75. "Juegos psicológicos"

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Heinz

Llego a mi casa, cierro la puerta de un portazo y mi padre me mira sorprendido, acercándose hasta mí.

—Heinz ¿Sucede algo?

—Nada... —lo esquivo y entro a mi habitación, ignorando su preocupación.

Debo verme lamentablemente para que me pregunté.

"Mentiroso"

Pasa por mi mente lo que le dije a... Esa persona. Lía es Noah, Noah es Lía. Entro al baño de mi cuarto y abro la cajita de medicamentos.

Me quedo quieto, observando los calmantes. Giro la vista a la ducha y decido cambiar de opción. Me quito la ropa y entro rápido a la bañera. Dejo que el agua aclaré mis ideas.

No está funcionando...

Cierro la canilla y salgo. Me pongo el bóxer y el pantalón, vuelvo a ver la cajita de pastillas. Las agarro.

Eso no soluciona nada...

Voy hasta la habitación y las apoyo en la mesita de luz, al lado de la botellita de agua que siempre está allí todas las noches.

Por las dudas...

Me siento sobre el colchón y suspiro.

—Lía es Noah... —me lo repito en voz alta para entenderlo.

—¿Es ese el problema? —oigo en la puerta y me quedo quieto sin mirar allí —¿Esa es tu preocupación? —insiste pero no le respondo. Termina por sentarse a mi lado —te dije que sólo podías confiar en mí... —susurra y siento su respiración en mi oreja, así que volteo a mirar sus ojos marrones —yo estoy aquí —hace esa sonrisa que desde lo ocurrido no se le borra de la cara, está completamente loco y me quiere pegar su locura a mí.

Trago saliva.

—Bruno, yo... —bajo la vista cuando acerca su rostro al mío —solo estoy confundido... —tiro mi espalda sobre la cama y me cubro la cara con el dorsal de mis manos —eso es todo...

Siento el peso sobre el colchón cuando se sube a este, así que muevo las manos, viendo que lo tengo encima.

—Yo voy a vengarme de Tyrone, pero si quieres... —se acerca a mi rostro nuevamente —puedo deshacerme de los Channy también...

—¡Ya basta! —lo empujo y me levanto sonrojandome —basta de tus juegos psicológicos... Nunca debí apoyarte en esta locura de aparentar que estabas muerto...

Me abraza por detrás y me sobresalto.

—Solo te tengo a ti, Heinz.

Me aparto otra vez y agarro los calmantes nervioso.

—Dejame en paz ¡Lo que haces está mal! —le grito.

—¿Qué ocurre aquí? —de repente entra nuestro padre al cuarto —¿Por qué tanto ruido?

—Sólo estaba festejando —sonríe animado Bruno —me compraré unos nuevos lentes de contacto azules, serán estupendos —me observa con malicia —¿No Heinz?

Quedo tildado un segundo y luego le respondo, sonriendo con la calma que tanto he aparentando en mucho tiempo, pero es más falsa que esta sonrisa.

—Sí, te quedarán muy bonitos.

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