( i'm now becoming my own self-fulfilled prophecy )

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extra i.
the queen & the joker










Jessica Bones siempre había tratado por todos los medios de ser una persona feliz. Siempre había intentado tener una sonrisa en los labios, animar a sus amigos si no estaban especialmente alegres, mostrarse agradecida.

Ella sabía que tenía motivos que agradecer. Ella, al contrario que muchos otros huérfanos de guerra, había encontrado una de las mejores familias que podría haber tenido.

Sus tíos Jason y Amelia eran fantásticos. Su prima Susan era adorable. Y los amigos de su tío, Remus y Mary, eran geniales.

Jessica tenía suerte. Estaba viva y tenía una buena familia. ¿Por qué no debería ser feliz?

Había vivido desde los tres años con su tío y Susan, con frecuentes visitas de Amelia y de Remus y Mary, a los que pronto comenzó a llamar tío y tía. Había crecido escuchando historias de Hogwarts que Jason, Remus y Mary compartían. Había estado deseando desde que tenía memoria ir a la escuela y hacer tan buenos amigos como ellos.

Cuando recibió la noticia, unos meses antes de comenzar su primer año, de que tres niños nuevos se mudarían a su casa, se llevó una buena sorpresa. Lo primero que le preguntó a su tío fue:

—¿Vas a convertir nuestra casa en un orfanato, como el de Annie? —A Jess le encantaba esa película.

Jason tuvo que sentarse con su hija y su sobrina y explicarles quiénes eran los tres niños en cuestión: Vega y Nova Black y Harry Potter.

Obviamente, Jessica y Susan sabían quién era Harry Potter. El apellido Black le resultaba familiar a Jessica y no en un buen sentido.

—Son hijos de unos viejos amigos míos —explicó Jason—. Viven en un orfanato desde que acabó la guerra.

—¿No tenían familia que los recogiera como hiciste tú con Jessie, papá? —preguntó Susan, ya con cara triste por pensar en aquellos niños en un orfanato.

—Es complicado, cariño —se limitó a decir su padre—. Vega empieza este año en Hogwarts, como tú, Jessie, y creo que es el mejor momento para traerlos aquí.

—¿Los vas a adoptar? —quiso saber Jessica.

—Algo así, sí —asintió Jason—. Vega es mi ahijada. Nova es la de Remus y Mary. Y el tutor legal de Harry me ha cedido la custodia de él. Los tres vendrán aquí.

—¿Cómo son? —preguntó Jess, ya emocionándose por la idea de tres nuevos niños—. ¿Les gusta jugar?

La sonrisa triste de Jason Bones le reveló la verdad: él no sabía cómo eran aquellos niños. No después de años sin verles. Habían crecido solos y eso hizo que Jessica se decidiera a ser lo mejor persona posible con ellos.

¿Quién le hubiera dicho en aquel momento que Vega Black se convertiría en su mejor amiga por el resto de su vida?

Jess sabía que los tres niños perdidos, como Susan les llamó antes de que llegaran a su casa, se sentirían por siempre agradecidos con ellos por haberlos acogido.

No sabían que los Bones se sentirían por siempre agradecidos con ellos por haber entrado a sus vidas.

Jessica había encontrado en Vega una compañera para toda la vida desde antes incluso de ir a Hogwarts. Cuando ambas quedaron seleccionadas en Hufflepuff, sus destinos casi parecieron quedar sellados.

Jessica sabía de la amistad que su tío había mantenido con la madre de Vega. ¿Por qué ella no podía tener algo similar con ella? Y Vega, aunque se mostrara tímida y algo cortante con casi todos, nunca parecía haberse sentido incómoda junto a Jessica.

Fue por ese motivo por el que Jessica decidió esperar pacientemente junto a la puerta del despacho de Filch cuando Vega fue arrastrada hasta allí por el conserje, acusada junto a los gemelos Weasley de haber lanzado una bomba fétida (o varias).

Jessica sabía que Vega no había lanzado nada, pero el conserje no la iba a escuchar. No le quedó más remedio que aguardar junto a Lee Jordan a que los tres fueran liberados.

Hacerse amiga de aquellos tres bromistas de Gryffindor nunca había sido algo que Jessica y Vega considerasen, pero así pasó y ellas nunca se arrepintieron de ello, menos cuando eran castigadas por su culpa, claro.

Los gemelos Weasley y Lee podrían derribar Hogwarts un día si se lo proponían, y Jessica y Vega probablemente estarían por detrás, la primera con una cámara de fotos, la segunda encubriendo el desastre.

Los primeros tres años habían sido divertidos. Habían disfrutado mucho, incluso con Quirrell paseándose con el mismísimo Señor Tenebroso pegado a la nuca y Harry casi muriendo en su primer curso.

Habían disfrutado del paso de niños a adolescentes, con los primeros enamoramientos (Jessica nunca olvidaría las dos semanas en las que Vega había comenzado a ver a Fred de otro modo, aunque aquello luego cayera en el olvido) y comenzando a elegir optativas que les ayudarían en sus futuras carreras.

Luego, había llegado cuarto y el caos. En primer lugar, porque Nova había llegado a Hogwarts pisando fuerte. También por el monstruo de Slytherin que parecía querer asesinar a todos los hijos de muggles del castillo. En parte, también porque Harry, Vega y Nova parecían estar condenados a meterse en problemas y resultó que hablaban pársel.

Pero lo que más influyó a que el año fuera un desastre fueron los mellizos Carrow.

Jessica nunca se había llevado del todo bien con éstos, pero cuando Vega comenzó a salir a escondidas con Linette, Jessica trató de llegar a conocerles mejor y ver si eran mejores de lo que ella había creído.

Se vio obligada a pasar bastante tiempo con Callum, teniendo en cuenta que las otras dos debían pasar algo de tiempo a solas, pero nunca sacó nada en claro del chico.

No fue hasta después de las vacaciones de Pascua cuando llegó el desastre, después de que Linette dejara a Vega de la peor forma posible y ambos hermanos demostraran ser, en opinión de Jessica, seres repulsivos.

El verano de cuarto a quinto no fue divertido. Como guinda del pastel, se produjo la fuga de Sirius Black de Azkaban. Más problemas para Vega.

Jessica desearía poder evitarle a su amiga todos aquellos malos ratos, pero no podía hacer nada, por desgracia.

Quinto fue complicado. Peor que cuarto, en algunos aspectos. Mejor en otros.

—Si fuera peor que cuarto, realmente estaríamos jodidos —comentó George en una ocasión, y Jessica estuvo totalmente de acuerdo.

—Más que jodidos —asintió Fred—. ¿Dónde está Gigi, Jess?

—Probablemente con Diggory —respondió ésta, divertida—. Estarán por ahí enamorados y pastelosos. Qué bonito es el amor y qué sola estoy.

No era como si Jessica deseara estar con nadie en aquel momento. Simplemente, le divertía quejarse.

—Siempre creí que Vega tendría mejor gusto que Diggory —comentó Fred, medio en broma.

—Dejad de volver el quidditch el centro del mundo —protestó Jessica, riendo.

—¿Acaso no lo es? —bromeó Lee.

—Siento desilusionaros, pero no.

Los tres soltaron falsas expresiones de horror. Jessica rio con ganas ante sus caras de espanto.

—¡Retira eso de inmediato! —acusó George, señalándola con el dedo.

Jessica levantó la cabeza, desafiante. Que George fuera tan alto le parecía injusto.

—No lo retiro.

De nuevo, expresiones de horror. Los tres chicos se miraron, con lástima.

—Acabamos de perder a una amiga —dijo Lee, con fingida tristeza.

—Jessica, nuestra amistad ha sido buena, pero hasta aquí hemos llegado —añadió George.

—En ese caso, me iré a buscar a Vee —declaró la rubia, poniéndose en pie tranquilamente—. Nos vemos luego, tontos.

No llegó a escuchar a Fred cuchichear al oído de su hermano: «¿Esa era una forma de pedirle que sea tu novia? Sé más ingenioso a la próxima, Georgie», pero sí que oyó el golpe que George le dio a su gemelo.

—¡No a la violencia! —les gritó, sin siquiera girarse—. ¡Espero que no hayas sido tú, George!

—¿Cómo lo habrá sabido? —escuchó decir a su espalda.

Sonrió para sí mientras se alejaba.

Quinto terminó bien, obviando el hecho de que Black padre se colara al castillo, Vega, Nova y Harry se metieran en nuevos problemas y el secreto de Remus fuera expuesto por Snape.

En otras palabras, no terminó bien. Jessica y Vega tuvieron su primera pelea en serio desde que se conocían y, siendo como eran ambas, hubiera podido terminar mal de no ser por Susan.

Al menos, recibieron una buena noticia por parte de Mary. Jessica decidió que lo mejor era centrarse en ello para afrontar un verano que, en contra de todo pronóstico, fue bastante bueno.

Vega parecía haberse quitado un gran peso de encima y, aunque sufría alguna que otra regresión, se le veía mucho más tranquila y feliz que antes. Susan seguía siendo Susan, siempre aplacando a Nova cuando ésta se emocionaba demasiado, pero divirtiéndose al lado de la chica. Harry parecía algo distraído, pero ni de lejos tenía el mal humor de antes. Y Nova seguía tan loca como siempre, con el mismo afán por meterse en líos, pero un poco, solo un poco, más madura.

Los Mundiales de Quidditch no fueron la mejor experiencia para los Black-Bones-Potter, pero se las apañaron para salir con vida de ellos. Algo era algo, ¿no?

No, en realidad, ni siquiera Jess podía hacer de esa experiencia algo positivo. Fue la peor noche de su vida.

Cuando les mandaron salir de las tiendas en mitad de la noche, mientras escuchaban el ruido de gritos, Jessica esperó que algo malo pasara.

Nunca, en sus peores pesadillas, hubiera esperado ver a un grupo de mortífagos torturar a una familia de muggles.

Los primeros minutos, Jessica se habían dedicado a seguir a los demás, a correr hacia el bosque. Se negaba a aceptar qué había visto. No podía haber mortífagos allí. Era imposible que siguieran haciendo lo que hacían en la guerra. Aquello había quedado atrás mucho tiempo atrás.

Jessica solía tener malos sueños los días anteriores y posteriores a la fecha del ataque de los mortífagos a su casa y al asesinato de sus padres y hermanos. Pero en aquel momento, bien despierta, podía ver las siluetas de los mortífagos entrando en su dormitorio, con las varitas en alto, mientras ella estaba escondida bajo la cama, llorando en silencio.

Solo ella había salido con vida y los recuerdos serían algo que la acompañarían por siempre, pero deberían haberse quedado como recuerdos. No volver tras trece años a hacerla revivir sus pesadillas.

—¡Jessica!

La voz de George casi la hizo tropezar. Él tuvo que sujetarla del brazo para que no se cayera.

Estaban en mitad del bosque, a la cola del pequeño grupo que habían formado. Fred, a la cabeza, llevaba en brazos a Vega, aparentemente inconsciente, con Susan, Nova y Ginny siguiéndoles, sujetándose entre ellas de la mano. Ni rastro de Harry, Ron, Prim y Hermione. Jessica no sabía cuánto tiempo llevaban sin estar ahí.

—Jess, ¿quieres que paremos un momento? —le preguntó George, echando un vistazo al grupo, que se iba alejando—. Llamaré a Fred y...

—¡No! —interrumpió ella de inmediato, en un jadeo—. Susan no puede verme así. Ella... ¿Vega está bien? ¿Y Harry y los demás? ¿Nos hemos metido mucho en el bosque? ¿Se ven aún a los...?

—Shh —dijo George, tratando de calmarla. Nunca había visto a Jessica así—. Vega ha sufrido una regresión, así la ha llamado Nova. Se pondrá bien. Harry, Ron y las chicas se han separado, pero estaban ya en el bosque. No les pasará nada. Aquí no llegarán los mortífagos. Estamos a salvo.

—Pero mis tíos... —Una idea cruzó por su mente—. George, mi familia prácticamente está marcada por los mortífagos. ¿Y si intentan hacerles daño? ¿Y si...?

—Hay cientos de magos y brujas del Ministerio ocupándose de todo ahora mismo —la tranquilizó él—. No les pasará nada, ya verás. Nos reuniremos con ellos tan pronto creamos que es seguro, ¿vale?

George la abrazó y Jessica trató de adaptar su respiración agitada al ritmo de la de George. Cálmate, cálmate, cálmate. Luchó furiosamente contra las lágrimas hasta que logró que dejaran de salir de sus ojos.

Cuando ya estuvo algo más recuperada, ambos regresaron con los demás. Jessica rodeó con los brazos a Susan y Nova, mientras George abrazaba a Ginny. Fred aún cargaba a Vega.

Lo peor fue cuando la Marca Tenebrosa apareció en el cielo. Jessica estuvo segura de que habían matado a alguien, y no pudo tranquilizarse hasta que se reunió con su tío Jason y éste le juró y perjuró que nadie había sido asesinado.

Aún así, todos salieron bastante tocados aquella noche. Jessica fue capaz de ir hasta George antes de regresar a su tienda y darle las gracias por ayudarla antes, pero apenas habló más durante los dos días siguientes.

Ni siquiera se arriesgó a esperar que su sexto año sería tranquilo. Después de los TIMOs, se merecían algún descanso, pero el anuncio del Torneo de los Tres Magos se rio ante aquella idea.

Tampoco disfrutó de las clases de Defensa Contra las Artes Oscuras sobre maldiciones imperdonables. Las primeras semanas de curso fueron una tortura, mientras ella, poco a poco, iba dejando atrás el incidente en los Mundiales.

—¿Cómo va todo, Jess-Jess? —le preguntó Fred un día, mientras regresaban de clase de Pociones—. ¿Ya has conquistado a un nuevo admirador?

Ante la cara de confusión de la rubia, Lee añadió:

—Ya sabes, Warrington. No te ha quitado el ojo en toda la clase. ¿Ahora le gustas a los tramposos?

Jessica bufó.

—Probablemente, solo intentara ver mi tarea para copiarla.

—O quiere darte una notita y pedirte una cita en Hogsmeade —comentó Fred, burlón.

—No dejaríamos que Jess saliera con ese imbécil. ¿Verdad, Jess? —preguntó George, con una mueca en el rostro—. Tú tienes mejor gusto.

Ella rio con ganas.

—¿No me dejarías salir con Warrington?

—No —respondió George, rotundo. Jessica arqueó la ceja—. Venga ya, Jess, somos amigos desde hace años. Eres como una hermana para mí. Mereces algo mejor que a ese bruto.

Las palabras «Eres como una hermana para mí» calaron hondo en Jessica.

Hasta el extremo de tenerla todo el día pensando en ello y, finalmente, olvidar el incidente de los Mundiales.

Se suponía que era bonito que le dijeran eso a una, ¿no? Llevaban seis años siendo amigos. Obviamente, se tenían cariño. Como con todos en el grupo.

Entonces, ¿por qué le había molestado tanto? Ella siempre había querido tener amigos que pudieran considerarse hermanos. Vega era una, sin duda. Fuera del hecho de que prácticamente eran hermanas adoptivas. Lee alguna vez también había dicho algo de que eran como hermanos.

Pero solo le había molestado viniendo de George.

Jessica no era tonta. Al llegar a esa conclusión, ya era consciente de qué pasaba: por absurdo que le sonara, le gustaba George Weasley. Y él la veía como una hermana. Oh, por Merlín.

¿En qué momento George se había convertido en eso? ¿En qué momento sus sentimientos habían cambiado sin que ella pudiera siquiera percibirlos? Jessica se sentía como una estúpida en ese instante.

Su primer impulso fue buscar a Vega, pero en su cabeza ya había comenzado a tomar la decisión de hablar con George si aquello iba para largo. En principio, iba a esperar y ver qué pasaba.

Los días siguientes, trató de entenderse a sí misma. Fue notando cómo, poco a poco, iba reconociendo en ella los síntomas del amor adolescente: cómo prefería que fuera George quien rodeara sus hombros con el brazo mientras caminaban por el pasillo, cómo no le importaba esperarle al final de la clase, cómo se reía más con sus chistes que con los de Fred y Lee.

Y estaba la sonrisa tonta que ya había visto en el rostro de Vega y que terminó por reconocer en sí misma.

A Jessica le gustaba George y no era algo que pudiera discutir.

Por ello, cuando llegó el anuncio del Baile de Navidad y el saber que se podría ir por parejas si así se deseaba, Jessica se propuso darle unos días a George para ver si se animaba a pedírselo y, si no lo hacía, ella misma le invitaría. No podía esperar tampoco demasiado, no quería que él se lo pidiera a otra, pero quería saber si él sentía algo de interés por ir con ella.

Fuera de Vega, que ya tenía la pareja asegurada, Lee fue el primero en conseguir una cita: una alumna de Beauxbatons española con la que Jessica había hablado ya un par de veces y había llegado a caerle realmente bien.

Cuando ella se encontró a Carla Valverde en el jardín, no dudó en acercarse a saludarla.

—Hola, Jessica —saludó educadamente la extranjera al verla acercarse—. ¿Qué tal estás?

—Bastante bien, ¿tú? Ya me he enterado de que vas con Lee al Baile.

La morena rio y asintió.

—Lee es simpático y divertido. No un muermo, como la mayoría de chicos de mi colegio. —Jessica rio al escuchar aquello—. Nos lo pasaremos bien, vamos de amigos. Será una noche genial.

—Eso espero.

—¿Tú ya tienes pareja? —se interesó la española—. Ya conozco a la mitad de chicos de Hogwarts por estar ayudando a Fleur a buscar acompañante. Si me dices un nombre, probablemente me suene. Aunque supongo que irás con George, ¿no?

Jessica se llevó una buena sorpresa al escuchar lo último.

—En realidad, aún no tengo pareja —admitió.

La española arqueó las cejas.

—Bueno, no creo que sigas así mucho tiempo más. ¿Piensas pedírselo a alguien?

—Tengo una idea, pero quiero esperar un par de días más —admitió Jessica.

—No esperes demasiado —aconsejó Carla.

Era una suerte que ese fuera el lema de Jessica. Después de dos días, se cansó de esperar de brazos cruzados y fue en busca de George. Era domingo y el colegio estaba sumido en el sopor habitual de los fines de semana, pero seguía tan repleto de alumnos como de costumbre.

Tuvo que colarse en la sala común de Gryffindor —Harry fue de gran ayuda— para llegar hasta Lee y los gemelos, quienes se llevaron una buena sorpresa al verla aparecer allí.

—Eh, Jess, ¿y Vega? —saludó Fred.

—Con Cedric, probablemente —dijo Jessica, tras pensarlo un momento.

—¿No es muy pronto para eso? —preguntó Fred.

—Duermen juntos, a mí no me preguntes —respondió la rubia, encogiéndose de hombros—. George, ¿podemos hablar un momento?

Él se puso de pie al instante, algo confundido.

—Claro, Jessie. ¿Prefieres salir?

Jessica asintió y ambos salieron de la sala común juntos. Tras atravesar el retrato de la entrada, Jessica llevó a George a un lado. Él se la quedó mirando, inquisitivo.

—¿Pasa algo? —quiso saber, algo preocupado—. ¿Estás bien? ¿Vega está bien?

—Estamos bien —asintió Jessica, quitándole importancia—. Es que llevo un par de días esperando y como parece que no te animas, me toca hacerlo a mí. —George le miró, confuso—. ¿Vienes conmigo al Baile, Weasley?

Lo primero que vio en su rostro fue sorpresa, mientras que una sonrisa se iba formando lentamente. George se cruzó de brazos, divertido.

—¿Así que llevas un par de días esperando?

—Oye, sé que eres bobo, pero te he hecho una pregunta importante —rio Jessica—. ¿Qué dices?

—Claro que sí, Jess —dijo él, sonriendo—. Para ser sincero, yo te iba a preguntar a ti.

—Fantástico. Yo he ganado, entonces.

Riendo, se abrazaron y Jessica tuvo la impresión de que aquel Baile iba a ser fantástico. No se equivocó.

Vestida con una vieja túnica de gala de su madre que había modificado y adaptado en sus ratos libres, Jessica se sentía una princesa de aquellos cuentos muggles que su tío le leía de pequeña.

Hey —fue el maravilloso e ingenioso saludo que le dio a George—. Bonita túnica.

Le vio sonreír de oreja a oreja al mirarla.

—Me gusta tu vestido —respondió él—. Imagino que tú habrás hecho algo para darle el toque especial.

—Imaginas bien —asintió Jessica, aceptando el brazo que él le ofrecía.

La cena fue fantástica, sentada con Fred, Angelina, Lee y Carla, mientras Vega estaba con Cedric en la mesa de los campeones, pero la velada mejoró cuando Jessica descubrió que su tío Jason estaba allí en sustitución del señor Crouch.

—Vas preciosa, Jessie —dijo su tío, abrazándola—. No sé cómo puedes hacer esas cosas con los vestidos.

—No es para tanto —rio Jessica—. Pero gracias, tío Jason.

—Ya veo que has venido con uno de los Weasley —añadió Jason, bajando la voz—. ¿Así que mi pequeña Jess ya ha crecido para tener novio? Pensaba que solo Vega iba a dejar el nido tan rápido. Me rompes el corazón.

Pero tenía una gran sonrisa en el rostro. Jessica abrazó a su tío con fuerza.

—Te veré por ahí. No he traído este vestido para no bailar, ¿no?

—Lúcete como solo los Bones sabemos hacer —animó su tío, asintiendo—. Yo iré a buscar a Susie y recordarle que ella sí que es demasiado pequeña para novios.

Jessica regresó con George con una sonrisa. El pelirrojo le ofreció la mano y Jessica la aceptó sin dudar.

—Es verdad lo que decía —comentó George, guiándola a la pista—. Sí que vas preciosa.

Jessica sintió que explotaría de emoción ante aquel cumplido.

—Gracias, Georgie.

Ella seguía actuando como siempre con George. Era de su amistad de donde aquel sentimiento nuevo había surgido. No tenía por qué modificarlo todo por completo, ¿no?

Las Brujas de Macbeth sonaron con fuerza por todo el Gran Comedor, mientras los alumnos bailaban entre risas y algún que otro pisotón.

George y Jessica bailaban de una manera algo menos entusiasta que Fred y Angelina, pero tampoco se quedaban demasiado atrás.

—¿Cómo aguantas tantas vueltas seguidas? —preguntó George, entre carcajadas.

—Talento natural, cariño —rio Jessica.

Realmente, no se sorprendió cuando George le propuso ir a dar una vuelta por los jardines. Llevaba la mayor parte de la noche esperando para aquello. Pasear de la mano, contemplando la noche estrellada. Era todo lo que Jessica podía pedir. Y George se lo dio.

—Lo han puesto todo precioso —comentó Jessica, observando a su alrededor.

Diferentes parejas se separaban para disfrutar de algo de intimidad. Jessica apretó con algo más de fuerza la mano de George.

—¿Y si te digo que tú estás más preciosa? —medio bromeó él.

—Un cumplido cursi, pero también bonito —sonrió Jessica—. Me alegra ver que haces algo, después de que tuviera que pedirte yo que fuéramos juntos al Baile.

—Soy un hombre paciente —respondió George, haciéndola reír con ganas.

—No lo dudo.

Ambos tomaron asiento después de unos minutos andando y George le dejó a Jessica su chaqueta incluso cuando ella no tenía demasiado frío.

—Me da frío solo de verte con ese vestido —declaró.

—Pues debería darte todo lo contrario —comentó Jessica, burlona, mientras aceptaba la chaqueta—. Anda, pégate un poco y nos tapamos los dos con ella. No quiero que tú tengas frío por mí.

A George le pareció bien y ambos se cubrieron con la chaqueta, que no daba para tanto. Jessica sonrió al sentir el hombro de George contra el suyo y giró la cabeza para sonreírle, solo para descubrir que él ya la estaba observando a ella.

—¿Hay algún motivo por el que querías venir conmigo y no con otro, Jess? —preguntó George.

Jessica sonrió levemente.

—¿No llevo más de una semana dejando claro que es? —quiso saber ella.

—Sí, pero me gustaría escuchártelo decir a ti y no a mi hermano y Lee.

Ambos rieron después de aquello. Jessica ladeó la cabeza.

—¿A qué viene tanto interés en saber eso?

—¿Tampoco te lo imaginas? —preguntó él, divertido.

—Sí, pero me gustaría escuchártelo decir a ti y no a Vega.

Los dos sonrieron. Después de aquello, solo era cuestión de tiempo que pasara lo más previsible: un beso bajo el cielo estrellado para dar fin a aquella velada, pero inicio a algo nuevo que prometía, al menos, ser interesante.

Jessica Bones había sabido ver que lo que tenía delante era lo que necesitaba y, por el momento, pensaba disfrutar junto a George Weasley de aquel descubrimiento.




















mi amor por jess escribiendo este extra 📈📈📈📈

<jess&george3

anyways, fuera de los dos capítulos ya publicados que van cronológicamente después de este extra, solo quedan cuatro y el epílogo (y otro extra) para terminar lh, ALGUIEN MÁS SIENTE LA EMOCIÓN?? se viene intenso gente

love, ale ;)

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