The Party

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Una vez vestidas y con sus accesorios encima, además de unos bonitos zapatos nuevos acordes a cada una, la señora Choi les dió algo de dinero y llamó a un taxi.

—En taxi se van y en taxi deben volver —les recordó— nada de caminar por ahí de madrugada solas. En el caso de que no consigan un taxi por la zona llamen a Jimin y las irá a buscar a cualquier hora, ¿de acuerdo?

Ambas asintieron, se cogieron de la manido y esperaron en la acera a que llegara su transporte.

Todos los viernes los chicos ricos de su preparatoria daban una fiesta en el mismo club. Bin había asistido algunas veces con chicas de otra clase, ellas fueron las que le confirmaron que esa noche también estarían todos allí.

—¿Nos dejaran entrar? —preguntó Gyu a la pelinegra al subirse en el taxi. No era lejos, tardarían unos quince minutos en llegar.

—Dejan entrar a cualquiera que sea de nuestro rango de edad —se encogió de hombros— además los guardias ya me conocen.

—No sabía que eras así de popular.

—No es la gran cosa, solo sé que el club se llama Sputnik Nights y que hacen fiestas allí porque los hijos de los dueños estudian en nuestra preparatoria.

—¿Y tu los conoces?

—No, pero quizás esta noche tengamos la suerte de ver alguno.

Gyu asintió y se olvidó de ese asunto rápidamente. Estaba tan nerviosa que solo podía pensar en qué demonios haría cuando llegara, ¿Debería saludar a alguien? ¿beber? ¿bailar?

Probablemente eso último era la opción más viable, ¡Pero ella no sabía bailar!
Solo lo hacía estando sola en su habitación a oscuras, con Sam Smith de fondo.

Bin seguro notó su nerviosismo y entrelazó sus manos para darle algo de seguridad.

—Nos podemos ir cuando tu quieras, haremos solo lo que quieras hacer, no te angusties tanto.

—Pero el vestido...

—Deja el jodido vestido de lado y diviertete hoy conmigo, ¿Si? —pidió mirándola con ojitos de cachorro. Gyu no se pudo resistir y asintió con un suspiro.

Un par de minutos después el taxi se detuvo en una concurrida calle llena de chicos y chicas jóvenes. Había música proviniendo de varios locales nocturnos y un ambiente muy movido.

Con sus manos unidas se aproximaron al club correspondiente y Bin saludó al guardia antes de que este les abriera la puerta.

—Te dije, me conocen.

—Ese hombre te miró el escote como si fuera un niño viendo el juguete de una vitrina —era repugnante, sobre todo porque debía tener más de cuarenta años.

Bin mordió su labio ocultando la sensación desagradable en su estómago, pero su semblante estaba calmado.

—Llegas a acostumbrarte, tu ignoralo, no dejes que eso te afecte.

Por fortuna el atuendo de Gyu no era tan revelador como el de Bin, pero aun así decidió tomar su consejo. Más o menos.

La verdad Gyu no tenía ni un poco de experiencia en esos temas.

La atención de los hombres no le agradaba la mayoría de las veces. De hecho, a Gyu le gustaría decir que le gustaba más llamar la atención de las mujeres, pero ellas nunca la notaban, así que concluyo lo siguiente: debe vestirse para si misma, simplemente.

—Si te sientes incomoda solo ponte el abrigo que te dio la abuela —le recordó a la pelinegra.

—Lo haré —Bin le sonrió con su preciosa sonrisa de conejo—. No te preocupes, Gyu.

Ambas se adentraron en el club y reconocieron a varios chicos de su clase. Bin se acercó a saludar, pero Gyu se limitó a esconderse detrás de ella como un animalito intimidado.

—¿Esa es Gyu? —preguntó uno de los chicos— no pensé encontrarla en una fiesta.

—Si no te habla primero no le hables —Bin lo cortó, no quería que nadie se lanzara sobre su amiga introvertida.

—Está bien fiera, no le haremos nada a tu amiga —el grupo se rió— pero tu puedes hablarnos cada vez que quieras, esa ropa te queda muy bien Bin.

—Gracias —les sonrió antes de apartarse de ellos, luego murmuró a la castaña— son unos idiotas.

—¿Podemos sentarnos un momento?

Bin paró en seco para verla a la cara.

—¿Te sientes mal? —preguntó preocupada.

Gyu negó, aún con la cabeza baja.

—No... Solo estoy un poco abrumada.

—Está bien, vayamos allí —señaló una mesa vacía frente a la pista de baile.

La mayoría de gente estaba entreteniéndose bailando en grupo o en pareja, por lo que tenían la libertad de sentarse sin toparse con prácticamente nadie en el camino.

—¿Quieres algo de beber? —propuso la mayor— No debe tener alcohol, un jugo, incluso agua, ¿Quieres?

—Lo que sea está bien mientras no sea muy fuerte.

—Entendido, dame un minuto, no te muevas de aquí, te estaré observando.

Gyu casi se rió por la seriedad de su amiga al respeto de cuidarla. Pero nada malo pasaría, porque si alguien trataba de meterse con ella Gyu sabía exactamente qué hacer.

Noquear al acosador y salir corriendo hacia Bin para largarse del club.

Esperaba no tener que llegar a eso. Nunca había noqueado a nadie, pero en las películas no parecía tan difícil.

Curiosamente, lo que ocurrió unos segundos después sí que fue sacado de una película, pero no de las de acción que Gyu solía ver.

Estaba esperando a Bin cuando la canción que sonaba culminó y la gente se dispersó en la pista de baile. Un grupo de tres chicos y dos chicas se ubicaron en el centro. Una canción electro-pop comenzó y empezaron a bailar de una manera que solo los estudiantes de danza conocían.

Fluidez, fuerza, técnica, acrobacias.
Todos alrededor aplaudían y vitoreaban a cada paso que daban, pero Gyu estaba muy impactada como para hacer cualquiera de esas cosas.

Sobre todo por la dos chicas.

Ambas estaban demasiado cubiertas, con gorras y tapabocas, pero eran simplemente deslumbrantes. Una más bajita con su cabellera roja hasta la cintura, y la otra de cabello rosa.

Sus extremidades parecían tener vida propia, la multitud gritaba cada vez que bajaban hasta el suelo, haciendo un movimiento en el que sus caderas y uno de sus puños golpeaban el suelo.

Fueron cuatro minutos de un total espectáculo de baile. Incluso los tres chicos tenían su merito por sus piruetas y acrobacias.

La canción acabó y todos volvieron a dispersarse, bailando nuevamente entre todos como antes de que ellos llegaran.
Beomgyu pensó que su corazón volvía latir con normalidad hasta que alguien se acercó a su mesa.

—Joder que calor da esta cosa, oye ¿me haces un favor?

Gyu alzó la mirada y vió a la chica de cabello rosa mirándola.

—¿Eh... Yo? —se señaló a si misma sin poder creerlo. Cómo si le estuviera hablando una celebridad.

—¡Sí! El baño está muy lleno y quiero quitarme esto, ¿Puedes hacer cortina para cambiarme la blusa?

—¿Q-qué?

Gyu creyó que era una broma pero la chica ya se estaba quitando su chaqueta, pasandosela para que la cubriera en una esquina de la mesa.

—Será rápido lo prometo.

A Gyu se le subió la presión arterial cuando la vió quitarse la sudadera que llevaba, luciendo un sostén negro deportivo. Su abdomen descubierto definido por el baile pero suave a la vista le hizo tragar saliva.

No debería estar mirando, se supone que la estaba cubriendo de las miradas de los demás, pero todo estaba pasando demasiado rápido para que pudiera razonar.

La chica sacó una camiseta croptop de una pequeña mochila y se la colocó, guardando en su bolso la sudadera con algo de dificultad.

—Ya puedes bajar los brazos —se rió la pelirosa al verla todavía tiesa en su posición, cumpliendo con éxito la tarea de cubrirla de los demás a sus espaldas.

—Oh —bajó los brazos con vergüenza.

—Gracias, odio tener que esperar para entrar al baño. Hyun seguro estará media hora en esa fila.

La pelirosa le quitó la chaqueta y se la amarró en las caderas. Su ombligo y estrecha cintura quedaba a la vista, y Gyu no pudo evitar quedarse mirando.

—¿Cómo te llamas? —preguntó la bailarina, haciendo que la mirara a los ojos.

—S-soy Gyu.

La chica se sacó el tapabocas de un tirón y le extendió la otra mano mientras sonreía ampliamente.

Gyu casi tiene un ataque la corazón.

—Yo soy Jun.

No podía ser posible.

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