Quizás todo es una casualidad, pero que labios tan besables se cargaba esa casualidad.

Mientras planeaba como acercarse al de cabellos naranja y peluditas orejas, de la nada un chico de cabellos negros rebeldes, alto y con dientes de conejito apareció. Sin contar lo musculoso que se notaba a simple vista, el de piel pálida parecía un espagueti a su lado, un espagueti blanco. No está claro que dijo, pero el más bajito comenzó a sonreír y a Yoongi le dolió hasta el alma.

“—Si en mi barco solo yo soy capitán ¿Cómo es posible que en un día tan bonito una tormenta, destroce todo de forma tan repentina?—”

Dejó pasar este inconveniente por dos cosas. La primera es porque no podía sentir celos de alguien del cuál no conocía ni su nombre y la segunda porque la sonrisa de ángel que se carga el pelinaranja no tiene precio.

De un momento a otro todo a su alrededor se comenzó a tornar verde, luego negro, su cuerpo dejó de responder y sus piernas no pudieron sostener su peso. Cayó al suelo desplomado, quizás es el karma por no confiar en el Horóscopo. Lo siguiente que recuerda es al chico de lindos labios y mejillas gorditas sosteniendo su cabeza recién golpeada contra el asfalto de la acera. Debería dejar de saltarse las comidas.

—¿Quién me asegura si estoy en el cielo o en la Tierra? Tengo a un ángel mirándome.

—¿Disculpa?— exclamó Jimin con evidente sorpresa y gracia ante las palabras del recién desmayado.

—¿Lo pensé o lo dije?