xxiv. here and now

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xxiv.
aquí y ahora








La tensión solo seguía aumentando entre Cedric y Vega. Mejor dicho, la presión de todos los que creían que había tensión entre ellos había terminado por crear tensión entre ambos.

Vega se preguntaba cómo había pasado de sentirse tan bien con Cedric a apartar incómodamente la mirada cuando sus ojos se encontraban.

Apenas eran capaz de hablar entre ellos más allá del Hola. Era horrible.

No sabía qué tenía que hacer para solucionarlo y el hecho de que todos a su alrededor no dejaran de murmurar no ayudaba en nada.

Allá donde iba, había artículos de Rita Skeeter. El de la pobre Brigid era el que más se veía, pero también había salido uno que revelaba a Rubeus Hagrid como semigigante y otro que repasaba la trayectoria en Hogwarts de Vega y Nova antes y después de la fuga de su padre.

—Está obsesionada con nosotras porque somos superiores —había tratado de bromear Nova, aunque tenía los labios fuertemente apretados y la cara tensa—. Debería agradecerle la atención con alguna de mis bromas.

—No le hagas enfadar, Nova —advirtió Jessica—. Bastante tenemos ya de lo que ocuparnos. ¿Habéis leído la carta de tío Jason?

—Papá empieza a perder la paciencia y eso no es bueno —asintió Susan.

Cuando un miembro del Wizengamot se enfadaba con alguien, generalmente las cosas solían ponerse mal para esa persona. Rita Skeeter ya había sido llamada al orden por publicación de noticias sin bases ni fundamentos, pero no podían hacer mucho más que advertirle.

Por el momento, porque ya se estaba trabajando en una ley de protección contra los medios que llevaba la firma de Jason y Amelia Bones.

Era una pena que esos procesos fueran tan lentos.

—¿Has hablado algo con Cedric? —preguntó Susan suavemente.

Vega negó con la cabeza.

—No tengo ni idea de qué debo decirle. Es su hermana contra el mío. Y ambos tenemos claro quién es nuestra prioridad.

—Tendríais que hablar —masculló Nova.

—Créeme, lo sé.

Así como sabía o, mejor dicho, temía, que las cosas se les fueran de las manos si trataban de hablar sobre aquel asunto. Había estado tratando de retrasarlo. Pero aquello no duraría mucho más.

Si no hubiera sido por la clase de Alquimia, puede que todo hubiera ido de otro modo.

Habían tenido que realizar para después de las vacaciones un ensayo por parejas que había asignado la profesora. Vega y Cedric habían quedado juntos. Amigos se habían esperado por hacer un buen trabajo, en especial Vega, sabiendo que no se había ganado precisamente la simpatía de Dolohova.

Cuando ella les repartió su ensayo corregido, con una gran T escrita en la parte superior, ambos se quedaron de piedra.

—¿Cómo que un Trol? —saltó Vega, diciéndolo en voz más alta de la que pretendía.

Dolohova se giró hacia ella con una sonrisa condescendiente.

—¿Algún problema, Black?

Vega había estado preparada para saltar, furiosa, a protestar, pero la simple mirada de la mujer bastó para hacerla encogerse en su asiento y quedarse prácticamente muda. Vega no comprendía por qué le pasó, pero se quedó en total silencio.

Y odiando con cada parte de su ser a aquella mujer.

—Vega y yo queríamos saber el motivo de nuestra nota, profesora —intervino Cedric, viendo que Vega parecía haber perdido el habla.

—¿No la consideráis correcta? —preguntó, entrecerrando los ojos y esbozando una sonrisa burlona—. Yo creo que he sido generosa. Si hubiera una nota inferior a la T, os la hubiera puesto sin dudar.

Se escucharon algunas risas al otro lado de la clase. Callum Carrow, por supuesto. Jessica miraba a Dolohova con el ceño fruncido. Linette observaba a Vega.

—Nuestro trabajo no estaba mal —protestó Cedric—. Investigamos muchísimo. Nos merecíamos, por lo menos, aprobar.

—Eso es a tu juicio, Diggory —replicó Dolohova—. No al mío. Ha sido un trabajo pésimo. Deberéis repetirlo si queréis que os suba un poco la nota. A no ser que la señorita Black tenga algo más que decir, creo que no hay mucho más que discutir.

Vega se quedó en silencio, mientras la mirada de Dolohova casi parecía taladrarla. Quería protestar, quería gritar, pero era incapaz.

Pero esa sensación terminó de golpe.

—¿Podría decirnos con qué criterio corrige usted las redacciones, profesora? —preguntó, levantando la cabeza—. Hemos cumplido con el largo establecido, hemos tocado todos los temas que usted pidió y hemos consultado información fiable. ¿Por qué tenemos una T?

La profesora parpadeó, pareciendo levemente molesta.

—La redacción era pésima. No existía coherencia alguna entre las frases que escribían. Y no hay nada de información fiable, como dices, Black. Repetidla, y esta vez, bien.

Y se giró para hablar con Linette de algo de su trabajo. Vega agradeció que solo quedaran cinco minutos de clase. Estaba furiosa. Le tiraría cualquier cosa a la maestra a la cara sin dudarlo ni un segundo.

—No entiendo cómo esa mujer se atreve a decir que la información no era fiable ni había coherencia ni no sé qué más —fue lo primero que soltó nada más salir del aula—. Mi parte estaba bien. Estuve horas haciéndola en la biblioteca. Joder.

—La mía también —protestó Cedric—. ¿Qué le pasa? Ni siquiera nos ha dicho un motivo real para suspendernos.

—Igual tu parte no estaba tan bien como dices.

Vega ni se dio cuenta de que había dicho eso hasta ver la cara de Cedric. La confusión la invadió. Casi parecía que había sido otra persona quien había hablado.

—La leíste y dijiste que estaba bien —dijo él, sin entender.

Vega no se reconoció al escucharse decir lo siguiente.

—Podría haber estado mejor si no te hubieras pasado todos estos días pegado a tu hermana.

La cara de Cedric lo dijo todo. La propia Vega tardó unos segundos en pensar ¿Qué mierda dices, Vega? Esa no eres tú.

—N-no quería decir... —empezó, tartamudeando levemente—. Yo no pienso eso, yo...

¿Por qué he dicho eso?

—¿Segura de que no piensas eso? —interrumpió Cedric, en tono gélido—. Bueno, por si no lo has notado es mi hermana y ha tenido unos cuantos problemas últimamente. Pensaba que tú serías la que mejor entendiera que estuviera con ella, pero ya veo que no.

—Claro que lo entiendo, Cedric —protestó ella—. La familia es lo más importante para mí. Nunca te echaría en cara que estuvieras con tu hermana, yo no quería decir eso.

—¿Y por qué lo has dicho, entonces?

Vega se quedó sin respuesta. No lo sabía, simplemente sus labios habían pronunciado las palabras. Y la tensión que llevaba aumentando días había estallado.

—Pensaba que entendías la situación, sobretodo todo empezó por tu primo —añadió Cedric.

—Harry no tiene culpa de nada —replicó Vega. No importaba en qué situación fuera, ella siempre defendería a su primo—. Es Skeeter quien ha escrito el artículo.

—¿Y acaso tu primo no ha dicho nunca nada en contra de mi hermana? —inquirió Cedric.

—Él nunca diría algo así. Jamás —bufó Vega—. Después de la cantidad de mentiras que ha escrito Skeeter, ¿realmente vas a creerte eso, Cedric?

Sonaba un poco decepcionada.

—Lo que escribió de que a Bree le gustan las chicas es verdad —comentó Cedric, bajando la voz—. ¿Por qué no iba a ser lo de tu primo?

—Bueno, si no recuerdo mal, también Skeeter dijo que yo era cómplice de mi padre —recordó Vega, elevando levemente la voz.

—Incluso aunque no hubiera dicho eso, es por él por lo que escribió ese artículo —insistió Cedric.

—¡Y por ti! —replicó Vega, casi gritando—. ¡Y por mí! Han sido una serie de coincidencias horribles, ya está. Pero no tenemos que estar acusándonos entre nosotros. Ni Harry ni Brigid tienen la culpa. Es Skeeter. Ella es quien los ha dejado mal a ambos. Es la que ha escrito todas esas mentiras. No ellos.

—¿Y por qué parece ser que mi hermana es la única que lo está pasando mal? —preguntó Cedric, también subiendo el tono.

—¡Que Harry no vaya llorando por los rincones no significa que esté estupendamente! —dijo Vega, indignada—. ¡Él tampoco está bien! ¡Eran amigos!

—¡Es mi hermana quien está recibiendo cartas de odio a diario! —respondió Cedric—. Le están diciendo que se mate. Que es una zorra. Una enferma. Mil cosas más. ¡Tiene catorce putos años! No veo que eso le pase a tu primo.

—¿Acaso Harry le ha escrito esas cartas? —saltó Vega—. Esto no va de Brigid o Harry, Cedric, es de la gente y sus mierdas. No me importa lo que me digas, voy a defender a mi primo de cualquier gilipollez. Él no se merece que creas ni por un segundo que él es mala persona. —Levantó la cabeza y miró fijamente a Cedric a los ojos—. Esto no va a llegar a ningún sitio si sigues diciendo mierda de él, porque voy a estar de su lado en cualquier cosa. Siempre.

—No es como si fuera a olvidar a mi hermana —replicó él, lentamente—. Creo que tienes razón cuando dices que esto no va a llegar a ningún sitio.

Ninguno tenía del todo claro a qué se refería el otro con esto. Pero ninguno iba a preguntárselo al otro. No en aquel momento. Vega apretó los labios.

—Muy bien —asintió—. No creo que valga la pena malgastar saliva ni tiempo en esto.

—No, lo cierto es que no. —Cedric la miró en silencio por un largo tiempo—. No me puedo creer que te enfade que esté con mi hermana. Sigo sin entender cómo has podido decir eso, incluso después de toda esta discusión. Lo primero para ti siempre ha sido tu familia y siempre me ha parecido fantástico. Nunca he querido meterme cuando tu primo tenía un problema y querías ayudarle y estar con él porque no pensaba que estuviera mal. Era algo que yo haría con mi hermana. Y ahora que yo tengo que estar con ella, ¿me lo echas en cara? —Negó con la cabeza—. Me parece...

Hipócrita. Y tenía toda la razón en pensar eso de ella, pero Vega no sabía cómo decirle que ella no pensaba en eso, que jamás se lo hubiera echado en cara. Las palabras habían salido sin ningún permiso. No es que hubiera hablado sin pensar. Ella jamás hubiera pensado algo así.

—Yo no quería decir eso —insistió.

—Pues lo has dicho alto y claro —replicó Cedric.

—Lo sé —masculló Vega.

El silencio se alargó varios segundos. Vega sentía su corazón latir a toda velocidad. Algo malo iba a pasar. Ella y Cedric nunca habían discutido. No de aquella manera. No gritándose ni echándose cosas en cara.

Así habían sido las discusiones con Linette. Gritando y peleando, por mucho que Vega le quisiera. Todo había comenzado a caerse a pedazos. Y habían terminado, dejando el corazón de Vega bastante tocado después de aquello.

Ella no quería que lo suyo con Cedric tardara tanto, si se suponía que iba a terminar. Solo aquella pelea le daba a entender que aquello no avanzaría demasiado más. ¿Y si comenzaban a discutir por cada cosa y lo volvían todo grande, como le había pasado con Linette?

Ella no quería terminar como aquella vez. Se negaba a terminar de ese modo, cuando solo esperaba que cortasen para terminar con aquel tormento, pero al mismo tiempo se aferraba a la relación con todas sus fuerzas.

—Aquí y ahora —dijo, con voz grave—, ¿quieres seguir con lo nuestro?

Cedric no parecía esperar aquella pregunta. Se quedó mirándola fijamente, en silencio, durante unos segundos.

—¿Preguntas porque tú no quieres seguir? —quiso saber.

—No quiero terminar en una relación estancada en peleas —dijo—. He pasado por ello. Me niego a volver a hacerlo. ¿Crees que el asunto de Brigid y Harry lo estropeará todo o podremos seguir adelante?

Porque yo no sé si podremos. No si estaban implicados Harry y Brigid. No si ese asunto parecía ir durar para largo. No si ambos se sentían incapaces de ello.

Cedric vaciló.

—No lo sé —admitió.

Vega asintió lentamente.

—Yo tampoco.

No tardó mucho en ir en busca de Jessica. Necesitaba a su mejor amiga, incluso si ésta se limitaba a insultarla o algo por estilo.

El primer lugar al que fue fue al dormitorio, donde escuchó antes de entrar la voz de Harry.

—Me siento culpable. Quiero hablar con ella. Quiero partirles la cara a todos los que murmuran por ahí. Le echo de menos. Pero quiero dejarla en paz.

Su primo le dirigió una mirada al verla entrar. Vega le dirigió un leve asentimiento de cabeza y esbozó una sonrisa irónica. Jessica la observó desde la cama, seria. Parecía imaginar que iba a contarles algo.

—He intentado hablar con Cedric del asunto —murmuró—. No ha ido bien.

Jessica la miró, frunciendo el ceño.

—¿En qué sentido no ha ido bien?

Vega esbozó una sonrisa sarcástica, tratando de ocultar lo mal que se sentía.

—Tengo la ligera impresión de que acabamos de cortar.

Harry se quedó boquiabierto. Jessica le puso la mano en el hombro a Vega, que trataba de quitarle importancia.

—¿Estás bien? —murmuró la rubia.

—¿Por qué? —preguntó, en cambio, Harry.

Vega suspiró.

—Cuando la discusión se centró en Brigid y Harry, estaba claro qué pasaría. Ambos lo dejamos claro: para Cedric, lo primero es su hermana, lo que veo normal. Para mí, lo eres tú. No había mucho más que decir.

—Pero tú eras feliz con él —protestó Harry.

Vega se odió al sentir sus ojos llenarse de lágrimas.

—Siempre serás lo primero para mí, Harry —le recordó Vega—. Tú y Nova sois mi prioridad. Ahora y siempre.

Eso no quitaba que se sintiera mal. Pero tampoco estaba dispuesta a permitir que su relación con Cedric se volviera como la de Linette y el asunto de Brigid y Harry la iba a convertir en eso. No había que ser un genio para saberlo.

Jessica compartió con ella chocolates aquella noche y ambas se tumbaron en la cama de ésta a comerlos, en silencio. La rubia sabía que Vega no quería hablar más de lo que ya había hecho sobre el tema. Vega se lo agradecía.

Pero un silencio tan largo sin ninguna broma de por medio era raro en Jessica. Vega miró a su amiga, intrigada.

—¿No tendrás algo que contarme, Jess?

Su amiga vaciló.

—No.

—Venga ya, te conozco desde hace seis años, sé cuando algo te come la cabeza —dijo Vega, tratando de reír—. Si quieres decirme algo, adelante.

Jessica dudó, pero terminó asintiendo.

—No quería decirte esto cuando estás mal, Vee —admitió—. Pero... George y yo nos lo pasamos realmente bien en el Baile, y desde hace unos días...

Vega trató de no gritar. Apretó con fuerza la mano de Jessica y sonrió.

—Creo que este chocolate acaba de convertirse en un chocolate de celebración —anunció, dejando a un lado su propia tristeza. Solo podía alegrarse por su amiga—. Eso es genial, Jess.

—Aún no es nada formal —respondió ella, quitándole importancia. Sonreía, de todos modos.

—Aún —repitió Vega, con un deje de burla—. Ya veremos de aquí a unos días.

Al menos, terminó durmiéndose tras haber recibido una buena noticia.

Fue violento cuando, al día siguiente, al entrar en el Gran Comedor, Nova le dijera que se había publicado un nuevo artículo en Corazón de bruja. Un artículo que llevaba el título de Vega Black y Cedric Diggory: ¿una historia terminada?

La relación de Vega Black y Cedric Diggory bien conocida por todos en Hogwarts. La pareja, que comenzó a salir a finales del mes de mayo, está formada por uno de los campeones de Hogwarts y la hija mayor del famoso prófugo Sirius Black y prima de Harry Potter, el otro campeón de Hogwarts.

Teniendo en cuenta las complicaciones que han debido tener debido al Torneo, sorprende que hayan sabido mantener la relación a flote estos meses. Ambos acudieron juntos al Baile de Navidad, pero se sabe que Vega desapareció por más de una hora en los jardines, dejando a su pareja sola. Lo que la señorita Black habrá hecho allí, aún se desconoce.

Pero el principal problema para ellos parece haber sido el complicado asunto sobre la señorita Brigid Diggory, hermana menor de Cedric. Parece ser que Vega le echó en cara a su novio que estuviera pasando más tiempo con su hermana que con ella y esa fue la gota que colmó el vaso, pero, siendo sincera, me parece natural la conducta del señor Diggory.

¿Quién no estaría acompañando a su hermana si está pasando por un mal momento? Además, es sabido por todo el alumnado la devoción que la señorita Black siente por su familia, lo que solo hace destacar más el enfado de Vega. La hipocresía parece olerse en la distancia.

Un compañero de ambos jóvenes, Callum Carrow, nos ha afirmado que siempre se vio mucho más desinteresada a Vega que a Cedric en la relación. «Yo estuve saliendo unos meses con ella y puedo afirmar que no es la mejor novia», nos contó en exclusiva.

Parece ser que la hija de Sirius Black sigue los pasos de su padre en su juventud en Hogwarts, donde el ahora fugitivo ya gozaba de una reputación comprometida. Si todo esto es cierto —y les aseguro que lo es—, parece ser que ambos están mucho mejor separados.

¡Que las jovencitas de Hogwarts aprovechen la oportunidad! Quién sabe por cuánto tiempo más continuará soltero el apuesto campeón...

—La gente se aburre mucho —bufó Vega, tirando la revista sobre la mesa.

—Esa... Esa... —empezó Jessica, temblando de rabia—. No se me ocurre ni una palabra lo bastante mala para esa mujer. Es asquerosa.

—A mí se me ocurren varias. ¿Te las digo? —propuso Nova, tomando asiento junto a su hermana—. ¿Quieres que intervenga, Vee?

Ella negó con la cabeza bruscamente. Mantenía las manos apretadas en puños sobre el regazo, tratando de que no temblaran.

—Ignoradla. A ella y a todos los imbéciles que la lean —dijo Vega, mirando a su alrededor. Ya había varios alumnos que la observaban—. Es todo lo que hay que hacer. Me pregunto cómo es que puede vivir a base de cotilleo adolescente.

—La gente lee cualquier tontería y la creen fielmente solo porque viene en una revista importante —opinó Susan, que mantenía la mandíbula apretada—. No piensan por sí mismos.

—¿Matamos a alguien? —comentó tranquilamente Harry, apoyándose en la mesa; acababa de llegar y llevaba un ejemplar de Corazón de bruja en la mano—. Apuesto a que Nova me quiere ayudar.

—Cuenta con ello —afirmó la menor.

—No —insistió Vega—. Lo haremos como cuando pasó lo de papá, ¿vale? Nada de meterse en problemas. Solo empeorará todo.

—Pero... —empezó Jess.

—Nada de peros —respondió, tajante, Vega.

Jessica se encargó de prender fuego a las cartas que comenzaron a llegarle al día siguiente. Al menos, ellas ya tenían experiencia en aquel campo; Vega había recibido bastante correspondencia así durante las primeras semanas siguientes a la fuga de su padre. Los gemelos Weasley y Lee pasaron la mayor parte del día con ellas, actuando como una especie de escudo protector.

Vega hubiera protestado en otra situación, pero realmente le alivió ver que la gente parecía ser menos indiscreta cuando ellos las acompañaban.

Cedric y ella no se dirigieron una mirada ni una vez. Habían dejado la discusión como un paréntesis, algo para poder hablar luego más tranquilos. Pero aquel artículo parecía haber echado por tierra esos planes.

Sin mirarse a la cara y con la gente señalando. Todo había vuelto al principio, a quinto año, cuando todo era un caos y se sentía perdida allá donde fuera.

Vega volvía a estar justo donde empezó.

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