Noah

Soy alejado de Gregor al Heinz agarrar mi mano y jalarme hacia él. Mi espalda choca con el torso del morocho y me rodea con su brazo, yo sólo quedo paralizado.

—No la toques —exclama bastante irritado.

El castaño sonríe.

—Que raro verte por aquí, creí qué ya no vendrías nunca.

—Eso no te incumbe —responde para luego volver a tomar mi mano y sacarme de allí, aunque yo me resisto.

—¡Te dije que tengo que ir por mi hermano! —insisto y forcejeo —¡Sueltame!

Se detiene y se gira a mirarme con ese intenso azul.

—Tu hermano estará bien, si tiene algún problema, te llamará seguro ¿O no? —intenta convencerme —pero tú no deberías estar ahí, están todos locos y borrachos.

Frunzo el ceño y miro su mano.

—Sueltame...

Separa sus dedos de los míos y se disculpa.

—Lo siento —luego agrega —pero sabes que tengo razón.

—No me iré hasta saber qué... —casi digo Lía —Noah esté bien —es muy raro hablar de mí en tercera persona.

Bufa.

—Vale, lo iré a buscar —me señala —pero tú no entras.

—¡¿Qué?! —me sorprendo y lo veo irse, entonces lo agarro del brazo —¡No, ese no es tu problema! —me sonrojo y me aparto nervioso —a... Además... Ni sabés cómo es...

Sonríe.

—Claro qué sí, cuando lo mirabas jugando el partido me lo señalaste, aparte son idénticos —se ríe.

Hago puchero.

—No importa, yo voy también...

—Ya sé, hagamos una cosa, llámalo y así sabrás si está bien.

—Pero me olvidé el celular... —digo tímido y bajo la cabeza.

—Facil, usa el teléfono de mi casa —señala dónde vive.

Ir... ¡¿Ir a su casa?! No sé qué es peor... Bueno, tampoco para tanto. Frunzo el ceño.

—¿Quién está en tu casa?

—Mi mamá quejándose del ruido y mi papá roncando como oso —se ríe.

—Ah bueno, entonces sí —comienzo a caminar.

—Ya te dije que no iba a atacarte...

—¡Dejame, sólo quiero encontrar a mi hermano!

Ay Lía en qué líos me metes y... ¿En cuales estás metida ahora mismo?