96. Mi venganza...

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Heinz

Antes de poder irme a casa, llevo unos materiales que el profesor me pidió guardar, camino hasta un aula y apoyo la caja en el suelo. Levanto la vista visualizando a Bruno sentado en la ventana y entonces frunzo el ceño.

—¿Qué haces? Eso es peligroso, es un segundo piso.

Gira su vista hacia mí y sonríe.

—Te estaba esperando...

—Bueno, ya estoy aquí, bájate.

Hace puchero.

—Después...

—¿Después de qué? —levanto una ceja.

Deja de mirarme y vuelve a observar el precipicio.

—Sabes... Ya descubrí como deshacerme de Tyrone —levanta la cabeza y mira al cielo, mientras mueve sus pies desde la altura —pero no sé qué hacer con Noah...

—Bájate de ahí —insisto —¿Y qué problema tiene con Noah? No te ha hecho nada.

—Me quita a mi hombre —me agarra un escalofrío cuando dice eso —. Ese enano no tiene nada interesante ¿Qué le ven? ¿es por qué tiene ese extraño fetiche de vestirse como mujer? —. No sé si habla conmigo o si está conversando sólo.

—Bruno... —doy un paso adelante y de repente se ríe —¿Qué?

Me observa.

—Está alto aquí ¿no?

Trago saliva.

—Claro que sí...

Vuelve a observar abajo, se mira los pies y su mente se mantiene pérdida.

—Puedo tirarme desde aquí...

—¿Para qué harías eso? —me sobresalto —. Detente.

—Para que pienses en mí —se ríe y se inclina hacia abajo.

Corro, lo agarro del brazo y caemos al suelo.

—¡Ay! Maldita sea —me quejo adolorido y cuando reacciono tengo a Bruno encima —¡Bájate!

Se toca la mejilla sonrojado.

—Yo sabía que todavía me valorabas...

—¡¡Deja de decir incoherencias y aparta!!

Hace puchero y se acerca a mi rostro.

—Estás más arisco que de costumbre —se aferra a mi cuerpo y me abraza —. Ver a Noah y a Tyrone juntos no te hizo bien, déjame reconfortarte.

—Bruno, no estoy de humor. Aparta, no me hagas golpearte.

—Pero... Quiero jugar —me mordisquea la oreja.

—¡No seas asqueroso! —lo empujo y forcejeamos.

Por lo tanto termino yo sobre él, entonces se ríe y luego se muerde el labio inferior.

—Me encanta cuando te pones en dominante.

—¡Basta! —. Me levanto, me agarra del pie y me caigo. Voy a gritarle otra vez pero me detengo cuando visualizo que está llorando —Bruno... —bufo —no empieces... No tengo paciencia hoy...

Se refriega los ojos.

—Mañana nadie tendrá paciencia... —exclama con notable odio y me sobresalto.

—¿Qué pasa mañana?

Sonríe aún con sus ojos humedecidos.

—Mi venganza...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro