El sanctus fue cruel pero no mentiroso.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Muchas veces, otras personas, me habían dicho que mi vida no sería grandiosa.

A ver, la lista comienza en el niño matón de prescolar que me tiraba del arenero y decía que me casaría con un poodle y viviría en una cucha, también están todos los enemigos con los que me había topado como Pino, la serpiente Morbock, Izaro y muchos más que siempre me deseaban el mal... Pero está bien, digo, opinar es gratis y todos ellos siempre fueron idiotas. O mentirosos.

No les daba importancia.

Pero, había alguien más que me recordó que mi vida sería horrible. Fue un sanctus y ellos ni son idiotas ni mienten. Y si lo hacen no son Pinocho para darse cuenta cuando te engañaron.

Mientras Phil revoloteaba sobre la ciudad, abrazaba a mi amigo Dante con desesperación y llorábamos la perdida de 26J, no pude evitar pensar en lo que me había dicho el sanctus de Babilon.

Dejó algunas cosas bien claras, la primera era que mis hermanos estaban vivos: «Pueden regresar cuando quieran a tu lado, pero no lo hacen. No regresaron contigo, te dejaron solo cuando estabas enterrado en problemas. Incluso te dejaron solo cuando tu padre adoptivo que te quiso cazar. Te aseguro, te doy mi palabra, que pueden regresar, no están presos...»

Pueden regresar. Esa palabra me aliviaba. Me vibraba en la cabeza como un corazón atormentado. No estaban muertos. Que hubiera encontrado el oso de Eithan no significaba nada. Bueno, tal vez sí, ellos habían estado en contacto con Dracma. Pero eso ya lo averiguaría, faltaba poco.

Cuando Eco, un anciano del bosque de Dadirucso, me dejó sumergirme en su bañera de aguas mágicas, pude ver a mi hermana Narel. Fue la última vez que hablé con ella y recuerdo verla agotada, destrozada, con un overol negro ajado, casi como yo estaba ahora.

El sanctus me explicó que lo último que mi hermana me pidió fue que no la buscara, que dejara correr el tiempo porque era peligroso que nos volviéramos a ver. Pero ya habían pasado dos malditos años. Tal vez ella sabía algo de mi futuro y quería frenar una profecía. Se había juntado con magos, después de todo, Dracma tenía el oso de Eithan y él era uno de los magos más poderosos de todos los mundos.

¿Narel tenía el libro de Solutio? ¿Por eso sabía cuándo era propicio encontrarse y cuando no?

Pero no tenía sentido porque los otros sanctus les dijeron a las expediciones del Triángulo que el último trotador en tocar ese libro había sido yo. Aunque yo no lo recordara.

Otra cosa que me había dejado en claro el sanctus era que mi vida no sería fácil. Que, al final de la guerra, perdería. «Sólo quiero que comprendas que te estás metiendo en un juego difícil y que en los juegos difíciles perdemos más de lo que encontramos. O ganamos» «No vas a ganar. De alguna manera, al final de la guerra, perderás. O perderás la guerra, o a tus amigos, o perderás a tus hermanos o perderás la vida. Pero, la final de todo, perderás»

En aquel momento, viendo el amanecer a muchos pies de altura, sosteniendo a Dante que había cerrado los ojos o había seguido los pasos de 26J, aferrándolo contra mi cuerpo para que no se cayera del lomo de Phil, con la sangre pitándome en los oídos, fatigado y confundido, pensé que tal vez el sanctus tenía razón.

Miles lo había dicho. Había dicho que él no quería convertirse en Guardián porque no quería morir joven o, aún peor, ser el último de su grupo de amigos con vida. Convertirse en un adulto con más recuerdos que alegrías.

Tal vez tenía razón. Era mejor huir. Le habían disparado a Dante, no sabía qué había sido de Sobe, Petra, Berenice, Veintiuno o 1E...

Los padres de Dante le daban la mejor educación en internados humanos de élite ¿Todo para qué? Dante nunca podría vivir entre humanos, sería cazado por La Sociedad o fallecería en otro mundo, combatiendo. Como ahora. No podría ser arquitecto o médico o empresario o lo que quisiera ser... sentí que el corazón me pesaba toneladas al verlo tan pálido, con sangre caliente y granate secándose en su camisa.

Ese era el destino de Dante, el mío y el de todos los que no huían como Miles.

Recordé que lo había conocido hace dos años, cuando llegué al Triangulo y asistí a una clase de tiro de paintball, Dante había sido un chiquillo obsesionado en caerle bien al profesor y en ganar honrosamente. También había sido el que me buscó cuando yo me había escondido en los vestuarios para sentirme miserable y solo.

Me levantó el ánimo recordándome que tenía suerte de conservar a uno de mis padres. «Nunca te quedas con nada», eso fue lo que dijo «Siempre habrá alguien alentándote desde lejos o algún lugar a donde volver, algo que querer, con que soñar, siempre hay algo»

Aunque era una bomba de nervios, también, cuando estaba tranquilo, lograba ser optimista, le gustaba consolar a la gente porque era un hombre de buenos modales.

Me pregunté qué le quedaba a Dante en ese momento, si ni siquiera podía retener su vida.

Había acostado a Dan sobre el lomo de Phil, me había tendido encima de él como los bomberos que protegen del fuego a alguna víctima y había sujetado con mis puños las plumas negras, es decir, me había convertido en su cinturón de seguridad. Tenía su cara contra la mía. El viento fresco de la mañana me lamía las mejillas y no me dejaba sentir su aliento en la cara.

No sabía si continuaba respirando. Dante era una persona de tez oscura, pero bajo la luz cenicienta del cielo su piel se veía como tiza. La sangre seca acartonaba su camisa, volviéndola dura, lo único que se agitaba con el viento era su cabellera castaña y sedosa.

Más allá de la ciudad blanca, incluso más lejos que las ruinas carbonizadas del pueblo de cabañas, había una llanura yerma. Se extendía oscura e interminable y era alumbrada por un sol sepultado tras nubes macizas y de carbón. Por más que me esforzara en encontrar algo solo veía rocas peladas y tierra quemada. El último bastión de Nózaroc estaba en esa ciudad, los soldados de Gartet habían calcinado todas las praderas de flores silvestres.

Ya no quedaba nada.

Se oía un ligero zumbido en el aire como los que emiten las luces de neón, miré hacia atrás.

La ciudad blanca era tan grande que no se podía ver el Banco, pero Phil había roto la pared. Había creado una brecha y el latido enfurecido de los corazones se propagaba por todos lados. Todavía sentía un agudo dolor en la cabeza, como si estuviera vacía y me la llenaran de ácido, algo así como ver los Teletubbies.

Cobré valor, me incorporé sobre los codos, sujetando a mi amigo con el cuerpo y le grité en el oído:

—¿Dan? ¡Dante! ¡No te mueras! ¡Por favor! ¡Despierta! ¡Dante Álvarez si te mueres juro que te mato! —sonó descabellado, era una amenaza que solía decirme Petra, pero solo entonces comprendí su angustia.

Silencio.

—Oh, qué ocurrente —murmuró amodorrado, aunque seguía sin abrir los ojos.

Solté una carcajada de puro alivio, se vio escalofriante porque todavía continuaba llorando por 26J, ella ahora estaba en mis ojos.

Acosté mi cabeza bajo su mentón para sentir cada respiración de sus pulmones y el cosquilleo amodorrado de su palpitar. Él tragó saliva y sentí en la frente su garganta contraerse y relajarse. Percibí en mi cuerpo al suyo temblar.

—Oye, Jonás, no... no creo llegar a...

—Ya vamos a llegar, te lo garantizo.

—Te quiero, Jonás —se despidió con su voz quebrada—. Te quiero, amigo.

Tragué mi angustia.

—Yo también te quiero Dan ¡Pero ya vamos a llegar con los otros! ¡Y te llevaremos a un hospital de nuestro mundo! ¿Sí?

Omití la parte en que el portal más cercano nos enviaba a un campo en las Islas Malvinas, a horas de la civilización. Pero él era listo y lo sabía bastante bien.

—Si no llego... dile a mis padres que los amo y que perdón por no regresar a casa. Quería ponerlos orgullosos. Y a mis hermanos también... aunque no me quieran ver nunca. Diles que nunca quise la herencia de sus padres, ni arruinar su familia. Solo quería que sus padres también fueran los míos.

—No empieces con eso...

—Y recuérdale a la unidad que son los mejores amigos que pude tener, de hecho, son los únicos y me gustó mucho ser querido. Tener amigos —se atragantó—, fue lo mejor que me pasó.

—Basta Dan... —supliqué cerrando los ojos.

—Y dile a Walton que lo amo. Pero lo amo de verdad ¿Me entiendes? Lo amo de amar.

Parpadeé y por más viento que nos azotara sus palabras me sacaron el aire, tragué saliva y asentí. No sabía que a él le gustara Walton, lo había ocultado bastante bien o tal vez yo nunca había prestado atención, era malo para descifrar esas cosas.

—Yo... gracias por contármelo, Dante —musité—. No sabía que sentías eso por Walton.

—¿Cómo no sentirlo? ¿Ya viste su peinado? ¿Y cómo le queda el verde... —reprimió un gemido—... el verde militar?

Pensé a Walton con equipo de camuflaje y no me provocó nada.

—Para volverse loco —traté de darle la razón.

—Ssí.

Era el chico ideal para Dante, después de todo Walton era respetuoso, responsable, moralmente correcto y bastante educado.

—Pero se lo dirás tú ¿Va? Le dirás a Walton que lo amas de amar, lo harás tú, no yo. Sería de mala educación que lo haga un tercero. A ti te gustan las reglas y las hay para todo. Seguro hay un código de caballeros o alguna regla de etiqueta absurda para confesar tu amor en persona ¿No?

Traté de peinarle el cabello, pero tenía las manos ocupadas sujetándonos a ambos, choqué mi frente con la de él. Estaba frío. Su piel helaba, como si estuviera... como un...

Dante asintió ligeramente y volvió a tragar saliva.

—Sí, las hay, las hay.

Se esforzó para abrir los ojos, lo hizo lentamente, porque, aunque él creyera que nunca nos quedábamos con nada, a él ya no le quedaban fuerzas, ni voluntad, ni vida. Giró la cabeza y miró la luz oscura del amanecer mientras su labio temblaba y su voz también.

—Las hay —repitió.

Su mirada se iluminó como si pensara que ese amanecer lúgubre y distante merecía ser fotografiado para sus padres o ser apreciado con amigos.

No volvió a quitar los ojos de ahí.












 Bueno, no sé qué poner jajá.

Este es el último capítulo que subo hasta septiembre cuando regrese a la plataforma ¿Por qué decidí cortarlo acá?

Por dos importantes razones:

1)-- Este capítulo lo iba a publicar el 13 de agosto pero era el cumpleaños de una lectora y me daba penita dedicar justo este capítulo, era como decir "Feliz cumpleaños, mira cómo mato a este personaje para vos" :v

 Quedaba raro... así que adelanté el cronograma y seguro dedique otra cosa cof, cof (se acerca el final de "Tu muerte de abril"). 

2)-- Lo corte en esta escena así se preguntan qué van a hacer con Dante y me aseguro de que no se vayan hasta que vuelva de mis vacaciones con inspiración >:)  

¡Espero que hayan tenido una gran semana! ¡Feliz viernes y buen fin de semana! ¡Abrazos para todos, los adoro!

¡Besitos, besitos!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro