xxiii. rumor has it

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xxiii.
los rumores dicen








Jason Bones había tenido que marcharse a toda prisa al recibir una noticia no del todo inesperada: Mary había roto aguas.

Vega y Jessica habían estado con él cuando el patronus de Remus había aparecido, comunicándole la noticia. Las dos casi habían entrado en pánico.

—¡Ya van a nacer! —había gritado Jessica, emocionada—. ¡Tienes que ir, tío Jason!

—¡Tía Mary querrá que estés allí! —había añadido Vega, abrazando con fuerza al hombre.

Jason se había marchado a toda prisa. Las buenas noticias no llegaron hasta por la tarde: una carta enviada en correo urgente, con Jessica como destinatario.

Vega, Susan, Nova y Harry habían estado reunidos en la sala común de Hufflepuff, desierto en aquel momento. Nova y Harry se entretenían enseñándole trucos a Sass, algo fácil teniendo en cuenta que hablaban pársel. Vega trataba de ignorar las respuestas del reptil. Al contrario que a su hermana y su primo, no le gustaba aquella habilidad. Le incomodaba, le hacía sentirse violenta. Era algo antinatural para ella.

Susan, sin embargo, observaba con fascinación el espectáculo, aún sin entender nada, cuando Jessica llegó corriendo con un sobre en la mano y sonriendo de oreja a oreja.

—¡Ya han nacido! —gritó, feliz—. ¡Están las tres perfectamente!

Vega y ella se abrazaron, felices. Nova, Harry y Susan vitorearon y chocaron los cinco. Dos primas nuevas. Sonaba bien. La carta de Jason incluía una foto de Mary y Reginald con las dos pequeñas. Los nombres de las niñas venían escritos abajo.

Maisie Aura y Ellie Selena Cattermole. Vega se llevó la mano al medallón que colgaba de su cuello, donde conservaba una foto con sus padres. Apostaba a que a su madre le hubiera encantado saber aquello.

—¿Vamos a comer algo para celebrarlo? —propuso alegremente Nova—. Estoy muerta de hambre. Esto de los nervios ha estado bien, pero necesito comer con urgencia.

Los otros cuatro rieron.

—No suena mal —comentó Susan, mirando a Harry—. ¿Qué decís?

—Siempre acepto comida —se limitó a decir Harry.

—Siempre que la serpiente no venga... —dijo Vega.

Nova puso mala cara.

—Aburrida.

—Alguien de nosotros tenía que serlo —respondió Jessica por su amiga, riendo—. Ve a dejarla en tu sala común, anda. Podemos ir yendo a las cocinas mientras. Puede que tengan algunas sobras de ayer.

Y tanto que las tenían, pero los elfos se negaron a dejarles comer algo del día anterior. El elfo Dobby —Vega seguía algo resentida con él por el brazo roto de Harry en segundo— les hizo sentarse y esperar a que prepararan algo rápido.

Con algo rápido se referían a una comida tan abundante que Vega se preguntó si sería capaz de comer algo en los días siguientes.

—No es justo, ya me hinché ayer —protestó Jessica, mirando con el ceño fruncido su plato.

—Un poco demasiado, ¿no? —susurró Susan.

Nova comía con entusiasmo bacon (tenía una obsesión con él, aunque lo negara), cuando Vega advirtió algo que la hizo abrir los ojos como platos.

—¡Nova, por Merlín! ¿Te has teñido el pelo?

—¡No! —exclamó ella al instante, desviando la mirada. Tenía un mechón de pelo de color rosa fucsia—. Bueno, sí.

Harry se tapó la boca para ocultar su risa, mientras Vega miraba a su hermana con el ceño fruncido.

—¡Podrías haberme avisado! ¡Se suponía que íbamos a teñírnoslo juntas! —dijo, ofendida.

—Es que Ginny tenía tinte y pensamos que podríamos probarlo —se excusó Nova—. Pero me queda genial, ¿cierto?

Vega no respondió, fingiéndose molesta. Nova suspiró.

—Vale, el tinte no importa. Pero sí nos haremos un tatuaje juntas, ¿cierto?

—Las agujas me dan miedo, Nova —replicó Vega, arqueando las cejas.

—Oh, peor para ti. Me lo haré con Ginny. A Tori también le dan miedo las agujas —dijo, molesta—. ¿Y a ti, Jess?

—Pienso hacerme un par de tatuajes —admitió la rubia.

—¿Ah, sí? —dijo Susan, que parecía no saber aquello.

—Y Vega se lo hará conmigo —asintió Jessica—. Te convenceré, Vee.

—Suerte con ello.

Jessica esbozó una sonrisa y le dio un codazo a su amiga.

—Lo harás porque me quieres, ¿verdad?

Vega suspiró.

—¿Puedo pensármelo?

—¿Eso significa que no me quieres? —Los ojos de Jessica se llenaron de lágrimas, pero Vega no le dio importancia. Su amiga tenía un talento para ello—. ¿Tan poco te importa nuestra amistad?

—Me estás chantajeando, Jess —protestó ella—. Te hice la tarea de Pociones durante un curso entero por tragarme tus trucos, esta vez no va a servirte.

—Mierda.

Vega esbozó una sonrisa burlona ante el desconsuelo de su amiga.

—Eh, aún quedan las pulseras de amistad.

—¡Pero siempre las pierdo! —protestó Jess.

—Eso no es problema mío.

—Eres una mala amiga —respondió la rubia, haciéndose la ofendida—. ¡Sue, abrázame, creo que voy a llorar!

La mesa entera estalló en carcajadas cuando Jessica se levantó con un movimiento tan exagerado que terminó tropezando y cayendo al suelo. La rubia se sonrojó, pero pronto terminó riendo también junto a los demás.

La alegría inundaba el ambiente. Después de aquella merienda improvisada, Vega corrió a buscar a Cedric y se lanzó a sus brazos tan pronto le encontró en la sala común, sonriendo ampliamente. Él no necesitó pensarlo mucho para imaginar de dónde venía aquella alegría.

—¿Ha pasado algo? —preguntó, haciéndose el despistado.

Vega rio.

—Adivina —le pinchó.

—Pareces Bree de pequeña —rio Cedric—. ¿Existe una mínima posibilidad de que las niñas hayan nacido ya?

—¿Cómo lo has adivinado? —preguntó Vega, fingiéndose sorprendida. Luego, rio de nuevo—. Le han puesto de segundo nombre Aura a una de ellas.

—¿Y estás bien con eso? —quiso saber Cedric, mientras Vega apoyaba la cabeza en su hombro, aún sentada sobre su regazo. Era una suerte que los sofás de la sala común fueran cómodos.

Vega asintió lentamente.

—Sé que a ella le hubiera hecho muy feliz —murmuró—. Hubiera sido la madrina de alguna de las hijas de Mary. Igual que Selena, la madre de Susan. Eran amigas. Y ponerles su nombre es una forma de darles ese privilegio, a pesar de que ya no están. Si algún día tengo una hija, me gustaría ponerle el nombre de mi madre —añadió, pensativa—. No como primero, como segundo. No sería capaz de llamarla igual, pero creo que sería bonito darle algo en común con su... abuela. —Vega casi rio—. Vaya, suena raro pensar en ella así.

Su madre tendría veintiún años para siempre. Era imposible planteársela como una abuela.

Vega se preguntó qué pensaría su padre de todo aquello. Fuera del ni-se-te-ocurra-tener-hijos-joven. Suponía que eso era común a todos los padres. Tío Jason opinaba así, incluso cuando quería a Susan más que a nada.

—Así que ¿quieres tener hijos? —preguntó Cedric, sonriendo.

Vega rio.

—Podemos planear nuestro futuro juntos ahora, si quieres —dijo, burlona—. Los nombres y todo eso. Un poco jóvenes para ello, en mi opinión, pero lo acepto.

—Edward podría ser un buen nombre —respondió Cedric, siguiendo la broma.

—Lo consideraré —asintió Vega, tratando de sonar seria.

Cedric le hizo cosquillas y sus intenciones se fueron al traste. Vega se retorció entre sus brazos, riendo a carcajada limpia, mientras Cedric continuaba hasta dejarla sin aliento. Trató de apartarle en numerosas ocasiones, hasta que terminó por sujetarle por las muñecas.

—Ya basta —dijo, jadeando, aunque la sonrisa aún escapaba de sus labios—. Si paras, te ganarás un beso.

—Oh, ¿solo uno? —se interesó Cedric.

—Solo uno, por el momento —declaró Vega—. Ya decidiré más adelante si deberían ser más.

—Supongo que no puedo negarme a eso.

—No debes.

Cedric se inclinó y Vega buscó sus labios, aquella sensación que ya le era familiar y que inevitablemente le hacía sentirse eufórica.

Recordó a Linette en los jardines, en el baile. Diciéndole que todo lo que había pasado había sido en contra de su voluntad. Creyendo que todo lo que sentía por Cedric era una simple farsa.

Vega besó de nuevo a su novio. Era imposible que aquello fuera una farsa cuando ella lo sentía con tanta fuerza. Vega no comprendía cómo Linette no lo había notado.

La relación de ambas había sido complicada, por decirlo de alguna forma. Vega había disfrutado cada segundo de ella, los besos y las peleas, todos los gritos y las risas, la intensidad con la que había llegado a amarla. Pero aquello había quedado atrás.

Cedric era increíble. Le hacía sentirse bien. Le hacía sonreír, le había ayudado muchísimo a encontrar un punto de apoyo en su vida. Era a quien todos considerarían el chico perfecto.

Vega se sentía afortunada de tenerle a su lado.

No sabía que eso no duraría demasiado.





























Vega supo de la existencia del artículo por primera vez en clase de Alquimia.

Había estado tratando de prestar atención a la profesora Dolohova —quien, siendo sincera, le aterraba—, tratando de comportarse de la mejor manera posible, cuando alguien le deslizó un ejemplar de Corazón de bruja abierto.

Jessica la miró con expresión grave. Vega frunció el ceño al ver una fotografía de Harry y Brigid Diggory en el Baile de Navidad.

Tuvo un mal presentimiento antes de leer el artículo. Para cuando lo leyó, quedó claro que sus temores habían estado en lo correcto.

Algo que causó una gran expectación en Hogwarts durante el Baile de Navidad fue el hecho de que Cedric Diggory, campeón de Hogwarts, llevara de acompañante a su novia, la señorita Vega Black, mientras que el primo de ésta y segundo campeón de Hogwarts, Harry Potter, tenía de pareja a la señorita Brigid Diggory, hermana del primer mencionado.

¿No resulta algo extraño esa mezcla? Entre los alumnos a los que preguntamos, muchos afirmaron que la señorita Diggory nunca ha sido nadie muy destacable en los cuatro cursos que lleva estudiando en Hogwarts. De pronto, eso sí, su popularidad ha aumentado al ser su hermano elegido como campeón de Hogwarts.

Parece que a la señorita Diggory le ha gustado la popularidad y, de un modo u otro, ha conseguido llevarse a Harry Potter a su lado. Cómo lo habrá hecho es otra cuestión de la que nos ocuparemos en otro momento, aunque según ciertas fuentes, podría tratarse de un filtro amoroso.

Fuera de ello, hay aún secretos que la señorita Diggory guarda. Como el hecho de por qué estuvo en los jardines durante el Baile, en compañía de la también alumna de Hogwarts y buena amiga de Harry, Primrose Jones. Ambas chicas mantuvieron una conversación un tanto peculiar, teniendo en cuenta que habían acudido al Baile cada una con sus respectivas parejas.

La señorita Diggory afirmó, tras la confesión de la señorita Jones, que le atraen las chicas. Lo que deja una cuestión y es: ¿por qué, si esos son sus intereses, acudió al Baile con Harry Potter?

Como ya ha sido mencionado por esta reportera, parece ser que Brigid Diggory no está dispuesta a dejar escapar la popularidad que ha conseguido este último curso, incluso si eso significa mantener a Harry engañado. ¡Esperemos que el pobre chico sea capaz de abrir los ojos y darse cuenta a tiempo de lo que sucede!

Fueron las palabras finales del artículo las que más confundieron a Vega.

Tal y como nos afirma el entrevistado, que ha conocido a Harry Potter desde que éste ingresó a Hogwarts, el campeón de Hogwarts cree que las personas atraídas por otras de su mismo género son «antinaturales» y están «enfermas». Habrá que ver cómo reacciona Harry a la revelación sobre la señorita Diggory.

¿Que Harry había dicho qué?

Vega arrastró la silla para atrás, produciendo ruido. Dolohova estaba frente a su pupitre en medio segundo, con el ceño fruncido y su característica expresión desdeñosa —que solo usaba con ella— en el rostro.

—¿Algún problema, Black?

Los ojos verdes de Dolohova ya estaban sobre la revista. Vega negó lentamente.

—Yo solo...

—Cincuenta puntos menos para Hufflepuff por esta falta de respeto —interrumpió la maestra—. En mis lecciones se presta atención, Black. Creo que lo he dejado claro desde principios de curso.

Vega apretó los labios.

—Sí.

—Sí, profesora —remarcó ella, en tono severo.

—Sí, profesora —masculló Vega.

El timbre sonó, anunciando el fin de la clase. Salvada por la campana. Vega no había recogido sus cosas al final de clase tan rápido en su vida.

Cedric se colocó junto a ella al salir, ceño fruncido. Abrió la boca para preguntar; Vega, que había estado dudando en cómo decírselo, optó por pasarle directamente la revista y dejar que la leyera él mismo.

La reacción de Cedric fue la que esperaba: desconcierto conforme iba leyendo el artículo, que poco a poco daba paso a la furia. Vega sabía hacia quién estaría dirigida, al menos en parte: Harry. Prefería estar con Cedric cuando leyera aquello que se enterara a través de otra persona.

Cedric la miró, con la mandíbula fuertemente apretada y los puños cerrados.

—¿Qué es esta mierda sobre mi hermana?

—Rita Skeeter —dijo Vega, lo que quedaba bastante explicado, en su opinión. Ella había tenido que soportar a la periodista en varias ocasiones y había demasiados adjetivos como para describirla con uno solo, pero aún así Vega lo intentó—. La repugnante Rita Skeeter.

—¿Y por qué Bree? —gruñó Cedric, volviendo a mirar la revista—. Mis padres van a leer esto, por Merlín. Y todo el colegio. Ella ni siquiera me ha dicho directamente que le gustan las chicas, yo solo lo he supuesto. Y Potter dice esto que...

—Cedric, recuerda quién es Harry —interrumpió Vega, con cierta brusquedad. Nadie iba a hablar mal de su primo en su presencia—. Él nunca diría algo así. Créeme. Ese estúpido entrevistado...

Pero se dio cuenta de que Cedric no la estaba escuchando.

—Tengo que ir a buscar a mi hermana —masculló, aún con la mirada fija en la revista.

Y se fue, sin más. Vega trató de no tomárselo mal, aunque le molestaba un poco que Cedric creyera aquello de Harry. Se había negado a escucharla, pero lo cierto era que aquella era una situación delicada. Se habían enterado de golpe y lo único en lo que pensaba era en su hermana. Era natural.

Vega sabía que hubiera hecho lo mismo en caso de ser Nova o Harry, en lugar de Brigid.

De hecho, puede que estuviera bien buscar a su primo.

Harry parecía haber decidido que era buena idea buscarla también, porque ambos prácticamente chocaron uno contra otro en el pasillo hacia la sala común de Hufflepuff —Harry volvía de ella—.

Su primo la miró, una gran mezcla de sentimientos en su rostro.

—Bree no quiere verme —dijo, como si no se lo creyera—. Su hermano me ha dicho que me largara.

—Él cree que dijiste lo del final —aclaró Vega, en voz suave.

Harry casi bufó. De no haberse sentido tan confundido, lo hubiera hecho.

—Claro, siendo sobrino de Jason Bones y Remus Lupin —dijo, en tono desdeñoso—. Los llamo a ellos antinaturales y enfermos. No me jodas. Si hasta yo...

Se interrumpió al decir aquello. Vega arqueó la ceja, aunque no estaba especialmente sorprendida.

—Mi primera pareja fue una chica —dijo, en voz no demasiado alta.

Harry asintió. No parecía sorprendido.

—Todos suponíamos quién era.

Vega nunca lo había hablado directamente con nadie que no fuera Jessica, tío Jason o tío Remus. Pero Linette y ella habían sido como un secreto a voces para los más jóvenes de la familia.

—Ajá. Y a ti te van los chicos tanto como las chicas, ¿no?

—Ajá. —Su primo la miró, casi divertido—. No entiendo por qué nos guardamos secretos si en realidad conocemos los del otro.

Vega le pasó el brazo por encima de los hombros, con cariño.

—Así somos —se limitó a decir—. Deja que Brigid se calme. Y Cedric. Podrás arreglarlo luego. Intentaré hablar con él. Ahora solo piensa en su hermana, pero siendo Rita Skeeter... Se dará cuenta.

—Todos van a estar hablando de Bree —masculló Harry, apretando los labios—. Ella odia todo eso. Casi que odia a la gente. Si empiezan a decir... —La mirada de Harry se volvió dura—. Si empiezan a molestarla, juro que...

Vega sonrió y le dio unos toquecitos en el hombro.

—¿Olvidas que tu prima es prefecta? Si algo pasa, dame nombres.

Su primo asintió, aunque sin sonreír, como ella esperaba. Parecía especialmente pensativo.

Vega podía imaginarse qué estaba pensando. Ambos se sentaron en silencio en un banco y Vega le miró a los ojos.

—¿Qué piensas?

Él vaciló. Agachó la mirada.

—¿Crees que esto es culpa mía? ¿Por llevarla al Baile? Ella ni siquiera quería ir, Vee. Pero a mí... Solo quería ir con ella. No se me ocurría nadie mejor, nadie con quien fuera a pasarlo bien. Si no hubiera ido con ella...

—Rita Skeeter hubiera encontrado a otra persona cercana a la que martirizar —concluyó Vega—. Puede que Brigid, independientemente de haber sido tu pareja. Ella es hermana de Cedric. Todos en Hogwarts le han visto contigo. Sois amigos, siendo vosotros dos rivales. Venga ya, hubiera terminado hablando de ella.

—O de ti —masculló Harry—. Estoy harto de ella.

Vega sonrió, irónicamente.

—Créeme, somos dos. Pero se olvidarán de Brigid en cuanto encuentren otro chisme más nuevo e interesante. No te preocupes.

—Pero eso no quita el mal rato que va a pasar —dijo Harry, contrariado.

Vega le revolvió el pelo, con algo de tristeza.

—Algo que tú y yo tenemos que aprender, primo, es que no siempre podemos evitar que nuestros seres queridos lo pasen mal.

Vega daría lo que fuera por evitarle a Harry aquel mal rato. Sabía que a su primo, de quien Skeeter había escrito bastante, no le molestaban tanto los artículos hacia él como los que escribían de personas cercanas. Harry se había enfadado más con los cotilleos y rumores sobre Vega que con las burlas directas hacia él.

E iba a tener que pasar por ello con Brigid. Sabía lo importante que era la amistad con la hermana de Cedric para Harry. Vega nunca se la había visto venir, debía admitirlo. Pero su primo realmente se preocupaba por Brigid Diggory.

Vega sentía no poder hacer nada más por él. Odiaba aquello, pero lo había dicho poco antes: debía aprender que no siempre podía evitarles un mal rato a aquellos que le importaban.

—Debería ir a ver cómo está Cedric —dijo, después de cinco minutos en silencio, dándose apoyo a través de sus manos apretadas—. Y Brigid. ¿O prefieres que me quede?

Harry negó.

—Ve, no te preocupes —aseguró—. Yo tengo que ver cómo está Prim. Por Merlín, odio a Skeeter.

—Ya somos dos, primo —murmuró Vega.

Aquella tarde, Brigid Diggory estuvo en boca de todos en Hogwarts.

Y así permaneció por varios días, poniendo la relación de Vega y Cedric a prueba. Una prueba casi peor que las del Torneo.

No fue raro que los rumores sobre una posible ruptura aparecieran un par de días después de la publicación del artículo.

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