Capítulo 21

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  Una mujer con los ojos vendados y la boca amordazada se hallaba atada de pies y manos a una cama maloliente, hacía frío y alrededor no se escuchaba nada, los pocos ruidos que se oían lo hacían con eco, a lo lejos podía escuchar pequeños roedores corretear por el suelo y techos. Algo en su interior le decía que estarían en un edificio abandonado ¿Cómo era posible que nadie los escuchase? El hombre que la había secuestrado la estuvo torturando por horas, hizo con su cuerpo lo que quiso, la forzó y tras hacer que sintiese asco y suciedad en su piel, la dio pequeñas descargas hasta el punto de orinarse encima, una descarga, otra, y otra, a veces cortas, otras más largas y ya no supo en qué momento intentó suplicar para que la matase. Después de torturarla de todas las formas que se le ocurrió, la desató de una mano y de un pie para poder girarla, estaba tan molida física y psicológicamente, que en el momento en que volvió a usar su cuerpo se sintió como un trapo usado y cuando terminó, volvió a atarla para marcharse y dejarla sola en aquel lugar. Desde que la ató a esa cama no le escuchó hablar, solo reír y jadear, Celine, ya estaba muerta y estaba en el infierno.

Ontari sintió una ráfaga de viento gélido, abrió los ojos y ya no estaba tumbada en la cama junto a Sam, había despertado en medio de un campo de pasto verde, se incorporó y notó un leve cosquilleo en su mano y parte de su brazo, al ojear esa parte de su anatomía, se percató de que los puntos blancos que había por su mano y brazo se movían como lo hacían las larvas. Con cara de asco se sacudió para quitarse los insectos de encima. Al escudriñar alrededor para ubicarse, se percató de que estaba en las tierras de los Henderson, pero en esta ocasión no estaba cerca de la zona boscosa, estaba en la parte trasera de la casa, a metros del invernadero. Fisher desconcertada dio unos pasos hasta el invernadero hasta que una gota que cayó del cielo recorrió su mejilla, ceñuda se pasó la mano por la mejilla y se dio cuenta de que no era agua, el líquido era de un tono rojizo y más espeso que la lluvia. Una gota, otra gota, otra hasta el punto de caer gotas rojizas sin cesar, Ontari miró hacia atrás, dándose cuenta de que solo "llovia" sangre en esa zona del terreno. Gritos desgarradores empezaron a emerger del barro que había a sus pies y una mano salir del suelo para agarrarla de su tobillo.

En ese instante, Ontari se sobresaltó y se incorporó de la cama, gotas de sudor caía por su frente, a los pies de la cama había una figura de un hombre, está vez no podía ser ningún montón ropa porque era la habitación de Clifford:

- no cesa nos matará a todos, no cesa nos matará a todos, no ces...

Decía una y otra vez el hombre de voz juvenil:

- ¿quién eres?

Preguntó Fisher completamente petrificada, podía sentir su miedo y la estancia tan helada que tembló. En ese instante la figura negra avanzó hasta Fisher y agarró sus brazos, pudiendo distinguir un solo rostro en esa masa negra:

- Es noche de caza.

Dijo antes de abrir la boca y dejar salir un montón de gusanos sobre ella.

Una vez más, Fisher se incorporó y en esta ocasión lo hizo entre chillidos. La luz de la habitación se encendió y la ojiazul que hasta el momento había estado durmiendo plácidamente intentó acercarse a la morena aún consternada por los sueños. En cuanto la tocó ésta reaccionó con espanto e intentó alejarse tan rápido que se cayó de la cama:

- Ontari.

Dijo Samantha con preocupación. Se levantó y se acercó a la morena que se agazapó en la esquina de la habitación:

- cariño- aferró las mejillas de la morena para que fijase su mirada en ella- cariño soy Sam.

En cuanto Ontari se situó, fue tranquilizándose junto al ritmo cardíaco:

- Sam.

Musitó Fisher antes de abrazarse a la rubia. La ojiazul desconcertada le devolvió el abrazo:

- ¿qué ha pasado? ¿Otra...?- no sabía si llamarlo premonición o visión tipo médium- ¿pesadilla?

La ayudó a levantarse y ambas se sentaron en la cama. La rubia posó su mano en la pierna de Ontari:

- No sé qué fue realmente.

Respondió pensativa:

- ¿quieres hablarlo?

Ontari puso una mueca:

- ¿me creerías?

Clifford agarró la mano de Fisher y depositó barios besos en la palma:

- siempre, tendrás mi apoyo.

- Simplemente he tenido una pesadilla, una extraña sensación de que el psicópata de Henderson ha vuelto a salir de caza.

- Una pesadilla- repitió antes de darle un beso en la frente- podemos, no sé... ir a los locales de ambiente a preguntar si lo han visto esta noche.

Ontari forzó una sonrisa:

- Demasiados locales de ambiente para tan poca noche.

- vístete- dijo Clifford levantándose y al acercarse a su armario, sacó pantalones deportivos- vamos a dar una vuelta.

- Sam- dijo decaída y acercándose a la rubia- es tarde, lo mejor es volver a la cama.

La rubia se terminó de poner la ropa deportiva de color gris y sacó otros pantalones negros deportivos para Ontari:

- luego los querré de vuelta, vamos, será rápido.

- Está bien- acabó admitiendo la morena- ¿a dónde vamos?

Clifford quedó dubitativa y tenía esa expresión que enseguida supo leer la morena:

- ¿Sam?

- Puede que no te guste, pero en estos casos no sé a quién más recurrir, ya lo verás, tú solo vístete.

¿Puede que no le guste? ¿Dónde iba a llevarla? Solo la quedó ser paciente y dejarse guiar, en un principio creyó que la llevaría a uno de los locales de ambiente, pues la cafetería en la que quedaron con los chicos para interrogarlos la segunda vez que vieron a Henderson estaba cerca, lo que no recordaba es que otro local había cerca y en cuanto estacionó enfrente de la mano con el ojo azul en la palma de la mano con el letrero "Pitonisa Lolis":

- No me lo puedo creer- dijo Ontari saliendo del coche y encarando a la rubia- ¿una charlatana? ¿En serio?

- ¿qué podemos perder?

Ontari se cruzó de brazos:

- No pienso soltar un duro a esa mujer.

Clifford se encogió de hombros:

- ya lo haré yo.

La tienda estaba abierta ¿es que esa mujer no dormía? Se cuestionó la morena que siguió a Clifford, una vez más, no hubo nadie en la entrada para recibirlas, pero la pitonisa Lolis se hizo la interesante desde dentro mientras decía en voz alta:

- Señorita Fisher, ya estaba tardando.

Samantha curvó la comisura de los labios y miró a Ontari, movió las manos y susurró burlona:

- Te estaba esperando.

La morena puso los ojos en blanco y entró con decisión, no quería andar perdiendo el tiempo, estaba ahí porque se empeñó Sam ¿qué tuviera esas pesadillas la harían creer? Pues no, para ella todo lo que estaba experimentando era su propio subconsciente queriendo resolver ese caso, estaba segura de que le hablaría de chicos siendo torturados o cualquier cosa genérica. Así que se sentó, esperó a que barajase sus cartas y la hiciera cortar para dar la vuelta a sus sartas de mentiras:

- Recibirías más mensajes si dejases de bloquear a los mensajeros.

- La mayoría de los mensajes que recibo son de spam y ataques phishing, como para no bloquearlos querida.

La mujer de turbante floreado sonrió, Clifford se sentó en una silla que había junto a la pared, detrás de Fisher:

- Sabes a lo que me refiero.

- No creo a los fantasmas.

Siguió diciendo la morena con voz cortante:

- Y aun así todos estos chicos acuden a ti, ellos confían en ti.

- Pues a buena han acudido, no soy de confianza, engaño a Sam para que me doble la ropa ¿Por qué no vais a ella?

La rubia se puso tensa:

- Un momento- se levantó poniendo las manos en señal de stop- a mi déjame en paz que suficiente tengo con el misógino de mi caso.

La pitonisa quedó algo ausente, aunque para la morena eso era puro paripé:

- El niño está vivo, aunque no en Night City.

- Oye, déjese de medias tintas.

- Solo puedo decir lo que los espíritus me muestran- miró a Ontari- el día que creas y seas receptiva también podrías escucharlos.

Ontari puso una mueca:

- No me aguanto a mí misma como para escuchar a otros- miró alrededor y a la nada a la vez- estoy trabajando para ayudaros, pero poco puedo hacer si no paráis de escupirme gusanos mientras duermo, iros a charlar con Melinda Gordon- señaló a la mujer que tenía enfrente- o con la señora que tengo delante, os entretendrá con un montón de adivinanzas- se levantó y encaró una ultima vez a la mujer- una vez más, venir aquí a servido de nada, no me has dicho nada ¿Qué veo espíritus y que los vería más? Puff- bufó- chorradas, te paga Sam.

Se puso junto a la puerta y observó como la rubia sacó dinero de su cartera y se lo iba entregar a mano a la mujer, que tras entrar en contacto el cuerpo de la pitonisa dio una sacudida y al volver a abrir los ojos estos estaban completamente blancos. Clifford intentó alejarse del susto, pero la mujer la sujetaba con fuerza:

- Se les ha dado la vuelta a los ojos.

Llegó a decir la rubia algo estupefacta:

- No confíes en las corporaciones- dijo la mujer con voz gruesa y de ultratumba, como la de un hombre, la mujer miró a Ontari y dijo casi con un susurro- Kisa.

En ese instante Samantha consiguió soltarse a la par que la mujer caía sobre la silla algo aturdida. La rubia soltó el dinero sobre la mesa y salió de ahí casi arrastrando a Fisher de la tienda, ya en la calle, la morena se percató de que Sam estaba completamente pálida:

- Oye Sam, es una charlatana, habrá sido toda una actuación.

Quiso tranquilizar la morena, aunque no entendía ¿de donde había sacado el nombre de Kisa?

- No- dijo Sam algo estupefacta- juraría que esa era la voz de mi padre- al caer en lo ultimo que dijo frunció el ceño antes de prestar atención a la morena- ¿Kisa? ¿quién es Kisa?

¿En qué momento se dejó arrastrar hasta la tienda de esa loca?

Por primera vez en todo el tiempo que llevaba en esa comisaría, llegó más temprano que la propia Kate Fuller, había estado revisando, grabación tras grabación, segmento tras segmento, intentando sacar alguna imagen robot fiable, ya la daba igual que los de esa comisaría la mirasen mal, cargada de frustración se quitó tomándose unas cuantas copas. Solo consiguió sacar el modelo del coche y la matricula, que enseguida mandó a buscar y mandó los datos a la comisaría este para que se lo hicieran llegar a la detective. No sabía por qué, pero tenía la sensación de que ya había visto en algún lado a la detective Clifford, pero no recordaba dónde, el caso es que prefirió mandar lo que sabía y tratar de evitar todo contacto con la rubia, era evidente que no le caía bien, ya era costumbre, incluso antes de meterse para NorthCorp no era una persona que ganase la confianza de la gente fácilmente, tenía el pellejo demasiado curtido para que algo así le afecte:

- ¿Has dormido aquí?

Preguntó Fuller en cuanto se acercó cuando la vio:

- No, apenas he dormido, conseguí sacar el modelo del coche y solo espero encontrarlo antes de que se deshaga de ello o abandone el distrito Este, se me ocurre poner controles en las autovías y carreteras principales.

Kate miraba a Gonzalez como si estuviera mirando como una extraña, es que efectivamente se estaba comportando como una agente de homicidios y no como una prepotente con recursos como hacía días atrás:

- Pues si creíamos que sacaba dinero vendiendo drogas, el registro que hicieron los peritos en el coche robado no han encontrado ni gota de drogas, pero sí- le sacó una bolsita con una prueba dentro, un billete de 50 dólares- este billete falso.

Kisa agarró la bolsa para revisarlo más de cerca:

- Al parecer también hay alguien pagando con dinero falso en los supermercados y me da que es el mismo, así que ya sabemos como puede conseguir dinero limpio.

Kisa asintió con la cabeza:

- Sería avisar a los supermercados y que avisen de cualquiera que levante sospechas- se pasó la mano por la cara, antes de mirar a Fuller- voy a por un café ¿Quieres uno?

Kate se sorprendió por el ofrece cimiento:

- ¿Desde cuando eres así de amable?

Eso se preguntó Kisa, que puso los ojos en blanco y se levantó algo molesta, si no era amable era una cerda, si era amable igual, la gente podía irse a la mierda:

- Déjalo.

Se iba a alejar:

- No me gusta al café- dijo Kate como si fuese una obviedad que debería saber ya Gonzalez- prefiero el té, siempre.

Kisa curvó levemente la comisura de los labios y asintió con la cabeza:

- Te traeré la infusión.

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