xxii. dancing with our hands tied, pt. 2

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xxii.
bailando con nuestras manos atadas, pt. 2








Vega estaba emocionada.

No sabía en qué momento la idea del baile había empezado a hacerle sentir así, pero sonreía si se paraba a pensar en ello y realmente tenía ganas de que llegara el momento.

Tenía ganas de disfrutarlo junto a Cedric.

—Te veo con ganas —había comentado Jessica al verla revisando que su vestido estuviera bien para el baile.

—Y yo a ti —respondió Vega, divertida—. Pensaba que decías que ir sin pareja era una pérdida de tiempo.

Jessica esbozó una sonrisa que decía claramente «sé algo que tú no».

—¿Y quién te ha dicho que vaya sin pareja?

Vega miró fijamente a su amiga antes de soltar una exclamación de sorpresa y alegría.

—¡No me digas que vas con George!

Jessica rio a modo de asentimiento. Vega prácticamente saltó a abrazarla, y ambas terminaron tumbadas sobre la cama, con Vega exigiéndole detalles a su amiga.

—Te veo excesivamente alegre —comentó la rubia, riendo—. ¿Acaso Diggory y tú habéis hecho algo divertido? Siempre he pensado que el Baño de Prefectos es un peligro para vosotros dos...

Vega enrojeció al instante y se apresuró a negar con la cabeza.

—¡No hemos hecho nada a...! ¡Nada!

—¿Ibas a decir aún? —chilló Jessica, riendo.

—¡Estábamos hablando de George y tú! ¡Dame detalles, Jess!

La emoción que recorría todo el castillo comenzaba a contagiarse a ambas. Más tarde, Nova pasó a decirles que iría con Ron Weasley al baile y Harry iría con Brigid Diggory. Susan iba con un Slytherin, Michael Nott. Lee les dijo que les presentaría a su pareja en el baile —al parecer, era una alumna de Beauxbatons— y Fred iba con Angelina Johnson.

—Al final, hemos conseguido todos pareja —comentó Jessica, divertida—. Tendremos que mandar fotos a casa o se enfadarán.

La mañana de Navidad fue realmente divertida. Vega despertó a Jessica, como de costumbre, y ambas se desearon una feliz Navidad con un abrazo. Los regalos les aguardaban a los pies de la cama, pulcramente envueltos en su mayoría.

Vega observó con cariño uno envuelto más toscamente, en cuya tarjeta se leía «De Hocicos». Se lanzó a abrirlo, encontrando en su interior varios objetos: tres libros de aspecto nuevo sobre la lucha contra las artes oscuras, un viejo cuaderno que parecía haber servido de diario anteriormente y una cajita que guardaba en su interior varios pendientes, collares, pulseras y anillos.

«Mezclar lo viejo y lo nuevo está bien, ¿no? Feliz Navidad, estrellita.»

Vega sonrió y depositó su regalo sobre la cama cuidadosamente. El regalo de Jason era un cassette muggle que había visto en Londres en verano, acompañado de un gran surtido de golosinas y varias cintas de sus cantantes y grupos preferidos. Remus le había comprado un jersey de aspecto realmente cómodo, color crema, y varias tabletas de chocolate. Mary y Reginald le habían obsequiado con un reloj de plata. Amelia le había comprado una colección de siete libros muggles.

A éstos se unieron las botas punk de Nova, los pendientes de Harry, las cintas de Susan, el vestido de Jessica, el surtido de Sortilegios Weasley de los gemelos, los chocolates de Lee y el marco mágico de fotos de Cedric, que se ampliaba y contenía un collage de varios momentos compartidos por ambos.

Aww, es precioso —suspiró Jessica, mirándolo sobre su hombro.

—Espera a que George te regale algo así —se burló Vega.

El día anterior habían cumplido siete meses juntos. Era un número raro, pero a Vega siempre le había gustado el siete.

Bajaron a la sala común juntas y se encontraron a Cedric. Vega le abrazó y le dio las gracias por el regalo, al mismo tiempo que le felicitaba la Navidad. Susan y Brigid se unieron a ellos tres para ir al Gran Comedor. Allí, las Bones y Vega felicitaron a Harry y Nova y bebieron chocolate caliente juntos, como todos los años.

La mañana fue para pasarla juntos y la tarde para prepararse para el Baile de Navidad.

Vega estaba enamorada de su vestido gris plateado al que Jessica le había hecho algún que otro arreglo para ponerlo perfecto. La rubia le había sugerido algunos cambios y Vega le había dado plena libertad para hacer lo que deseara: sabía que a Jessica se le daban bien la aguja y el hilo.

El vestido no tenía mangas y caía hacia abajo casi totalmente liso, a excepción del cinturón de un gris más oscuro que le rodeaba la cintura y le fruncía la parte superior del traje al cuerpo. Además, se ataba atrás con un lazo que caía con la misma longitud que la falda y casi llegaba al suelo.

Ya que Jessica se había encargado del vestido plateado de Vega y del suyo propio, de un bonito rosa palo, Vega fue la encargada de los peinados. Sabía que a Jessica le favorecía el pelo suelto, de modo que solo le apartó unos pocos mechones de la cara y se los recogió atrás, para dejar su rostro despejado.

Vega se recogió el cabello en una trenza y luego se hizo un moño con éste, dejando unos pocos mechones cortos junto a la cara sueltos. Los pendientes que llevaba quedaban bien visibles, que era lo que Vega había querido. Los había sacado del joyero que su padre le había regalado.

Vega y Jessica se maquillaron una a la otra y, a continuación, bajaron juntas a la sala común. Cedric estaba ya esperándolas o, mejor dicho, esperando a Vega. Con su impecable túnica de gala, estaba realmente guapo.

Ella sonrió al ver su expresión cuando llegó a su lado.

—Estás increíble —dijo Cedric, sonando realmente sincero.

—Tú también lo estás.

Acompañaron a Jessica al vestíbulo, donde George le esperaba. Fred y George llevaban idénticas túnicas de gala y la única manera de distinguirlos desde lejos era porque Fred estaba tomado del brazo de Angelina Johnson.

Las dos Hufflepuff saludaron con emoción al llegar junto a ellos. Cedric con algo más de rigidez, probablemente recordando encuentros anteriores con los gemelos, pero éstos parecían haber decidido que el Baile era un buen momento para hacer una tregua y lo saludaron de manera más cordial que de costumbre.

Vega le dijo a Angelina que iba preciosa y la Gryffindor protestó y dijo que el vestido de ella era precioso. Al saber que Jessica había colaborado en su diseño, se quedó bastante impresionada.

Lee llegó acompañado de su pareja, una alumna de Beauxbatons de cabello corto y negro y ojos vivaces que en cuanto saludó dejó claro de dónde era: España.

—Carla Valverde —dijo, estrechándoles la mano uno por uno a todos—. Encantada.

Había algo en ella que hizo que a Vega le agradara.

Nova pasó a saludar, vistiendo un vestido rojo que había pertenecido a Aura Potter. Vega sabía cuánto odiaba su hermana los vestidos y sabía que había elegido ese únicamente porque si era de su madre tenía un motivo para llevarlo.

Se abrieron las puertas principales de roble, y todo el mundo se volvió para ver entrar a los alumnos de Durmstrang con el profesor Karkarov. Krum iba al frente del grupo, acompañado por una muchacha preciosa vestida con túnica azul a la que Vega no alcanzaba a ver.

Por encima de las cabezas pudo ver que una parte de la explanada que había delante del castillo la habían transformado en una especie de gruta llena de luces de colores. En realidad eran cientos de pequeñas hadas: algunas posadas en los rosales que habían sido conjurados allí, y otras revoloteando sobre unas estatuas que parecían representar a Papá Noel con sus renos.

En ese momento los llamó la voz de la profesora McGonagall:

—¡Los campeones por aquí, por favor!

Cedric tomó a Vega de la mano y ésta se despidió de sus amigos para seguir a su novio entre la multitud, que se iba abriendo para dejarles pasar. Fleur Delacour estaba ya allí, junto a Roger Davies, de Ravenclaw, mientras Krum iba con su acompañante de vestido azul —Vega se llevó una buena sorpresa al comprobar que era Hermione— y Harry llegaba al lado de Brigid Diggory. Vega sonrió a éstos últimos.

Las cuatro parejas entraron al Gran Comedor en fila, Vega y Cedric tomados de la mano y sonriendo ampliamente. Vega se sentía feliz. Además, una agradable sorpresa le esperaba en la mesa principal, donde los campeones y sus parejas se sentaban junto a los directores y los enviados del Ministerio.

Harry tenía a Brigid sentada a su derecha y a su izquierda estaba...

—¡Tío Jason! —exclamó Vega, sentándose junto a Brigid—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Cedric se sentó al lado de Vega, aún tomándole la mano, y saludó a Jason Bones educadamente.

Al parecer, Crouch no podía acudir y Jason era su sustituto. Vega se dijo que aquella noche estaba siendo demasiado buena para la suerte que ella solía tener.

Disfrutó la comida conversando junto a Harry, Jason, Brigid y Cedric, tratando por todos los medios de no hacer sentir excluidos a los Diggory, aunque en ocasiones fuera difícil. Hablar con tío Jason y Harry de cualquier cosa era algo que siempre había podido hacer y era complicado recordarlo cuando estaba tan metida en la conversación.

Cuando se acabó la cena, Dumbledore se levantó y pidió a los alumnos que hicieran lo mismo. Entonces, a un movimiento suyo de varita, las mesas se retiraron y alinearon junto a los muros, dejando el suelo despejado, y luego hizo aparecer por encantamiento a lo largo del muro derecho un tablado. Sobre él aparecieron una batería, varias guitarras, un laúd, un violonchelo y algunas gaitas.

Las Brujas de Macbeth subieron al escenario entre aplausos entusiastas. Cogieron sus instrumentos y Cedric, que ya se habían levantado, le tendió la mano a Vega para ayudarla. Ésta se puso de pie con emoción y algo de nervios.

Iba a tener que bailar delante de todos.

Las Brujas de Macbeth empezaron a tocar una melodía lenta, triste. Cedric y Vega caminaron junto a los otros campeones hasta la parte más iluminada de la sala.

Se pusieron frente a frente. Vega unió sus manos tras el cuello de Cedric, como vio a Fleur hacer, y él dejó las suyas sobre su cintura, al tiempo que ambos comenzaban a mover los pies hacia el mismo lado y al mismo tiempo.

Cedric tenía la coordinación que el quidditch debía haberle dado y Vega tenía las clases de baile que Jessica y ella compartían de madrugada en ocasiones. No les costó demasiado adaptarse el uno al otro y, antes de darse cuenta, Vega ya se movía por instinto, siguiendo los movimientos de Cedric sin problema alguno, solo preocupándose por disfrutar a su lado.

Él sonreía en todo momento.

—¿Cómo es que no sabía que podías bailar?

—Jess y yo invertimos las horas de madrugada en esto en lugar de dormir o estudiar —rio Vega, apoyando la mejilla derecha en el hombro de Cedric.

Muy pronto la gente empezó a unirse al baile, de forma que los campeones dejaron de ser el centro de atención. Susan y Michael Nott daban vueltas en el extremo de la pista. Nova arrastraba a Ron Weasley hasta el centro de ésta. George y Jessica y Lee y Carla trataban de no separarse, aunque la marea de gente no ayudaba. Vega sonrió al ver a su mejor amiga riendo mientras bailaba con George. Fred  y Angelina bailaban de forma tan entusiasta que la gente se apartaba por miedo a resultar herida.

—Creo que esta va a ser una gran noche —admitió Vega, mirando a Cedric a los ojos—. Pero no lo diré muy alto, no vaya a ser que lo gafe.

Él rio.

—Incluso si lo gafas, intentaré hacerla lo mejor posible para ti —aseguró.

Una nueva canción comenzó y Vega vio a Harry y Brigid abandonando la pista. Moody y Sinistra pasaron bailando junto a ellos y les saludaron; Fleur les dirigió una sonrisa al pasar a su lado.

Vega trató de contener una mueca al ver a la profesora Dolohova bailando con tío Jason. El hombre había adoptado una perfecta expresión educada que no dejaba entrever qué pensaba de su pareja de baile. Vega saludó a su tío cuando quedaron a su lado.

—Recuerdo que te gustaba esta canción, ¿no, Vega? —dijo Jason, sonriéndoles a ambos—. Pasadlo bien. Ya sabes, Cedric, en casa antes de las doce.

El chico rio ante la broma, después de dudar por un segundo. Dolohova fijó sus ojos verdes en Vega, sonriéndole tensamente.

Sus clases no habían terminado siendo tan horribles como Vega había esperado, principalmente porque la profesora se dedicaba a ignorarla descaradamente, pero había algo en la mujer que no terminaba de convencer a Vega.

—Estoy cansada —se escuchó decir Vega—. ¿Vamos a tomar algo?

Cedric no vio problema con ello. Abandonaron la pista juntos, tomados de la mano. Cedric se ofreció a ir a por las bebidas mientras Vega buscaba un sitio para sentarse. Vega saludó a Harry al cruzarse con él, pero ninguno de los dos se paró a hablar. Escuchó a alguien llamándola por su nombre y miró a su alrededor, tratando de localizar a aquella persona.

Cuando vio a Linette yendo directamente hacia ella, no supo qué hacer.

La rubia miró a su alrededor, nerviosa, como si esperase que alguien fuera a abalanzarse sobre ella en cualquier momento. Vega frunció el ceño.

—¿Quieres ir a dar una vuelta? —murmuró Linette—. Por los jardines.

—Estoy esperando a Cedric —dijo Vega.

Linette se mordió el labio.

—Tengo que decirte algo importante, Vega, y no puedo esperar más. No sé si tendré oportunidad en otro momento.

—¿Y qué vas a contarme? —preguntó Vega, a la defensiva—. ¿Que sientes haber empezado los rumores de que era una zorra y que habían engañado a tu hermano con otro? Pues llegas tarde, Lin. En primer lugar, ni siquiera deberías haberlo hecho.

Linette la miró y Vega se quedó muda al ver sus ojos llenos de lágrimas.

—Por favor, Adhy.

Vega no supo qué la convenció: las lágrimas que Linette trataba de contener, la angustia en su rostro, su tono de súplica o el hecho de que usara su apodo.

El caso fue que pronto estuvieron caminando juntas por los jardines, después de que Vega le pidiera a Lee y Carla que le dijeran a Cedric que regresaría en poco tiempo.

El silencio entre ambas era incómodo. Vega no sabía exactamente qué esperar de aquello.

—Hoy estás muy guapa —comenzó Linette, en voz baja.

—Gracias —dijo Vega, dándole vueltas al anillo de su madre, nerviosa—. Tú también.

Linette estaba más que guapa. El vestido azul que había escogido y su pelo rubio recogido en un moño bajo le hacían parecer una actriz en la alfombra roja. Se había maquillado los ojos con sombra de distintos tonos azules que producía un extraño efecto en contraste con sus ojos marrones.

—Uhm —masculló Linette—. Llevo desde que empezó el curso queriéndote decir algo. ¿Nos podemos sentar?

Vega aceptó. Tomaron asiento en el primer banco que encontraron, mientras Linette no dejaba de alisarse la falda, mientras Vega evitaba por todos los medios mirarle a la cara.

Por Merlín, qué violento es esto.

—¿Y bien?

Linette titubeó.

—Siento muchísimo todo lo que pasó desde... desde que volvimos de vacaciones de Pascua, en cuarto.

—Ya, bueno —murmuró Vega, agachando la cabeza—. Pensaba que no veníamos aquí para que me pidieras disculpas.

—No. Quiero explicarte qué fue. —Linette se veía demasiado nerviosa—. Todo empezó cuando Callum se enteró. Pensaba que le había convencido para que guardara el secreto, que lo de Jessica le convencería, pero se vio que solo me engañó. Se lo contó a nuestra madre tan pronto llegamos a nuestra casa de la estación.

Vega se atrevió a mirarla por primera vez, casi con expresión de horror. Por un momento, olvidó todo lo que había pasado entre ambas en el último año y medio y solo fue capaz de decir una cosa:

—¡No me jodas!

Linette asintió lentamente, con rostro sombrío.

—Fue horrible. Te odia. Odia a tu padre. Y ya te conté cómo puede llegar a ser... Me lanzó un hechizo que... Por Merlín, fue horrible. Ella podía ver y oír todo lo que yo hacía y decía. N-no tenía privacidad, y tuve que decirte todo eso y yo... ¡Yo no quería, Vega, te lo prometo, yo nunca quise...!

Vega, por impulso, le tomó las manos a Linette cuando éstas empezaron a temblar. Había sido así antes: cuando Linette llegaba a su límite, Vega le calmaba. Cuando Vega llegaba al suyo, Linette hacía lo propio.

—¿Cómo es que estás diciéndome esto ahora? —preguntó, tratando de mantener la voz calmada.

Linette sorbió y dejó escapar una risa irónica.

—Fue un regalo por mi diecisiete cumpleaños. Ella pensó que me lo había ganado. Que había conseguido que me mantuviera alejada de ti. Pero tenía que explicártelo todo, Vega, yo... Ha sido horrible, lo siento muchísimo.

Una de las lágrimas amenazaba con escapar. Vega no sabía qué hacer ni decir.

—Odiaba decirte todo eso, odiaba tener que estar con mi hermano, odiaba ver que todos murmuraban de ti y no poder decirles que se callaran la puta boca, que era falso, que tú nunca harías algo así... —Linette tragó saliva—. Odiaba no poder estar contigo. Odiaba tener que estar haciéndote daño, yo... No sé si todos los «lo siento» que pueda decir basten.

Vega le miró a los ojos, en silencio, tratando de asimilar todo aquello. Linette nunca le había odiado porque sí, como siempre había creído Vega, ni le había usado desde un principio con el único propósito de hacerle daño. Había sido su madre, todo por su madre, y por la intervención de Callum. Ella solo había estado obligada a ello.

Vega deseaba que el hermano de Linette nunca se hubiera enterado. Puede que todo hubiera seguido igual: Vega disfrutando junto a Linette, disfrutando de lo que se sentía al estar enamorada por primera vez.

Había sido muy feliz hasta que aquella relación había terminado de la peor manera.

Si hubiera sabido aquello antes, puede que hubiera reaccionado de otra manera. Linette había sido su primer amor. Vega aún recordaba cómo había sido estar enamorada de ella, lo bien que había estado hasta que aquello se había convertido en un infierno. Vega había tratado siempre de evitar el dolor y había terminado cayendo por lo que siempre caen los adolescentes: el amor. Absurdo, si lo pensaba con un par de años más, pero en aquel momento había sido horrible.

Ahora estaba Cedric en el juego. Y Vega no pensaba perderle. No cuando se sentía tan feliz a su lado.

—Gracias por decírmelo, Lin —dijo, en voz baja—. Siento muchísimo todo lo que te ha pasado.

—Tienes que tener cuidado, Vega —insistió la rubia—. No puedo decirte por qué. Ella... me obligó a hacer un Juramento Inquebrantable. No puedo decirte lo que está pasando, solo... —La miró a los ojos, con expresión muy seria, para que viera que no bromeaba—. Tienes que tener muchísimo cuidado. No confíes en nadie, Vega. Todo esto de tu primo y el cáliz... No es casualidad.

Linette casi pareció ahogarse al decir aquello último. Vega se quedó de piedra.

—¿Cómo dices?

—N-no puedo repetirlo —dijo Linette, con voz ronca—. Por Merlín, ha sido como si me ardiera la garganta.

La morena apretó los puños. Harry en problemas. Cómo no. Al menos, el año anterior había sabido quién era el que iba tras él —aunque luego descubrieran la verdad—, pero aquella vez era diferente. ¿Quién había metido el nombre de Harry en el cáliz? Había estado más preocupada por sacarle con vida de la primera prueba que por descubrir aquello.

—Lo siento mucho, Adhy —murmuró Linette.

—No te preocupes, Lin —dijo Vega, tratando de sonreírle—. Me alegra saber la verdad.

—Si no hubiera pasado, puede que lo nuestro nunca se hubiera terminado así —continuó ella, agachando la cabeza—. No hubieras tenido que recurrir a Diggory.

Vega frunció el ceño al escuchar aquello último.

—¿Qué quieres decir?

—Empezaste a salir con Diggory para tratar de calmar la situación, ¿no? —preguntó Linette, confusa—. Como hablamos aquella vez.

—¿Qué...? Oh.

La conversación que habían mantenido bajo aquel árbol de los jardines. Ambas estaban asustadas por lo que empezar a salir podría traer, especialmente Linette por lo que haría su madre si se enterara. Vega había dicho que siempre podrían empezar a salir con un chico para distraer la atención; Linette había bromeado diciendo que podría ser Cedric, el chico perfecto a ojos de todo el mundo. Vega había dicho que él nunca sería nada comparado con Linette.

—No empecé a salir con Cedric para calmar la situación, Lin —dijo Vega lentamente—. Fue porque de verdad me gustaba.

Linette frunció el ceño.

—P-pero yo pensaba que eras... lesbiana. Como yo. —Linette negó con la cabeza—. Te gustan las chicas, no...

—No me gustan las chicas —interrumpió Vega—. Ni los chicos. Quiero decir, me gustaste tú. Me gusta Cedric. Ya está.

Linette pareció llevarse una buena sorpresa.

—Oh.

—Ya. —Vega se miró las manos, incómoda—. Bueno. Creo que debería volver al baile.

—Espero que disfrutes —dijo Linette, y su tono era sincero—. Y ten cuidado, por favor. Hay cosas que no puedo contarte, pero...

—No te preocupes, Lin —dijo Vega, sonriendo levemente—. Gracias por decirme todo esto.

Tras un momento de vacilación, ambas se abrazaron. Linette dejó escapar un suspiro.

—Me quedo aquí un rato —comunicó—. Vuelve dentro.

Vega asintió.

—Ya nos veremos —se despidió, tras dudar un momento—. Espero que podamos volver a hablar en otro momento.

—Yo también —asintió Linette, sonriendo.

Vega caminó sintiendo como si se hubiera quitado un peso de encima, pero habiéndolo sustituido por otro. Por una parte, se alegraba infinitamente de saber todo lo que había pasado realmente.

Pero la preocupación por Harry solo crecía y crecía.

Casi chocó con Carla de frente por ir sumida en sus pensamientos. La española soltó una exclamación en su idioma natal.

Vega tuvo la impresión de que era alguna grosería, pero no tenía conocimientos de español como para estar segura.

—Perdón, no te había visto —dijo, en tono de disculpa.

—No te preocupes —respondió la otra, sonriendo—. Le dije a Cedric donde estabas. Creo que sigue dentro, por si vas a buscarle. ¿Si ves a Fleur puedes decirle que no me espere? Dile que voy a estar con una amiga.

—Claro —respondió Vega, aunque ni se le pasó por la cabeza hablar realmente con Fleur Delacour—. Nos vemos luego.

Tenía ganas de volver adentro, con Cedric. De bailar. De pasarlo bien con él. Para eso habían ido al baile, ¿no?

Que Fleur Delacour apareciera en mitad del camino con el pelo hecho un desastre —pero aún así preciosa— y expresión contrariada fue una gran sorpresa.

Je ne peux croir qu... —iba diciendo, pero se quedó súbitamente en silencio al ver a Vega—. Oh, hola. Egues la novia de Cedgic, ¿no? Os vi antes juntos.

—S-sí —acertó a decir Vega, preguntándose qué vendría después de aquello—. Soy Vega.

Enchantée —dijo Fleur, tendiéndole la mano. Ella se la estrechó—. Fleur. Solo queguía disculpagme pog habegle dicho a Cedgic que fuégamos juntos al Baile. No sabía que tenía novia. Cgeo que te sentó mal, pogque estabas ahí y...

Vega recordó que tanto Fleur como Cedric le habían visto con los ojos llenos de lágrimas después de escuchar a la francesa sugerirle a Cedric que fueran juntos. No sabía que ella no tenía nada que ver con aquello.

—No fue eso, había sido un día horrible y llegué en mal momento —explicó, sonriendo un poco—. No es nada. Antes de que se me olvide, Carla me ha dicho que no le esperes, que estará con una amiga.

—Imagino que segá Caggow —asintió Fleur. Vega arqueó las cejas. ¿Linette y Carla?—. Ggacias pog decígmelo. ¿Vas dentgo?

—Iba a buscar a Cedric —dijo Vega—. ¿También vas a entrar?

—Bueno, Goger ha desapaguecido, así que tendgé que buscagme otga pagueja. —Fleur miró a su alrededor, pensativa—. Segá entgetenido. Te acompaño.

Ir del brazo con Fleur Delacour hacia el Gran Comedor no era algo que Vega hubiera esperado de la noche, aunque tampoco la confesión de Linette. El Baile de Navidad había estado lleno de sorpresas.

Pero nada de eso importó en cuanto llegaron al salón y Vega vio a Cedric esperándole. Él fue hacia ellas tan pronto las vio.

—¿Aún quieres esa bebida? —preguntó, divertido, ofreciéndole un vaso de ponche. Vega lo aceptó sonriendo—. Hola, Fleur.

—Hola, Cedgic —saludó la francesa—. Yo ya me iba. Ha sido un placeg conocegte, Vega. Ya nos veguemos.

—Lo mismo digo, Fleur —se despidió Vega, sonriendo.

Cedric le tomó de la mano en cuanto Fleur dejó su brazo libre.

—Ya pensaba que habías hecho como en ese cuento muggle y te habías ido corriendo antes de medianoche —rio Cedric.

—¿Conoces a la Cenicienta? —preguntó Vega, curiosa.

—A Bree me gustan los libros muggles —aclaró Cedric—. ¿Quieres bailar o prefieres que nos sentemos?

—Bailemos —propuso Vega, echándole un vistazo a la pista—. Están tocando Elvis. No sé quién habrá pedido música muggle, pero no pienso quejarme. De hecho, le daré un abrazo si le veo.

Cedric rio.

—¿Qué ha pasado en los jardines para que vengas con tanta energía?

Vega le sonrió.

—No ha pasado nada. Pero he venido aquí a pasarlo bien contigo y ya he perdido bastante tiempo. Así que, si quieres bailar, la pista nos espera. Si no, están los jardines. Me da igual con tal de estar contigo.

Cedric le besó y Vega recibió el beso de buen agrado.

—Bailemos —decidió Cedric.

Oh, y me sujetaste cerca. Oh, ¿cómo iba a saber que podría estar por siempre con tus manos en mis bolsillos?

La llevó a la pista de baile. Vega sonrió aún más cuando ambos comenzaron a bailar y la nariz de Cedric rozó su frente.

—Es tan ridículo que sea tan baja —rio.

—No está tan mal —respondió él, divertido.

Vega sonrió y apoyó la mejilla en el pecho de Cedric, mientras continuaban dando vueltas.

Te amé a pesar de los miedos profundos de que el mundo nos dividiría.

Vega había estado tan segura hasta el momento de lo bien que se sentía en compañía de Cedric que no había llegado a plantearse lo que aquello significaba.

¿Era posible que estuviera enamorada de aquel chico? Era muy posible. Y, solo de pensarlo, tenía ganas de sonreír.

¿Podemos bailar a través de una avalancha?

—El Baile no ha estado tan mal, ¿no? —murmuró Cedric—. No lo has gafado, como esperabas.

Vega casi rio.

—No tientes a la suerte. No olvides quién es tu novia.

—¿Tú bromeando? Sí que tienes que estar de buen humor.

Ella sonrió.

—Tú me pones de buen humor, Ced. Me haces feliz, ¿sabes?

Cedric le acarició la mejilla suavemente.

—Y tú a mí, Vega.

Se abrazaron con más fuerza. Vega levantó la cabeza y besó a Cedric, con una sonrisa en los labios.

Soy un desastre, pero soy el desastre que querías.

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