✧ Capítulo 4 ✧

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«You were the better part of every bit of beating heart that I had». You're Somebody Else. Flora Cash.


PANDORA

Hunter no me esperaba. Se giró hacia mí y, durante un momento, durante solo un instante, vi en su rostro el mismo alivio que yo había sentido al creer que Emma había regresado. Esa expresión quedó reemplazada por pura sorpresa en el momento en el que se percató de que la persona que acababa de entrar en la habitación era yo.

Vaya, vaya. Hunter Alexandre sorprendido por verme a MÍ en MI propio cuarto. Eso debía de ser el mundo al revés.

Se incorporó, quedando recto, pero no dio ni un paso adelante. Yo estaba ligeramente asustada, pero no quería evidenciarlo.

—Estaba buscando a Emma —contestó él con naturalidad.

Enarqué una ceja y, con precaución, caminé hacia el interior del cuarto.

—¿Y la has encontrado?

Su expresión se volvió sarcástica.

—¿Tú qué crees?

Me mordí la lengua un momento, controlándome para no decirle que, si uno de los dos estaba haciendo algo extraño, era él.

—¿Cómo has entrado?

—Emma me dio la llave.

Ese detalle me resultó indignante. ¿Por qué alguien le daría la llave de su habitación a otra persona si compartía ese cuarto con alguien? Me daba exactamente igual que fuera su novio, no me importaba. Lo último que yo quería era encontrarme a Hunter en la habitación mientras me estaba duchando o cambiando de ropa... o algo peor.

Olvidé la precaución y el hecho de que verlo allí me había asustado y, tan solo, me dirigí a él con decisión. Extendí mi mano frente a él, con la palma hacia arriba.

—Dámela.

—¿Qué?

—Dame la llave. Este también es mi cuarto y no me siento cómoda con que tú puedas entrar y salir cuando te dé la gana. Dámela. —Pude ver en el rostro de Hunter que no tenía intención de colaborar conmigo—. Si no me la das, voy a ir a ver al director y le diré, no solo que Emma no está aquí desde hace un par de días, sino que te he encontrado cerca de su cama y actuando de forma muy extraña.

Hunter bufó. Se sacó la llave del bolsillo y la dejó sobre mi mano de forma brusca. Después se alejó de mí, como si fuéramos dos imanes que se repelen.

—Te recomiendo que cierres la boca si no quieres problemas —me amenazó—. No le digas nada a nadie sobre Emma. ¿De acuerdo?

Yo fruncí el ceño.

—¿Por qué? Ha desaparecido, ¿acaso no quieres saber dónde está?

Hunter volvió a girarse hacia mí. Sus ojos azules estaban ligeramente enrojecidos y, en circunstancias normales quizás habría asumido que había consumido algún tipo de sustancia, pero sabía que no era eso. Hunter no había dormido, quizás durante un par de noches. Algo le rondaba la cabeza, algo que le impedía conciliar el sueño.

—Claro que quiero saber dónde está, por eso he venido aquí —siseó, después negó con la cabeza—. Mira, métete en tus putos asuntos y déjame en paz. No quiero que te entrometas en esto. Ya has hecho suficiente.

Su tono agresivo me sorprendió, pero en especial lo hizo su última frase. Levanté la cabeza hacia Hunter y mis labios se entreabrieron unos milímetros, sin saber interpretar lo que acababa de decirme.

—¿Qué quieres decir con eso? —pregunté en un susurro—. Yo no he hecho nada.

—¿No? —gruñó él—. ¿Y qué me dices de la fiesta?

¿La fiesta? Me congelé al instante. La maldita fiesta. ¿Qué demonios había hecho yo en esa fiesta como para que él trajera el tema a colación? Hasta donde yo sabía, había hablado con Hunter por primera vez en mi vida esa misma mañana.

Lo había visto en la fiesta, sí. Recordaba su imagen al otro lado de la habitación, sosteniendo algo en la mano... el recuerdo se volvió borroso de nuevo y cerré los ojos con fuerza un instante. Cuando los abrí de nuevo, sus ojos azules me observaron de forma detenida.

—¿Qué pasó en la fiesta? —pregunté después de un largo suspiro.

Él bufó.

—No te acuerdas.

No lo estaba preguntando, sino que lo estaba dando por hecho. Ese detalle me hacía sentir aún más incómoda.

—¿Hice algo ridículo? —Ante su falta de respuesta, sentí un peso en el pecho. Acto seguido, sin siquiera pensarlo, mis labios se movieron de nuevo—. ¿Hice algo contigo?

Formulé esa pregunta como un susurro. Me arrepentí al instante de hacerla. ¿Y si me había liado con Hunter? Eso explicaría por qué ahora Emma se había ido. A lo mejor ella nos había descubierto y había decidido marcharse de allí. Era una idea absurda, pero... ¿posible?

Si bien Hunter era desagradable, arrogante y brusco, una cosa tenía que reconocerle: estaba bueno. Estaba MUY bueno. Era alto, mucho más que yo, y fuerte, también más que yo. Sus ojos azules y rasgados acompañaban perfectamente un rostro anguloso con labios marcados y una nariz recta y perfecta.

Pero yo sabía que tenía algo con Emma, o me lo imaginaba. No me habría liado con él, ¿no? Y, además, había otra cuestión más acuciante, ¿Hunter sería capaz de acostarse conmigo?

Entrecerré los ojos una vez más cuando una imagen llegó a mi mente de pronto. Por un instante recordé, o creí recordar, encontrarme entre los brazos fuertes y firmes de Hunter Alexandre. En esa misma imagen, mientras él me estrechaba con fuerza, me escuché a mí misma gemir.

Di un paso atrás de nuevo, asustada por ese nuevo recuerdo. Joder. No, algo así no podría haber sucedido nunca.

—¿Nos hemos enrollado? —formulé la pregunta casi con miedo.

Hunter apartó la mirada de mí y ahogó un gruñido.

—En tus sueños —susurró él.

Después se dirigió a la puerta, dejándome ahí parada, sintiéndome como una estúpida. Por primera vez estaba asustada. No sabía qué diablos había pasado ese sábado, pero la imagen de Hunter y yo haciendo algo más me había resultado demasiado perturbadora.

Cuando la puerta se cerró, yo me quedé ahí parada durante unos minutos más. Hunter ni siquiera se había despedido, simplemente se había marchado y ya. Si no quedaba claro de una vez que era un imbécil, no sabía qué pruebas eran necesarias para confirmar ese hecho.

Quizás él mismo le había hecho algo a Emma y por eso ahora estaba allí, intentando buscar pruebas que lo inculparan para poder destruirlas.

Tomé mi móvil y me dirigí a mi cama. Me tiré sobre el colchón con un golpe seco y la cabeza me dolió, una vez más, al hacer ese movimiento. Sin pensarlo dos veces le escribí un mensaje a Santos.

Pandora. 18:09.

Emma no ha aparecido, pero Hunter Alexandre estaba en nuestra habitación buscando algo. Ha sido muy raro.

Le di al botón de enviar, pero el mensaje no se mandó. Fruncí el ceño, preguntándome qué estaba sucediendo con el wi-fi. Como respuesta a mi interrogante, las luces del techo parpadearon durante unos segundos, pero volvieron a encenderse con normalidad. El mensaje seguía sin enviarse.

—Menuda mierda. —Suspiré, dejando el móvil sobre mi mesilla de noche y cerrando los ojos.

Aunque deseara con todas mis fuerzas que no fuera así, sabía que esa noche Emma tampoco regresaría.

⚜︎

¡Hola, amores!

¡Gracias por leerme! No olvidéis votar y dejarme un comentario para conseguir que esta historia llegue a TODAS partes.  ¡Sois un amor!

Mil besos

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