Bruno

Me mantengo en mi pupitre, viendo como Tyrone habla con Adelaine. Se ve bastante bien, como para creer que estuvo mal.

—Maldito mentiroso —refunfuño.

Se gira a verme y me sobresalto. Sonríe y me guiña el ojo, así que bajo la vista, presionando los puños.

¿Qué le pasa al estúpido? ¡¡Está demasiado animado!! Que irritante es, lo odio...

Sí, claro, dile eso a tu corazón que bombea como a cincuenta mil por hora.

Me revuelvo el cabello.

—¡¡Ah cállate, estúpido cerebro!!

—¿Piensas en mí?

Lo veo delante de mi pupitre y me sobresalto cayéndome de la silla, pero me levanto rápido.

—Pienso en cómo matarte —me cruzo de brazos observando hacia un costado pero luego giro mi vista a él —¿Y por qué me estás molestando?

Apoya la mano en la mesa y se acerca a mi rostro.

—Porque estoy de muy buen humor.

Okey, de en serio ¿Qué le pasa? Este es el Tyrone que me coquetea, o sea el que no me ignora. Quiero decir, el que se dió a la fuga el día de natación cuando esas dos gemelas no estaban.

—Te meterás en problemas —le aclaro mirando a Adelaine —si tú padre se entera...

—Mi prometida no es un problema, más cuando está ocupada con otro tema —observa también a la rubia.

Ahora que la veo con más detenimiento, ciertamente Adelaine no está mirando para acá. Es más, se nota alterada y absorta en sus propios pensamientos. Parece que tiene algún problema.