nunca.

Harry asintió lentamente.

—¡No!

Pettigrew se arrodilló y junto las manos, como si fuera a rezar. Parecía un hombre al que habían condenado a muerte y rogaba piedad.

—Sirius, soy yo, soy Peter... tu amigo. No..., tú no...

Black amagó un puntapié y Pettigrew retrocedió.

—Ya hay bastante suciedad en mi túnica sin que tú la toques.

—¡Remus! —chilló Pettigrew volviéndose hacia Lupin—. Tú no lo crees. ¿No te habría contado Sirius que habían cambiado el plan?

—No si creía que el espía era yo, Peter —dijo Lupin—. Supongo que por eso no me lo contaste, Sirius —dijo Remus despreocupadamente, mirándolo por encima de Pettigrew.

—Perdóname, Remus —dijo Black.

—No hay por qué, Canuto, viejo amigo —respondió Lupin—. Y a cambio, ¿querrás perdonar que yo te creyera culpable?

—Por supuesto. —Black casi sonrió—. ¿Lo matamos juntos?

—Creo que será lo mejor —dijo Lupin con tristeza.

—No lo haréis, no seréis capaces... —murmuró Pettigrew. Y se volvió hacia Ron, arrastrándose—. Ron, ¿no he sido un buen amigo?, ¿una buena mascota? No dejes que me maten, Ron. Estás de mi lado, ¿a que sí?

Pero Ron miraba a Pettigrew con repugnancia.

—¡Te dejé dormir en mi cama! —dijo, indignado.

Nova ahogó una risa al escuchar aquello.

—Buen muchacho... buen amo... —Pettigrew siguió arrastrándose hacia Ron—. No lo consentirás... yo era tu rata... fui una buena mascota...

—Si eras mejor como rata que como hombre, no tienes mucho de lo que alardear —dijo Black con voz ronca.

Pettigrew, desesperado, asió el borde de la túnica de Hermione.

—Dulce criatura... inteligente muchacha... no lo consentirás... ayúdame...

Hermione apartó al hombre, horrorizada. Él se giró hacia Harry y Brigid, temblando sin control.

—Siempre has sido amable... —dijo, y Brigid se horrorizó al notar que le hablaba a ella—. No permitirías que esto...

—Déjala —gruñó Harry.

La atención de Pettigrew pasó de Brigid a él.

—Harry, Harry... qué parecido eres a tu padre... igual que él...

—¿CÓMO TE ATREVES A HABLAR A HARRY? —bramó Black—. ¿CÓMO TE ATREVES A MIRARLO A LA CARA? ¿CÓMO TE ATREVES A MENCIONAR A JAMES DELANTE DE ÉL?

—Harry —susurró Pettigrew, arrastrándose hacia él con las manos extendidas—, Harry, James no habría consentido que me mataran... James habría comprendido, Harry... Habría sido clemente conmigo...

Brigid hizo amago de incorporarse, pero Harry se lo impidió, al tiempo que retrocedía un paso para alejarse de Pettigrew. La mirada de Pettigrew fue hacia Vega. La chica tragó saliva.

—Vega, por favor... —rogó, con los ojos llenos de lágrimas—. Aura nunca lo hubiera permitido... Sé que te pareces mucho a ella...

—Tal vez, pero no sé cómo era ella —murmuró, apretando los puños—. No puedo decirte si me parezco a ella o no.

Pettigrew se giró hacia Nova.

—Por favor, Altair, yo...

—Nadie me llama Altair —interrumpió Nova, despectiva—. Ni siquiera me conoces. No intentes pretender que sí.

Remus y Sirius lo tiraron de espaldas al suelo, donde se quedó temblando.

—Vendiste a Aura, a Ariadne y a James a lord Voldemort —dijo Black, que también temblaba—. ¿Lo niegas?

Pettigrew rompió a llorar.

—Sirius, Sirius, ¿qué otra cosa podía hacer? El Señor de las Tinieblas... no tienes ni idea... Tiene armas que no podéis imaginar... Estaba aterrado, Sirius. Yo nunca fui valiente como tú, como Remus, como James y como Aura. Nunca quise que sucediera... El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado me obligó.

—¡NO MIENTAS! —gritó Black—. ¡LE HABÍAS ESTADO PASANDO INFORMACIÓN DURANTE UN AÑO ANTES DE LA MUERTE DE AURA, DE ARIADNE Y DE JAMES! ¡ERAS SU ESPÍA!

—¡Estaba tomando el poder en todas partes! —dijo Pettigrew entrecortadamente—. ¿Qué se ganaba enfrentándose a él?

—¿Qué se ganaba enfrentándose al brujo más malvado de la Historia? —preguntó Black, furioso—. ¡Solo vidas inocentes, Peter!

—¡No lo comprendes! —gimió Pettigrew—. Me habría matado, Sirius.

—¡ENTONCES DEBERÍAS HABER MUERTO! —bramó Black—. ¡MEJOR MORIR QUE TRAICIONAR A TUS AMIGOS! ¡TODOS HABRÍAMOS PREFERIDO LA MUERTE A TRAICIONARTE A TI!

Black y Lupin se mantenían uno al lado del otro, con las varitas levantadas.

—Tendrías que haberte dado cuenta —dijo Remus en voz baja— de que si Voldemort no te mataba lo haríamos nosotros. Adiós, Peter.

Vega tragó saliva. Iban a hacerlo. Iban a matarlo de verdad. Tomó la mano de Nova.

—¡No! —gritó Harry. Se adelantó corriendo y se puso entre Pettigrew y las varitas—. ¡No podéis matarlo! —dijo sin aliento—. No podéis.

Tanto Black como Lupin se quedaron de piedra.

—Harry, esta alimaña es la causa de que no tengas padres —gruñó Black—. Este ser repugnante te habría visto morir a ti también sin mover ni un dedo. Ya lo has oído. Su propia piel maloliente significaba más para él que toda tu familia.

—Lo sé —jadeó Harry—. Lo llevaremos al castillo. Lo entregaremos a los dementores. Puede ir a Azkaban. Pero no lo matéis.

—¡Harry! —exclamó Pettigrew, y rodeó las rodillas de Harry con los brazos—. Tú... gracias. Es más de lo que merezco. Gracias.

—Suéltame —dijo Harry, apartando las manos de Pettigrew con asco—. No lo hago por ti. Lo hago porque creo que mi padre no habría deseado que sus mejores amigos se convirtieran en asesinos por culpa tuya. Ni tampoco mi tía.

Nadie se movió ni dijo nada, salvo Pettigrew, que jadeaba con la mano crispada en el pecho. Black y Lupin se miraron. Y bajaron las varitas a la vez.

—Tú eres la única persona que tiene derecho a decidir, Harry —dijo Black. Se giró hacia Vega y Nova—. Vosotras también, Vega, Altair. Pero pensad, pensad en lo que hizo.

—Que vaya a Azkaban —repitió Harry—. Si alguien merece ese lugar, es él.

Pettigrew seguía jadeante detrás de él.

—Supongo que tiene razón —asintió Nova, no muy convencida—. La cárcel a veces es peor castigo que la muerte.

Todas las miradas se dirigieron a Vega.

—Él es la prueba de que eres inocente —dijo, mirando a su padre—. Si le interrogan con Veritaserum, lo contará todo. Serás libre.

Los ojos de Sirius destellaron.

—De acuerdo —dijo Lupin—. Hazte a un lado, Harry. Voy a atarlo. Nada más, te lo juro.

Harry se quitó de en medio. Esta vez fue de la varita de Lupin de la que salieron disparadas las cuerdas, y al cabo de un instante Pettigrew se retorcía en el suelo, atado y amordazado.

—Pero si te transformas, Peter —gruñó Black, apuntando a Pettigrew con su varita—, te mataremos. ¿Estáis de acuerdo?

Los tres asintieron.

—De acuerdo —dijo Lupin, como cerrando un trato—. Brigid, no sé arreglar huesos como la señora Pomfrey pero creo que lo mejor será que te entablillemos la pierna hasta que te podamos dejar en la enfermería.

Se acercó a Brigid aprisa, se inclinó, le golpeó en la pierna con la varita y murmuró:

¡Férula!

Unas vendas rodearon la pierna de Brigid y se la ataron a una tablilla. Lupin la ayudó a ponerse en pie y Harry se aproximó para ayudarla a sostenerse. Brigid se apoyó con cuidado en la pierna y no hizo ni un gesto de dolor.

—Mejor —dijo—. Gracias.

Ron sustituyó a Lupin y, entre él y Harry, la ayudaron a mantenerse en pie.

—¿Y qué hacemos con el profesor Snape? —preguntó Hermione.

—¿Quién? —preguntó Nova, mirando al rincón donde Snape estaba—. Ah, sí, ese. ¿De verdad que no puedo patearlo para ver si vive o no?

—No le pasa nada grave —explicó Lupin, inclinándose y tomándole el pulso—. Solo os pasasteis un poco. Sigue sin conocimiento.

—¿Le dejamos aquí? —preguntó Nova, despreocupadamente—. No creo que nada vaya a pasarle.

—Eh... tal vez sea mejor dejarlo así hasta que hayamos vuelto al castillo. Podemos llevarlo tal como está. Mobilicorpus.

El cuerpo inconsciente de Snape se incorporó como si tiraran de él unas cuerdas invisibles atadas a las muñecas, el cuello y las rodillas. La cabeza le colgaba como a una marioneta grotesca. Estaba levantado unos centímetros del suelo y los pies le colgaban. Lupin cogió la capa invisible y se la guardó en el bolsillo.

—Dos de nosotros deberían encadenarse a esto —dijo Black, dándole a Pettigrew un puntapié—, solo para estar seguros.

—Yo lo haré —se ofreció Lupin.

—Y yo —dijo Ron, con furia—. ¿Puedes aguantar solo con Harry, Brigid?

—Estoy bien, no te preocupes —dijo ella, sonriéndole tranquilizadora.

Se apoyó en Harry cuando Ron dejó de servirle de apoyo.

Black hizo aparecer unas esposas. Puso a Pettigrew de pie y encadenó uno de sus brazos a la muñeca de Remus y otro a la de Ron. Tras aquello, el grupo emprendió el camino hacia Hogwarts.

Crookshanks —o Aslan, según había dicho Black— iba en cabeza, seguido de Remus, Ron y Pettigrew. Harry, Brigid y Hermione los seguían. Tras ellos, Snape iba flotando, y Black, que iba detrás de él, lo mantenía en el aire usando la varita del profesor. Vega se encontraba junto a Nova, cerrando la marcha. La menor estaba extrañamente callada.

—Estás enfadada, ¿verdad? —preguntó, en voz baja.

Nova asintió lentamente con la cabeza.

—No solo contigo —respondió, lanzándole una mirada a Sirius Black—. Con el Ministerio también. ¿Pero por qué no me lo contaste?

—Será mejor que te expanda el resumen —suspiró Vega—. Pero no sé ni cómo empezar.

—Creo que podré ayudar con eso —habló Black, sin girarse—. ¿Qué quieres saber, Altair?

—Nova —corrigió ella. Tras unos segundos de silencio, añadió—: En realidad, no me parece mal que me llames Altair. Pero nadie más puede llamarme así, ¿vale, Vee?

Vega contuvo una risa y asintió.

—Me gustaría que me hicieras un resumen de todo para que pueda entenderlo —dijo Nova—. Y una prueba de ADN estaría bien, la verdad. No tengo por qué creerlo así por las buenas. Solo lo he aceptado porque Vega parece saber que es verdad.

»Puede que ni siquiera sea tu hija y solo estemos en este lío por casualidad, ¿no? Tal vez nos confundieron o algo...

—Escuché al Ministro de Magia decirlo, Nova —respondió su hermana—. Yo diría que es verdad.

—¿Estás totalmente segura? —preguntó Nova, desconfiada.

Vega asintió.

—De acuerdo —decidió Nova—. ¿Podemos empezar con el resumen?

—Antes de eso... Vega, supongo que sabes que te quitaron los recuerdos de todo lo que pasó —dijo Black, en tono sombrío.

—Fudge lo dijo —confirmó ella—. Dijo que yo gritaba que quería volver con... contigo, que Pettigrew era el culpable. Creía que me habías lanzado un hechizo para confundir...

Sirius soltó un gruñido.

—Sigo sin explicarme cómo llegó a Ministro de Magia —comentó, despectivo—. Nunca tuvo muchas luces.

—Alto ahí. ¿Tú estabas allí cuando ese hombre-rata mató a doce muggles? —preguntó Nova, impresionada.

—Tú también —respondió Vega—. Pero eras un bebé.

La menor guardó silencio. Vega miró a su padre, que seguía de espaldas.

—¿Puedes hacer que recupere los recuerdos que me quitaron?

—No te los quitaron —dijo Black—. Solo te los modificaron. Se pueden restaurar. Si tú quieres...

—¡Claro que quiero! —exclamó Vega, impaciente.

Black redujo la velocidad para situarse entre ellas dos. Miró a Vega a los ojos. Casi parecía asustado. Ella le devolvió la mirada, sin vacilar.

—¿Sabes qué supone que recuperes los recuerdos? —preguntó, en tono cauto—. Vega, estabas allí cuando Voldemort fue a nuestra casa y... mató a Aura. También cuando fue a casa de Ariadne y James. Y cuando Peter mató a todos esos muggles. ¿Quieres recordar todo aquello?

Vega vaciló, pensando en las veces que Jessica la había despertado por las noches, gritando por las pesadillas que tenía desde los tres años, cuando vio a los mortífagos matar a su familia. Los recuerdos que le habían quitado parecían ser incluso peores. Tragó saliva.

—Es mi memoria —dijo, firme—. Puede que sea una mierda... Pero eso no significa que no la quiera. Es una parte de mi vida y quiero recuperarla.

Sirius suspiró y asintió con la cabeza.

—Es posible que pierdas el conocimiento unos minutos —advirtió—. ¿Quieres hacerlo ahora o esperar a que estemos en el castillo?

—No quiero esperar más —dijo ella, tratando de ocultar su nerviosismo—. Hazlo ya.

—Bien. —Black miró a Nova—. Altair, ¿podrías llevar a Quejicus... Snape?

La menor, tras lanzarle una mirada a Vega, asintió y apuntó al profesor.

Mobilicorpus —susurró.

Black apartó la varita de Snape, que se mantuvo en el aire. Luego, apuntó en la sien de Vega.

—¿Lista?

Ella asintió de inmediato. Nova, que no les perdía de vista, vio a Sirius murmurar unas palabras que no logró entender. Tras un destello plateado, Vega puso los ojos en blanco y las rodillas se le doblaron. Black la sujetó de inmediato, antes de que se golpeara contra el suelo.

—¡Eh, cuidado con mi hermana, idiota! —gruñó la menor. Sirius cogió a Vega en brazos. Nova frunció el ceño—. No la dejes caer, ¿vale?

Sirius estuvo a punto de soltar a Vega al escuchar aquellas palabras. Su mente viajó muchos años atrás, en San Mungo, con Aura. Una triste sonrisa melancólica apareció en su rostro.

—Eso nunca —murmuró.

Harry se colocó junto a ellos cuando escuchó a Black relatando la historia. Ninguno dijo nada, mientras Sirius explicaba rápidamente y con voz fría, como si no conociera a las personas de las que hablaba, cómo y por qué murieron Aura, Ariadne y James y cómo él fue declarado culpable y enviado a Azkaban tras ser detenido. Nova hizo chocar accidentalmente la cabeza de Snape contra el techo cuando contó que las llevaron tanto a ella como a Vega al orfanato y le borraron los recuerdos.

Harry se unió a ellas poco después, tras denegarle la custodia a Jason y Mary. Según dijo Sirius, tampoco los dejaron con ningún miembro de la familia Black porque, al haber sido repudiado, las leyes mágicas familiares se modificaban.

—¿Por qué hicieron eso? —gritó, indignada—. ¿Son todos idiotas? ¿No se les ocurrió usar Verita no se qué contigo? ¿O escuchar a Vega? Se supone que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.

—Voldemort había caído —explicó Sirius, con amargura—. Solo querían acabar lo antes posible con todos sus seguidores. Querían olvidar lo sucedido en el menor tiempo posible.

—¿Y nadie sabía que tú no eras el guardián de mis padres? —preguntó Harry.

—Solo Aura. —Hizo una pausa—. ¿Sabéis lo que significa entregar a Pettigrew?

—Que tú quedarás libre —respondió Harry—. Vega lo dijo antes.

—Sí... —dijo Sirius—. No sé si te lo ha dicho alguien, Harry, pero yo también soy tu padrino.

—Sí, ya lo sabía —murmuró Harry.

—Bueno, tus padres me nombraron tutor tuyo —explicó Sirius solemnemente—, por si les sucedía algo a ellos... Por supuesto —prosiguió Black—, comprendo que prefieras seguir con Jason. Pero... medítalo. Cuando mi nombre quede limpio... si quisieras cambiar de casa... Bones dijo que podría quedarme en la suya por un tiempo, pero nunca me ha gustado ser un estorbo...

Harry parpadeó, confundido.

—¿Qué? ¿Vivir contigo? —preguntó—. ¿Y con Vega y Nova? ¿Abandonar a mi tío?

—Claro, ya me imaginaba que no querrías —dijo inmediatamente Sirius—. Lo comprendo. Solo pensaba que...

—No me refiero a que no quiera —se apresuró a decir Harry—, solo que no me lo esperaba. Quiero decir, tampoco estaría mal, ¿no? Tío Jason lo aceptaría, y no es como sin fuéramos a dejar de vernos. Suena divertido, ¿no crees, Nov?

Sirius estuvo a punto de tropezar. Nova casi dejó caer a Snape al girarse de inmediato para asegurarse de que su hermana no hubiera caído al suelo.

—¿Quieres? —preguntó el hombre, sorprendido—. ¿Lo dices en serio?

—¡Sí, muy en serio!

Una gran sonrisa apareció en el rostro de Sirius. Nova no pudo evitar pensar que era idéntica a la sonrisa de Vega.

—¿Qué dices, Nova? —dijo Harry, también sonriendo, mirando a la chica.

—No suena mal —asintió ella, sonriendo—. Un verano de prueba o algo así... Una casa nueva siempre es algo emocionante.

No hablaron más hasta el final del túnel. Crookshanks fue el primero en salir. Lupin, Pettigrew y Ron le siguieron. Brigid pasó después, ayudada por Ron y Hermione. Ésta fue tras ellos, después de echar una fugaz mirada a Harry. Nova hizo salir a Snape, golpeando su cabeza contra el borde del agujero por accidente. Harry salió después y, por último, Sirius, cargando a Vega, que seguía inconsciente.

—Un paso en falso, Peter, y... —advirtió Lupin, apuntando con la varita al pecho de Pettigrew.

El grupo anduvo lentamente hacia el castillo. Hermione y Brigid se colocaron junto a Harry, sin decir palabra. Nova se dedicaba a vigilar a Vega, que seguía inmóvil, y tratar de no dejar caer a Snape.

Era una suerte que Encantamientos fuera la asignatura que mejor se le daba. En palabras de Flitwick, "si te dedicaras a hacer algo además de gastar bromas, serías la mejor de la clase, Black".

Nova miró distraídamente las nubes desplazándose en el cielo. Una se apartó y dio paso a la luna llena. Su luz cayó sobre ellos. Snape chocó con Lupin, Pettigrew y Ron, que se habían detenido de repente. Sirius se quedó inmóvil. Con un brazo, indicó a Nova, a Brigid, a Harry y a Hermione que no avanzaran. Lupin se quedó rígido y comenzó a temblar, sin control.

—La luna —musitó Brigid, aferrándose al brazo de Harry para no caerse.

—¡Dios mío! —dijo Hermione con voz entrecortada—. ¡No se ha tomado la poción esta noche! ¡Es peligroso!

Al comprender aquello, Nova se tensó, olvidando por un momento a Snape. El profesor cayó al suelo de inmediato. No tuvo tiempo para preocuparse por él, pues se encontró de pronto con Vega, aún inconsciente, en sus brazos. Estuvo a punto de caer al suelo por el peso recibido.

—Corred —gritó Sirius—. ¡Coged a Vega y y Brigid y corred! ¡Ya!

Harry se echó hacia delante, mirando asustado a Ron. Sirius le obligó a retroceder.

—Dejádmelo a mí. ¡Ayuda a Altair y Brigid! ¡CORRED!

Oyeron un terrible gruñido. La cabeza de Lupin se alargaba, igual que su cuerpo. Los hombros le sobresalían. El pelo le brotaba en el rostro y las manos, que se retorcían hasta convertirse en garras.

Nova tragó saliva.

—¡Vamos! —gritó, mientras se pasaba uno de los brazos de su hermana por encima del hombro—. ¡Harry, ayúdame! ¡VAMOS!

El chico sujetó el otro brazo de Vega. Nova le lanzó una mirada a Lupin y se quedó observando lo que sucedía, casi hipnotizada. Mientras el licántropo retrocedía, abriendo y cerrando las fauces, Sirius desapareció del lado de Nova. Se había transformado.

Un perro negro y grande como un oso saltó hacia delante. Cuando el licántropo se liberó de las esposas que lo sujetaban, el perro lo atrapó por el cuello y lo arrastró hacia atrás, alejándolo de Ron y de Pettigrew. Estaban enzarzados, mandíbula con mandíbula, rasgándose el uno al otro con las zarpas.

Nova sintió un nudo en el estómago. El grito de Hermione lo que lo alertó. Pettigrew había saltado para coger la varita caída de Lupin. Ron se desplomó en el suelo. Se oyó un estallido, se vio un relámpago y Ron quedó inmóvil en tierra. Otro estallido: Crookshanks saltó por el aire y volvió a caer al suelo.

Brigid tropezó y tanto ella como Hermione terminaron en el suelo, Brigid dejando escapar un grito de dolor. Pettigrew fue rápido: un rayo violeta se dirigió hacia ella al instante.

Brigid se desplomó en el suelo.

¡Expelliarmus! —exclamó Harry, apuntando a Pettigrew con su varita. La varita de Lupin salió volando y se perdió de vista—. ¡Quédate donde estás! —gritó Harry, dejando a Nova sola con una Vega inconsciente y echando a correr hacia el hombre.

La menor estuvo a punto de caer. Hermione se apresuró a ayudarla. Nova soltó una maldición al ver a Pettigrew transformarse en rata y perderse de vista. También vio al hombre lobo liberarse del perro y echar a correr hacia el Bosque Prohibido.

Nova no sabía qué hacer: si correr hacia Brigid o Ron, inconscientes en el suelo, o quedarse junto a su hermana, también inconsciente.

—Sirius, ha escapado. ¡Pettigrew se ha transformado! —gritó Harry.

Sirius sangraba. Tenía heridas en el hocico y en la espalda, pero al oír las palabras de Harry volvió a salir velozmente y al cabo de un instante el rumor de sus patas se perdió. Harry se acercó aprisa a Brigid. Hermione y Nova fueron tras él, arrastrando a Vega con ellas.

—¿Qué le ha hecho? —preguntó Hermione.

Brigid tenía los ojos entornados, la boca abierta. Estaba viva. Oían su respiración. Pero no parecía reconocerlos. Ron estaba en el mismo estado.

—No sé.

—¿Queréis que le patee? —se ofreció Nova. Por las miradas de Hermione y Harry, supo que no debería haber abierto la boca—. Vale, perdón. Solo quería calmar el ambiente.

Miró a su alrededor. Su padre no aparecía por ningún lado. Aquello no le dio buena espina.

—Será mejor que los llevemos al castillo y se lo digamos a alguien —dijo Harry—. Vamos...

Oyeron un aullido que venía de la oscuridad: un perro dolorido.

—Sirius —murmuró Harry, mirando hacia la negrura.

Nova miró a Brigid, a Ron y luego a su hermana. Tragó saliva. Harry echó a correr, tras dudar un momento. Hermione y Nova intercambiaron una mirada. Dejaron a Vega en el suelo, junto a Ron y Brigid. Esperaba que no les pasara nada. Snape estaba en el suelo también, unos metros más alejado.

—¡Vamos! —dijo Nova, echando a correr tras Harry.

Hermione la siguió. Las dos llegaron pronto junto al chico, que se había detenido en el borde del lago. Sirius, que se había vuelto a transformar en hombre, estaba arrodillado, con la cabeza entre las manos.

—¡Noooo! —gemía—. ¡Noooooo, por favor!

Nova sintió un frío glacial. Fue entonces cuando los vio: dementores, decenas de ellos, rodeándolos lentamente. La visión comenzó a nublársele. Levantó la varita, tratando de encontrar algún recuerdo alegre. Un débil grito comenzó a sonar en su mente...

—¡Hermione, Nova, pensad en algo alegre! —gritó Harry—. ¡Expecto patronum! ¡Expecto patronum!

Black se estremeció. Rodó por el suelo y se quedó inmóvil, pálido como la muerte. Nova miró a su padre.

¡Expecto patronum! —gritó, tratando de pensar en Vega, Sirius y ella siendo una familia. Su hermana y ella siempre habían soñado con tener padres, un hogar, como tenían sus compañeros en el colegio—. ¡Expecto patronum!

¡Expecto patronum! —repitió Harry—. ¡Ayúdanos, Hermione! ¡Expecto patronum!

¡Expecto...! —susurró Hermione—. ¡Expecto... expecto!

Pero no era capaz. Los dementores estaban cada vez más cerca de los cuatro. Nova comenzó a escuchar con más nitidez el grito, acompañado de una risa que le puso los pelos de punta.

¡EXPECTO PATRONUM! —gritó Harry—. ¡EXPECTO PATRONUM!

—¡EXPECTO PATRONUM! —intentó Nova. Vega, Harry y ella, felices, con Sirius. Los cuatro juntos, siendo la familia que podrían haber sido—. ¡EXPECTO...!

Un débil hilo plateado salió de su varita. Hermione cayó al suelo, inconsciente. Nova comenzó a temblar descontroladamente.

¡Expecto...! ¡Expecto patronum!

No..., pensó, tratando de mantener la cabeza despejada. Un instante después, se desmayó, mientras el grito y la risa, ahora junto a un llanto, sonaban con total claridad en su cabeza.




















maratón 2/?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro